Caminata Cerro de Las Tres Cruces
FECHA: 19 de mayo de 2007
CAMINOS DE VIDA: NIETOS Y ABUELOS
Como ha sido costumbre entre Los Todo Terreno, desde mayo 14-07, empezamos a planear nuestra caminata para el sábado 19, pero como en este mundo “los caminantes proponen y Dios disponen”, una dulce espera no dio tregua a nuestra cavilaciones y elecciones, ya que a mí hija Catalina, le programaron una operación cesárea para mayo 19, día en que debía nacer el gran Jerónimo, mi segundo nieto y primito de Sarita; ese mismo día a nuestro Lobato Jorge Iván Londoño Maya, se le presentarían unas diligencias que atender y el “Polaroid” Carlos Olaya Betancur, tendría que atender obligaciones laborales de su empresa “Man&Obras” la cual tiene acaparado todo el trabajo en su ramo en la ciudad de Medellín y como tal, no podría asistir.
Ante esta situación, y por falta de tiempo y por sustracción de material o mejor de caminantes, decidimos hacer una caminata corta, allá al Cerro de las tres Cruces o Cerro pelón o cerro Manzanillo, en la parte alta de Belén, mirador hermoso de unos 860 metros desde su base y que se dio el lujo de ver como nacíamos al mundo Los Caminante Todo Terreno, quienes desconfiados de nuestros pasos y de nuestras capacidades, sólo nos atrevíamos a desafiar la corta pero exigente falda de ls Tres Cruces, a la cual le hemos bajado los calzones más de sesenta veces, ya que también ha sido paso obligado para otras caminatas.
Fue así, como siendo las 7.00 am. del 19 de mayo, nos reunimos los “mutilados” Todo Terreno en el Atrio de la Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores de La América, en una mañana algo fría, mostrando los efectos del agua caída la noche anterior y por allá lejos hacia el oriente y por encima de la cima del Cerro Pan de Azúcar, adornada con un sol en oro de 10K , que desperezaba sus rayos tibios sobre el valle del Aburra y sobre las humanidades de los habitantes del mismo: Luis Fernando Zuluaga Z. Jorge Iván Londoño M. y Juan Fernando Echeverri C. muy puntuales, nos reunimos para iniciar nuestra marcha hacia las Tres Cruces, pero aunque ya habíamos desayunado, ingresamos a Mi Buñuelo No. 2 , para tomar, al estilo de “alistador de buses”, un refuerzo “desayunesco” consistente en Tutti-Frutti y empanada, para el cual no valía la pena ni sacar la cámara, simplemente ingresamos a la iglesia para hacer una corta oración.
Siendo las 7:20 am. y sin enfilar cayados, ya que sólo El Lobato como buen alumno, fue el único que lo llevó, además de haber llevado su morral, cargado con agua, frutas, antisolar, servilletas, cubiertos, Mr. TÉ para Juanfer, cerveza par Luisfer y agua bendita para su uso exclusivo, así como la novenita de la Milagrosa, arrancamos por la 94 o Calle Velásquez, rumbo a Belén y allá al fondo derechito, se veía imponente el Cerro de las Tres Cruces, con esa gran cicatriz de barro amarillo que lo atraviesa desde su base hasta su cima, gracias al constante pisar de caminantes y deportistas que diariamente suben al mismo , lo cual se ha vuelto casi religioso para muchos pero muchos habitantes de la ciudad.
Iniciado nuestro recorrido y como es ya ritual entre nosotros, Luisfer sacó El Colombiano de la fecha, para que leyésemos en el mismo, la columna JUS GENTIUM de nuestro gran amigo, corresponsal y contertulio Raúl Emilio Tamayo Gaviria, la cual se ha hecho famosa por su aguijón y contenido, lejos de esas “chivas” asesinas del periodismo, que sólo buscan figurar y que, según parece es lo que impera y paga hoy en día.
Tremenda la columna de Don Raúl Emilio, quien nuevamente muestra su valor y su posición, contra aquellos militantes de izquierda y “comunistoides” de turno, que se han atrevido intimidarle desde las sombras, esas que cubren y camuflan a los cobardes; por el mero hecho de ser claro, honesto, directo y verídico en el contenido de sus escritos. Don Raúl Emilio: Los Caminantes Todo Terreno, somos sus irrestrictos amigos y defensores, cuente siempre con nosotros y con la esperanza en Dios, ya que con toda seguridad esos “cuervos y buitres” desalmados, nunca callaran su pluma y mucho menos sus ideas.
En esos ires y venires, comentarios, compartir y discutir mil situaciones, nos encontramos en la Loma de los Bernal, hoy casi desconocida y desaparecida, gracias al auge de la construcción, esa que va borrando el verdor de la naturaleza y de la montaña, esa que barre con los insipientes bosquecillos y los últimos potreros del entorno, para iniciar su ascenso de ladrillo y cemento por la colina violada, esa que se deja vencer callada, pero que sabe que tarde que temprano la misma naturaleza cobrará por ventanilla, el daño que se hace, ese que comprobamos a medida que íbamos subiendo por el exigente camino, remojado por las lluvias caídas, en el que se veían huellas de zapato tenis de todos los tamaños y estilos, gravadas en el barro blando del camino, ese que poco a poco nos acercaba a la cima. En medio de esa mañana fresca subían y bajaban personas por montones, debiendo destacar la presencia de hermosas mujeres, dedicadas al deporte, las cuales hicieron las delicias de los “mirones” del Lobato y Zuluaga, quienes no dan tregua a sus ojos ya cansinos y entre suspiro y suspiro, alentaban un piropo mental, plenamente válido ante tanta belleza.
Varios conocidos encontramos en el camino, rememorábamos nuestras anteriores subidas y en esas pausas que nos arrancan las necesidades de tomar un aliento, en medio del temprano cansancio, mirábamos para atrás, para observar la hermosa ciudad de Medellín, esa que “cambió el terror por la esperanza” y que en medio de esa niebla tímida que la cubría como a una virginal novia de un cuento de hadas, nos mostraba el desarrollo que la ha impuesto la Administración Fajardo, hasta el punto, que ante tanto escándalo y mala imagen que hoy vende el país por los hechos “políticos” conocidos y que nos avergüenzan, es tal vez, el único lugar que tenemos para mostrar y el único que puede levantar la mano, mirando de frente y al futuro para decir “presente”·
Llegando a la cima del cerro de las Tres Cruces, se hace una venia y una corta oración ante el calvario allí instalado, para pasar al ”entable” de Don Carlos y Doña Marta, quienes desde hace algunos años, venden allí, para el deleite de caminantes, paseantes y deportistas: Agua helada, gaseosa, frutas, salpicón, mecato liviano y otras viandas, debiéndose destacar el “guandolo”, agua de panela con limón y sumo de hoja de eucalipto blanco hervido, todo un bocado de cardenales, lo máximo para calmar la sed y que comúnmente desde hace algunos años, fue bautizado por Juanfer como “Guisquin” y así se quedó, siendo obviamente el mejor de los Whisky que se consumen en la región.
Arriba pensaba en mi hija Catalina, quien a esa hora, 9:45 am. ya estaba en la Clínica Las Américas, lista para ser sometida a una operación de Cesárea, que traería al mundo a mi segundo nieto: JERONIMO, hecho este que al mencionárselo al Lobato y a Luisfer, sirvieron para que me reprocharan mi conducta y en medio de cantaleta, me remachaban que “no debía haber salido a caminar sino haber estado al lado de mi hija”,….claro estorbando y haciendo nada, ya que soy conocedor y lo afirmo, que la vida es para vivirla y no dejar que nos la vivan, ya que inclusive la propia Catalina me había dicho “Papi, no dejes tu caminada, a vos te gusta hacerlo, más bien brega a estar temprano, para que vayas a la clínica” y fue eso lo que hice y todo salió de perlas, ya que Jerónimo nació a las 9:50 am.
Arriba, luego de haber refrescado nuestras gargantas, con triple repetición de “Guisquin”, continuamos por el camino que conduce a San Antonio de Prado, pero a unos cuatrocientos metros, nos desviamos hacia abajo, rumbo al Barrio La Capilla, por un camino liso, inclinado y totalmente mojado, que nos comunica con un enrielado comunal en cemento, para descargarnos en la carretera que lleva a AltaVista, donde ya, en plena capilla, pudimos respirar los aires de tranquilidad de un sitio que se vio azotado por las guerras de pandillas y otras lacras, que azotaron a Medellín. Hoy todo es paz, gente buena que quiere progresar y trabajar y que aporta para que los malos recuerdos pasen, se borren y todo sea más amable.
Así, poco a poco y en pleno descenso, los caminantes llegamos hasta el Club El Rodeo, por un portillo ingresamos a su cancha de Golf, donde unos seis “deportistas” practicantes de este “deporte(¿?)”, boliaban sus palos y sus barrigas, en promedio de 160 centímetros de diámetros, muy propias para sus monumentales pesos, superiores a los cien kilos, clara muestra que el Golf es muy bueno para el estado físico,….pero del bolsillo y la chequera, siendo Camilo Villegas, parece su excepción,….pues , de lo físico obviamente.
También vimos tumbas abandonadas, acompañadas de unas flores que fueron hace muchos años, una placa de mármol, con un nombre que se leía antes y una fecha lejana, que tampoco se lee por la acción del olvido y de la intemperie. Vimos el panteón de los policías y soldados caídos en batalla, gracias a la acción de los violentos, esos que siguen matando soldados y policías por la espalda en medio de una guerra local que no para…….vimos el resucitado de Jorge Marín Vieco, ese que se eleva al infinito y deja un aliento de esperanza en medio de las tumbas floridas, las tumbas olvidadas, las tumbas desparecidas, las tumbas donde reposa “nadie”, las tumbas solitarias y recordé al poeta” “Nada hay mas triste que la soledad de la tumba”.
Hermosa experiencia la de ser abuelo. Ver en nuestros nietos, esas humanidades pequeñas, llenas de futuro y de vida naciente. Ver en ellos, como se prórroga nuestra existencia, esa que ya declina, para ocupar ese lugar que nos espera, en algún cementerio, donde se queda la vanidad y lo superfluo, para darle paso al olvido y a la otra vida, la verdadera vida.