Caminata El Pandequeso - San Isidro (Santa Rosa de Osos) - El Pandequeso
Fecha: sábado 20 de septiembre de 2008
Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, Carlos Alberto Olaya Betancur, Jorge Iván Londoño Maya y José María Ruiz Palacio
Hora de encuentro,
Tiquetes en mano, cumplimos el ritual del cafecito con empanada y pandequeso en uno de los expendios de la terminal de transportes del norte y luego abordamos la buseta 254 de coopetransa que haría la ruta establecida. Ya en el interior del vehículo había una única pasajera, que resultó ser una hermosa mujer de piel canela, ojos oscuros y un par de hoyuelos en las mejillas que se acentuaban con su sonrisa franca y espontanea. Mientras coqueteábamos con ella, se completó el pasaje con tiquete, aunque quedaban algunos asientos disponibles que fueron ocupados en el camino de salida por gentes que por alguna razón no lo compran y prefieren esperar afuera de la terminal con la incertidumbre de encontrar o no espacio disponible. Tal parece que dicha práctica es aceptada por las autoridades correspondientes, porque cada vez es lo mismo.
Ya sobre la autopista, empieza
En 30 minutos y en medio del ruido causado por la destartalada buseta, estábamos llegando a las partidas con “El Hatillo” y empezando la subida al alto de ”Matasanos”…Un carro normal lo hace en unos 25 minutos, pero esta licuadora de piedras se demoró 40 en medio de ruidos que parecían el preludio de la desarmada, porque cada que necesitaba un nuevo cambio; paraba, rezongaba, rastrillaba y traqueteaba el cambio, engranaba y luego; puje para que continúe el ascenso… Así durante 40 eternos minutos en que pensábamos que la maldita nos dejaría tirados en medio de la dura subida, pero afortunadamente logramos llegar a la cima.
Ya sobre terreno de columpios en la carretera, uno se tranquiliza, pero no hay felicidad completa; justo a la entrada de Don Matías la crispetera de Coopetransa sacó la mano y el iluso del chofer nos dijo que le ayudáramos a empujarla a ver si lograba darle encendido sobre la marcha, y nosotros más pendejos le comimos cuento; pero que va, más fácil hacerle dejar la cervecita a Zuluaga que arrancar de nuevo esa purgada buseta. Primera vez que siempre hay, en que los T.Ts. nos quedamos varados chupando asfalto a medio camino… Entre chanzas y chistes contra el pobre chofer, esperamos a que llegara otro vehículo, el cual abordamos sin tardanza. Ahí se nos perdió Piel Canela…
Ya en ruta, caímos en cuenta que en la 254, o sea la tostadora de coopetransa, la música ambiente, además del traqueteo de la cáscara esa, eran los vallenatos y ahora en ésta también… Hicimos rogativas porque no fuera a ser esa la razón de la varada y también nos dejara en la sucia carretera. Afortunadamente llegamos sanos y salvos al lugar de destino; un gran estadero otrora famoso parador del camino llamado “El Pandequeso”, ahora ya no tan popular, pero con la buena atención de sus propietarios que en menos de lo que canta un gallo, nos acomodaron por ahí 20 huevos revueltos con aliños, arepa con mantequilla, quesito montañero en cantidades, chocolate con leche y a Juanfer un extra de fríjoles calentados con los huevitos revueltos. Como José M. tiene medio estómago disponible para las extras, fue el único que consumió lo servido, porque los demás se asustaron y dejaron la pa`l perro; pero la pa´l perro del dueño. Aquí aprovecha Olaya y le regala a Zuluaga una botella plástica de propaganda de la Pilsen, la doña cervecita de sus amores y la llenamos de agua para consumir por el camino.
Terminada la labor de cargar las baterías, tomamos camino sobre la troncal hasta una gran valla de la Federación de Cafeteros que marca la ruta hacia las veredas “La Chorrera, “Los Sauces y el corregimiento “San Isidro” del municipio de Santa Rosa. La altiplanicie en la que está asentado el municipio de Santa Rosa de Osos, es una meseta irregular ubicada en uno de los ramales de la cordillera central, al Noreste del Departamento de Antioquia. El Municipio tiene una extensión de 812 Km2., y la altura de su cabecera está a
Santa Rosa de Osos ha sido llamada Atenas Cultural de Antioquia, por los innumerables y bellos lugares dignos de visitar, tanto de carácter histórico como natural. También la llaman el Vaticano paisa, por la trascendencia religiosa de sus conventos, iglesias y monumentos religiosos que encierran sus fronteras. Centro fue de la labor pastoral de Monseñor Miguel Ángel Builes con todos lo que esto implicó.
De esta región también es oriundo otro Miguel Ángel, pero Osorio, más conocido como Porfirio Barba Jacob, Ricardo Arenales como seudónimos y Cara de caballo o Cristo Viejo como apodos. También es nacido en Santa Rosa de Osos el gran escultor Marco Tobón Mejía.
El primer español que llegó por esos lados en el año de 1541 fue el Capitán Juan Francisco Vallejo, que le dio el nombre de Valle de los Osos, debido a la gran cantidad de estos animales que se encontraban en
Fue erigida como parroquia en noviembre de 1659 por el Obispo de Popayán Monseñor Vasco Jacinto de Contreras y Valverde, dándole el nombre de San Jacinto de los Osos. En 1792 se instituye en Jefatura de Cantón con el nombre de Villa de Nuestra Señora de los Osos; y hacia 1797 se llamó Santa Rosa de Osos, instaurándose posteriormente como municipio en 1814 según disposiciones del dictador Juan del Corral. Ya para 1917 se creó la Diócesis de Santa Rosa de Osos por orden del Papa Benedicto XV, nombrando como primer Obispo a Monseñor Maximiliano Crespo.
Ya sobre el camino que nos llevaría al corregimiento San Isidro, empiezan los paisajes propios de todo Antioquia y en general de los territorios nacionales asentados sobre las cordilleras Andinas. Parcelas de pan coger; sembradíos industrializados de frutales, cafetales y potreros con ganados Holstein tradicionales de este altiplano. Una casita aquí, otra más allá y un camino en muy buenas condiciones en la mayoría del recorrido.
El estado de la economía lugareña y de las condiciones sociales se lee en el paisaje circundante plagado de cierto abandono; la mayoría de las antiguas casas campesinas que aún quedan, se notan abandonadas y maltratadas por el paso del tiempo y la pobreza de sus habitantes; muchas huertas llenas de maleza, ya no tienen con qué alimentar ni a los animales que ramonean entre los antiguos sembrados. Al parecer, los dueños de las parcelas ahora son obreros de las granjas industrializadas y prefieren comprar lo que antes cultivaron con esmero. Las casitas nuevas son pequeñas y ya casi ninguna tiene su huerta, lo que indica que sus moradores también son trabajadores de las granjas industrializadas o de las pocas industrias manufactureras de la región.
Resaltan eso sí los jardines en flor con diferentes especies y como colmo de lo inusual, en una de las casitas del camino en que departían varios campesinos, una gran matera adosada a uno de los parales de ésta, un ramillete de varios tipos de flores hacía pensar en la fertilidad y la belleza de las diferentes especies, hasta que para no quedarnos con la duda preguntamos por el asunto y con una sonrisa burlona nos contestaron que eran flores artificiales…¡Qué chasco! Es el colmo que en el campo se usen flores artificiales…
Bastantes personas nos encontramos en el camino, pero un dejo de desconfianza propio de las ciudades, los hace retraídos y de mirada evasiva, sobre todo los motorizados que raudos aceleraban sus aparatos después de haberse medio detenido cuando nos avistaban y escrutaban a lo lejos. Afortunadamente no son todos. Algunos hasta sin preguntárseles, nos contaban su vida y milagros.
Un olor fétido y penetrante nos contó que lo que contenían los largos galpones cubiertos de plastitela amarilla eran criaderos de pollos y un ruido infernal salía de un enorme equipo de sonido que una vecina disfrutaba mientras hacía sus labores domésticas a disgusto de otra que para apagar el ruido de la escandalosa, también subía el volumen al suyo y así, se va perdiendo la bucólica calma de las casas campesinas acogotada por la modernidad.
Niños; de eso si hay bastantes por estos lados; afortunadamente traíamos los infaltables Lobatobombombunes para repartirles, y casi todos los reciben dando las gracias o ese hermoso “Mi Dios le pague” tan propio del campesino.
Bastante trecho caminado llevábamos cuando nos encontramos un enorme cultivo de tomate de árbol (Cyphomandra betacea. Familia: Solamaceae) también conocido como Tamarillo en otras regiones, pero abandonado a su suerte por el aspecto de los arbolitos y sus frutos; unos caídos pudriéndose entre la maleza y los que todavía estaban en su sito, llenos de pasador casi todos, una de las plagas más comunes en estos cultivos. Aprovechamos para tomar algunos, pero la mayoría estaban infectados con la plaga, que los hace casi incomibles, sin embargo logramos degustar de los que estaban a tiro de mano sobre las cercas de alambre de púas.
Unos grandes socavones a bordo de camino llamaron nuestra atención, algunos muy profundos, otros no tanto, pero no veíamos la razón de ellos… Al regreso encontramos lo que buscábamos con explicación incluida.
Entrando al corregimiento, una señora barría el frente de su casa y amablemente nos saludó, detalle que aprovechamos para preguntarle que hacia a dónde se llegaba y en cuánto tiempo por la bifurcación de la carretera que acabamos de pasar; nos dijo que hasta el rio Porce y que por lo menos 4 horas de camino. A todos nos quedó bailando la idea de seguir, pero por lo incierto del tiempo, luego de cotejar datos con otros habitantes, desistimos de hacerlo.
Llegamos junto al pequeño templo y como es costumbre, entramos a dar gracias y a conocerlo. Es de admirar la sencillez del lugar con su altar principal casi desnudo cubierto por una gran bandera Mariana y algunas imágenes religiosas entre las que se destacaba una del santo patrono San Isidro Labrador sobre
Perros de todas las pelambres a cual más flaco merodean por el sitio esquivando los balonazos de dos chicas que jugaban algo así como voleibol combinado con basquetbol y fútbol en la única calle del lugar y frente al templo. Otras jóvenes conversaban y un parroquiano curioso con nuestras cámaras montadas en los bastones, se acercó a indagar sobre el asunto y en reciprocidad lo interrogamos sobre algunos datos del lugar: Nos contó que el lugar era corregimiento desde hacía unos 50 años con su capilla, cura y corregidor y que además ahora y gracias a la Federación de Cafeteros, también tenían su puesto de salud con todas las de la ley y varias de las casas reconstruidas con su ayuda.
Hicimos un corto recorrido calle abajo por el lugar hasta un mirador atrás del colegio que ya tiene hasta el grado 11 y recreamos la vista sobre el cañón de Rio Grande que desemboca al Porce a lo lejos.
Regresamos sobre nuestros pasos y en otro tienducho repetimos cerveza y Juanfer se pidió un yogurt que le resultó agrio y lo cambió por un tuti fruti en medio de nuestras chanzas por lo demalas. Dos perros se hacen fieros de acera a acera y mientras uno marca territorio con orina, el otro se rasca las pulgas echado muellemente al sol. Tal vez sea lo único para no morirse de tedio en este lugar, según Olayita…
Ahora si, vamos a volver sobre nuestros pasos de regreso al “Pandequeso” y a la salida del poblado, una joven de 28 años con 3 niñas de más o menos 4, 5 y 6 años y un joven de unos 8, todos con ojos verdes hermosísimos nos llamaron la atención por lo joven de ella y la poca diferencia de edades de los niños y nos contó que entre parto y parto escasamente habían 8 meses…Pensamos que exageró o no sabe de contar meses y muchachitos, pero que ya no tendría más…
Más adelante, nos encontramos una buseta que hace el recorrido entre Santa Rosa y San Isidro y quedamos que cuando subiera, nos llevaría hasta la ciudad, aunque saldría a las 3 p.m. del corregimiento. Seguimos cuesta arriba y ya coronando la loma, dos hombres encaramados en un barranco y armados de barretones sacaban pedazos de roca y guardaban en un costal. Al aproximarnos, nos saludaron efusivamente y nos contaron que eran mineros de fin de semana y que como la región era rica en oro, aprovechaban para buscar fortuna. Sacan piedra que supuestamente contiene oro, que luego muelen y que mezclándola con Mercurio, sacan el mineral. Uno de los mineros se enamoró de la botella de cerveza y ni corto ni perezoso
Al rato de retomada la marcha, llegamos a un casa campesina en la que una niña de unos 4 años nos observaba y la saludamos ofreciéndole uno de los lobatobombombunes. La niña se asustó, pero con calma fue retrocediendo hasta una puerta detrás de la que pensamos se escondería… No, cerró la puerta con candado y presurosa salió a buscar a su mamá. Apareció la madre y luego de saludarnos nos contó que le tenía prohibido a sus hijos recibirle cosas a los extraños, lo que aunque triste, nos pareció lo más indicado en estos casos. Le mandamos el Lobatobombombún con ella, felicitándola por lo precavida y seguimos. Un campesino con una pala al hombro nos saludó efusivamente, contrastando con otros que si acaso nos voltearon a ver para escrutar nuestras intenciones, y nos contó de sus andanzas y labores por esos lados. Iba para su casa antes de que se largara el agua- Nos dijo -
Amenaza de lluvia… El cielo, que casi todo el trayecto estuvo encapotado de neblina, ahora se hizo gris plomizo y algunas gotas cayeron sobre nosotros. Lobato invocó a la Milagrosa y cesó la lluvia por un rato. De pronto y ahora con vientos rápidos volvió la lluvia, pero providencialmente apareció la buseta que encontramos cuando empezamos el retorno y ni corto ni perezosos, la abordamos, dándole gracias al Lobato y a su patrona y tocaya por lo juiciosa al mandarnos transporte.
La buseta venía casi llena de muchachas que armaron fiesta cuando nos subimos y a gritos llamaban al “Viejito” para darle el puesto. Juanfer aceptó la chanza y hasta Santa Rosa de Osos, hizo recocha con ellas. Arreció el aguacero y parecía que llovía más adentro que afuera, porque el agua empezó a colarse por las hendijas de las ventanas empapando pasajeros y carga. José M. prestó uno de sus pañuelos a la joven que estaba a su lado y así logró, sosteniéndolo sobre la fisura, llegar hasta el pueblo medio seca. Eran estudiantes de grado 11 del liceo de San Isidro, que iban a presentar las pruebas del estado (Icfes) al día siguiente en Santa Rosa de Osos. Dato adjunto: En el curso del grado 11 del colegio de San Isidro son 21 estudiantes, 17 mujeres que todas tomarían las pruebas del Icfes y únicamente 4 hombres de los cuales 2 no presentarían las pruebas. Saquen conclusiones…
En medio de la recocha de las muchachas con Juanfer y un aguacero de campeonato, llegamos a Santa Rosa, en donde como si no nos conocieran, ni nos hubiesen visto nunca, las ingratas se fueron por su lado sin despedirse, dejándonos plantados bajo
Tenemos un grave problema; al Lobato le dio por hacer dieta y nos tiene a todos bailando en las pestañas, porque se antoja de todo lo que ve; mecato, galleticas, bocadillo, en fin, pero se lo tienen que comer los otros, porque él está a dieta… El caso es que de verdad; estamos muy juiciosos con las comidas, incluido el desayuno; ya no nos comemos lo que nos comíamos primero; ahora únicamente “sopita de luky”, ¡de lu ky haiga”! sequito, carnita asada, ensalaita, clarito, bocadillito, de pronto un mondonguito y unas cervecitas señora por favor… ¡Mentiras! ¡Calumnias de la oposición! Esta vez si estuvimos juiciosos: 4 sopas, 2 secos, 2 porciones de carne molida, una carne asada, dos cervezas, un mr tea y dos claros. ¡Poquito!
Claro que como Olayita estaba de JAPYVERDY TUYU, se lo celebramos cantado, con torta y piñata suministradas amablemente y a instancias del Lobato por
¡Listo! Llenitos y contentos, nos despedimos de la señora y sus trabajadores con la promesa de volver y como ya había escampado, en tres pasos estábamos en la hermosa terminal del transporte inaugurada y entregada a
A la hora señalada, abordamos la buseta que parecía una guardería u hogar de bienestar familiar porque el conductor estaba acompañado de su esposa y dos muchachitos que jodían por 20 y para colmo de males, como que el carro estaba estrenando televisor y aparato de DVD, porque tan pronto arrancó la buseta, los “Angelitos” prendieron los aparatos con una de las inmamables películas de Jacky Chan que duró y duró y duró hasta después de que nos bajamos en
Transcurridas unas dos horas de patadas, balazos, gritos, explosiones, sangre a borbotones y muchachitos dormidos, llegamos a Niquia, abordamos el Metro y sentaditos muy juiciosos llegamos cada cual a su destino.
José M.