Cronica Caminata Cerro de las Tres Cruces
Crónica de un Sábado lleno de incertidumbres.
Un sábado sin caminata es un día perdido. Parecía que todo se confabulaba para que no pudiéramos salir como de costumbre a recorrer caminos por los inconvenientes y compromisos que a cada uno le fueron apareciendo en el transcurso de la semana. Jorge Iván con la expectativa de la llegada al país de sus padres, ya desde hacía varias semanas nos había comentado de su no asistencia; a Juanfer, sus compromisos laborales lo sacarían del paisaje durante varios días; Zuluaga ante la necesidad de organizar sus impuestos, había manifestado su apremio de tiempo; a Olaya el vendaval del viernes lo puso sobre aviso y preciso, lo llamaron por la noche informándolo de daños en las instalaciones a su cargo en un centro comercial… a José M. su rodilla derecha anda haciéndole malas jugadas desde la última ida a El Retiro por la trocha del alto de Minas y estuvo a punto de arrepentirse…
Como fuera, haríamos una caminata corta; los que pudiéramos. El viernes en la noche confirmamos Zuluaga, Olaya y José M. ; subiríamos al cerro de Las Tres Cruces en Belén para estar más o menos al mediodía en nuestras casas, cada cual en sus asuntos. Acordamos encontrarnos en frente al supermercado Consumo de la carrera 80 a las 7.30 am.
A las 7 am. Me desmonté del bus de Sabaneta y abordé uno de Circular Sur en el intercambio vial de la Aguacatala y en 15 minutos estaba en el punto de encuentro. Al llegar, el Lobato con una sonrisa de oreja a oreja me saludó desde el otro lado de la calzada. Al fin decidió que como la ruta era corta, podría acompañarnos y al mismo tiempo paliar un poco la ansiedad por la llegada de sus padres.
Pronto apareció Olaya que vive cerca de ahí y rayando las 7.30, Zuluaga cruzó la avenida 80 para reunirse con nosotros. Sólo faltaba Juanfer, pero no creíamos que por alguna razón nuestro amigo se bajaría del avión ahí cerquita, aunque con seguridad ganas no le faltarían, para irse a caminar con nosotros.
Siendo los que éramos, Lobato sugirió un café con parvita fresca en una cafetería que vio cuando llegaba al punto de encuentro y en 4 pasos estábamos sentados a manteles en la cafetería “Los Abuelos” quemándonos la lengua con milo caliente, café y tinto, junto a buñuelitos, como postas de escopeta, pandeyucas en forma de bumerangs, y pandequesos muy responsables en sabor y tamaño. Olaya se está negando a alimentarse… sólo un tinto y a punta de carreta, Lobato le hizo comer un buñuelito. Del horno seguían saliendo delicias y la dueña enviando con su ayudante lenguesopa. No más; pagamos y nos fuimos rumbo al cerro.
Estábamos en pleno barrio Belén La Palma. Bonito barrio de unos 30 años de construcción, todavía no invadido de edificios de apartamentos. Calle arriba por la 27ª hasta la carrera 82ª y por ésta hasta la canalización de la quebrada “la Loca” franqueada por sendas avenidas por cuyo costado derecho subimos hasta carrera 84f admirando la gran cantidad de urbanizaciones más bien nuevas y lo arborizada y bien cuidada de la zona aledaña a la canalización, que de tramo en tramo es atravesada por distintos tipos de puentes peatonales y vehiculares. Doblamos a la izquierda sobre la 84f y algunos pasos adelante está la capilla de Jesús, María y José a la que entramos. Hermosa y sobria construcción en ladrillo rojo con vitrales sin temática, simples vidrios de colores pero que dan una iluminación especial al interior del templete.
Más adelante, el colegio Padre Manyanet, un semiparque y desde aquí el paisaje cambia totalmente. Llegamos a la línea divisoria, cada día más pegada a la montaña, entre el campo y la ciudad.
Iniciamos el ascenso al cerro de Las Tres Cruces a las 8.10 am. El camino está inicialmente en escalones de concreto y más adelante ya es únicamente tierra dura y arcillosa que por momentos se subdivide en varias rutas que siempre convergen sobre la más antigua por la que ascienden y descienden gran cantidad de caminantes de todas las edades, sexos y condiciones sociales. Recién iniciando, encontramos a un personaje que según nos cuenta Olaya como conocedor del entorno, es el que a motu proprio y desde siempre se ha dedicado a la conservación del camino, haciéndole salidas para las escorrentías, escalones en la misma tierra y arreglos de toda índole, recibiendo por ello de los caminantes lo que a bien tenga cada quién regalarle a modo de agradecimiento.
El ascenso es duro; pero ver a tanta gente hacia arriba y hacia abajo anima al más perezoso y hacia el lado que se mire el paisaje es hermoso. Las nuevas construcciones se llevan el premio por la gran cantidad y belleza, que aunque cada día estén más pegadas a la zona rural y contaminen de algún modo el paisaje, no hay que dejar de reconocer que son necesarias para albergar a los habitantes de una ciudad que todos los días crece y progresa más.
CHasta los perros se divierten caminando con sus dueños y pierden su natural agresividad al corretear libres por el entorno; grandes, chicos, gordos, flacos, pelados, peludos etc. etc. De varias razas o sin raza, pero todos con sus amos y amigos. Muchachas bonitas y otras no tanto ni lo uno ni lo otro; muchachos, niños
viejos y ciclistas; si, dos ciclistas nos encontramos casi llegando arriba que de pronto arrancan falda abajo como una exhalación y uno no sabe si admirarlos o condenarlos por semejante locura. Una dama de edad indefinible como todas ellas, bajaba descalza con sus zapatos al hombro. A su paso le dije que si estaba conectada con la madre tierra y de inmediato nos entró con su cuento de la conexión con el entorno, las descargas de energías negativas y todo lo demás que nuestro Lobato le escuchó gustoso al mismo tiempo que la piropeaba sin descanso. Por fin arribamos a la meta inicial.
El Cerro de Las Tres Cruces domina desde el sur occidente la ciudad y aunque la bruma matinal aun no se despejaba, algo nos dejó ver, especialmente un rayo de sol colándose por entre las nubes, que la contaminación hacía más vistoso, como paradoja de la realidad. Olaya rodilla en tierra, cabeza baja y a la vista de las tres cruces da gracias por sus razones. Luego se pone de pie y nos dice: Para poder dar gracias aquí tiene que ser así; de otro modo, viendo tanto paisaje es imposible. El desfile de mujeres hermosas no cesaba…
Arriba en la cima hay tres cruces de mediano tamaño y hechas en tubería que dominan en entorno, la del centro con una imagen de Cristo pintada en una lata galvanizada y pegada a ésta. Atrás de las cruces, una casucha guarece de la intemperie a don Mario y sus ayudantes, que montaron mecatiadero para caminantes justo al lado de la alambrada que separa su propiedad, pero al lado del terreno en que están las cruces; pasando por sus terrenos llevan hasta el lugar todo lo que necesitan para venderles a los caminantes. Cada quién tomó lo suyo y de inmediato seguimos la ruta demarcada por el camino trillado por los caminantes sobre el lomo de la montaña. Desde este lugar salen senderos que van hasta San Antonio de Prado, Itagüí y con toda seguridad hacia otros puntos del sur occidente de la ciudad. Saliendo del chuzo mecatero y cerca a las alambradas y algunas rocas, un grupo de muchachos junto a una mujer adulta fumaban marihuana con deleite y hasta intentaron en un momento dado de atacar a un joven que llegaba al lugar en motocicleta. Algo, tal vez nuestra presencia, los hizo desistir de su intento y siguieron en su fumata.
Caminamos un buen rato la trocha y hasta nos encontramos a un sujeto en posición yoga meditando que ni se dio por enterado de nuestro paso a escasos 15 metros de donde se encontraba sumido en su cuento. Varias veces cambiamos de lado del alambrado hasta que salimos a un camino vecinal asfaltado y empezamos a bajar la cuesta. Fincas de recreo y algunas con cultivos grandes de pancoger bordean el camino. Algunas en venta, otras en construcción, otras abandonadas y varias explanaciones bordeadas por vías de acceso plantean la urbanización del campo, que no la ruralización de la ciudad.
Bajando, bajando nos fuimos acercando a los barrios más alejados de la ciudad por este lado. Vimos de anotar, varios derrumbes ya en tratamiento, una buena vía asfaltada, escuelas nuevas y gentes amables que respondían nuestros saludos.
Tomamos un desvío que nos llevaría a una iglesita metida entre los recovecos de un barrio más bien pobre, capilla construida por don Domingo Gutierrez en el año de 1856 en conmemoración del milagro de la aparición de la Virgen pintada en una roca,
con la que le pagaron una deuda. Se llama la iglesia de Nuestra Señora de la Piedra, según nos contó un amable señor que hasta nos dejó entrar a conocerla y nos dijo que la tenían cerrada porque la iban a tumbar por orden del cura para hacer una más grande. Todavía no lo puedo creer que lo vayan a hacer. Pero el señor nos mostró las columnas que ya empiezan a levantarse en la parte de atrás.
Pero la más increíble de las historias que guarda Belén Rincón en sus entrañas y que se ha convertido en sitio de romería no sólo de los residentes del lugar, sino también de toda la ciudad, es la de la Virgen que se encuentra en el morro llamado Capillas del Rosario (antes la Virgen de la Piedra).
Según los cuentos inverosímiles que ronronean entre bares y cafés, una lavandera que llegó al barrio hace mucho tiempo, trajo una piedra de Puerto Nare. Con ésta ella golpeaba la ropa para lavar, hasta que un día vio una grabación de la Virgen en la piedra.
Desde entonces la guardó en un altar y comenzó a orarle. Lo que se cuentan en las calles de Belén Rincón, es que la piedra fue creciendo y ahora tiene un gran tamaño con el dibujo de la Virgen bien delineado.
Para los residentes de Belén Rincón esta es su mejor historia y protección y cada noche, las madres con sus susurros en medio de los rezos y en su cama tibia, le suplican a la Virgen de la piedra para que desde esa montaña salvaguarde a los hijos que se quedan en la calle hasta el amanecer. El mundo.Enero 21-2009.
Seguimos nuestro camino y pronto estábamos por los lados del club “El Rodeo” y bordeándolo fuimos avanzando primero al lado de nuevas urbanizaciones y luego por el barrio “la Colinita” Encontramos un antiguo camino de servidumbre que se mete a terrenos del club y por ahí nos metimos nosotros. Cuando estábamos adentro esperando que llegara un avión para recordar viejos tiempos de la infancia, un vigilante nos dijo que no podíamos permanecer ahí, entonces seguimos por el camino para luego
penetrar al parque cementerio ”Campos de Paz”, de paso visitamos la tumba del hincha fiel del DIM, regresamos al camino de servidumbre y al momento estábamos sobre la carrera 80 después de recorrer 10.5 kms dentro de la ciudad, pero por su ruralidad.
En uno de los varios establecimientos del frente del cementerio degustamos tres salpicones y una refrescante cerveza y de ahí cada quien para su cada cual rumbo a sus casas antes del mediodía del sábado 14 de Marzo de 2009.
José M.