Caminata Fredonia - Venecia
23 de mayo de 2009
Ir hasta la terminal a encontrarme con los amigos Todo Terreno para viajar hasta Fredonia, implicaba un gasto de tiempo y dinero innecesarios, por lo que coordinamos que los esperaría en el sector conocido como Marandúa, un antiguo estadero y criadero de caballos ya desaparecido, justo en donde paran los buses de la flota Occidental que viajan al sur. Llegué al sitio a las 7 a.m y a las 7.03 a.m., Carlos me timbró para decirme que el bus acababa de iniciar el recorrido.
Pasaron y pasaron buses rumbo al sur y a municipios aledaños en la ruta y el de Fredonia nada que aparecía… Ya a eso de las 7.23 a. m., asoma un bus bien viejo con paso cansino que se detuvo a mi lado; trepé mientras le preguntaba al chofer que si ahí iban un montón de viejitos bulliciosos, a lo que me respondió que sí y que estaban hablando de mí en regulares términos… El cacharro este iba con cupo completo, más algunos pasajeros que de pie viajaban sin el tiquete correspondiente ya que abordaban el vehículo en la carretera, pero mis compañeros muy juiciosos me guardaron puesto con tiquete. Como por alguna de las “Ingeniosas” normas de tránsito ahora los intermunicipales e interdepartamentales no pueden llevar “Ayudante” o “Fogonero” que llamaban en otros tiempos, cada parada a recoger o a dejar pasajeros se multiplica y entorpece sobre todo cuando el pasajero lleva equipaje de guardar en las bodegas de los buses alargándose de manera infame el tiempo de recorrido.
A paso lento llegamos hasta Caldas, en donde nuestra amiga Marina libra y media (siete libras dijo un viejito ojicontento) subió al cacharro a verificar tiquetes y a venderle a los que no lo tenían. Nos saludó con su amabilidad característica. Siempre ha de faltar alguien que no muestra el tiquete, por lo que el viaje se retrasa más, mientras vuelven a verificar el pasaje. Por fin, terminamos y seguimos el camino. Todo bien hasta “Camilo C”, corregimiento del municipio de Amagá, en donde la carretera se bifurca y por un lado sigue hacia Titiribí y de ahí hacia el río Cauca y por el otro hacia Fredonia, Venecia y otros municipios también del Suroeste Antioqueño. De aquí en adelante el camino se convierte en una trocha antidiluviana por el constante movimiento de la tierra que no deja tramo de asfalto sin desbaratar ayudado por el general Invierno. Nuestro compañero Juanfer dice que es tan bravo el asunto del desplazamiento del terreno, que algunas de las casitas que bordean la carretera, han cambiado de lado de la calzada varias veces… Aquí no valen ni los rezos fervorosos de “Fray Marinilla” ni toda la plata del ministerio del transporte. Claro que cada determinada cantidad de tiempo, llevan al Presidente con bombos y platillos a “Inaugurar” alguna palada de cascajo que le echan a la carretera.
Reseña de Fredonia
El municipio de Fredonia tiene una extensión de 247 kilómetros cuadrados. En la zona urbana existen 21 barrios y en la zona rural hay 4 corregimientos y 33 veredas.
Es de terreno montañoso y pendiente con temperatura promedio de 20º C y clima templado.
Accidentes geográficos: Cerro Combia con una altura de 2.000 m.s.n.m., cerro Bravo con una altura de 2.550 m.s.n.m., cerro Las Nubes con una altura de 2.100 m.s.n.m.
Tierra de grandes personajes de la vida nacional como el escultor RODRIGO ARENAS BETANCUR, el escritor EFE GOMEZ, el político y escrito JULIO CESAR GARCIA, RAMON ELIAS BETACUR, escultor (maestro de Rodrigo Arenas), JAIME ISAZA CADAVID, Político y Catedrático, su nombre lo lleva una de las instituciones de educación superior (politécnico Jaime Isaza Cadavid) CARLOS SANCHEZ, quien durante mucho tiempo represento el reconocido JUAN VALDEZ representante del café de Colombia, quien a su vez también es acuarelista y finalmente el cantante y cuentista de la trova antioqueña MARIO TIERRA.
Fue fundado el 9 de octubre de 1790 por los señores CRISTOBAL URIBE MONDRAGON Y JOSE ANTONIO ESCOBAR TRUJILLO.
Reseña histórica: El prefecto de Antioquia, don Alejandro Vélez Barrientos, con la aprobación del gobierno nacional, dictó el 2 de octubre de 1830 el siguiente decreto mediante el cual se crea la nueva parroquia de Fredonia.
1. Los limites de la nueva parroquia serán la embocadura de la quebrada sinifaná en el cauca, éste hasta la embocadura de la quebrada pueblo blanco, esta arriba hasta sus nacimientos en el alto de San Miguel de este punto a la cabecera o nacimiento de la quebrada sinifaná y finalmente la corriente de este hacia abajo hasta su embocadura en el Cauca primer lindero.
2o. El lugar donde se hará la población será el designado por los comisionados y que es conocido con el nombre de "mesa del obispo".
3o. El nombre de la población y el de toda la parroquia será el de "Fredonia" cuya significación es "país de libertad"
4o. Por avenimiento hecho por esta prefectura con el señor Cristóbal Uribe, propietario del terreno sobre que se ha de hacer la población, éste cede ocho cuadras y media de tierra para la iglesia, la plaza, el cementerio, la cárcel y la casa del señor cura y lo que reste de las expresadas ocho cuadras y media se les venderá a precios equitativos a los que quieran poblar y el producto de la venta de los solares se aplicará para la construcción de la iglesia y la cárcel.
Por fin, y después de 2 larguísimas horas y pico de 20 minutos llegamos a la siempre hermosa Fredonia con su mercado popular en el parque, que por cierto desaparecerá porque están construyendo su plaza de mercado bajo techo y el parque perderá su antihigiénico encanto de reses destazadas colgando de ganchos, cabezas sangrantes en el piso, vísceras chorreantes sobre una mesa forrada con láminas de zinc, gordos mantecosos separados a punta de filoso cuchillo de palpitantes aun pedazos de carnes de procedencia vacuna o porcina… Y quién sabe si de pronto también caballar o asnal… Todo lo anterior adornado con multitud de bichos mosquiformes que revolotean por todos lados entre carniceros malencarados pero muy amables (¿De dónde le corto señor?) armados de cuchillos filosísimos del tamaño de sables de combate, parroquianos ansiosos de comprar su “ñervito pa` la semana” y unos robustos gallinazos que como pavos se “pavonean” por entre mesas y habitantes y a veces sobre las mesas, ayudando a limpiarlas… Claro que ahí, en el mercado del parque también se encuentran los otros ingredientes del mercado, como productos de la tierra, artículos de aseo, ropa barata y demás.
Atravesamos el parque y de inmediato entramos al templo a dar gracias por el buen viaje y por el hermoso día que aunque grisáceo, era perfecto para caminar. Desde aquí, Fredonia, subiríamos al cerro tutelar del pueblo, el cerro de Combia y de ahí, siguiendo un mapa cedido por otro grupo de caminantes, bordearíamos por el lado izquierdo otro hito geográfico de la región; el Cerro Bravo, que ya los Todo Terreno conocemos “Como a la palma de la mano” y nos llegaríamos hasta el municipio de Venecia por caminos vecinales, para luego regresar a Medellín.
Pueblo que se respete, tiene al lado de su templo una gran cafetería y panadería y Fredonia no es la excepción. Salimos de uno y entramos a la otra como por entre un tubo, esquivando en la entrada unas grandes vitrinas repletas de todo tipo de delicias, entre las que se destacaban varias bandejas de buñuelos doraditos y pandequesos que de queso nanay, según dijo Juanfer, pero que remojaditos en café en leche no dicen ni pío garganta abajo.
Terminado el magro desayuno, salimos en busca del camino. Ya en el parque de nuevo, notamos que a las esculturas del maestro Arenas Betancur les recuperaron la pátina que algún chistoso ignorante había cambiado por pintura pensando que se estaban “deteriorando”. Entre tanto, Lobato acucioso le dice a unos parroquianos: “A ver señores por favor una ayudita para unos caminantes…” Iba a continuar, cuando uno de los parroquianos se manda la mano al dril en busca de su óbolo para “ayudar” a los caminantes. Ahí Lobato le dice, no sin darle las gracias por su buena voluntad, que lo que está es preguntando por la ruta y los parroquianos se tranquilizan y dejan sus denarios en el bolsillo mientras le explican lo de la salida hacia el Combia.
Empezamos el ascenso por una callecita estrecha y luego desembocamos a un camino empedrado muy bien conservado con rasgos prehispánicos, pero de reciente construcción.
Gentes lugareñas subían y bajaban la montaña, todos con una amabilidad a flor de piel y de sonrisa amplia. Un señor que pronto alcanzamos subía con una bolsa llena de mercado y nos contó del derrumbe de años ha, pero sin fecha en su memoria. Ahí en la montaña estaban las huellas del desastre que fue para Fredonia ese suceso fatídico con muchos muertos incluidos. Después del desastre empezaron a pararle bolas a la montaña, antes de que se les viniera toda encima. Ahora le tienen bien recogidas y canalizadas sus aguas naturales y con buenos caños para las escorrentías de las lluvias frecuentes del lugar y respetan y cuidan la vegetación nativa.
Ya casi coronando la cima del cerro, y mientras nos deleitábamos mirando el paisaje, nos dio alcance un hombre joven, al que como cosa rara, uno de nosotros le puso conversa; se llama Gildardo Betancur, pero nada que ver con Arenas Betancur el escultor de Fredonia y del mundo. }
Nos encarretamos con él y él con nosotros y nos convenció para que fuéramos hasta la cruz gigante que corona el cerro Combia y de ahí nos acompañaría, dijo, hasta el hospital de Fredonia, que suponía él, estaba en nuestra ruta.
Nos dejamos guiar y de la cruz gigante que domina el paisaje, fuimos a parar a una fonda caminera llamada “Arrieros de mi tierra” muy popular en la región y de la que constantemente parten cabalgatas hacia diferentes puntos de la geografía del suroeste antioqueño. Ahí don José, el fondero, nos encarretó también contándonos de su aventura contra un Pastor Alemán (no Benedicto XVI) que lo dejó de hospital a principios de Mayo.
Siguiendo la ruta por todo el filo del Combia, vimos aparecer al majestuoso Cerro Bravo con ruana de niebla, de la cual se iba despojando poco a poco, hasta que ya sólo le quedó la gorra en la cima. Llegamos pronto como nuestro presidente a una encrucijada y de nuevo nos dejamos llevar por Gildardo que ahora nos dijo que se iría con nosotros hasta Venecia, porque aunque a él le gustaba caminar solo, nosotros le caímos muy bien y era por demás agradable caminar a nuestro lado. Empezamos a bajar ya por las laderas del Cerro Bravo, que imponente se levantaba a nuestra izquierda, hasta el campestre hospital de Fredonia, que más que hospital parece una hacienda hotel por lo campestre y bonito en medio del paisaje.
La carreterita bordeada de eucaliptos en diferentes etapas de crecimiento dejaba ver un paisaje campesino como de postal de turismo; casitas campesinas con sus cultivos principalmente de café y sementeritas de pan coger, además canastas con matas de diferentes variedades en plena florescencia, otras con vaquitas de leche y una que otra casa finca ostentosa, que dicho sea, chillan sin misericordia en el entorno por sus arquitecturas rebuscadas y foráneas.
Así entre chistes, preguntas, respuestas llegamos hasta “La fonda de Juaco” ya casi llegando a la vereda el Rincón y tomamos refresco mientras seguíamos investigando la vida y milagros de nuestro casual acompañante Gildardo que resultó excelente conversador y caminante. Es comerciante, tiene 43 años que no aparenta, vive en La Estrella y viene a visitar a sus suegros en Fredonia, lo que aprovecha para salir a caminar por los cerros circundantes o a montar en bicicleta.
De pronto desembocamos a tierra conocida, el camino veredal por el que subimos hace un tiempo a Cerro Bravo y por el que se llega a la finquita de un cuñado de Juanfer. Tomamos una desviación hacia la derecha por unos rieles y pronto estábamos a la vista del maravilloso Cerro Tusa con su cima erguida como vértice de pirámide. Ya falta poco para llegar a Venecia, pero no tenemos afanes. Hacía rato nos habíamos dado cuenta que por seguirle el encarrete a Gildardo, habíamos abandonado la ruta trazada en el mapa que teníamos de base.
Reseña de Venecia
Fecha de fundación: 13 de enero de 1898
Nombre de los fundadores: Tomás Chaverra y Custodia Galeano
Reseña histórica: El actual territorio de Venecia fue habitado por los indígenas Zenufanáes pertenecientes al gran imperio Zenú. Los conquistadores españoles al mando de Jorge Robledo, enviaron una expedición que pasando por estas tierras encontró tres Caciques principales: Bolombolo, Popala y Sinifaná.
Las crónicas hablan de una gran ciudad en la Hondura, la siembra de algodón y textil fue su principal industria. Su máximo oratorio está localizado en el importante Cerro Tusa, considerado como la pirámide natural más alta del mundo de 1.850 m de altura, considerado como un antiguo volcán. Sobre el costado norte se encuentra el ídolo "La Diosa del Espejo" o "La India" aunque para algunos podría tratarse de un hombre por La prominencia de la garganta; frente a él se encuentran las Escalas del Sacrificio y la Silla del Cacique.
Vestigios en cerámica han sido encontrados en todo el territorio, el lugar más importante las Cuevas de Santa Catalina, sitio de ofrendas, Petroglifos en la Amalia y la Rana de Cinco Patas en Arabia.
Los primeros colonos se establecieron en 1860, dedicados inicialmente a la caña y luego al café. Cerca de la actual Población se establecieron varios trapiches. Las Haciendas La Amalia, La India y La Loma iniciaron el cultivo del café en grande y antes de finalizar el siglo XIX eran de los más importantes productores del País.
La Hacienda La Amalia no solo se distinguió como un gran emporio, si no que en la región de La Rita estableció la primera Trilladora del Departamento de Antioquia.
Sobre la actual Calle Bolívar, antiguamente estaba un camino Indígena, que venía desde Ciudad Bolívar a Fredonia, allí se establecieron casa pajizas dispersas; por lo cual el 13 de Octubre de 1898 se creó la Parroquia de Providencia en honor de San Pablo y Santa Teresita. Se trató de trazar un pueblo más abajo del actual pero fracasó trasladándose a donde queda la plaza Tomas Chaverra y sus alrededores, colocándose la primera piedra de la Capilla La Soledad el 25 de Diciembre de 1902, se inauguró 4 años después; llegando a ser colegio en 1948, hoy desaparecido completamente.
Dado su rápido crecimiento, se creó la actual Parroquia dedicada a San José a partir del 1 de enero de 1909 y cuyos límites son los mismos, decretados con la creación del nuevo Municipio por el entonces Presidente de la República Rafael Reyes, segregándolo del territorio de Fredonia en el entonces Departamento de Jericó, según decreto 480 de 7 de mayo de 1909.
Descontado ya que caminaríamos mucho menos de lo presupuestado, relajamos el paso y aun así pronto llegamos a la carretera principal por la que llegaríamos hasta el municipio de Venecia.
Pronto aparecieron las primeras casas urbanas en un pequeño descenso y una que otra casa finca lujosa. Cerro Tusa a la izquierda se levantaba majestuoso. Un giro a la derecha y avistamos el parque y la muy grande y hermosa iglesia construida en ladrillo a la vista. Por esta calle bulevar, nos topamos con una gran escultura en concreto de un rostro indígena coronado por un penacho que según decires era la representación alegórica del Cerro Tusa. Puede ser… Ingresamos al templo como siempre, a dar gracias, a admirar la belleza y a respirar la paz y la frescura. Ya desde el atrio, el parque se ve enorme con su monumento al Libertador Simón Bolívar, curiosamente pintado de dorado y negro, lo mismo sus alegorías laterales.
En un hotel restaurante encontramos atención esmerada y amable, por lo que de inmediato estábamos a manteles saboreando tres sancochos de gallina, dos sopitas de pastas y una carne asada con papitas “a la francesa”. Gildardo pasó la prueba de todo tragón y lo más destacable fue la eficiencia del mesero del lugar: Se paró Juanfer a hacer una obra de caridad sin haber terminado de almorzar y de inmediato le recogieron sus platos y cubiertos con tal rapidez y eficiencia que nos vinimos a dar cuenta, cuando Juanfer se sentó de nuevo y empezó a reclamar el porqué le habíamos escondido los platos… Ni el dueño del negocio se percató de a donde fueron a parar ante la furia santa del ofendido. Al rato, llegó de nuevo el ágil mesero con el plato de Juanfer que seguía renegando. Luego, todo volvió a ser risas, chistes, un tintico, la cuenta y gracias por las atenciones.
Terminado el comiso con perdida de platos, salimos a buscar pasajes para Medellín y nos metimos por el parque. Al lado y entre un manto de un hermoso verde de no se que hierba, había varias palomas formando un lindo cuadro como para “Palomas en verde esperanza” Hermoso…
Unos arcos consecutivos en concreto daban posibilidades fotográficas insospechadas, por lo que en un abrir y cerrar de ojos, me extravié del grupo y casi pongo denuncia por viejito perdido en el comando de policía. Lo malo fue que no lo encontré. No vimos un policía ni para remedio. Vía celular se recuperó al viejito perdido y comprados los tiquetes de regreso, sólo quedó esperar el bus, que esta vez salió raudo rumbo a Medellín con medio pasaje, porque nos dijeron que era tanta la gente que estaba viajando para el pueblo, que llegando un bus, de inmediato lo devolvían con la gente que hubiera. Como quien dice; expreso a Medallo en dos voliones y cada quien para su cada cual. Nos vemos lueguito.
José M.