Salí del apartacho con el niño a caballito y nos dirigimos a Metrocable línea “J”, allí luego de que Jerónimo saludó a todos los policías y empleados del Metro de mano mientras les decía “gracias por cuidarnos”, lo cual arranca admiración y sonrisas de los saludados, abordamos la góndola, para los dos solos, rumbo a la Aurora. Un viaje de unos trece minutos, muy bonito y aprovechado para enseñarle al niño sobre Medellín, mientras se la muestro desde el aire…Claro que para él, eso ya es familar y común, dado que su gran gusto es montar en “metocabe con Totó”.
Nos bajamos en La Aurora, donde repitió su ritual de saludar a cada policía, salimos y pasamos a los bloques de la Villa Suramericana, donde siempre juega con piedritas, visitamos los miradores y nuevamente toma su cabalgadura para dirigirnos hacia Lucitania, la otrora orgullosa finca del “chacho” aquel que dice ser o se cree rejoneador. De pronto, el niño me dice…Totó, bajame. Así lo hice y arranco dizque al trotecito para arriba rumbo a la Urbanización Nuevo Occidente…aguantaría unos quinientos metros (creo bastante para el niño) y…”Totó a caballito”, mientras jadeaba y dejaba sentir su fatiga en su pechito agitado.
Observamos que la vía la estaban cerrando, instalando kioscos, serpentinas y armando un inmenso escenario o tablado con unos parlantes XXXLLL. ¡Amigo, qué van a celebrar? El día de la mujer me respondió un parroquiano.
Ingresamos a Lucitania, eje de Nuevo Occidente y efectivamente quedé sorprendido con ese “imperio” , hoy entregado a la comunidad para su uso y servicio, mediante algunas positivas transformaciones, que cumplan objetivos culturales y de convivencia.
La placita de toros, es una cancha de microfútbol la cual estaba en uso y con muchos muchachos en las tribunas, otrora tendidos, para los que tendían ... Las pesebreras que antes albergaron los hermosos caballos andaluces y árabes, hoy son ocupados por madres cabeza de familia y sus hijos, ya que se transformaron en salones de capacitación, lúdica y guarderías…Aún se ven obras sobre los mismos y en otro de los pabellones funciona la Administración de Nuevo Occidente, con carros oficiales parqueados afuera mientras sus conductores dormitan y dentro de las oficinas, unas niñas que no saben ni donde están paradas, ya que no definen el proyecto que adelanta allí la Alcaldía, además de ser antipáticas y medio sonsas. De todas formas, las buenas intenciones de la administración “se dejan ver”…pero ignora el ritmo.
Con mi pequeño preguntón y tierno jinete sobre mis hombros, salimos por la hermosa entrada antigua a la placita de toros y que tristeza, está llena de letreros, grafitis, basura y sus bancas forradas en baldosín, reventadas a piedra… Por fortuna se han salvado aquellas pinturas hecha sobre mosaicos y que narran paso a paso una corrida detoros en toda sus suertes.. Ahí mismo, unos seis niños entre nueve y diez años jugaban trepados en un árbol a lo que Jerónimo arrancó sin mecha, a echarles cantaleta, la misma que fue escuchada por los infantes, quienes bajaron muy obedientes, lo cual causó admiración en uno de los somnolientos conductores del municipio que en su carro oficial “trabajaba” su sueño.
Aproveché para dictarles una cátedra corta de civismo, urbanidad, cívica y pertenencia a los pelaos…a la cual uno de ellos, creo el menor, me dijo: “Allí fuman…” ¿Fuman qué? Mariguana…allá hay mariguaneros…Que pesar, ese es el común denominador de nuestras ciudades y sus barrios y es parte de nuestro patrimonio social y sociológico.
Con mi jinete bien plantado y a pelo, nos despedimos de los niños y seguimos hacia La Aurora, no sin antes dar una mirada a la urbanización Jardines del Viento, la cual se ve bien conservada y para muestra su aseo y el buen mantenimiento de sus zonas verdes y jardines.
Que verraquera, de bajada vimos algo que no notamos en la subida. La mayoría de las bancas de cemento instaladas en el recorrido, fueron destruidas y sólo quedan ahí, las varillas retorcidas de hierro, que se levantan peligrosamente como implorando clemencia al cielo ante tanta incultura.
Rabia y pena ajena sentí y empecé a mostrarle a Jerónimo el lamentable espectáculo, mientras con buen volumen para que escucharan los presentes, le manifesté de lo malo de ese acto, de qué no se debe de hacer, cómo debemos cuidar las cosas que son de la ciudad y de nosotros, que debemos ser agradecidos con nuestros gobernantes, con lo que nos dan o nos entregan para aprovechar mejorar nuestras vidas y nuestros barrios…Sigamos mi amor….que ya la mamita nos espera...y la rabia y la decepción que me comían por dentro.
Viene a mi cabeza el cuento de la abuela Piedad: “Cojamos una marranita, la bañamos, le pintamos las pezuñitas, le echamos perfume fino y le ponemos un gran moño y en menos de diez minutos, se estará revolcando en el pantanero de donde la sacamos”. Eso mismo es lo que parece sucede con nuestro pueblo… Cómo es de difícil gobernar y trabajar por la comunidad Dios mío…
Inmediatamente llegamos a la zona de influencia de la Aurora, las cosas cambian y el ambiente es otro, todo gracias a la tutela incansable de nuestro Metro y sus campañas de cultura. Totó…¿Qué es eso? Preguntó mi nieto, mientras señalaba un inmenso arrume de bolsas que manipulaban unas mujeres… Basura, basura mi rey y se ve muy fea, pero ya viene el carro a recogerlas, ya que hoy es sábado. ¿Y quel hacen esas señolas? Ellas abren las bolsas sin romperlas mi amor, sacan cositas que les sirven y que se pueden utilizar, para venderlas y con esa platica que se ganan le llevan comidita a sus hijitos… Jerónimo me miraba con sus ojos vivos y brillantes y ponía cara de filósofo…Mi rey, son recicladoras…¡Ufff! Creo se la estaba poniendo complicada al niño, pero ahí se le va enseñando…Unas por otras, perdí la cuenta de la cantidad de preguntas que él me había hecho durante el recorrido; inteligentes y muy bien cimentadas, de esas que lo hacen sentir a uno ABUELO de verdad.
Totó, vamos a montar en bus. No mi amor, está tarde y la mamá ya va a llegar a la casa a recogerte, pero él insistía, por lo cual tomamos una buseta de San Cristobal, que nos llevó en medio del bonito paisaje y la hermosa panorámica, hasta las inmediaciones de la nueva Cárcel de Pedregal (muy bonita, grande y bien jalada) para luego bajar rauda hasta el parque de San Cristobal donde me bajé con el niño. Le mostré la iglesia y el bello monumento al arriero, de los mejores que conozco, obra de Balbín Calle y aproveché para hablarle a Jerónimo, lo más simple posible, sobre la historia de nuestros arrieros…Me sentí más abuelo que nunca.
¿Quieres que comamos algo? Bueno Totó…y cuando llegamos a una panadería, no Totó, yo quiero montar en bus, en ese que cogimos allá en “metocabe” y nos vinimos y nos vuelve a llevar…Jerónimo ya no se pierde. En ese mismo momento, pasaba frente a nosotros una buseta de Tax Maya, la misma que abordamos y casi vacía. Me vine con el niño haciendole un recuento de todo lo visto y conocido…pero se quedó dormido sobre el abuelo: “…entre sonrisas se durmió el infante y entre sollozos se durmió el abuelo”.
Con el niño en brazos, me bajé de la buseta en la Calle San Juan con la 94, a todo el frente de mi hogar y con el movimiento se despertó Jerónimo, feliz con la experiencia y más feliz aún cuando vio a la mamá y a la abuela que lo esperaban…Totó…¿Cuándo volvemos?
TOTO
LOS CAMINANTES TODO TERRENO -MEDELLIN-
LOS CAMINANTES TODO TERRENO
CAMINATA BELLO AL CORREGIMIENTO SAN FELIX 20110312
NO ENCONTRAMOS EL CAMINO PERO SI MUCHA BELLEZA.
Estación Bello del Metro, los caminantes T. T. y mejores amigos Luis Fernando Zuluaga Z. y Juan Fernando Echeverri C. (ante ausencia por fuerza mayor de nuestros otros integrantes) siendo las 7:30 am. chocamos cayados y confundimos abrazos, para iniciar un nuevo reto: Ir desde el Municipio de Bello , hasta su corregimiento de San Félix, pero por la vieja trocha o camino de herradura, que nos comentó Don Fernando allá en El Paraíso parte baja y durante nuestro circuito de marzo 5 San Félix, Páramo de las Baldías, San Félix. (Ver y leer nuestra crónica anterior, para mayor claridad), tomen asientico y escuchen, pero no me “arrempujen.”
Buscando el Parque Francisco de Paula Santander de Bello y dejando muy bien puestas algunas plegarias al Creador en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, no sin antes haber tomado unos “traguitos” reforzados a manera de desayuno en la Panadería Metropan, empezamos por preguntar a las personas de más edad (sabios por naturaleza), sobre la existencia y ubicación de esa trocha o camino que otrora, utilizaron esos “arrieros invencibles, que alzaron el futuro de Antioquia como vara de mimbre”, pero para sorprwesa nuestra, nadie “dizque” sabia de la misma.
Por fortuna, un amable parroquiano ya medio cargado de años pero bien conservado y conocedor de su tierra, nos dio las indicaciones del caso y nos remitió a buscar a Comfama, las areneras, la piscina, la escuelita y en fin mayores referencias por esos lados y así fue.
Agarramos a trepar hacia Comfama y efectivamente, por esos lados nos fueron dando informes sobre la tal trocha de los arrieros, esa que tiene contacto con una estrecha pero bien pavimentada carretera veredal, con cara de campesina bien conservada y trajinada, dada la cantidad de personas trotando y caminando, además de estar adornada con una serie de casitas muy bonitas, jardines, potreros, algunos animales, el canto de las aves y saltones sembrados menores.
Sí señor. Ahí más arribita del Rancho Gozón y al frente de la escuela, estaba la dichosa trocha, la cual se empina como queriendo divisar a lo lejos, la misma que obedientemente fuimos siguiendo al compás de nuestros pasos, el apoyo de los cayados y algunos clic de mi cámara, todo amparado con la bendición de Dios, ya que no sabíamos para dónde íbamos.
Nuestro paso, no obstante la trepada era firme y acelerado y poco a poco la panorámica de Bello (jue mamá si ha crecido) tras nuestras espaldas fue quedando rezagado y se perdía entre las colinas cercanas a la izquierda, dejando ver algunos barrios de Medellín a la derecha.
Agua, sí, agua que dejaba asentar su arrullo sobre nuestros oídos y bajaba rauda desde muy alto de la cordillera, dejando ver arriba dos cascadas hermosas serpenteando en sus caídas y abajo, esa espuma blanca al chocar el vital líquido contra las rocas. Que hermosura de vista, de paisaje y de naturaleza verde bajo un cielo azul y claro, que descrestó a los caminantes.-
¿Cuál quebrada será esa home Zuluaguita? ¿Acaso La García? Posiblemente hombre Juanfer…pero que hermosura. Mirá esa panorámica, mirá ese cerro, ese pinar y hágale clic a la cámara, mientras nuestros pasos seguían devorando el camino, el mismo que en varias oportunidades se partía en dos y que escogíamos por intuición o por la vieja recomendación que en otra caminata por Botero, nos hizo una muy bonita campesina: “siga el más entierrao mi don…” Y así fue, seguimos el entierrao, rebasando fincas hermosas con sus sembrados de café, algunos vacunos y equinos, flores, frutas y pájaros.
Mientras más avanzábamos, mas hermosa eran esas aguas y más esbeltas las cascadas. Los rápidos espumosos del agua nos hacía exclamar ante tanta belleza, hasta que en el camino y luego de unos árboles derribados, un derrumbe pequeño y unos tubos para conducción de agua, fuimos interrumpidos bruscamente por una construcción, especie de piscinas enmalladas y unos tanques inmenso: Era el acueducto de Bello, al cual no le perdimos detalle.
Bordeamos las piscinas siguiendo el camino, el cual nos llevó a un pequeño puente colgante, el cual cruzamos, para llegar a “charco verde”, un bañadero natural que es pasadero de familias y muchachos, especializados en dejar basuras junto a sus hermosas orillas, ya que no faltan los inoportunos, maleducados y anti cívicos especimenes.
Dejamos a charco verde y de allí en adelante, la ruta trazada, se tornaba más parada, con algunas escalas a tramos, llena de vegetación y algunas dificultades. “Jue mamá” pa’ si hemos subido…Y lo que nos falta hermano, así que aceleremos.
El cielo se echaba algunas nube oscuras sobre sus azules espaldas, el clima se tornaba un poco frío, no obstante el sol quemaba y allá arriba la cima de la montaña, inalcanzable y desafiante, donde suponíamos estaba San Felix, lo cual nos lo confirmaba una serie de punticos voladores y de colores: ¡Parapentistas, vamos bien! Nos consolábamos.
El agua estaba escasona, el cansancio abundante, la dicha plena y el ascenso interminable, pero sobre todo, la belleza del paisaje incomparable.
De pronto, como “el roce de un ala sobre el viento, una voz infantil le hace cosquillas al profundo silencio”…¿Eso es para tomar fotos?…nos dijo un niño de unos siete años, quien acompañado de otro de unos cinco, se camuflaban en un atajo del camino, entre dos atados de pasto cortado, al tiempo que se echaban los mismos a la espalda, cuadro medio doloroso de nuestro futuro trabajando, lo cual aprovechamos para sacarles una vistica, compartir unas palabras con ellos, darles un billetito y seguir camino arriba.
Que océano de naturaleza y de verdor encerrando unas poquitas casitas campesinas en esa inmensidad, dónde sólo el viento se oía silvar, el mugido de alguna vaca, el latido de un perro o el trinar de algunas aves…y hasta el camino se nos perdía a tramos, para ser reemplazado por algunos pantaneros.
Mirá una casita dijo Zuluaga. Efectivamente hacia ella nos dirigimos. Había un muy bien montado fogón de leña, el cual sobre una lata, soportaba una arepa como de 40 centímetros de diámetro y una presa de carne como de media libra… Un perrito “flaco sobremanera” y tras una puerta que se abre, aparece un campesino “sobremanera” como su perro, quien nos saludó medio receloso, pero inmediatamente comprendió nuestra condición de caminantes.
Buenas tardes Señor…vamos para San Felix. ¿Qué ruta, trocha o camino hay que usted conozca? ¿San Félix?...”ues el único camino posible es por aquellas piedras, ahí lo van viendo, hasta buscar ese pinar que se ve allá en lo alto, cruzar por su medio y luego hacia la izquierda ir siguiendo…no tiene pierde, pero es muy pero muy bravo y el tunero horrible, ya que está casi borrado, pero con los palitos van quitando las tunas”. Ni aguita ofreció…
Seguimos la ruta indicada, la cual no pudimos encontrar, ya que todo era “tunas con rastrojo”, todo un martirio para nuestras manos y piernas y nada que aparecía el camino, simplemente lo imaginábamos, mientras mirábamos para arriba fin contemplar la cima del alto, que no se acercaba y esos parapentistas aferrados a sus alas voladoras y a las cuerdas del viento, que parecía se compadecían de nuestra presencia en la inmensidad de la montaña.
Atrás la imponencia parcial del Valle del Aburrá en toda su hermosura,, destacándose la Universidad de San Buenaventura y en su medio, el bloque Fray Arturo Calle “Fray Cebolla” mi recordado y brillante tío y arriba, el cielo oscuro y el frío que arreciaba. Pensábamos en la lluvia, pero nada decíamos para no llamarla.
Sí señor, ya no hay camino. En alguna parte nos equivocamos o aquel campesino no nos instruyó bien. Vamos a buscar la cima en linea recta y punto, así sea tarea de titanes, nosotros los T. T. somos verracos y no nos mareamos; pero una cosa piensa el caminante y otra el morro que está siendo pisado…
En medio de esa maraña de maleza, vegetación nativa y tunas, se nos abrió un pequeño claro donde pastaba y rumiaba un ganado, cuando de pronto Juanfer al querer pasar una pequeña zanja, sintió un dolor muy fuerte en su pierna izquierda, amén de traer una lesión desde hace tre semanas en la derecha y ahí fue el acabose. Un calambre, un calambre hombre Zuluaga y hombre a tierra. Masajes, descanso, intentos de caminar y nada…el dolor no dejaba. Sonó el “celubobo” de Zuluaguita y claro, Goyita (La Coneja) con su acostumbrado saludo desde Estados Hundidos, allá en el fondo de nuestros morrales.
Estaba temprano y no teníamos afán, así que nos acomodamos en la manga con la compania de los semovientes y alargamos nuestros pies y nuestro descanso, pero de nada valió, el dolor era bastante fuerte y casi insoportable y así tuvimos que seguir esa dura loma, prácticamente sin agua y a tramos pegado del cayado de Zuluaguita en puro remolque. Conclusión, el asunto no era un calambre, sino un desgarre muscular.
Yo miraba hacia arriba y me parecía que la cima se alejaba, de todas formas había una cosa segura. Allá arriba, luego de esos pinares que se veían negros a la distancia, como negro estaba el cielo, tenía que estar San Félix, independiente de mi cojera y la distancia que faltara por cubrir.
Así poco a poco fuimos avanzando, haciendo un gran esfuerzo, pero todo normalito y acompasado por la paciencia de Zuluaga. Que bonita experiencia y que caminata tan hermosa…y que verracos somos los Todo terreno remataba Zuluaga…¡Agua, mira es manguerita y sí, efectivamente, había una manguera para riego y consumo del ganado, con la cual llenamos nuestra botella, luego de haber bebido y calmado la sed, con ese líquido cristalino y limpio y casi que puro, la cual venía desde lo alto.
Pronto ingresamos a una hermosa finca, cruzamos un pinar y nos topamos con una angosta carretera que da acceso a las haciendas lecheras de la zona. Hermanito coronamos. Con nuevos bríos y felices, cubrimos el trayecto faltante hasta la carretera principal y para sorpresa y gusto, pudimos comprobar que habíamos salido unos quinientos metros antes de la iglesia de San Felix y a todo el frente del restaurante Don Pachá, donde nos recibió carta en mano, su propietario Don Jorge.
Pedimos un par de cervezas heladas y una Colombiana para improvisar un refajo y a continuación, pedimos dos almuerzos del día, platos deliciosos que no alcanzaron ni a tibiarse, ya que fueron desapareciendo ante el ataque infernal de cucharas, tenedores y trinchetes.
Pedimos otras dos cervezas y ante preguntas que nos hizo Don Jorge, le hablamos de nuestra aventura a lo que nos dice:_ “¿Ustedes subieron desde Bello por pleno monte? Hombre, eso es muy duro, que guapos. Si el camino de los arrieros está allí antes del retén y baja por la vereda Potreritos…¡Claro, Potreritos! Exclamamos en coro los caminantes. ¿Dónde estuvo nuestro error? Mejor dicho, para la próxima subimos en bus hasta el retén, buscamos la tal ruta de los arrieros y bajamos a Bello, para aprendernos el camino y posteriormente volvemos a hacer la subida por el camino de herradura. Aceptado y promesa de caminantes.
Pagamos la cuenta, salimos a la carretera y caminamos algunos metros, para parar en una venta de lácteos donde adquirimos quesitos y cuajadas para llevar a casa. Paramos una buseta de San Pedro que bajaba y cómodamente apoltronados en la misma y mientras gozábamos de nuestra peripecia, llegamos a la Terminal de Transporte Mariano Ospina Pérez, donde hicimos trasbordo al Metro, para dirigirnos a nuestras casas a buscar el calor de la familia, a sacarnos tunas y cuidar mis dolencias.
Un abrazo y hasta la próxima con el Superior Permiso. ¡Ahhh! La lluvia amenazó, pero no cayó ni una gota, gracias a la Milagrosa que nos prestó el Lobato. Chaito.
JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE
Los Caminantes Todo Terreno Mar 12.11
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LOS CAMINANTES TODO TERRENO
Caminata: San Félix, Páramo de las Baldías, San Félix.-
Belleza, clima, naturaleza, paisaje, telecomunicaciones y una canita al aire.
Sábado 5 de marzo de 2011, Los Caminantes Todo Terreno que pudimos decir sí “o presente” a la cita: Luis Fernando Zuluaga y Juan Fernando Echeverri Calle, con nuestro invitado especial Alberto Sánchez “El Kurdo”, abordamos en la remozada Terminal del Norte, luego de haber hecho el viaje en nuestro Metro.
A bordo de una muy bien tenida buseta de transportes Entrerrios, cuyo conductor conocedor del valor e importancia de sus pasajeros, con la mayor delicadez y sigilo y con pleno dominio y conocimiento de la carretera hacia el norte o Vía de la Leche, la cual, pese a ser coqueta y tener bellos miradores, muestra gran deterioro en su carpeta asfáltica, no obstante estar relativamente nueva “y de que se iba a hacer efectiva la garantía” a los irresponsables “asfaltadotes”, cosa que como siempre , parece no sucedió ni sucederá, fuimos dejados en el corregimiento de San Félix, perteneciente al Municipio de Bello.
Apeados del vehículo, nos metimos de cabezas a la Fonda y Estadero San Félix, donde pedimos dos agua de panela calienticas para el Kurdo y Juanfer y un humeante chocolate para Zuluaga, todo cuñado con tripleta de arepas, quesito en buena porción y mantequilla.
¿Saben qué? No dieron lidia para nada y todo desapareció como por arte de hambre alborotada.-
Cayados en posición Quijotesca y paso de “deudores” ante la presencia del “acreedor”, bajo un cielo medio brumoso, un ambiente frío, el piso mojado a tramos, el asfalto tipo rompecabezas (a pedacitos) y una belleza enmarcada en casitas saltonas, dimos nuestros primeros pasos a buscar el bonito páramo de las Baldías, es decir repetimos caminata.
Efectivamente, el páramo de las Baldías, esa reserva ecológico y productor de agua, que se veía a medias allá a lo lejos, seguía metido bajo las cobijas sin dejar ver su cima, adornada por esa cantidad de antenas receptoras y repetidoras que la coronan, sin lugar a dudas un contaminante visual horroroso sobre la belleza del paisaje…¿Pero a quién le importa?
Camiones cisterna cargados de leche, hatos ganaderos de la raza holstein, algunos negocios en el camino, hermosas fincas y un paisaje encantador, donde los tonos verde se cuentan por montones, fuimos marchando fuerte, hasta allá donde se pierde el “asfalto” y tomar un camino vecinal destapado, encerrado entre pinares, aguas, sietecueros, helechos, sarro, chusque y olor a tierra de capote, legumbres, maíz y más leche.
Muy linda la vista, en especial esa que se dejaba ver a mano izquierda, mostrándonos una parte del Valle del Aburra, con protagonista adelante en la pantalla de todos aquellos barrios del noroccidente que se quedaban atrás como una gran mancha rosada que se iba perdiendo en la distancia, confundida en medio de cojines de niebla y copos de pinares saltones y sietecueros florecidos.-.
Levemente exigente el ascenso, así en medio de naturaleza y de barrancones que se niegan a desprenderse de la montaña, pero que no les falta ganas, fuimos tragándonos la altura que comprende el muy interesante páramo de las Baldías, vecino de el Alto de Boquerón, El Cerro del Padre Amaya y La Popa…mientras el frío se aferraba a nuestras camisetas, queriéndose meter en nuestros morrales. Zuluaga hizo un par de altos, para ofrecernos granadillas y duraznos y poner a sonar el clic de su cámara, como lo hizo de principio a fin de la caminata, con algunas intervenciones de sus escuderos.
En cierto lugar del recorrido, llamó nuestra atención una pequeña “rara” y muy bonita ave de aspecto rapaz en el camino, claro, era una gallina ciega, especie de hábitos nocturnos y que mucho tiene que ver con búhos y lechuzas, la cual como atontada por la luz que la había sorprendido, se quedó quietecita ante nuestra presencia, para luego salir en veloz y desordenado vuelo, de huída del mayor depredador de la naturaleza.
Un par de construcciones nuevas, los avisos de alerta en el camino que nos indicaban que estábamos en predios de la Finca Las Baldías, la ruta del Mariscal Jorge Robledo y esas siluetas como medio apocalípticas que se divisaban en lo alto y casi escondidas entre la neblina, mostrando muchas cabezas, colas, brazos y sus cuerpos delgados elevados al cielo, nos advertían que estábamos próximos a la cima. ¡Esos son los Receptores!.-
Por el camino dos siluetas que bajaban, sí, eran un par de agentes de la Policía que hacen su guardia en el Páramo de las Baldías, quienes, acompañados por sus nobles perros, intercambiaron muy amablemente algunas palabras con nosotros, para seguir bajando con sus armas de dotación al hombro y nosotros ascendiendo con nuestros morrales a la espalda, mientras el Kurdo iniciaba su recuento de sus experiencias, cuando trabajó en una conocida empresa de Telecomunicaciones y le tocó participar en el montaje de algunos de aquellos receptores.
Luego, el mismo Kurdo, empezó a darnos de beber de sus conocimientos y de experiencias en el tema, con una fluidez, propiedad y dominio tal que Zuluaga y el suscrito, quedamos listos para presentar una prueba de suficiencia y recibir nuestros títulos de Ingenieros Electrónicos.
Sin darnos cuenta, el sol le ganó su lucha a la niebla, se metió entre esta y dejó ver con toda generosidad la magnitud, consistencia y complejidad de los receptores, los cuales con el cielo de fondo, parecían obras de arte aferradas al paisaje.
Una antena aquí, otra allá, otra más allá y así en repetidas secuencias con sus diferentes clases y características, recibíamos la cátedra, interrumpida por el ladrido de unos perros y la presencia de un señor, alto y fornido, que bien enchaquetado, protegiéndose del frío el cual había vuelto a arreciara conjuntamente con la niebla, parecía ignorar nuestra presencia., allá en ese alto y al final de nuestros 7.500 metros de nuestro inicial recorrido.
Buenos días, buenos días…nos saludó amablemente y se nos presentó como Diego Londoño, vigilante y operario allá en Las Baldías, responsable del buen funcionamiento de esos receptores. Se turna con otro compañero por espacios de ocho días, en los cuales “no sabe que es más complicado enfrentar, si el frío o la soledad”.
Hasta tintico caliente nos ofreció Don Diego Londoño, con quien hicimos una buena amistad, ya que es una persona maravillosa, conocedor de su oficio y que bien aprovechó los conocimientos del Kurdo, para complementar los suyos. Fue larga la raniada no crean otra cosa, hasta que el frío y la aparente amenaza de lluvia en el firmamento, nos sacó del parloteo, debiendo despedirnos agradecidos con Don Diego, para iniciar el descenso que nos permitiera desandar esos 7.500 metros ya andados, para regresar a San Félix, siempre acompañados por la belleza del paisaje y ese sabor a “antioqueñidad” que no se pierde.
Hay que dejar constancia de la acostumbrada llamada que nos hace desde “Estados Hundidos”, nuestra fiel y querida admiradora, hincha número uno y caminante honoraria, “La Coneja”, pero que responde a nombre de pila Gloria Muñoz. ¡Gracias Goya!
Efectivamente, con la torre de la iglesia de San Félix como a diez minutos de caminada (la cual muestra un reloj en buen estado, como cosa rara) y picados por el hambre, cosa aun más rara, averiguamos por un restaurante bueno para pasar “algún bocaito”…Si mi Don nos dijo una muchacha, allá más abajo en el restaurante Don Pachá o aquí mismitico, como a diez minutos bajando, ahí lo ven.
Que va muchachos dijo Zuluaga, hagámosle aquí a un refresquito de esos espumositos, que hay como buena música…y nos metimos a un local señalado por el sediento caminate, a borde de carretera, en el sector de El Paraíso, parte baja, llamado La Ultima Copa (muy original), lo cual abrió los instintos del Kurdo, quien tomó asiento sin descargar ni el morral.
Efectivamente fuimos atendidos por Doña Claudia, quien nos sirvió la primera tandita de fresquitos y ahí entre cháchara y carreta, reparamos en un joven, conductor de un carro tanque de La Alquería, quien devoraba un almuerzo casero muy bien jalado….¿Usted vende almuerzos aquí mi Doña? No, respondió el muchacho, esto es un trato que tengo con ella…
Pedimos la segunda tanda de juguitos espumositos (que sed tan macha), a lo que dice el Kurdo, mientras Zuluaga ponía a traquear su cámara. Hey, almorcemos aquí. Y esto que escucha Doña Claudia, la dueña del negocio, quien se nos dejó venir como reclamando un chance: Vean mis señores, yo les preparo ya mismo tres almuerzos volando.
Efectivamente, en lo que demora un “Nule” para echarle mano a cualquier pesito o a todo lo que brille, llegaron los almuerzos: Caseritos con olor a culinaria de abuela y compuestos por pechugas de pollo a la plancha, arroz, papitas a la francesa, ensalada, arepa y sopas de legumbres…espumoso y frío juguito para mis compañeros y leche ordeñada para Juanfer. ¡Ahhh! El Kurdo pidió un aguardiente antioqueño para el frío y otro para él.
Ya como es costumbre, los platos no necesitaron ni ser lavados. Ahí en ese delicioso sitio y sin afanes, conocimos a Don Fernando, el amable esposo de Doña Claudia y a su hija e hijo, cuarteto que conforma una hermosa familia, unida, trabajadora y que traspira felicidad y cariño.-
Tocando experiencias con Don Fernando, nos comentó que ahí al frente de ellos (su negocio), “existe un antiguo camino de herradura, el cual era utilizado otrora por los arrieros que partían de San Pedro de los Milagros y otras poblaciones, repartiendo mercancías”, lo cual los T. T. tomamos como un reto y nos fijamos para el próximo sábado (Marzo 12) con el Superior Permiso, que no puede faltar, salir de Bello para buscar la trocha esa y hacerla en subida rumbo a San Pedro, algo que por lo empinado del terreno, no debe ser muy “melocotón en su jugo” que digamos.
Pagamos la cuenta, nos despedimos de tan querida familia y parados en la carretera, tomamos una buseta de Transportes San Pedro, la misma que en un santiamén, nos dejó en la Terminal de Transportes Mariano Ospina Pérez, donde hicimos trasbordo con el Metro y en otro santiamén, nos bajamos en la Estación San Antonio.
Ahí mismito, como a 78 pasos no muy largos, nos encontramos nuestra meta y propósito final para varia el programa: EL SALON MALAGA, antiguo establecimiento de tango y bohemia, con aspecto “acantinado” pero muy familiar, decente y bien frecuentado y donde los grupos de caminantes institucionales de la ciudad, acostumbran hacer sus reuniones anules en el mes de agosto.
Envueltos por las miradas de los asistentes que en buen número disfrutaban de la música en vivo y de unos sanos traguitos, tomamos una mesa en la cual fuimos muy bien atendidos por la empleada de turno, quien lucía un hermoso sombrero gris oscuro, al estilo del “Zorzal Criollo”. Realmente un bonito programa, excelentes artistas, nostalgia de pasado y de juventud. Hermoso el show, los adornos y fotos del establecimiento y el ambiente tan amigable. No cabíamos de la felicidad.
Ya, como tipo 8:30 pm. y con el cupo de “la dicha” completo (no en todos), hicimos la vaca para pagar la cuenta (al Kurdo le tuvimos que rezar letanías para que sacara la cuota de él) y así, a paz y salvo con Dios y con El Salón Málaga, salimos los tres caminantes de tan querido establecimiento, dos por nuestros propios medios y el tercero como César Rincón, a hombros…Aún me pregunto, cómo llegó a la casa.
Un abrazo y hasta marzo 12, fecha en que con el Superior Permiso (infaltable), buscaremos nuevamente almuercito en el pacífico y acogedor corregimiento de San Félix, al que subiremos pero por plena montaña y por la vía de los arrieros…confiemos.
JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE
Los Caminantes Todo Terreno
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