Caminata Páramo de Belmira
Fecha: 18 de agosto de 2007
Integrantes: Luis Fernando Zuluaga Z. (El Ojicontento) Jorge Iván Londoño M. (El Lobato) Carlos Alberto Olaya B (El Polaroid) Héctor Montoya V (El Atleta de Dios) y Juan Fernando Echeverri C. (Juanfer)
Nombre: ¡Eavemaría Dios mío!!! Que Belleza....
Mientras las maravillas de la naturaleza se ofrecían a nuestros ojos en vivo y en directo a través de ventanillas de cuarenta pulgadas, cuatro de los caminantes botábamos corriente y alegres compartíamos. Digo cuatro, ya que nuestro fotográfo, el gran Polaroid Olaya, se había quedado dormido sobre el hombro de una pasajera, finamente ataviada con sus prendas “Emberá Katío” que le había tocado como compañera de silla, mientras se aferraba a su cayado o “monopode”, invento del Polaroid para sostener su cámara.
Es importante resaltar que en el restaurante nos contactaron con Sergio Rodriguez, un baquiano de la región, quien nos serviría de guía para subir al “Páramo de Belmira”, ya que por el invierno, las bajas temperaturas, la espesura en el entorno y la “cantidad de vericuetos y senderos”, no era prudente salir sin un guía, situación que acogimos, así nuestro guía no fuera afiliado al Cabildo Verde, fundación turística y ecológica que existe en el Municipio, la cual ya no tenía más guías disponibles, dado que estaban todos centrados en atender los preparativos para la celebración de los doscientos cincuenta años de la fundación del Municipio, bautizado inicialmente con el nombre de Santo Domingo hecho ocurrido en 1757, a una altura de 2.550 m y con una extensión de 296 Km.2, datos que siguen sin cambiar, exceptuando el nombre, que luego fue Petacas, cambiado generosamente por Belmira y el número de sus habitantes, calculado hoy en 4.800 almas, que se defienden y viven en este rico territorio de grandes yacimientos auríferos, lechero, porcino, con abundancia de aguas, pesca de la trucha arco iris, y productor de mora, fresa, tomate de árbol, papa y verduras, todo lo cual florece a sus 14º grados de temperatura que sin lugar a dudas, también ha sufrido cambios, gracias al calentamiento global, ese que desvela a nuestra “ángel de la guarda”: Doña Viena Ruiz.
Saliendo del “Amubel”, sin logar descifrar su nombre, con las barrigas full aguja, los cayados bien agarrados y los morrales terciados, cruzamos el parque diseñado por el maestro Ángel María Atilano Rojas (realmente ningún dechado de belleza hoy), en el cual se pueden apreciar un monumento al minero y a la “Consagración”, obra del escultor lugareño Didier Calle y que hoy amenaza ruina. No hay derecho a tanto descuido.
Que belleza de país el que tenemos, que paisajes y que regiones….Que clima y que pobreza y falta de infraestructura turística, la que se podría apreciar en la vereda “Camino del Filo”.
El piso muy mojado. Corrían por el mismo pequeños arroyos alimentados por las aguas lluvias de la noche anterior. El terreno se iba empinando y muy pronto aparecieron escalinatas amarradas por madera de roble, que iban demarcando el camino, el cual y según nos dijo Sergio, fue construido hace muchos, pero muchos años por nuestros arrieros, esos hombres de hierro que forjaron el futuro de Antioquia y lo regaron por Colombia, sin descuidar ningún rincón de la patria, transportados en las cuatro patas de sus mulas.
Por fin, terminado el camino escalonado, ingresamos a una continuación del mismo, el cual presentaba a lado y lado verdaderos tapetes verdes de musgo, repletos de agua, canalones por donde corría el agua limpia y pura en la cual se sumergían a tramos nuestro pies y arriba el cielo plomizo que dejaba filtrar los rayos de un sol abrazador. Estábamos en la tierra de los pumas, las ardillas, las liebres, los monos, la tatabra, el búho, la zarigüeya, la guagua, el gavilán, el oso perezoso y otras especies menores, que han tenido que cambiar su habitat diurno a nocturno para evadir la acción depredadora e inmisericorde del más animal de todos los animales: El hombre.
Hay especies diversas de frailejones que resaltan en los páramos, los cuales constituyen un ecosistema reciente, cuya fauna y flora, con amplia diversidad, aún tiene mucho que mostrar al hombre, quien con seguridad recibirá enseñanzas insospechadas cuando descubra los secretos medicinales, la estrategia de supervivencia y la gran longevidad y lento crecimiento de estas plantas misteriosamente bellas, que nos dejaban un interrogante: ¿Por qué su presencia es estricta y casi milimétrica a partir de cierta altura, sin verse ni a centímetros, siquiera presencia de ellos?
En la cabaña nos detuvimos un momento, admiramos el inigualable paisaje, en el cual lejos, muy lejos se logran ver Santa Rosa de Osos y Yarumal y todas esas inmensas extensiones de tierra inhabitada con sus verdes abigarrados, en las cuales y en manos de otras culturas, ya existirían varias ciudades.
Nos llamó la atención el hermoso jardín que rodea la cabaña, constituido con especies de páramo y a un lado de esta, un pedestal de concreto, con una placa de mármol, posiblemente más costosa que la misma cabaña, en la cual medio se alcanzaba a leer lo siguiente:
“El IDEA en sus 30 años de creación.
El mejor trabajo ecológico en un municipio.
Esta obra se entrega siendo Gobernador: Juan Gómez Martínez. Agosto de 1994”. Como quien dice: La eterna politiquería a 3.300 metros de altura y abajo, un Municipio que no posee calles.
Quisimos ir a la “laguna” a una media hora de camino, o seguir al Alto de la Gallina, el cual se veía hermoso al frente nuestro y que puede estar a unas dos horas larguita, pero el mismo Sergio nos recomendó que era un poco tarde y que iba a llover, que lo mejor era devolvernos, lo cual aceptamos, ya que nuestra misión estaba cumplida al haber conocido esta minúscula parte del inmenso Páramo de Belmira, estrella hidrográfica y ecológica de Antioquia (allí nacen los ríos Río Chico y Río Grande) y además conjuga su ecosistema y su producción hídrica con el nudo de Paramillo, pese a estar muy, pero muy lejos el uno del otro.
Lentamente, ante la dificultad del terreno, devolvimos nuestros pasos repasando toda la belleza ya vista. El frío aumentaba, pero era totalmente soportable. Algunas briznitas de lluvia se sentían sobre nuestras humanidades pero muy levemente y toda la belleza allí guardada revivía en nuestra retinas, mientras nos acercábamos a nuestro destino en la cabecera de Belmira, recorrido que hicimos en medio de nuestros comentarios de admiración por esta experiencia, escoltados siempre por robledales, potreros con ganado lechero, cultivos de papa, tomate de árbol, terrenos pedregosos cruzados por quebradas y donde se ve claramente la nociva acción de los mineros (mazamorreros) contra la naturaleza en otras épocas, ya que hoy, esta actividad es controlada; e igualmente con la rojiza y crecida escolta del río Chico, de quien se puede decir, fue nuestro acompañante sonoro y fiel en gran parte del recorrido.
Hay que resaltar el civismo de los habitantes de Belmira, quienes llenos de sentido de pertenencia, han sabido cuidar su entorno. Igualmente pausible y de admirar, la gran labor de las EE PP M. que inclusive regala las pipetas de gas a los campesinos para que no talen los bosques, tienen campañas de siembra de árboles y vegetación nativa, construcción de pozos “sépticos” y limpieza de aguas; así como Corantioquia, con su sendero ecológico, construcción de puentes y conservación de la fauna y la flora.
Cuando salimos, estaba cayendo un aguacero impresionante, que de habernos cogido en el páramo, nos hubiera tocado pegarnos de San Hipotermio…….¡EAVEMARIA HOME!!!! QUE BELLEZA DIOS MIO.
Siendo las 5:30 p. m. Tomamos una buseta rumbo a “La Tacita de Plata”, “Ciudad Fajardo” , “Medallito del alma” o como se le quiera decir, la cual alcanzamos en un tiempo casi record y dando gracias al “Espíritu Santo”, ya que el chofer que nos trajo, cuyo pase parece lo consiguió en un bazar parroquial, nos trajo “a la lata”, como transportando legumbres y “zamarriados”, es decir, mareados y apunto de pedir cinco bolsas.
Hasta la próxima y nunca olviden que nuestro país es una maravilla de Dios hecha obra de arte sobre la paleta del Creador; simplemente que no lo conocemos.
Saluditos pues y no me jalen que me arrancan la ruana.
JUANFER