Caminata Girardota - Alto de la Virgen
Fecha: sábado 24 de noviembre de 2007
Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya.
Inasistentes: Carlos Olaya Betancur y Gloria Helena Gutierrez Gómez. Otra más y se les cancela la matricula.
Duración: Que hijuemama 3 horas pa´ duras
Nombre: De la Mano de María Virgen
¿Pa´donde van don Jorge?
Arfirio, vamos a subir del parque de Girardota hasta el alto de la Virgen.
Aaahhhh, que subida tan berrionda; pero eso pa´ustedes no es nada
Eso cree usted Arfirio
Menos mal don Jorge el día pinta como bueno
Ojala, al menos que no nos llueva y que se quede encapotado que así es mejor para caminar.
Bueno Arfirio, Dios mediante hablamos esta tarde
Que les vaya muy bien don Jorge.
Este fue el diálogo que sostuve con Arfirio, el portero de nuestro edificio, quien además es el director del grupo de música guasca Arfirio y sus Friolentos, yo los puse así porque todos son oriundos de Santa Rosa de Osos. Para presentaciones en diciembre no pregunten, porque están copa´os desde marzo. Así de sencillo.
A buen paso completé las 6 cuadras hasta la estación Estadio. Allí me uní a Juanfer quien muy puntual venia en el segundo vagón, y hágale para Niquía, punto de encuentro. En la estación san Antonio cogimos para el lado contrario, y nos dimos cuenta hasta cuando íbamos bajando las escaleras, ¿la causa? Contándole a Juanfer intimidades de la pasada tertulia, a la cual no pudo asistir porque lo llamaron a una reunión con la plana mayor del metro para condecorarlo como “pasajero fiel” y para prestar una platica en el grupo financiero que representa.
Con diez minutos de adelanto llegamos a la estación Niquía, otrora pista aérea para elevar cometas que se elevaban tanto que les ponían bombillos intermitentes para alertar a las avionetas que por allí pasaban raudas para el Olaya Herrera; así como dormitorio cinco estrellas de los trenes del glorioso Ferrocarril de Antioquia, de los cuales hoy, vencidos por el tiempo, sólo quedan los esqueletos de tres o cuatro vagones, arropados por los recuerdos de quienes fuimos sus agradecidos pasajeros y abrazados por la maleza que pretende tapar la indiferencia de todo un pueblo.
Raro que no encontráramos a Luisfer por ahí sentado en alguna banca leyendo el Colombiano, porque es más cumplido que agiotista cobrando intereses. Al rato apareció mezclado entre el gentío que a esa hora sube y baja de la plataforma, y como soldado que llega tarde a la izada de bandera, dio las explicaciones del caso, plenamente justificadas por la cúpula de los Todo Terreno.
Del metro pasamos al paradero de los buses hasta que paso una estrecha buseta para Girardota, apta para llevar niños de kinder pero no caminantes con “alguito” de sobrepeso, con cayados de 1 metro y 50 centímetros de estatura y morrales con sobrecupo. La subida y la bajada de ese armatoste se convierte en un exigente ejercicio físico, apenas para los hombres de acero.
Esa buseta se fue a mil, parecía un marrano huyéndole a un bulto de helecho, por lo que sólo dio tiempo para leer la columna del contertulio Raúl Emilio Tamayo y la de su vecino Ramiro Valencia Cossio. No eran las 8 de la mañana y ya estábamos a merced de los 40.404 girardotanos entre quienes comparten honores el alcalde Luis Fernando Ortiz, nombrado hace poco como el mejor alcalde de Colombia para municipios hasta 50.000 parroquianos, y el Señor Caído.
Girardota, que en sus inicios tuvo el nombre de Hato Grande, es hoy un remanso de paz aromatizado por 35 trapiches paneleros; ubicados en los cuatro puntos cardinales, para muestra, hace como dos años cerraron la cárcel, por lo que sus instalaciones pasaran a ser oficinas de la administración pública. Este año tuvieron que traer dos presos prestados de Copacabana para celebrar el día de la virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos. Y sin Cañar, al sepulturero lo tienen trabajando medio tiempo.
Dos cuadras mas abajo del parque nos bajamos como pudimos de la buseta, y nos entramos a una panadería muy diferente a aquella de San Antonio de Prado, ¿la recuerdan? Ésta si de mobiliario modesto pero con mucho calor humano. Afuera sobre bandejas se exhibían humeantes los pandequesos, las almojábanas, los buñuelos y demás piezas del amplio repertorio de nuestras típicas panaderías. El luisfer y el juanfer se fueron por par almojábanas con cafecito con leche, y el suscrito por un huevo en cacerola tirando paso sobre una deliciosa pista de maíz (arepa) y a falta de chocolate bueno es el chocolisto. Creo que me demoro para pedir huevos revueltos, porque es muy difícil conseguir algunos medio parecidos a los que hace Marta Ligia Rodas de Londoño.
En todo el parque, parte del cual se encuentra en remodelación, Luisfer compró el ají para el sancocho que nos esperaba arriba como remate de la caminata. No podía faltar la visita a la catedral Nuestra Señora del Rosario, en la cual se encuentra la imagen del Señor Caído, imagen que sostiene el turismo religioso de Girardota, al igual que la Iglesia de san Esteban de Hato Grande, construcción colonial hecha a semejanza de la primera iglesia del pueblo.
A las 8 y 10 minutos desde el propio atrio de la basílica le gritamos al alto de la Virgen ¡Tenete fino que allá vamos! y dígase a subir por esas empinadas calles rumbo a las veredas Manga Arriba y Juan Cojo. A las dos cuadras encontramos la construcción de la nueva biblioteca, una edificación de muy buena área construida. La zona rural aparece muy rápido y con ella se nos presentan el convento de las Carmelitas Descalzas (en la foto) el polideportivo, la cancha de fútbol, el hogar del anciano, obra digna de conocerse, y el seminario menor.
La cuesta se va empinando hasta que llegamos a las partidas para la vereda Manga Arriba, que nos da un respiro por el terreno plano y ondulado. En este tramo nos encontramos un amable parroquiano quien el primer sábado de cada mes sube al alto de la virgen, o sea el más indicado para darnos cartilla sobre el camino a seguir.
Pasamos por la tienda en donde el 18 de marzo de 2006, día que hicimos esta misma caminata, paramos con el kurdo, ataviado con su turbante musulmán y Olayita, hoy ausentes. Nos duro poco la dicha porque el terreno plano se nos acabó en un sitio conocido como “las sombrillas”. A pesar que llevábamos las instrucciones de aquel amable girardotano, reforzamos con las indicaciones que nos dio un jubilado de Polímeros Colombianos, quien lucia la camisa de trabajo con el nombre de la empresa, lo que le valió un emocionado saludo de Juanfer, quien a todo le hace una piñata.
Ahora si, la subida es subiendo. Por fortuna yo llevaba mis tractores con cordones que se aferraban muy bien a los rieles de cemento, los cuales desaparecieron al poco rato para darle la bienvenida al camino real, con piso de barro amarillo, que estaba blando pero transitable. En ese momento el pelicandela Restrepo tenía las parrillas en alto, pero unos negros nubarrones jugueteaban con nosotros pasando de izquierda a derecha y viceversa.
Terminamos el primer tramo del camino y llegamos a la vía pavimentada la cual nos llevó hasta el sitio conocido como la Terminal. Allí nuevamente cogimos los empinados rieles hasta llegar al corazón de la vereda Manga Arriba, en donde fuimos recibidos por unas amables señoras que estaban soleando la nieta de una de ellas. Dos cuadritas mas arriba se nos abre el panorama y aparece ante nosotros la enorme montaña que nos espera arremangada y que con vos de hombre nos dice: ¡vengan pues que aquí los espero, no estaban tan machos allá en el atrio!
En el último plan, de dos cuadras de largo, nos encontramos un perrito pelicandela que se nos pegó a la caminata y la hizo completa a nuestro lado. En este tramo obtuvimos la última información sobre el camino a seguir, dado por una persona inválida quien con pelos y señales nos mostró el mapa virtual hasta el santuario de la virgen Santificadora, nuestra meta.
Terminado el plan cogimos nuevamente un camino real que sería el que nos llevaría por entre el bosque nativo que cubre la montaña. La espesa vegetación es ahora nuestra única compañera, además de Tote, el perro que no nos desamparaba, y al cual Juanfer le daba de beber agua fresca en los improvisados recipientes hechos con hojas de los árboles. Lo pusimos tote en honor a nuestro nombre TOdo TErreno. Igualmente hicimos un alto para ofrecerle en silencio a la Virgen nuestras intenciones de esta caminata, acompañadas de un Ave María.
La tupida vegetación le daba al camino una oscuridad como de película de suspenso, lo mismo que los nubarrones que nos seguían de cerca. La frescura del monte contrastaba con las granadillas y las mandarinas que todavía conservaban el frió de la nevera. En algunos recodos se podía divisar el pueblo y sus alrededores, la autopista Norte, las instalaciones de Enka y las nuevas empresas que se están construyendo.
Al pasar por una de las dos casas que hay a borde del camino, y en la que se nos acabaron las existencias de bombones, la dueña nos dijo que Tote era una perrita, y que se mantenía por esos caminos. Que ella no la adoptaba porque ya tenía varios perros. Así que la seguimos llamando Totea, para que el nombre le saliera con el cambio de sexo.
A las dos horas de dura subida llegamos a un repechito, desde el cual se ve la autopista Medellín – Bogotá. Esa carretera parece una boa abriéndose paso por entre la montaña, con sus pesadas tractomulas sobre las espaldas, que desde allí parecen carros de juguete. En este repecho aprovechamos para declarar abierta nuestra zona de alimentación con una cervecita Pilsen enlatada y el Mr Tea, infaltables en nuestro menú, así como unos bocadillos de uchuva, sobre los cuales dice Juanfer que, además de reponer calorías, son muy buenos para la próstata. Vaya uno a saber.
Terminado el repecho regresa el ascenso hasta el sitio donde hay unas partidas. Allí, a diferencia de la primera caminata, cogimos por la trocha que nos llevaría directamente hasta el santuario de la Virgen Santificadora. Cuando se entra a esa trocha, haga de cuenta que nos despedimos del mundo, corrimos el telón y quedamos solos para afrontar el último repecho de la montaña.
El ascenso, guardadas las proporciones, es casi tan difícil como el de cerro Tusa, algunos tramos hay que atacarlos por los bordes porque lo resbaloso del centro no permite buen agarre. La trocha tendrá si muchos 40 centímetros de ancho, decorada a los lados por alta vegetación. Totea siempre adelante, pero a veces se iba para la retaguardia olfateando todo hasta que emprendía veloz carrera y nuevamente quedaba al frente del grupo.
Al llegar a la cima, y gracias al sermón que desde muy atrás traía Juanfer, “ya casi se larga el agua” se dejaron venir unos enormes goterones, por lo que de inmediato imploré a la Milagrosa para que no lloviera, dimos 20 pasos, ceso la lluvia y salió tímidamente el sol, fue cuando aproveche para decirle a Juanfer: “hombres de poca fe, no prueban leche porque no hay café”
Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya.
Inasistentes: Carlos Olaya Betancur y Gloria Helena Gutierrez Gómez. Otra más y se les cancela la matricula.
Duración: Que hijuemama 3 horas pa´ duras
Nombre: De la Mano de María Virgen
¿Pa´donde van don Jorge?
Arfirio, vamos a subir del parque de Girardota hasta el alto de la Virgen.
Aaahhhh, que subida tan berrionda; pero eso pa´ustedes no es nada
Eso cree usted Arfirio
Menos mal don Jorge el día pinta como bueno
Ojala, al menos que no nos llueva y que se quede encapotado que así es mejor para caminar.
Bueno Arfirio, Dios mediante hablamos esta tarde
Que les vaya muy bien don Jorge.
Este fue el diálogo que sostuve con Arfirio, el portero de nuestro edificio, quien además es el director del grupo de música guasca Arfirio y sus Friolentos, yo los puse así porque todos son oriundos de Santa Rosa de Osos. Para presentaciones en diciembre no pregunten, porque están copa´os desde marzo. Así de sencillo.
A buen paso completé las 6 cuadras hasta la estación Estadio. Allí me uní a Juanfer quien muy puntual venia en el segundo vagón, y hágale para Niquía, punto de encuentro. En la estación san Antonio cogimos para el lado contrario, y nos dimos cuenta hasta cuando íbamos bajando las escaleras, ¿la causa? Contándole a Juanfer intimidades de la pasada tertulia, a la cual no pudo asistir porque lo llamaron a una reunión con la plana mayor del metro para condecorarlo como “pasajero fiel” y para prestar una platica en el grupo financiero que representa.
Con diez minutos de adelanto llegamos a la estación Niquía, otrora pista aérea para elevar cometas que se elevaban tanto que les ponían bombillos intermitentes para alertar a las avionetas que por allí pasaban raudas para el Olaya Herrera; así como dormitorio cinco estrellas de los trenes del glorioso Ferrocarril de Antioquia, de los cuales hoy, vencidos por el tiempo, sólo quedan los esqueletos de tres o cuatro vagones, arropados por los recuerdos de quienes fuimos sus agradecidos pasajeros y abrazados por la maleza que pretende tapar la indiferencia de todo un pueblo.
Raro que no encontráramos a Luisfer por ahí sentado en alguna banca leyendo el Colombiano, porque es más cumplido que agiotista cobrando intereses. Al rato apareció mezclado entre el gentío que a esa hora sube y baja de la plataforma, y como soldado que llega tarde a la izada de bandera, dio las explicaciones del caso, plenamente justificadas por la cúpula de los Todo Terreno.
Del metro pasamos al paradero de los buses hasta que paso una estrecha buseta para Girardota, apta para llevar niños de kinder pero no caminantes con “alguito” de sobrepeso, con cayados de 1 metro y 50 centímetros de estatura y morrales con sobrecupo. La subida y la bajada de ese armatoste se convierte en un exigente ejercicio físico, apenas para los hombres de acero.
Esa buseta se fue a mil, parecía un marrano huyéndole a un bulto de helecho, por lo que sólo dio tiempo para leer la columna del contertulio Raúl Emilio Tamayo y la de su vecino Ramiro Valencia Cossio. No eran las 8 de la mañana y ya estábamos a merced de los 40.404 girardotanos entre quienes comparten honores el alcalde Luis Fernando Ortiz, nombrado hace poco como el mejor alcalde de Colombia para municipios hasta 50.000 parroquianos, y el Señor Caído.
Girardota, que en sus inicios tuvo el nombre de Hato Grande, es hoy un remanso de paz aromatizado por 35 trapiches paneleros; ubicados en los cuatro puntos cardinales, para muestra, hace como dos años cerraron la cárcel, por lo que sus instalaciones pasaran a ser oficinas de la administración pública. Este año tuvieron que traer dos presos prestados de Copacabana para celebrar el día de la virgen de las Mercedes, patrona de los reclusos. Y sin Cañar, al sepulturero lo tienen trabajando medio tiempo.
Dos cuadras mas abajo del parque nos bajamos como pudimos de la buseta, y nos entramos a una panadería muy diferente a aquella de San Antonio de Prado, ¿la recuerdan? Ésta si de mobiliario modesto pero con mucho calor humano. Afuera sobre bandejas se exhibían humeantes los pandequesos, las almojábanas, los buñuelos y demás piezas del amplio repertorio de nuestras típicas panaderías. El luisfer y el juanfer se fueron por par almojábanas con cafecito con leche, y el suscrito por un huevo en cacerola tirando paso sobre una deliciosa pista de maíz (arepa) y a falta de chocolate bueno es el chocolisto. Creo que me demoro para pedir huevos revueltos, porque es muy difícil conseguir algunos medio parecidos a los que hace Marta Ligia Rodas de Londoño.
En todo el parque, parte del cual se encuentra en remodelación, Luisfer compró el ají para el sancocho que nos esperaba arriba como remate de la caminata. No podía faltar la visita a la catedral Nuestra Señora del Rosario, en la cual se encuentra la imagen del Señor Caído, imagen que sostiene el turismo religioso de Girardota, al igual que la Iglesia de san Esteban de Hato Grande, construcción colonial hecha a semejanza de la primera iglesia del pueblo.
A las 8 y 10 minutos desde el propio atrio de la basílica le gritamos al alto de la Virgen ¡Tenete fino que allá vamos! y dígase a subir por esas empinadas calles rumbo a las veredas Manga Arriba y Juan Cojo. A las dos cuadras encontramos la construcción de la nueva biblioteca, una edificación de muy buena área construida. La zona rural aparece muy rápido y con ella se nos presentan el convento de las Carmelitas Descalzas (en la foto) el polideportivo, la cancha de fútbol, el hogar del anciano, obra digna de conocerse, y el seminario menor.
La cuesta se va empinando hasta que llegamos a las partidas para la vereda Manga Arriba, que nos da un respiro por el terreno plano y ondulado. En este tramo nos encontramos un amable parroquiano quien el primer sábado de cada mes sube al alto de la virgen, o sea el más indicado para darnos cartilla sobre el camino a seguir.
Pasamos por la tienda en donde el 18 de marzo de 2006, día que hicimos esta misma caminata, paramos con el kurdo, ataviado con su turbante musulmán y Olayita, hoy ausentes. Nos duro poco la dicha porque el terreno plano se nos acabó en un sitio conocido como “las sombrillas”. A pesar que llevábamos las instrucciones de aquel amable girardotano, reforzamos con las indicaciones que nos dio un jubilado de Polímeros Colombianos, quien lucia la camisa de trabajo con el nombre de la empresa, lo que le valió un emocionado saludo de Juanfer, quien a todo le hace una piñata.
Ahora si, la subida es subiendo. Por fortuna yo llevaba mis tractores con cordones que se aferraban muy bien a los rieles de cemento, los cuales desaparecieron al poco rato para darle la bienvenida al camino real, con piso de barro amarillo, que estaba blando pero transitable. En ese momento el pelicandela Restrepo tenía las parrillas en alto, pero unos negros nubarrones jugueteaban con nosotros pasando de izquierda a derecha y viceversa.
Terminamos el primer tramo del camino y llegamos a la vía pavimentada la cual nos llevó hasta el sitio conocido como la Terminal. Allí nuevamente cogimos los empinados rieles hasta llegar al corazón de la vereda Manga Arriba, en donde fuimos recibidos por unas amables señoras que estaban soleando la nieta de una de ellas. Dos cuadritas mas arriba se nos abre el panorama y aparece ante nosotros la enorme montaña que nos espera arremangada y que con vos de hombre nos dice: ¡vengan pues que aquí los espero, no estaban tan machos allá en el atrio!
En el último plan, de dos cuadras de largo, nos encontramos un perrito pelicandela que se nos pegó a la caminata y la hizo completa a nuestro lado. En este tramo obtuvimos la última información sobre el camino a seguir, dado por una persona inválida quien con pelos y señales nos mostró el mapa virtual hasta el santuario de la virgen Santificadora, nuestra meta.
Terminado el plan cogimos nuevamente un camino real que sería el que nos llevaría por entre el bosque nativo que cubre la montaña. La espesa vegetación es ahora nuestra única compañera, además de Tote, el perro que no nos desamparaba, y al cual Juanfer le daba de beber agua fresca en los improvisados recipientes hechos con hojas de los árboles. Lo pusimos tote en honor a nuestro nombre TOdo TErreno. Igualmente hicimos un alto para ofrecerle en silencio a la Virgen nuestras intenciones de esta caminata, acompañadas de un Ave María.
La tupida vegetación le daba al camino una oscuridad como de película de suspenso, lo mismo que los nubarrones que nos seguían de cerca. La frescura del monte contrastaba con las granadillas y las mandarinas que todavía conservaban el frió de la nevera. En algunos recodos se podía divisar el pueblo y sus alrededores, la autopista Norte, las instalaciones de Enka y las nuevas empresas que se están construyendo.
Al pasar por una de las dos casas que hay a borde del camino, y en la que se nos acabaron las existencias de bombones, la dueña nos dijo que Tote era una perrita, y que se mantenía por esos caminos. Que ella no la adoptaba porque ya tenía varios perros. Así que la seguimos llamando Totea, para que el nombre le saliera con el cambio de sexo.
A las dos horas de dura subida llegamos a un repechito, desde el cual se ve la autopista Medellín – Bogotá. Esa carretera parece una boa abriéndose paso por entre la montaña, con sus pesadas tractomulas sobre las espaldas, que desde allí parecen carros de juguete. En este repecho aprovechamos para declarar abierta nuestra zona de alimentación con una cervecita Pilsen enlatada y el Mr Tea, infaltables en nuestro menú, así como unos bocadillos de uchuva, sobre los cuales dice Juanfer que, además de reponer calorías, son muy buenos para la próstata. Vaya uno a saber.
Terminado el repecho regresa el ascenso hasta el sitio donde hay unas partidas. Allí, a diferencia de la primera caminata, cogimos por la trocha que nos llevaría directamente hasta el santuario de la Virgen Santificadora. Cuando se entra a esa trocha, haga de cuenta que nos despedimos del mundo, corrimos el telón y quedamos solos para afrontar el último repecho de la montaña.
El ascenso, guardadas las proporciones, es casi tan difícil como el de cerro Tusa, algunos tramos hay que atacarlos por los bordes porque lo resbaloso del centro no permite buen agarre. La trocha tendrá si muchos 40 centímetros de ancho, decorada a los lados por alta vegetación. Totea siempre adelante, pero a veces se iba para la retaguardia olfateando todo hasta que emprendía veloz carrera y nuevamente quedaba al frente del grupo.
Al llegar a la cima, y gracias al sermón que desde muy atrás traía Juanfer, “ya casi se larga el agua” se dejaron venir unos enormes goterones, por lo que de inmediato imploré a la Milagrosa para que no lloviera, dimos 20 pasos, ceso la lluvia y salió tímidamente el sol, fue cuando aproveche para decirle a Juanfer: “hombres de poca fe, no prueban leche porque no hay café”
De la cima comienza la descolgada y luego el plan en donde aparecen unas voces que irrumpen el silencio del bosque, eran unos peregrinos rezando en el santuario. A las 11 y 20 de la mañana Totea rompió la cinta de llegada y detrás los caminantes.
Aprovechamos para unirnos a las últimas oraciones de los presentes, y para darle gracias a la virgen por permitirnos llegar hasta su morada. Mientras tanto Totea se tuteaba con todo el mundo, le sobraron chitos y papitas fritas, y claro, se fue detrás de una familia que buscaba un lugar apartado para comerse su fiambre. Hasta allí llegó la amistad con Totea.
Del santuario bajamos hasta la iglesia donde tiene su asiento el convento de las monjas de la comunidad Siervas de María Santificadora, en donde daban inicio a la misa de las doce del día. Allí fuimos recogidos por mi hermana Sonia, su esposo Mario, y mi tia Gilma, monja de la comunidad de las Teresitas, quienes previamente nos habían invitado a almorzar a su finca, ubicada muy cerca de donde nos encontrábamos. Así que tirando “carro particular” nos fuimos hasta la finca en la parcelación Altos de la Molina.
Al llegar a la finca fuimos saludados por el perro Candelario, las begonias, las hortensias, los novios, los besitos; en fin, por un dotado jardín que adorna el corredor principal de la casa, y por el humo del fogón donde hervía el sancocho trifásico. Luego pasamos a un merecido descanso, por esas 3 horas de exigente subida.
Luego de conocer la huerta, donde el primer puesto se lo disputan las granadillas, las curubas, las uchuvas, la papa, la mora de castilla, los higos, el maíz, el fríjol y las legumbres pasamos a manteles. Lo primero que había que hacer era escoger el plato, obviamente Juanfer se llevó el que parecía una ponchera de esas para enjabonar ropa toda la noche. Claro que Luisfer y el suscrito no nos quedamos atrás.
El sancocho traía chasis de marrano (espinazo) carne gorda y gallina colorada, el revuelto acostumbrado y de adorno una mazorca. Acompañado de todos los juguetes: arepas, aguacate, banano, limón, el ají que compramos en Girardota y ensalada tres colores; de sobre mesa leche con bocadillos rellenos de arequipe. Antes de la primera palada nos acordamos de ElbaCé, JuanCé y Pablo, los contertulios que mas gozan con nuestras viandas.
Por supuesto la foto obligada fue la del plato de Juanfer con los sobrados que dejó para Candelario, la tusa pelada de la mazorca. Que tal si hubiéramos llegado con Totea, pues se totea del hambre porque creo que hasta las pobres gallinas las tuvieron que envolatar con algo de concentrado.
Luego de la siesta virtual y de echar más cháchara. Sonia y Mario nos bajaron hasta la autopista en donde cogimos una buseta de Marinilla, las del atraco de aquella tarde, y claro…nos tocó de pie, pero hasta mejor porque si encontramos puesto a esta hora todavía estaría el chofer bregándonos a despertar de la siesta.
En la estación Universidad cogimos el metro de regreso a nuestras casas, no sin antes admirar el maravilloso espectáculo que brindan el parque Norte, el parque Explora y el jardín Botánico. Devolviendo los pasos por las 6 cuadras de la estación Estadio hasta mi casa, caí en cuenta de que no habíamos rezado al Ángelus y era precisamente la caminata en honor de la Virgen María. ¡No te enojes Milagrosa que en la próxima te lo rezamos dobles!
Recuerden, mañana martes 27 de Noviembre es el día de la Virgen Milagrosa, patrona de los Todo Terreno y mi tocaya, a mucho honor.
Hasta la Próxima
JORGE IVAN DE LA MILAGROSA LONDOÑO MAYA
14 comentarios:
Queremos aprovechar este espacio para felicitarlos por la caminada, y sobre todo por haber tenido la oportunidad de conocer a Luis Fernando, y Juan Fernando, siempre seran vienvenidos los caminantes todoterreno, a nuestra casa.
Mario Sonia
Jorge Iván.Tienes en tus frases una gran plasticidad para describir estas crónicas de viaje,¡qué similitud a la de Tomás Carrasquilla¡siquiera totea no los acompañó al almuerzo porqué se totea con las sobras de mi cuñado Junfer.Mañana invocaré plegarias a vuestra patrona.
RUMU
Mario-Sonia.Estoy totalmente de acuerdo con uds los caminantes todo terreno siempre serán Bienvenidos en todos los hogares nuestros con totea incluida.
RUMU
Hombre Lobato seguís con tu tónica de buen narrador de las peripecias
en nuestra aventura sabatina de las
caminatas,felicitaciones .
Luisfer.
Jorgívan,
Buenísima la crónica, pero mejor el sancocho! Y a Melitón Zuluaga mil felicitaciones por la fotos. Hasta el olor le llega a uno viendo semejantes postales.
Una preguntica indiscreta: habrá problema en que la próxima tertulia la hagamos en la casa de Mario y Sonia? Juancé lleva el aguacate entero pa' cada uno, pero el mío duríto, por favor.
Uffff!! Tremenda crónica Lobato. Todo un orgullo para los T.T. Claro que lo mejor detoda esta caminata, fue la amabilidad de MARIO y SONIA, con sancochote incluído, servido en especies de pailas natillera pero de porcelana.
Totea, la perrita que se nos pegó en el camino, gracias a nuestros afectos, quedará en los recuerdos de los T.T. Pueda ser que encuentre un hogar.
Muchas saludes caminantes y recuerdos de Julio Vélez.
JUANFER
Agradecimientos por montones para Sonia, Mario, RUMU y Elbacé por sus generosos comentarios a nuestras crónicas, lo que nos motiva a seguir dejando el rastro. Eso si, las caminatas son de cuenta nuestra.
ADELANTE CAMINANTES, QUE TODOS LOS CAMINOS LES PERTENECEN.
Raro que los comentarios siempre cáusticos de Juan Cristobal, Pablo y Don Begow no se han vuelto a ver ni sentir. Por algo será. De todas formas, tengan mucha cautela que nadie sabe cuando atacan.
SARITA - JERONIMO
P.D. QUE EL ODIOSO CHAVEZ PROHIBIO PONER REYES EN EL PESEBRE, QUE PORQUE SI UNO LO MANDO CALLAR, TRES LO TUMBAN
Sres catote.Nuevamente leí las crónicas de abril y mayo y recopilé algunos apuntes humorísticos expresados por uds.Pero lo más fantástico fué el nacimiento de JERONIMO aquel 19 de mayo y aqui salió el primero:"claro estorbando y haciendo nada".El golf,bueno para el estado físico:pero del bolsillo y la chequera.Premio Nóvel de civismo:colocarle el balde al caballo para que orinara,qué tal esa.Señor:ni se le ocurra voltear la página que estoy mirando ese cuerpazo.El palo de ese sr de cachucha roja(lobato)si paga peaje,se pagó con una menta.Almuerzo certificado en notaria valor:$4000 pesos.
Continuará.RUMU
Amigo Juan Fernando y señores caminantes.
Emocionante aquí desde Toronto, poder calentar el frí que hace con el calor de sus escritos y sus fotos, que me recuerdan la patria, esa tan lejana de mí ser, pero siempre pegada al corazón.
Felñicitaciones Todo Terrenos, ya que ustedes le dan una lección a la mayoría d elas personas, esas que sólo pensamosen el ocio, en dscansar y en hacer nada, mientras llegamos a viejos.
Att: Alberto Hoyos
No...pues. Güetes de la dicha con los amables comentarios de todos nuestros lectores. Que emosionante saber que nuestras crónicas, como tazada de chocolate caliente y espomoso, también sirve para calentar el esíritu de don Alberto Hoyos en en el Canadá, país también lleno de hermosa naturaleza. Muy agradecidos de verdad por tanta bondad.
CAMINANTES TODO TERRENO.
FELICITACIONES A LOS CAMINANTES! Desde Toronto los acompano en sus correrias... tal vez dentro de poco pueda estar con ustedes en una de tantas. Los quiere y recuerda... La Lulu
Que verraquera de blog!!! De veraz que me da envidia de la buena "viendolos" recorrer todos esos caminos paisas que tanta falta me hacen. Espero que la proxima vez que vaya a Colombia Juan Fernando me invite a una de sus caminatas!!!
De todas maneras desde Suiza los acompaño en sus travesias, eso si, muriendome de ganas, ademas de la caminda, de comerme unos frijolitos con garra, un sancochito o al menos de unas empanadas, antes o despues de la caminada (mejor despues, no? pa' que dañarnos la caminadita).
Un abrazo bien grande...
Antonio José Restrepo-Zea
Huy Lobatico, que cron ica tan sabrosa, me has hecho reir de lo lindo con aquello de que la buseta iba mas rapido que marrano huyendole a un bulto de helecho y otra que en Girardota pidieron prestados dos presos a Copacabana para las fiestas, ah no pero la del huevo estuvo buenisima, pediste huevos en cacerola tirando paso sobre una deliciosa pista de maiz, no freguez que tremendo sos para escribir y entretener a los
fans de los TodoTerreno.
Un abrazo de la conejita desde los N.J.
Publicar un comentario