CIRCUITO POR LOS CERROS TUTELARES DEL CARMEN DE VIBORAL

Fecha: sábado 16 de mayo de 2009

Caminantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya.

Nombre: Cerros por triplicado

Calentamiento

Por el correo electrónico, o e-milio que llamamos, nos llegó una invitación del grupo de caminantes Despertares, para asistir al circuito por el cerro de la Cruz que hace parte de una cadena de cerros escriturados al Carmen de Viboral. Fue entonces esta caminata la que se ganó la cachiporra que semanalmente hacemos para escoger para donde nos vamos a sufrir, como sabiamente anota Luisfer, “sufrimiento” que en esta oportunidad no sería compartido por Olaya y Josema debido a obligaciones laborales y políticas, respectivamente.

La Norte

Más cumplidos que jubilado para cobrar la mesada, llegamos Juanfer y el suscrito a la terminal del norte con 20 minutos de adelanto. Allí se nos unió Zuluaga con un minuto de atraso, que en él es su hora oficial. El ritual no cambia, primero la asegurada de los tiquetes para el microbus que sale a las siete, y luego el tintico donde Edilma endulzado con medio buñuelote para cada uno y con la pregunta de Edilma con cierto tono de intriga: ¿eh, pero ustedes para donde viajan tanto? ¿Es que son pescadores, o que? Nada de pescadores Edilma, somos caminantes y hoy vamos para el Carmen a despescuezar un cerro.

Virgen del Carmen

En un microbus, por fortuna mas grandecito que los tipo escolar de san Vicente, arrancamos con cupo completo para recorrer en una hora larquita los 54 kilómetros que separan a Medellín de este próspero, atractivo e interesante municipio, llamado la Piedra Azulina del Oriente, en donde los Gómez y los Giraldo les dan cuadra y media de ventaja al resto de apellidos, y la cerámica artesanal saca la cara por los casi 50 mil carmelitanos que se pavonean en los 448 kilómetros cuadrados de extensión.

La hermosa, confortable e iluminada iglesia de Nuestra Señora del Carmen, de todo nuestro afecto espiritual, y que próximamente estrenará un motivo arquitectónico para embellecer su fachada, fue el primer lugar que visitamos. Después de algunas oraciones pasamos al restaurante La Frisolera, también de todo nuestro afecto gastronómico, para ponernos a tono con un delicioso chocolate hecho en aguapanela, como lo mandan los cánones, acompañado por tamal para Luisfer, chorizo para Juanfer y un minirecalenta´o para el suscrito, por aquello de la religiosa dieta. Cuando terminamos les dije: ¡No friegue, falto la foto!

¿Que preguntando se llega a Roma?

A la salida del restaurante le preguntamos al dueño por donde nos íbamos para la Urbanización Quinta Florida, o también la vereda Camargo, puntos de referencia que aparecían en el mapa que imprimimos del mensaje aquel, “Suban hasta la esquina y se van derecho hasta el hospital y por allá vuelven a preguntar y los van guiando”


Esa calle resultó ser el pasaje peatonal más original de pueblo alguno, porque la fachada de muchos locales comerciales está adornada con muestras de cerámicas. Mejor dicho, es el pasaje Carabobo del Carmen, o bueno, eso quisiéramos tener nosotros. Allí se encuentran innumerables minimercados, confiterías, almacenes de misceláneas que huelen a pueblo, almacenes de ropa y cacharrerías que también huelen pero a muñeca de traído de Niño Dios.

Luego de caminar unas 6 cuadras llegamos al hospital San Juan De Dios (benemérito nombre de casi todos los hospitales) Allí le preguntamos a un amable señor por la salida para el cerro de la Cruz y nos dijo que no estaba muy seguro, que le preguntáramos a su hija “la que está montada en la moto” y quien sabía menos que el papá.

Cien metros más y paramos otra pareja que también iban en moto.
Buenos días. Porfa, ¿por donde es la salida para subir al cerro de la Cruz?
¡Mmmmm! ¿el cerro de la Cruz? No señor ni idea.
¿Entonces, por donde queda la urbanización Quinta Florida?
Se miran el uno al otro, ¿Quinta Florida? A si, pero eso esta al otro lado.
No puede ser, si del parque nos mandaron por acá. ¿Ustedes viven aquí?
Si señor.
¿Entonces deben saber donde queda la vereda Camargo?
Más miradas y con un…..”Por allá” con mano extendida al firmamento nos despacharon.
Llegamos al nudo.

Media cuadrita más y otro parroquiano en una moto. Hermano, ¿por donde se sube al cerro La Cruz? Y de una, por esa calle (señalando) pa´ rriba. Listo, mi Dios te pague.

Calle arriba (la señalada) y llegamos a un puesto de empanadas. Pero como caminante que se respete es cabeciduro, le preguntamos a la dueña del entable: ¿Señora, por acá llegamos al camino para el cerro La Cruz? No señor, es por allá (señalando) por esa carreterita, allá donde está la curvita. Dios le pague. Oigan (a los gritos) ¿no van a llevar empanaditas y torticas de chócolo?

Bueno, parece que ahora si vamos por el camino correcto. A las dos cuadras nos encontramos cuatro muchachos a quienes les preguntamos: ¿muchachos, vamos por el camino correcto para el cerro La Cruz? Y en medio de risas nos respondieron que no sabían; que eso queda por el monte. Pues claro, donde más.

Hasta que por fin una señora nos dijo: van bien, volteen allí a la izquierda y se van a encontrar unos rieles, sigan por ahí que esa es la salida para el cerro la Cruz. Bendita sea la señora y la Santa Cruz.

Ahora si sobre rieles comenzamos el ascenso. Arriba de nosotros había un monte pero no propiamente el de la Cruz, al menos eso nos decía Juanfer, aferrado a su memoria, porque esta caminata ya la había hecho con un grupo del banco, así que estos parajes no le eran del todo desconocidos. Insistía en que en aquella oportunidad, lejana por cierto, había subido por una manga en medio de señor aguacero. Hablando de clima, hoy por el contrario teníamos un sol radiante que obligó a la embadurnada de bloqueador, porque ya llevábamos las orejas coloradas y calientes de tanta cantaleta a distancia de nuestras consortes.

Rieles arriba nos encontramos un grupo de obreros de la construcción, a quienes, y por si las moscas, indagamos si íbamos por el camino correcto. El más acucioso nos dijo que si, que no propiamente para el cerro La Cruz, pero que después del cerro que teníamos al frente…. seguía otro…. y luego el nuestro. Que íbamos a pasar por pura manigua pero que el sendero estaba transitable porque es mucha la gente que está caminando por allí. Ay Dios, como así ¿tres cerros?

Olvidaba contar que los cuatro muchachos aquellos venían detrás de nosotros, y en nuestra conversación con los obreros, nos pasaron. Al parecer iban en plan de caminar, pero no propiamente en nuestra dirección, porque de ahí en adelante no los volvimos a ver.

Cerro Bonifacio


Terminada la carreterita entramos a un camino de herradura, que muy ligero se acabó en una casa campesina. ¡No me digan que hasta aquí llegamos! Allí nos recibió un campesino que trabaja en un cultivo de moras de la misma finca. Sin pararse de la silla, y ante la desconsolada pregunta que le hicimos, nos mostró el camino que nos llevaría al cerro Bonifacio, camino que comienza bordeando un extenso cultivo de moras de castilla. Ya ve, muy claras las explicaciones del amable muchacho, las cuales nos sirvieron para comenzar, ahora si con pié derecho, la aventura que nos depararía, no solamente conocer el cerro la Cruz, sino el Bonifacio y el Quebrado, porque como cosa rara, esta vez preguntando no llegamos a Roma, también a Venecia y a Milán.


Despedidos pues con el sabor de algunas moras, y tomando el camino correcto, nos internamos por el bosque nativo a través de una trocha no muy amplia, rodeada a ambos lados por pura naturaleza, con algunos tramos dotados de una pronunciada inclinación que exigía la correspondiente “remolcada” con el cayado de Luisfer, quien iba adelante marcando su paso de saltimbanqui.


El extenso valle que alberga al Carmen, así como alguna parte del pueblo, son nuestra vista permanente sobre el costado derecho de la trocha, los cuales se divisan cuando merma la espesura de los árboles o llegamos a algún altico despoblado que nos permite mirar el horizonte.

El sudor y el calor apuran los momentos de hidratación, la cual se hace con guandolo helado, producto registrado por el Lobato, que incluye pulpitas de limón y tronquitos de hielo, gracias a una exclusiva técnica artesanal. Todo esto convierte al afamado guandolo en un líquido celestial, que en esas alturas sabe a miaitos de ángel o a escupa divina, por donde lo quieran tomar. Eso si, Olayita y Josema saben muy bien que se perdieron. Amén de la caminata.


Que belleza de bosque. Que variedad de árboles, musgos, líquenes y flores exóticas. Que silencio. Que penetrante aroma a naturaleza. Que paz envuelve este momento. Que instante de regocijo alejados del complejo mundo de la ciudad. Que intimidad con Dios. Que sombrío natural que en tramos nos hace parecer como si cayera la tarde. Aquí me podría quedar citando “ques” al por mayor, pero hay que seguir por que nos quedan dos cerros más.

En dos horas llegamos a la cima del Bonifacio, ubicado a 2.600 metros sobre el nivel del mar. Miren pues todo lo que se puede observar desde allí: La Ceja, El Carmen, San Antonio de Pereira, Rionegro y el valle de San Nicolás.

El Remate

A las 11 y 30 de esa radiante mañana continuamos para el cerro El Quebrado. Luego de una bajada no pronunciada entramos a un trayecto plano con algunos columpios. El entorno no tiene muchos cambios y los compañeros de viaje a nuestra derecha siguen siendo los mismos.

Mención especial para el piso de la trocha, que en algunas partes parece un colchón abullonado con hojarasca y musgo, lo que da la sensación de caminar sobre una lona. Hasta Juanfer en un descansito pensó que la tierra estaba temblando.


Luego del plan comienza el ascenso final al cerro la Cruz. Un remate al mejor estilo tour de Francia que nos obliga a pararnos sobre los pedales, fuerte jadeo, camisetas sudadas y estampadas con las marcas de las hojas y troncos. Al final la cima, consistente en un espacio no muy generoso en área, totalmente despejado, una vetusta Cruz que se resiste a caer, con su horizontal amarrado incluso con una prenda vieja, y en su base varias crucecitas hechas más que artesanalmente por los visitantes. Algunas hasta amarradas con espartillos.


Acumulábamos cuatro horas de una muy exigente pero hermosa y gratificante caminata, que nos invitó a arrodillarnos frente a la Cruz mayor y sus retoños, para repetir la oración que espontáneamente Juanfer recitaba a todo pulmón. Emocionante y sentido momento de los muchos que nos depara nuestra actividad. Obviamente con más guandolo, todavía bien helado, hicimos el brindis por la coronación y granadillas como pasabocas.


Para el descenso teníamos dos opciones. Una por donde supuestamente había bajado Juanfer aquella vez, y otra la que indicaba el mapa del grupo Despertares. Al final escogimos la del mapa.

¡¡Agárrense!!


El camino de bajada tiene la misma presentación que el de subida, incluyendo el entorno y la inclinación, pero con un ingrediente nuevo, el piso mucho más húmedo, lo que nos obliga a bajar con mucha calma y con mucha curia, buscando los estribos que la madre naturaleza va creando para sus hijos caminantes.


Hay tramos donde la inclinación es tal que provoca gritar o salir despavorido loma arriba. Por fortuna el chinche de Luisfer, siempre de primero, me va indicando: agarrate de ese tronco, pone el pié en ese huequito, pegate de mi mano, eso es, ya casi, ya casi, listo hermanolo, vio que es fácil. Juanfer por su lado se defiende a su estilo, acumulando resbaladas que le van camuflando el pantalón como si fuera un soldado profesional. Claro que ni yo me escapé de la caída en cámara lenta, (Milagrosa Bendita) la misma que sirvió para bautizar los cortos que estaba estrenando. Mención especial merecen nuestros cayados, que sin hacer bulla son nuestro apoyo en estas bajadas de mi Dios.

¡Ufffffff!

Luego de hora y media, nos encontramos una casa abandonada que nos volvió la tranquilidad, porque si hay casa hay camino y si hay camino hay vida. Así fue, mas abajo estaba un campesino cortando palos para preparar la enramada para un cultivo de fríjol, acompañado por un hermoso y enorme perro, de esos que no tienen un amo sino muchos. Agitando la cola se arrimó a cada uno para ganarse nuestras caricias. Eso le valió una donación de Juanfer para un almuerzo canino, ojala no muy lejano.

Muy cerca de allí encontramos un incipiente camino que al final se convierte en una carretera veredal. Aparecen las casas, las personas, las motos, el bullicio, el polvo. Atrás dejamos intacto ese tesoro que se llama naturaleza y que ahora hará parte de la mochila de nuestro recuerdo y de nuestro archivo de crónicas y fotos.

Sin pesarlo, y para sorpresa nuestra, caímos a la tienda de siempre, la misma que nos ha servido de punto de descanso en varias de nuestras caminatas por esta región. Por fin Zuluaga pudo tomarse su cervecita, Juanfer su piña Postobon (que dicha) a falta del siempre escaso Mr. Tea y el Lobato el restico de guandolo.

Desde allí hasta el estadero Mi Tacita nos fuimos acompañados por una hermosa chica que nos contó vida y milagros. Luego se nos unió Alejandro, un muchacho de la región que llevaba su bicicleta al pueblo para parchar una llanta pinchada. Alejandro resultó ser muy conocer de los cerros lo que nos sirvió para ubicarnos porque andábamos despistados por el hecho de haber llegado al mismo punto de partida. La ayuda de Alejandro le sirvió para que se convierta en el heredero de la bicicleta de la familia Echeverri. El único requisito es que consiga como traerla de Medellín y listo.

La hora de Cristo

A las 3 y 30 de la tarde pisamos el parque principal del Carmen. Lo primero fue el reporte al dueño de la iglesia donde rezamos, y lo segundo el reporte al dueño del restaurante donde desayunamos quien nos recibió con un espumoso “ustedes son muy berriondos”.

Sentados a manteles, luego del lavado general de manos, brazos, cabeza y cara, para quedar medio presentables, quedamos en manos de un delicioso mondongo que no tuvo más remedio que rendirse ante el filo que ya cortaba. Entre claro con bocadillo y tintico el único tema fue la hermosa caminata que sin querer nos encontramos. Cuando terminamos nuevamente les dije: ¡No friegue, falto la foto!

Reflexión

Al interior del restaurante hay un elegante letrero que dice:

“Las ironías de la vida. Medio mundo empeñado en hacer dieta, mientras el otro medio se muere de hambre”

Que conste que la mía es por orden médica.

Colorín Colorado……

En la original Terminal de Transportes tomamos el microbus que ya salía para Medellín, a donde llegamos tipo 6 de la tarde, convencidos de que no siempre preguntando se llega a Roma.

Reconocimiento especial

Para nuestra patrona. La Milagrosa

Hasta la próxima.

Jorge Iván Londoño Maya

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Eavmaria Lobatico, que belleza de cronica ois, es que si no le queda a una mas que llegar a pegarse un bañito despues esta, quede tan untada de sudor, tierra, hasta unos espartillos me los traje entre las medias. Que sabrosas y amenas son tus cronicas, no se puede dejar de caminar y sentir los oleres de la tierra cuando nos llevas con tu pluma.
Oiga, pero eso, jamas los habia visto tan preguntones o envolatados en una caminata, menos mal y no se encontraron con un Bogotano, por esos no dan una buena, jajajajajajaja.
Lobatico gracias por dibujarnos los paisajes y permitirnos vivir la belleza de nuestra hermosa tierra.

Conejita.

Anónimo dijo...

Lobatico, se me olvido algo, usted estara a dieta pero yo, no, asi que hagame el favor y no me prive de los quesitos y arepitas de chocolo que tanto me gustan, unos frijoles con chicharron de 100 patas, para la caminata de mañana pilas pues!!!
Una vez mas, eres maravilloso escribiendo las cronicas, razon tiene el desvertebrado cuando dice que mejor que no te dedicaste a escribir, segurito Lobatico que nadie te pondria la pata como dicen.

Conejita.

Elbacé Restrepo dijo...

La verdad yo no camino cuando leo, entonces no sudo ni me empantano, pero ni se imaginan el hambre que me da!!! Y la envidia de lo que se comen.
Celente crónica!!! Felicitaciones!

Anónimo dijo...

Elbace, lo que pasa, sucede y acontece, es que la Conejita, suda, se empantana y demas, porque al leer las cronicas, se las goza, disfruta y vive con el alma,antos,
quedo igualitica que mis queridos "Caminantes".

Coneja.

Anónimo dijo...

Mire ud Jorge Iván,como la Conejita y Elbacé se están tirando y es que vos siempre dejás cosas importantes en éstas crónicas.Lobato,la madre naturaleza no crea"estribos"en el sector agrícola las llamamos"terrazas".Los estribos hacen parte de la "montura"y son fundamentales para que los jinetes apoyen los pies y son de diferentes formas y cuando hablamos de ésto me refresca la memoria de las cabalgatas en Puerto Berrío.
RUMU

Jorge Iván dijo...

Valga la aclaración al comentario de RUMU. en los tramos de descenso que tienen una fuerte inclinación, desaparecen las terrazas hechas por las manos benditas de quienes acondicionaron aquella trocha, pero por fortuna uno encuentra unos huequitos o piedras y hasta bejucos que prestan el mismo servicio de un estribo.

Anónimo dijo...

No, no y no...ese Tío Lobato si es mucha pluma pa'verraca. Nosotros tan chiquitos no podemos ir a esas caminatas dice el abuelo, pero con lo que dice el tío, quedamos más que conocedores y empapados de las mismas.
Felicitaciones tío Lobato,

SARITA - JERONIMO - SAMUEL

Anónimo dijo...

Queridos amigos Todo Terreno:

Nunca será ponderada en exceso la pluma de Lobato. Parece que para describir y narrar, tuviera e-milio directo con los ojos, las suelas y el corazón del camintante. ¡Hermosa crónica, Jorgeí, que Dios te pague!

Siempre me pregunté cómo encuentran ustedes el camino. Hoy Lobato con buen juicio de cronista se vuelve historiador y nos enseña que, a la ida, el camino es marrullero y esquivo y hay que levantarlo con paciencia. Como a mujer coqueta. Y cuando se adentra firmemente en él, acoge y abraza. Como mujer amante.

Por favor, en la próxima entrada al templo me saludan al Señor y a la Virgen.

Luismú

Elbacé Restrepo dijo...

Conejis, no crea, yo también me unto, disfruto y me canso con los TT, pero lo único que me hace suspirar es el almuerzo. Me dio como una rabiecita delgadita que nos humillaran con ese sancocho. Casi me le tiro en plancha a esas yucas nadando en ese caldo, ayyyy, no, sabe qué? dejemos así que me volvió a dar hambre, estoy que me como una mano.

Anónimo dijo...

Que sera mejor entonces querida, ser esa precita de pollo, caldo y demas viandas, pa que se lo disfruten o causar la mortal envidia de que lo vean a uno saboreandose semejante manjar. Yo creo y lo mejor sera hacer una competencia con estos muchachones
y ver quien le da mas duro a la muelamenta, pa mi que vos y yo, somos mas tragonas que los T.T.

Lobatico, oigame y que paso con la cronica de esta semana, estamos como atardecidos, pilas pues!!!

Conejis.