Caminata La Unión - Ovejas - San Jerónimo
Fecha: sábado 13 de junio de 2009
Caminantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, José María Ruiz Palacio, Pedro Nel García Arroyave y Jorge Iván Londoño Maya.
Nombre: Pantano Surtido
El Carreteo
Pedro Nel, curtido en caminatas y antropología, y quien esta vez nos acompañaría por segunda ocasión, nos había comentado sobre este recorrido, el cual, tanto él como Juanfer habían hecho pero de manera parcial. Así que como a toda caminata le llega su sábado, y contando con la ayuda del mapa virtual sacado del sombrero de Josema, procedimos de conformidad. Lástima que Carlos Olaya Betancur no pudiera acompañarnos por compromisos laborales, confirmándose que tinto mata…….
De Modelos
Muy cumplidos llegamos a las 6 y 30 de la mañana al puente peatonal que une la estación Caribe del metro con la terminal de transportes del Norte. Allí nos esperaba Juan José, fotógrafo profesional enviado por la Revista Nueva, para hacernos unas tomas que ambientarán nuestra segunda aparición en dicha revista, gracias al interés que su amable Directora Viena Ruiz ha mostrado por nuestro grupo y el sentido ecológico de nuestras caminatas.
Cada quien sacó de su interior la onza de “juanpablollano” que todos llevamos escondido para sacarlo a relucir en ocasiones como esta, porque no sea crea, los caminantes también tenemos nuestro caché. Así que nada de tiesos y alguito de majos, seguimos las instrucciones de Juan José, quien armado de tremenda cámara, y ante la mirada de algunos curiosos, no nos quitaba el lente de encima.
Bueno muchachos, en grupitos de dos
Los más altos atrás.
Andando, clic, andando, clic, eso es,
Ahora paraos y mirando al frente, clic
Muy bien
El Trece
Luego de quince minutos de modelaje entramos a la Terminal para comprar los tiquetes en Expreso Belmira y acompañar la espera con un delicioso tinto. Por cosas del azar, nos correspondió la salida 13 y era sábado 13. La buseta se peló por un número, porque era la 014. A las 7 en punto marcamos la tarjeta de salida rumbo a San Pedro de los Milagros. Nosotros nos quedaríamos en el caserío La Unión, o sea a mitad del camino.
Caserío la Unión.
Luego de 45 minutos de un apacible viaje llegamos a La Unión, un puñado de casitas que no les alcanza para figurar como vereda. Un letrero de “Pandequeso Caliente” nos atrajo para tomar un ligero desayuno, atendiendo así la saludable recomendación de Olayita hecha en la caminata pasada, con el argumento de que lo consumido durante la caminata es suficiente para conservar las calorías y no llegar de sal de frutas en mano al destino final.
Como coincidimos con un grupo de estudiantes de veterinaria de la Universidad Nacional, nuestro pedido se demoró más de la cuenta. Así que luego de varios minutos de espera, la mesa, otra vez redonda, quedo servida con cafés con leche, algunos pandequesos calientes y pasteles de pollo acompañados de un enorme frasco de ají del cual sólo quedaron unos pedacitos de cebolla junca estampados sobre el vidrio. Pagada la cuenta partimos rumbo al corregimiento de Ovejas, por una carretera angosta, destapada y con muchos charcos gracias al aguacero de la noche anterior. Me imagino la piedra del tendero al ver el frasco de ají desocupado y la lógica expresión: ¡Ajijuemadres caminantes!
Los hatos lecheros
El corregimiento de Ovejas se caracteriza por hermosos paisajes, conformados por hatos lecheros. El verde verde de sus pastos resalta con el blanco y negro de las vacas Holstein que pastan sin ninguna premura. Las fincas lecheras abundan por estos parajes, por lo que los carrotanques van y vienen recogiendo el delicioso líquido.
A menos de un kilómetro encontramos las instalaciones de la empresa de lácteos El Zarzal, famosa por su quesito. Así mismo nos encontramos con algunos miembros motorizados de nuestra Policía Nacional, a quienes hay que reconocerles su presencia, garantizada en la mayoría de nuestras caminatas.
Ovejas
En 40 minutos recorrimos los 4 kilómetros que nos separan de Ovejas, corregimiento de San Pedro, de una sola calle que evoca el pasado de los pueblos antioqueños, pues tiene la capilla dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro, rodeada por una placita que alberga varias casas y negocios, muy cerca el cementerio y el colegio. La capilla se encontraba bellamente decorada con arreglos de rosas de varios colores.
A la salida nos encontramos con dos jóvenes que iban con sus bicicletas especiales para la práctica del Downhill o descenso de montaña y quienes compraron los tiquetes para la buseta que precedía la nuestra.
Para el horizonte
Dejamos atrás a Ovejas y nos enrutamos hacia el occidente buscando el fin del altiplano y el comienzo del gran cañón del río Cauca. Como todavía estamos en predios del llano de Ovejas aparece un extenso y fértil cultivo de papa con forma de pirámide y que sirve de motivo para el lucimiento fotográfico de Josemaría, quien a diferencia de Juan José no requiere de dar instrucciones para “cuadrar” a sus modelos de turno.
En uno de los columpios nos encontramos con unos campesinos quienes nos indicaron que había tres caminos para llegar a San Jerónimo y que en su momento encontraríamos quien nos indicaba el mejor. Olvidaba anotar que en un atajo que cogimos en este tramo, Juanfer tuvo su primera resbalada, con consecuencias que fácilmente salen con agua y jabón El Rey.
A esta altura el clima era benigno. Unos tímidos rayos de sol sugirieron la embadurnada de rigor, tocándole en esta oportunidad a Pedro disfrazarse de mimo, obviamente sin imitar los pasos del cliente de turno porque la propina es escasa.
Alcanzada la cima volvimos a encontrarnos con nuestro par de amigos, los intrépidos ciclistas, quienes se preparaban para afrontar el descenso, no falto el protector de hombros, de rodilla, de codos, el casco, guantes, una muy buena dosis de arrojo, adrenalina y juventud y nada de hígados. Conocedores como tal de estos caminos, nos indicaron que teníamos dos opciones para llegar a nuestro destino, por lo que escogimos la más larga, que a su vez nos garantizaba no tener que caminar por la carretera vieja sino terminar por una trocha hasta las propias calles del pueblo. Nuestros incógnitos amigos, porque nunca supimos sus nombres, nos indicaron además, que como había dos bifurcaciones, nos rayarían sobre el piso una flecha indicando el camino correcto.
Habríamos dado veinte pasos, cuando nos encontramos a tres hermanitos, dos niños y una niña, que llevaban sobre sus hombros de atado de leña para la casa. El menor cargaba dos palitos, acorde con su edad y estatura. Que cuadro, que enseñanza. Los hicimos parar para regalarles bombones y algún dinero por parte de Juanfer. Siguieron felices por su labor y lo recibido. Y pensar que uno le pide un favor a un hijo y……….
Neblina y cebolla
Igual que al dólar, nos esperaba un fuerte descenso hasta el propio cañón del río Cauca, es decir, de 2.300 bajaríamos a 780 metros sobre el nivel del mar. La bienvenida a este tramo de la caminata estuvo a cargo de un manto de neblina que nos impide ver el imponente paisaje, reservado para los días de verano. Como aún estamos en tierra fría, continúan los cultivos de hortalizas y legumbres, destacándose el cultivo de cebolla junca como el fuerte de la zona. Sin ningún esfuerzo el visitante se encuentra con un cultivo de cebolla y al lado uno de cilantro y un poquito más allá dos palitos de ají, por lo que recomendamos llevar un cuchillo bien afilado y un frasco para preparar el ají directamente en la fuente
La amplia carretera inicial, esa misma por la cual fuimos “botados” por nuestros amigos sin hígados, se fue estrechando para convertirse en un hermoso sendero, adornado con enormes carboneros y con las caprichosas figuras que formaba la constante neblina.
Luego de pasar por algunas desviaciones, y de escoger la verdadera, por lógica caminera reforzada con una pizca de sentido de lavandera, (aquella que nos encontramos en Botero) llegamos a la “Y” más complicada, la misma que nos había sido advertida por nuestros amigos, pero en el piso estaba bien marcada la flecha, por lo que tomamos por el rumbo correcto. Si ve pues, palabra dicha palabra cumplida.
Yegua Albina y Barro Colorado
Mucho más abajo, en cualquier curva de la vereda Buenos Aires, estaban unos campesinos que cargaban unas bestias con adobes de cemento. Dijo uno de ellos que el pésimo estado la carretera impedía el paso de los camioncitos y por eso tenía que llevar el material a lomo de bestia. Una de las bestias tenía pinta de alemana, mona ella, tirando a albina.
Luego de la despedida y el regaño de rigor por parte de Juanfer a los campesinos, por el sobrepeso con que estaban cargando los pobres animales, seguimos falda abajo, estrenando a ratos barro amarillo y en otros el rojo. Había tramos en donde el lodazal era de lado a lado, así que no había por donde escoger punticos medio secos. A todas estas, y al igual que en la caminata de hace ocho días, comentábamos como iba a ser el ingreso al metro y luego a nuestras casas, con semejante pantanero.
Al rato nos alcanzaron los campesinos con su recua, por lo que Juanfer aprovechó para reforzar el regaño, que obviamente no sirvió, porque la carga era la misma. Mas adelante encontramos la segunda flecha de nuestros amigos, que nos sacaba de la carretera con pura tierra colorada, y nos metía a un canalón o camino real, de pantano amarillo. Hablando de nuestro amigos, durante todo el recorrido las huellas de las llantas de las bicicletas eran nuestras permanentes compañeras, lo cual, aumentaba nuestra admiración por la práctica de ese deporte. No solamente en esta, sino en varias caminatas hemos encontrado practicantes de este deporte extremo, montados en sus caballitos de acero, acondicionados especialmente, por lo que Juanfer no regaña. Menos mal.
Se nos perdió Juanfer
Íbamos muy bien, cuando llegamos a una parte muy empantanada. En ese momento desde un filo un campesino nos indicó un atajo para evitar el paso malo. Todos, menos Juanfer que siguió por el camino, acatamos la recomendación del atajo. Josema y Pedro Nel arrancaron filo abajo como escueleros cogidos del día y Luisfer y el suscrito bajando a mi propia velocidad, o sea 4 pasos por minuto. Eso si, no oíamos nada de Juanfer, hasta que unas dos cuadras abajo lo encontramos parado en un espacio abierto que no tenía salida, por lo que tuvo que hacer las veces de maromero y montarse por encima de un barranco para llegar a donde estábamos. El descenso lo continuamos a paso de monja con tenis con todos los cuidados del caso. Al final aquellos nos estaban esperando cámara en mano por “si dan papaya”. ¡Valiente atajo!
Agua Dios Misericordia
El clima nublado y frío todavía, eso si, delicioso para caminar, cambió de un momento a otro, al largarse señor aguacero, que nos obligo a estrenar las chaquetas color gris plata que nos dio Luisfer de aguinaldo en diciembre pasado. Siempre duraron el semestre con el precio puesto, lo que indica la buena patrona que tenemos. No crean, las chaquetas vienen con su pantalón compañero, estilo bombacho, para ponerse encima del que se trae puesto. El único que se uniformó fue Josema, aprovechando que entramos a una casita dizque a escampar. Hasta la señora de la casa, con esa cordialidad campesina nos dijo: “si quieren les hago un sancocho mientras escampa”, muy amable señora pero el camino es largo y tenemos que seguir.
Juanfer venía abrigado con su tradicional capa (al menos acató a echarla) y Pedro Nel, en la mejor imitación del kurdo, sacó de su morral una sombrilla azul que de poco le sirvió, porque de todas formas se pego su buena empapada. Eso si, iba muy elegante pantanero abajo.
Paisajes, Derrumbes y cunetas
Luego de superar la duda que nos generó la entrada a un atajo, que por poco nos saca de la carretera, entramos al tramo final que nos llevaría a la carretera vieja para San Jerónimo. Ese tramo que comienza estrecho, se convierte más abajo en carretera veredal. Carretera que carece de canaletas, por lo que el agua corre desbocada y sin ninguna dirección, socavando el piso, arrastrando el material y dando lugar a profundas cunetas cuyas paredes se van desmoronando con el peso de las personas. Si las Autoridades no toman cartas en este asunto, muy pronto los pobladores de todas esas veredas no tendrán por donde transitar.
Como si fuera poco aparecen los derrumbes, uno de ellos de grandes proporciones pero que fue limpiado para permitir el paso de los campesinos que suben y bajan. En varios derrumbes de menor tamaño pudimos observar, en vivo y en directo, como caían algunas piedras así como material arenoso. Cuando escampó y el horizonte se despejó pudimos observar el río Cauca al igual que Santa Fe de Antioquia.
El Tramo Final
Luego de 5 horas y media caímos a la vieja carretera para San Jerónimo. Por recomendación de nuestros amigos, cuyas huellas de las bicicletas no volvimos a ver porque las borró el aguacero, caminamos media cuadra y luego nos entramos por un sendero que nos llevaría directamente hasta el pueblo.
Mientras Luisfer, master en doblar capas y chaquetas, nos volvía las chaquetas a su empaque original, nos alcanzó Marleny, una señora que trabaja en el pueblo y que nos siguió el paso como si nada.
Al comienzo este camino tiene su pendiente, pero luego se va aplanando, tiene algo de barro, pero predomina la piedra. Llama la atención una cruz blanca ubicada a un lado del camino, con un nombre femenino y una fecha reciente. Marleny nos contó que en ese lugar ocurrió hace tres meses la muerte trágica de una menor de edad de 16 años.
El silencio del caminar, porque a estas alturas ya no hay tema ni alientos, se interrumpió por el “ay, mi zurriago” de Luisfer. Claro, lo había dejado en la parada que hicimos para doblar las chaquetas, comenzado este camino, por lo que no se justificaba devolvernos, máxime que tenía dos repuestos más en su casa. No faltó quien sugiriera un réquiem por el fiel zurriago.
Por fin aparece el plan, el pueblo y con él las fincas de recreo con sus deliciosas piscinas, no importa que no haya sol. Llegan los palos de mamoncillos pero sin cosecha, algunos caídos en el piso que no apetecían, aparece el calor y el ambiente de tierra caliente.
San Jerónimo
El recibimiento en las primeras calles del pueblo estuvo a cargo de los mototaxis que parecen cucarroncitos saliendo de todas las esquinas, algunos dotados con tremendos equipos de sonidos. Caminamos unas tres o cuatro cuadras para llegar al parque y completar así las seis horas y media de caminata. El reloj marcaba las 2 y 45 de la tarde cuando entramos al templo de San jerónimo, dedicado a Nuestra Señora de la Candelaria.
Luego de agradecer tanta misericordia, porque no crean, el riesgo de una caída es alto, pasamos al pequeño parque para mirar los bustos de Bolívar y Atanasio Girardot y ubicarnos en una de las heladerías para refrescarnos con algo diferente al guandolo, el agua, los bocadillos y las granadillas que hicieron parte del menú caminero, para comentar los pormenores de la caminata, adivinar cuando será que viene la conejita, para ver pasar las chachas y para que Juanfer se quitara los zapatos y le diera descanso a sus ampollados dedos, gracias a las piedritas, que a modo de penitencia, traía metidas entre las botas. Ah, y para mostrar las medias verde chillón con el escudo del Nacional.
Entre otras, y para que no nos quedemos sin saber a donde fue que llegamos, les cuento que San Jerónimo es uno de los cuatro Doctores originales de la Iglesia Latina. Padre de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia al latín. Presbítero, hombre de vida ascética y eminente literato. Ese día el pueblo tenía 11.464 habitantes y 5 caminantes. Su economía está sostenida por la ganadería, las frutas y el turismo.
Aquí Conchita
Acatando la recomendación del tendero buscamos el restaurante “Aquí Conchita” una agradable y enorme caserón, adornado con antigüedades y en donde quedamos a merced de Daisy, robustica ella, de hermoso ojos azules y una amabilidad que también se mide en kilos.
Recuerden que el desayuno fue franciscano, por lo tanto el almuerzo, ni de fundas, será lo mismo. Por la estrecha mesa de seis puestos desfilaron sopas de albóndigas, consomé de bagre para Pedro Nel y fríjoles para el Lobato. Para el seco todos de aposta nos pusimos de acuerdo y pedimos eso. No faltó la jarra de claro helado y el puñado de bocadillos. ¿La cuenta? salgan corriendo…. $42.000 por todo
Para Medellín
Con las “últimas” para Daisy, a media cuadra abordamos una lujosa buseta línea Light, último modelo, afiliada a Sotrauraba. Por fortuna nos toco puesto para todos en el mismo fogoncito.
En una hora estábamos llegando a la estación Vallejuelos del metro cable, a la cual se llega por unos 50 escalones que baje como una parturienta, acompañando cada escalón con un quejido.
Por fin todos en el metro cable, acompañados de señora e hija que por su peso hicieron inclinar la góndola para la izquierda, por lo que algunos, como Pedro Nel, iban muy a gusto.
En la estación San Javier nos despedimos de Juanfer, no sin antes Josema sacar a relucir sus dotes para tomarle una foto a una familia completa que buscaba un fotógrafo caritativo; le advirtieron, eso si, antes que nada tenía que salir una de las góndolas.
Luego pasamos al metro, como siempre muy bien acompañados, claro que con estas pintas uno se hace el que no lo están viendo. Que Pena con esas muchachas y con los señores del metro.
En el camino para la casa pensaba en el par de intrépidos amigos que tanto nos ayudaron. Así que en donde se encuentren un agradecimiento muy especial de estos caminantes, que a diferencia de ellos, si tenemos hígados y encebollados que saben mejor.
Hasta la próxima
Jorge Iván Londoño Maya.
9 comentarios:
hoy si salto la liebre de primera, y estoy mas empantanada que estos mis queridos caminantes, Lobatico que cronica tan chevere, claro como siempre, no fallas con excelentes relatos, pero en esta si les fue casi que como a los perros en misa, estuvo fuertecesita, pesada mejor dicho por lo duro del terreno y la lluvia, pero para eso se hicieron los Caminantes Todo Terreno para
amansar los caminos.
Asi que tratando de adivinar cuando llega la Conejita, pues bueno, ya les avise y prontico nos daremos una de padre y señor nuestro, adonde me iran a llevar, que maldita dicha!!!
Mi Lobatico, pa'que, pero eres mi cronista favorito!!!
Se gano un besito, MUA!!!
Conejita.
No puedo dejar pasar la buena nueva de la REVISTA NUEVA, que lujo se dara la revista al tener a mis CAMINANTES TODO TERRENO, segurito y me los sacan en la portada, habra que guardala como
solo se guardan los mas hermosos
"Tesoros escondidos."
Conejita.
Caminata sufrida y para iniciar un anecdotario,uds son geniales.Para el regañadientes que cambie de medias que le va mejor y continúe más bien con sus bondades.
Jorge Iván,no se con que intensidad caminan uds,pero eso de"CAMINAR"km en 10 minutos me suena como a trotar.
RUMU
Tío Lobato. Nos quitamos el chupo, el tetero y los zapaticos, para saludar tan hermosa y completa crónica a tu mejor estilo. Que maravilla y que orgullo tenerte de tío, con esa pluma encabada en cedro del mismo Líbano, la cual se moja en la mejor paleta del más fino artista Florentino, para pintar y describir paisajes.
Felicitaciones,
SARITA - JERONIMO - SAMUEL
Para completar tan agradable crónica, ingrese al siguiente link para que vea todas las fotos.
http://picasaweb.google.es/sietenpunto/LaUnionOvejasSanJeronimo#.
Ahora si me gusto.
Es que una cronica de estas sin la mencion gastronomica, no sabe a NA.
Feliictaciones mis muchachones. Les cuento que me dio muchisima nostalgia la mencion de los ciclistas, pues este es mi deporte favorito y tuve la oportunidad de trocharme muchisimas rutas montaneras. Eso si, esta nunca la hice.
Un abrazote SENORES CAMINANTES
KALMA
Hola chicos:
En las fotos de la entrada al pueblo por "la Raya", que así se llama el sitio, lástima que no hubieran tocado la puerta en la segunda casa a la izquierda, la de puertas azules, con paredes naranja y verde, para que mi primo Pacho les hubiera mostrado en detalle la joya de casa que habita, modelo arquitectónico de la época de la arriería, pero remozada, pintada y restaurada de la mejor manera; cada año es visitada 2 veces por las Facultades de Arquitectura de la Nacional y UPB; fue construída cerca de 1840 por mis tatarabuelos, a quienes no conocí, advierto, para evitar chistes pendejos.
Por separado les remitiré unas foticos de esa casa, para que la próxima vez la visiten.
Sobre los caminos que se acabarán si no se les pone mano, creo lo mismo y eso he oído decir desde hace 60 años, de manera que hasta razón tendrán...
JuanCé
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