Guayabas, agua y desidia oficial
Santo Domingo - Alejandría
Caminantes:
Luis Fernando Zuluaga Z. (Zuluaguita)
José María Ruiz P. (Chema)
Juan Fernando Echeverri C.. (Juanfer)
Ausentes por fuerza mayor:
Jorge Iván Londoño M. (El Lobato)
Carlos A. Olaya B. (Olayita)
¡Esto sí es mucho amor al arte y a los caminos!. Son las 5:20 am. y uno aquí montado en un vagón del Metro de Medellín, listo a aterrizar en la Estación Caribe donde quedamos de encontrarnos Los Caminantes Todo Terreno a las 5:45 am., fin atender nuestro compromiso sabatino de caminar por la naturaleza y la salud, tocándole hoy al trayecto Santo Domingo a Alejandría, es decir 20 kilómetros de puro verdor, historia y costumbrismo, ya que el primer municipio mencionado es la patria chica de Don Tomás Carrasquilla, terrenos que ya han sido tocados por nuestras plantas, calzado y cayados.
Ahí metido y arrastrado por el tumulto de gente que se bajaba del Metro a esa hora, distinguí como a unos cuarenta metros más delante la figura inconfundible e irrepetible de Chema, mi compañero de patoniada a quien acelerando un poco el paso alcancé.
Nos dimos el saludo de rigor, lleno de camaradería el cual se ahogaba en medio del bullicio de la estación y avanzamos hasta los torniquetes a la espera de Zuluaguita, quien apareció dos trenes más tarde y siendo las 5:45 y 23 segundos, es decir más cumplido que Senador de El Polo citado para un debate.
Se repite el saludo pero multiplicado por tres y sin mucho misterio, tomamos el puentecillo peatonal que une la estación con la Terminal del Norte o Mariano Ospina Pérez, la cual debido al puente del 11 de noviembre, presentaba una buena concurrencia de pasajeros en potencia, muchos de ellos desquitándole cualquier minuto al sueño perdido ante la madrugada de celador, recostados en una banca o hasta de pie contra cualquier muro o columna.
Dimos un rodeo por la estación, ya que teníamos dudas de la ubicación de la Flota Santo Domingo, la cual ubicada entregamos a Chema el case (vaca) para los gastos y procedimos a comprar los tres tiquetes, rumbo a “La Tierra del Costumbrismo”, procediendo luego ahí en uno de los puestos que existen en la estación, despachar de carrera unos traguitos para darle contentillo al desayuno que nos esperaba en el terruño de Carrasquilla.
Muy cómodos y a bordo de una bien tenida buseta de Santo Domingo, enfilamos tendido de llantas sobre la “autopista norte”, la que fuimos devorando a buen paso en medio del contaminado ambiente de ciudad, que se tornaba más pesado ante el frío de la mañana, el color plomo del cielo, combinado con unas franjas amarillentas que lo cruzaban.
Zuluaguita y Chema quedaron juntos en el lado izquierdo de la buseta y el “sustecliante”, en el lado derecho, es decir el opuesto, tirando ventanilla y todo en compañía de un señor muy simpático, quien no tubo empacho para empezar a botar corriente, pero buscando no hablar muy duro para no despertar a la Milagrosa y al Padre Calixto quienes venían en nuestros morrales.
Su nombre; Jairo Ernesto, natural de Santo Domingo y quien reside en Bello donde tiene un negocio de revueltería, pero cada quince días visita a sus padres quienes viven en la Vereda El Rosario allá en Santo Domingo.
Así, “tirando más lengua que un perro tomando leche”, el cuarteto se fue desplazando por toda esa ruta verde ya tan conocida, mientras la buseta bajaba y subía pasajeros. Ni cuenta nos dimos, cuando llegamos a Molino viejo para doblar a la derecho y arrancar a trepar por la “recién” pavimentada carretera, la cual en tramos mostraba un prematuro deterioro, rumbo a nuestro destino, interrumpiendo a ratos nuestra tirada de verbo, para admirar el paisaje, lleno de belleza y ausente de sol. Esperemos que no nos llueva.
Entramos a las estrechas calles de Santo Domingo en medio de sus casas viejas muy bien tenidas y remozadas con pintura reciente sobre sus fachadas, donde nos bajamos todos los ocupantes de la buseta ahí cerca del parque y al frente del Restaurante y Residencias Doña Rosa, al cual dirigimos nuestros pasos con la misma velocidad que se nos perdió Jairo Ernesto de quien no tuvimos ni modo de despedirnos.
Ingresamos al restaurante, que estaba solito en grima, con la excepción de una niña que devoraba un tazón de chocolate con galletas y quien nos miraba con sus ojitos repartidos el uno a la taza y el otro a los visitantes, que ingresaban al lugar saludando y haciendo notar su presencia.
En esas sale la “doñita” que ya nos conoce y echándose la bendición gracias al nombre de Dios carnudito que haría con nosotros, nos tomó el pedio casi parejito con su saludo. En cosa de minutos, teníamos ante nosotros un trío de tazas de chocolate, cuñadas por huevos revueltos, arepa y quesito, alimentos que no tuvieron tiempo ni de encomendarse al Creador.
Ya en la calle y ante la mirada atenta de los parroquianos quienes nos ven como visitantes muy importantes, dirigimos nuestros pasos al muy bonito templo de Santo Domingo de Guzmán, cuya construcción se inició en 1868 y que posee la bobaita de nueve puertas y cuatro altares hermosos, labrados en madera, verdaderas joyas de arte religioso.
Dimos gracias al Gran Arquitecto, salimos al atrio, mientras Chema hacía sonar el clic de su cámara. Ahí, en medio de los típicos toldos de nuestros pueblos, infortunadamente en vía de extinción, tuvimos tiempo para echarle una mirada de lejos al parque, a la fuente de los perros, a la casa donde nació Don Tomás Carrasquilla, sometida hoy a una lenta restauración y hasta ayudar con las ventas de carne de cerdo en uno de los toldos.
“Buenos día señor, ¿cierto que esta es la salida para Alejandría? Pregunto el Zuluaguita. Sí mi doncito, siga derecho y allá donde están haciendo la feria de ganados ahí va a ver el puente más adelantico a la derecha sigan por ahí no “masito” y esa es la carretera a Alejandría.
A pié de letra seguimos las instrucciones y fuimos avanzando bajo un cielo que seguía gris y friolento, pero que ya mostraba sus lamparones azules como de componenda y apertura al día, al tiempo que teníamos que ir sacándole el cuerpo a los pantanos y charcos, en un terreno totalmente destapado y ahí en plenas goteras del pueblo. ¡Increíble!
Efectivamente en cosa de minutos estábamos frente a la construcción que se adelanta de la feria de Ganados, la cual parece pinta de buen tamaño y calidad, ante la tradición ganadera de éste municipio y que tendrá según un aviso allí fijado, un costo de $1.133.000.000.00 (ya voy Toño,... pues yo que digo...)
Dejando atrás la construcción ahora si tomamos la carretera en muy mal estado, mientras allá a nuestras espaldas se iba quedando el pueblo, en una vista muy hermosa, enmarcada entre barrancos y bosque, todo resaltado por las hermosas torres del templo que parecen arañar el cielo, mientras Chema le pone oficio a su cámara y Zuluaguita, le mostraba otros ángulos, ya que también tiene ojo de fotógrafo.
Poco a poco el sol fue como medio apareciendo entre las oscuras nubes que se negaban a darle espacio al azul del firmamento en su plenitud y los primeros rayos cayeron sobre nosotros, pero a una temperatura agradable, que motivaba nuestro “paso de perseguido pero no muy nervioso”, lo cual no era óbice para dejar de admirar las casas del camino, las flores, escuchar el canto de los pájaros, admirar las filas indias de las hormigas arrieras cargadas con sus pedacitos de hoja cortadas uniformemente en forma de media luna.
Divisar el paisaje, saludar las aguas y pequeñas cascadas repetidas a la vera del camino y poder comprobar la cantidad de árboles de guayaba que serpenteaban como cercas vivas en los alambrados que defienden las propiedades, dejando ver sus frutos amarillos y tiernos.
¿Quién dijo guayaba? No las habíamos terminado de ver, cuando ya Zuluaguita y el Chema estaban esgrimiendo sus cayados para tumbarlas y con avidez devorarlas sin compasión. Dulces, deliciosas, sanas y sin gusanos. Ese fue nuestro común denominador en casi todo el recorrido, de ésta hermosa caminata tan llena de agua, de guayabas y de la desidia oficial con una carretera que es algo menos que una trocha, sin importar la trascendencia económica de la región y de sus habitantes.
Nuestra marcha era constante al igual que nuestra conversación, la cual toca todos los temas habidos y por haber, sólo medio puesta a marcha de tumbo, por algo que pueda tocar con la Biblia o con una lima “vieja” (eso dijo Chema) que nos encontramos en el camino, encabada en forma curiosa y con gran imaginación por algún campesino que la había perdido, es decir, creo debió amolar su rula hoy, contra cualquier piedra.
“De pronto, como el roce de un ala sobre el viento, una pregunta de un poeta le hace cosquillas al profundo silencio”: ¿Ven ese pájaro en ese estacón? ¿Cuál pájaro? Exclamó Zuluaga. Ese rojo allá en ese estacón insistía Chema...Yo no veía nada.
Con paso fino y cámara lista para ser disparada, se acercó chema al estacón, pero nada, no era un pájaro...sólo un pedazo del estacón al cual en su parte superior le habían dado unos brochazos con pintura roja, lo cual arrancó las risas de los tres alegres amigos y caminantes.
Devorando el camino, devorando guayabas, devorando temas de toda índole y devorando paisaje, al ritmo del clic clic clic de la cámara, fuimos los caminantes dando buena cuenta de las distancias. No nos importaban las piedras, el pantano, los charcos ni los carros que a ratos hacían detener nuestras marcha, incluyendo los carros de escalera o líneas (mal llamados chivas) que pasan atiborrados de parroquianos que necesitan desplazarse a las cabeceras con sus productos o a trabajar o a mercar, pero a quienes la desidia oficial ante la carencia de vías de comunicación, les hace la vida muy difícil. ¡No hay derecho!
Que cantidad de aguas, que cantidad de guayabas las que acompañaron nuestra marcha, en esa bonita y fresca mañana, acompañada en gran parte por esa serpiente amarilla y bravía del río Piedras. Casas del camino con su humo, sus habitantes con sus saludos y sus huertas. Algunos perros que ladran a nuestro paso y niños con sus caritas de inocencia, que reciben los Bom Bom Bum para endulzar su vida y su inocencia.
De pronto desde un recodo, divisamos el hermoso salto Velo de Novia, allí donde el río Nare deja resbalar con violencia y sobre la roca pulida durante siglos por la fuerza de las aguas, todo el caudal que arrastra para caer al río Piedras, mientras se eleva hacia los cielos, las nubes de vapor condensado, formando un lindo espectáculo, plasmado en la cámara de Chema.
Continuamos la marcha y triste espectáculo nos mostró más adelante Zuluaga, ya que en el sitio donde se levanta o mejor hacen equilibro Los Termales de Santo Domingo, los más fríos del mundo, sólo quedaba desolación, piedras, arena, palos, basura y tierra.
El río piedras hace casi un año y durante una gran avalancha, tumbó la bancada de la vía, arrastró con la parte trasera de los termales y tumbó el puente, dejando casi incomunicada a la región y para los campesinos y moradores, más complicaciones para su trabajo y sustento, gracias a la desidia oficial, que nada ha hecho por arreglar en puente, no obstante que hablamos de dobles calzadas, autopistas de montaña, túneles y trenes. ¡Pura baba carajo!
Nos acercamos con curiosidad y precaución al lugar donde estaba antes tendido el puente, el cual pudimos observar allá en el fondo o lecho del río, sostenido por uno de sus lados y formando como una especie de rampa, que es utilizada por los campesinos para poder pasar al otro lado.
El sitio es todo desolación y a lado y lado de donde antes era la carretera, quedaron dos grandes cortes casi verticales, en greda gris y blanca, representando un gran peligro para quienes por allí transiten, ya que una caída puede ser fatal, ruta que utilizamos los caminantes para llegar hasta el puente caído.
Zuluaguita y Chema, bajaron ese talud como quien camina por una acera en Junín. El suscrito, más nerviosito y consciente del peligro, si prefirió bajar casi agachado y aferrado al terreno, ya que “viejo caído es viejo perdido y es mejor bolero que dure y no rock and roll que canse”.
Como cosa curiosa y que muestra el ingenio de la gente, cuando llegamos al puente inclinado contra una de sus bases, cual cadáver antediluviano queriendo contener el río, observamos que sobre su superficie, habían puesto pequeños resaltos de cemento a igual distancia uno del otro y a manera de escalones para facilitar la subida de los “suicidas” que se quieran arriesgar a pasar, lo cual rematan con una escalera de madera, para alcanzar la truncada carretera, que sigue con su martirio hacia Alejandría.
Realmente no sabemos si estas “obras de fina ingeniería” así improvisadas, fueron inversión del Ministerio de Obras Públicas, en cabeza de Fray Uriel “Carriel” Gallego, quien con Antioquia pocón, pocón, o de verdad iniciativa de los moradores de las veredas, para aliviar en algo sus penalidades, ante la desidia oficial.
En un momento dado (12:07 pm), Zuluaga se despoja de su gorra y con voz firme comienza a rezar el Ángelus, el cual no puede faltar, por instrucción del Lobato y como agradecimiento a nuestra Patrona la Milagrosa.
Sin perder el ánimo, aprovechando la belleza de día, con ese sol apenas perceptible, admirando los saltos de agua, el paisaje enmarcado en helechos y bosque nativo y devorando guayabas, nos tragamos esa carretera que a ratos se componía mostrando un piso más afirmado, hasta que ante nuestros ojos apareció la panorámica de Alejandría y su hermosa entrada empedrada, sembrada de faroles los cuales han sido destruidos en su mayoría por los ociosos muchachos y ante la desidia oficial y jardines saltones que hacen de ese sendero una delicia.
Ya en las calles del pueblo, con sus casitas bien conservadas y, su gente amable, fuimos sacados de nuestra conversación por una camionetas blanca desde la cual nos llamaron la atención; era el Maestro escultor Oscar López, amigo de Chema y conocido del “sustecliante”, autor del hermoso obelisco que adorna el parque de la localidad, que está siendo sometido a una restauración por parte del artista.-
Despedidos del ilustre conocido, al igual que de sus acompañantes, continuamos nuestro camino, hasta el hermoso parque de la localidad, dominado por la Iglesia de San Pedro Alejandrino, el monumento a la madre, el obelisco (desprovisto de sus placas), la arborización y un quiosco social, del cual lamentablemente sólo salen los estridentes Vallenatos, que no encajan con lo acogedor del sitio y de la antioqueñidad que allí se remonta a la minería, arriería y colonización.
Tomamos asiento en las afueras del Salón Social, donde consumimos algunos refrescos, pero nunca nos pasó por la cabeza almorzar, ya que era tal la carga de guayabas deliciosas que habíamos consumido en el camino, que el hambre se había escapado de nosotros; lo que nos llevó anticipar nuestro regreso a casa en Medellín, por lo que escogimos el próximo viaje ahí en la flota, eligiendo un bus que salía a las 2 pm. pasando por Concepción.
Compramos tiquetes, dimos una última mirada al hermoso pueblo y abordamos el bus rumbo a casa, el cual sacudido y a media marcha en gran parte del trayecto, gracias al pésimo estado de la carretera, nos dejó en la estación Niquía luego de algo más de tres horas de recorrido. Pudimos comprobar que tanto La Milagrosa como el Padre Calixto, ya venía mareados dentro de los morrales, por efectos de la zaranda.
Hay que agregar que en horas de la mañana y mientras estábamos en la buseta, sonó el celular de Chema. Era Gloria Muñoz “La Coneja”, nuestra Caminante Honorífica desde “Estados Hundidos”, quien normalmente se contacta con nosotros para pasar revista a nuestros pasos y hacernos compañía moral con sus palabras.
Hasta la próxima con el Superior permiso del Gran Arquitecto, a quien le pedimos nos de buenos riñones para poder aguantar estas vías que nos toca recorrer, donde se desajusta una culebra, gracias a la desidia oficial.
Los Caminantes Todo Terreno
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Juan Fernando Echeverri Calle
6 comentarios:
Juanfer,comparto de alegría al leer esta crónica desde la primera hasta la última letra.Muy bien juventudes.
RUMU
Pues muchos clap, clap, para mi querido Juanfer, hubo de todito en la cronica, como en los recortes de la Noel, jajajaja.
Que pena que la alcaldia del pueblo no se haya dignado enviar aun a restaurar el puente siendo una via tan importante para nuestros queridos campesinos, que lastima y se les siga marginando a estos y sus necesidades como siempre no representen urgencia alguna.
Chemita, hermosisimas las fotografias que nos compartes.
Ya saben mis caminantes, mientras se pueda, la Conejita tampoco los desampara.
Coneja.
Que bien detallaste el titular contando paso a paso las incidencias de la caminata sabatina , mis felicitaciones y también para el Chema por su excelente ubicación de las tomas recordatorias .
Luisfer
Amigos Caminantes Todoterreno:
Deliciosas la crónica de Juanfer las fotos de Poeta para esta caminata de Santo Domingo a Alejandría. No haber estado con ustedes en esta oportunidd es una pérdida grande, pero se recupera con la palabras evocadoras de la crónica y las imágenes fotográficas que la enriquecen aún más. Con ellas se siente la riqueza de la naturaleza que Dios nos dio y la forma como el campesino la aprovecha para la vida. Y duele la indiferencia oficial con las obras necesarias para esa región de gente buena.
Los Caminantes Todoterreno hacen patria con cada paso que dan y huella que dejan.
Luis Fernando Múnera
Juanfer, esta cronica te quedo igual o mas sabrosa que las guayabas. Leyendola recorde el mismo recorrido que hicimos pero terminando con un saludable chapuzon en los "termales".
Ojala cuando regresemos este listo el puente porque de lo contrario....me les devuelvo. Que contrastes amargos tienen los campesinos de esa region, antes los asolo la violencia, ahora la decidia oficial
Mil gracias a los amigos que recuerdan que este blog existe y no faltan con su ingreso y mensajes.
Jealbo
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