EN BUSCA DE UNA CUNA DESVERTEBRADA.
VERSALLES - MONTEBELLO.
Caminantes:
Gloria Muñoz "Coneja"
Luis Fernando Zuluaga
Carlos Olaya
José M. Ruiz.
Pocas veces hemos tenido tantas dificultades a la hora de encontrarnos para salir a caminar…
Primero, ya casi se termina Febrero y apenitas llevamos una caminada y esta sería la segunda.
Segundo; Juanfer y Lobato por compromisos personales no nos podrán acompañar y salir sin ellos es como si a la bandeja paisa le faltara el chicharrón y el aguacate; (el símil es apropiado) no es lo mismo…
Tercero, tenemos a bordo la Coneja, pero con un teléfono celular que sirve más como pisa papeles que como intercomunicador; no recibe llamadas en la madrugada. De chiripa llegó a tiempo. ¡Y si no, se queda!
A todas estas se le añaden que las empresas de transporte dicen una cosa y aplican otra; que había bus a las 6.40 am, pero que no; que había que esperar a las 7.15am. Al fin Olaya y Zuluaga lograron encontrar transporte para las 6.30 am así de improviso, lo que nos hizo acelerar el ritmo para esperarlos en la autopista por Itagüí, bajo el puente nuevo que ya parece viejo por lo mal acabado y esperpéntico de su diseño.
Ya en la autopista le marco por enésima vez a Gloria Coneja, y por fin contesta. –Ya estoy llegando Chemita, estoy a una cuadra- me dice. ¡Muévase que está llegando el bus! – le digo mientras miro calle abajo y veo como a tres cuadras el bus de Transportes Montebello en el que vienen los otros compañeros - ¡Hágale rápido que la dejamos! - ¡No, no, ya voy llegando, no me vayan a dejar! Con media lengua afuera pero sonriente, llegó la muchareja justo cuando el bus abre sus puertas y chirrea sus llantas junto a mí.
Ya pasajeros en el enorme y viejo pero bien tenido bus, armamos la cháchara reglamentaria con saludos, parabienes y demostraciones de solidaridad de nuestros compañeros, que se iban a bajar a esperarnos si no hubiéramos estado a tiempo en el punto de encuentro fijado para las 7am. Eran las 6.50am. del Sábado 27 de Febrero y viajábamos rumbo al Corregimiento Versalles del Municipio de Santa Bárbara, para desde ahí caminar hasta el Municipio de Montebello, desde donde más tarde bajaríamos hasta el sitio “Sabaletas” en el fondo de un gran cañón geográfico formado por la quebrada Sabaletas, que ya muy abajo, junto con otras desembocan al gran Cauca. En Sabaletas está una de las primeras capillas Católicas que se fundaron en Colombia, por allá por 1600 y pico; pero esa es otra historia.
De subida ya para el Alto de Minas, notamos con agrado que la estrecha vía está siendo ampliada, lo que aunque en un principio retrasa el viaje, más adelante será fundamental para acelerar el tránsito por tan importante arteria para el país.
Llegamos a Versalles, bajamos del bus y a buscar desayuno, el que encontramos ahí mismo; un montón de gente chasquiando arepa con quesito a dos carrillos y una hornilla humeante asando montones de esos bocatos di cardinalle, nos llevaron en andas hasta una mesa atendida por una joven impecablemente trajeada y con una amabilidad muy campechana que nos atendió el pedido: Arepas, quesito y tres metros de chorizo para Zuluaga, Coneja y yo. Olaya está desganado… Sin exagerar, cada embutido de esos si tenía por lo menos 25cms de relleno delicioso, para nada irritante. De las arepas y el quesito, ni se diga. Atrás de nosotros se sentó un morocho con cara de camellador juicioso ¡Santo Cielo el desayuno que se empacó el hombrecito! Arepas, carne, calentao, huevos revueltos, quesito x arepa, chocolate en taza grande y me pareció ver un chorizo embolatado entre el calentao. ¡Ni que fuera T.T jubilado!
Barriga llena, caminante dispuesto; una valla en la carretera reza: Motebello - 11.5 kms. Los otros caminantes ya antes habían recorrido el trayecto, pero la Coneja y yo no. Sabíamos que era por asfalto y lo cansón que es, pero el mosaico del paisaje admite una y mil caminadas aún bajo el ardiente sol matutino de la temporada. Además la Coneja está estrenando botas forradas con la piel de alguno de sus familiares.
La cordillera Central forma por estos lados el Macizo del SAN MIGUEL, con alturas como el “ALTO DE MINAS” y en el que nacen multitud de quebradas y ríos; unos van a la vertiente del Magdalena y otros a la del Cauca. La quebrada “SABALETAS” baja desde éste formando un vértice encañonado de gran profundidad que desciende desde los más de 3000msnm del alto de SAN MIGUEL a los 1300msnm hasta el punto conocido como puente de “SABALETAS” en menos de 10 kms de recorrido. La carretera que une a Versalles con Montebello en los primero 7 kms de su recorrido, bordea precipicios de vértigo en los que el fondo de alcanza a ver muy, muy abajo. El espectáculo del paisaje que se confunde en el horizonte hace que ni se piense en el riesgo que se corre cuando uno se asoma al borde de la calzada.
Hermoso camino con vistosas casitas que aunque pobres en su mayoría, están bordeando la carretera con sus jardines florecidos. La parte trasera de ellas de espaldas al precipicio, están precariamente sostenidas por columnas de guadua, o de cemento en los mejores casos, pero sobre el abismo. Una que otra casona vieja ya mejor ubicada en algún altico y con sembrados de pan coger cuenta historias de caminos antiguos y mejores épocas de la región.
Con paso moderado avanzamos por la carretera. Unas cabras estabuladas en unas jaulas infames, armaron su coro de balidos tan pronto sintieron nuestra presencia, tal vez creyendo que les llevaríamos comida. Comida no había pero si cámaras, chistes y una Coneja posando para la crónica visual con la familia caprina. Mucho sol y muchos pájaros de diferentes clases, como un Garrapatero que cual modelo de pasarela, posó impertérrito para la posteridad. Perros de muchas razas combinadas y mezcladas nos hicieron calle de honor con sus amenazantes colmillos que palidecían ante nuestros cayados callados pero dispuestos a devolver agresiones.
Ropas secándose al sol penden de las alambradas, de los aleros, de los árboles y ondeaban cual banderas para desfile de políticos en campaña por todo el recorrido, especialmente llegando al pueblo.
De pronto, una valla anunciaba: Zona Urbana. ¡Ya casi llegamos!- pensé- ¿Cuál llegamos? Adelantico había otra que decía: A El Retiro- 24 kms. A Montebello – 4kms. Eso significa por lo menos otra hora de camino y de pa`rriba que no es lo mismo.
Por estos lados, que creo se llama “Arenales” un conglomerado de casas de diferentes estilos y épocas marcan lo que debió ser y es aún, un cruce de caminos antiguos, con su fonda caminera incluida.
Aquí consultamos a los lugareños por el mejor rumbo para bajar a “SABALETAS” y como siempre, muchas opciones nos dieron, casi todas contradictorias dependiendo de cada informante. Con sus datos, llegaríamos en 1, 2, 4 horas por aquí, por allá, por acullá. Mejor seguimos para el pueblo.
Empieza la cuesta con un paisaje igual de hermoso, pero sin los precipicios del cañón de la “SABALETAS”. Ahora nos encontramos con varios sembrados de Tomate de árbol; uno especialmente grande, por abajo del cual caminamos por lo menos media hora. Gran cantidad de rastros brillantes en el piso que en un principio nos intrigaron, nos llevaron a entender que eran caminos de babosas, muy comunes y dañinas en sembrados de Tomate de árbol, que al parecer eran arrojadas a la carretera por los cosecheros de la fruta para que murieran abrasadas por el sol. La Coneja armó fiesta porque encontró una todavía viva, la que sin escrúpulos tomó y arrojó a la manga vecina para salvarla. Al bordo del camino, dos muchachos empacaban y pesaban en báscula electrónica los bultos que dejaban listos para el embarque. ¡Cómo hemos progresado! – dijo Olaya –
Unos parroquianos bajan del pueblo con algunos vacunos pequeños y medianos enlazados a lo que Zuluaga acota: Ya estamos llegando y están de feria hoy sábado.
Un poco más arriba ya no era sucesión esporádica de casitas, sino una calle bordeando un barranco por un lado y por el otro una hilera de casas, una calle hacia abajo y por fin a la vía se le acaba el buen asfalto y continúa unas veces en adoquín, otras empedrada y otras simplemente en cascajo, pero ya en un plancito que de pronto se abre hacia el horizonte a la izquierda y a la derecha unas casas de varios pisos, muy antiguas y allá arriba la imponente torre de la Iglesia nos da la bienvenida con su cúpula de aguja semigótica, rematada en una cruz de hierro forjado con un círculo superpuesto y equidistante a la intersección de los brazos. El pueblo en verdad está vestido de feria agropecuaria. Hombres sobre todo y con sombrero y poncho de todas condiciones sociales, departen amigablemente tomando licor y escuchando música popular, mientras hacen sus negocios de compraventa de vacunos, caballares y mulares que tranquilamente pacen unos en una manga cercada y otros con y sin arreos, están atados a la alambrada por sus cabestros. Ni se dieron por enterados que había visita.
Desde aquí empezamos a buscar una casa en la que hubiera un aviso que rezara: “Se forran hebillas y botones”, que es la pista que nos da Oscar Domínguez G cada que le preguntamos por la casa en que nació en Montebello. No encontramos ninguna por cierto.
Nos llegamos hasta el pequeñísimo parque, y ahí si se dieron cuenta que había forasteros en el pueblo; con rostros amables la gente respondía a nuestro saludo mientras caminábamos hacia el templo como es nuestra costumbre. El bullicio interior ganaba en decibeles al exterior, porque estaban los niños en catequesis sabatina. Del atrio del templo, pasamos al lado, a la “Fonda al Parque” a refrescar gaznates con doña cervecita. Hermoso lugar desde el que se domina visualmente todo el parque. De pronto, un chico se arrima a la mesa y con timidez pero decidido pide unas monedas. Así: unas monedas. Estaba bien vestido, inclusive con un chaleco muy moderno, y de buena estampa el carajito. Zuluaga le dio algo. Le dijimos al caritativo que se esperara la nube de pedigüeños para que siguiera repartiendo. Dicho y hecho y a lo hecho, pecho. Al rato aparecieron otros con el beneficiado y después ya fueron varios adultos, esos sí limosneros de profesión. Inclusive una señora de unos 65 años se nos arrima festiva contándonos que se había graduado de la primaria para que le diéramos su regalo de grados… Como ya la repartición de las monedas se acabó, se quedaron con nosotros los niños curioseando cámaras y preguntando por esto y por aquello. Uno de ellos nos persiguió por todo el pueblo en nuestro recorrido. Todavía no era el mediodía. Algún parroquiano al que preguntamos por el camino para “SABALETAS” nos dijo que desde el mirador situado un poco más arriba del colegio Mariano Villegas, veríamos Sabaletas y el camino sobre el lomo de la vertiente de la montaña que baja hasta la quebrada y el pueblito.
Desde el lugar en que estábamos, veíamos un restaurante, pero quisimos tener otras opciones por las que preguntamos a doña Nora Acevedo, empresaria Montebellana de productos alimenticios a base de leche y frutas, con los que elabora ricas panelitas de diferentes sabores y arequipes deliciosos (Fue ganadora del concurso de la gobernación “Antioquia me sabe”) mientras nos ofrecía sus productos y contaba su historia comercial. Olaya le compró el surtido que ofrecía y a la doña le tocó ir a desocupar la bodega para completar el pedido, que fue repartido entre los caminantes. Ella nos dijo de otro restaurante un poco más abajo (En Montebello todo es arriba o abajo).
La experiencia como caminantes y T.T. nos hace desconfiar de precios demasiado bajos en el menú ofrecido, por lo que Olaya con razonamiento lógico llegó a la sabia conclusión de que si un sancocho cuesta $ 3500 y aún así el sitio está vacío, es porque mínimo la calidad del producto es poco recomendable. Nos fuimos entonces al que nos recomendó doña Nora. Por poco y nos toca hacer fila por lo abarrotado de sitio. Nos acomodamos estrechos, pero con la certeza de que sin tener en cuenta el precio, la comida era buena. No nos equivocamos.
Pronto llegó un joven que se desempeñaba como mesero, barman, bodeguero, publicista del negocio, y creo que hasta dueño, por la manera de atender; lleno de amabilidad y eficiencia. Ahora el desganado o a dieta parecía ser Zuluaga; Pidió un consomé de menudencias con el argumento de que era de la única manera de podérselo comer: Al escondido de su Carmencita, la que no se lo permite por el alto contenido de Colesterol del tripitorio avícola. –Pura caña – dijimos en coro los otros tres, mientras pedíamos Bandeja de Posta x 2, y 1 de Chicharrón montañero. Todo bueno, bonito y barato. Olaya dice que Coneja y yo nos comimos hasta las florecitas de la Bandeja y que el dejó la mitad para las Ánimas… Zuluaga con su carita de yonofui, salió del restaurante limpiándose las plumas del avechucho de corto vuelo del que devoró sus entrañas hasta el fondo del plato. No se comió las florecitas, porque no le gusta la ensalada.
Un Tinto como aperitivo nos sacó del sopor del mediodía y nos fuimos a darle la vuelta al pueblo cámaras en mano. La gran cantidad de vallas y pendones con publicidad política que afean el panorama, nos impidieron degustar de verdad la belleza del pueblo. Viejas casonas de 1 y 2 pisos con sus balcones y ventanas coloniales en muy buen estado y alguna en restauración, bordean el parque y los alrededores de éste; ya más alejado, las casas van apareciendo con estilos modernos entre las antiguas, aunque sin ostentación, y van formando los barrios nuevos. Quedamos de volver después de elecciones.
Recorriendo el pueblo, uno se imagina el quebradero de cabeza para los señores de Planeación el tratar de organizar una nomenclatura; las calles en su mayoría son recovecos adoquinados e indescifrables de los cuales para poder salir hay que soltar el gato; eso sí, todas de para arriba o para abajo porque el casco urbano de Montebello es una Batea con casitas, colgada de la agreste montaña.
Por entre esos recovecos fuimos a dar al sencillo cementerio, que de lejos parece un condominio y de cerca también por lo muy organizado de los habitáculos (Hay bastantes disponibles y con vista al horizonte) Luego y siempre de pa`rriba, pasamos por un colegio al que llamamos Institución Educativa “OSCAR DOMÍNGUEZ G” pero que por ahora se llama “MARIANO J VILLEGAS”.
Llegamos a “Las afueras” del pueblo sobre el borde de la montaña en la que está enclavado, o más bien colgado Montebello. Allá abajo, muy abajo se veía el caserío “Sabaletas” del que se destaca claramente su capilla colonial recién restaurada. Hacia nuestra derecha se veía también el lomo de la vertiente de la montaña por la cual se baja hasta “Sabaletas” por camino antiguo y hacia la izquierda el carreteable que también lleva hacia allá, pero es más largo el camino por esa ruta. Reafirmamos la imposibilidad ya en tiempo de llegar hasta “Sabaletas” porque tendría que ser muy despacio, dados el precario estado de nuestras rodillas de sesentones hipertensos y colesterólicos.
Ahora teníamos a la vista sobre nuestra derecha y en un altico, un mirador al que se llega por un caminito trazado en sig zag en una falda de la montaña. Llegar hasta él nos llevó por entre callejones y solares y hasta por entre un parque infantil al que salimos después de pasar una alambrada. Unos nos decían que era por aquí, otros que por allá. Por fin un anciano amable nos llevó el mismo hasta el inicio del caminito, pasando por debajo de un cercado. Estábamos por detrás de la Iglesia, subiendo al mirador. Desde el Mirador construido en madera inmunizada se corrobora con creces la forma de batea que tiene Montebello, además se divisa un muy amplio paisaje. Al contemplar el pueblo desde este lugar se observa que la mayoría de las construcciones del pueblo, casi todas muy viejas, tienen sus techos de teja de “Eternit”(Asbesto –cemento) algunas pocas pintadas de verde cogollo y únicamente los caballetes conservan la teja española de barro cocido propia de dichas construcciones. ¿Un vendaval destechó el pueblo en alguna época lejana? Que lo digan los que saben, porque nadie nos supo dar explicación clara del asunto.
Bajamos del Mirador con la intención de comprar tiquetes de regreso con tiempo, no fuera que de pronto nos quedáramos sin transporte. Bajando ya cerca al parque, la banda infantil de música hacía sus ensayos; nos quedamos a escucharlos un rato. Luego seguimos hasta la taquilla de la flota a enterarnos de los horarios y la señora despachadora nos aseguró los pasajes para las 3.30 pm. Eran las 2, entonces regresamos al pueblo con la intención de escuchar música un rato en una cantina especialmente bulliciosa que vimos al frente del restaurante donde almorzamos. Una cosa es querer y otra poder. El bullicio a esos decibeles ya no es para nuestros castos oídos citadinos… Nos regresamos a la fonda junto a la iglesia y ahí si encontramos la música y el volumen adecuado. Además el tinto estaba rico. ¡Ah! y el desfile de muchachas bonitas era constante y graneadito para todos los gustos. ¡Muchas mujeres lindas en la tierra de “Don Desve”!
El tiempo vuela cuando uno está a gusto y pronto fueron las 3.20pm. Entonces no fuimos a la Terminal de trasporte. Ahí nos esperaba otro enorme bus, al que como en los buenos tiempos de los Carros de Escalera, Escaleras o Chivas que otros llaman, en vez de muchos pasajeros lo que montaron fue bultos de mercado, racimos de plátano y banano criollo, gallinas y uno que otro borrachito pasmado, que cada que el bus paraba en el camino, se bajaban a recargar baterías etílicas retrasando el itinerario, pero como al fin de cuentas son viajeros frecuentes y con muchas millas acumuladas, tienen sus derechos que son respetados por los amables y consecuentes conductores.
En Versalles el bus ya estaba casi vacío. Ya Olaya había hecho su siesta reglamentaria, Coneja y Zuluaga raneaban a gusto en otro lado y yo miraba y miraba paisaje. En cualquier momento cruzamos entre nosotros algunas palabras en las que involucramos de nuevo a Oscar Domínguez y de inmediato salta un parroquiano, el último que quedaba de los que en cada parada recargaban baterías; saltó a la palestra diciendo que él había sido compañero de “Don Desve” en la escuela del pueblo, que se llamaba JAVIER ALZATE y que tenía un de sus fincas en la vereda “La Cuesta”, por donde se baja a Sabaletas. Que le preguntáramos a Domínguez que si se acordaba de él. Hasta el número telefónico nos dio para que Domínguez lo llame si lo recuerda.
Bajando del “Alto de Minas” el tráfico se hizo lento, pero poco a poco fue fluyendo. Grandes tractomulas con carga, buses interdepartamentales y otros fueron avanzando y dejando atrás una Grúa inmensa, de esas que llaman “Plumas”, como para que una amiga de nosotros tenga como opción, por si alguna vez piensa en renovar equipos…
Ya sobre la avenida regional a la altura de Sabaneta, la Coneja y yo nos bajamos y fuimos a mi casa. Zuluaga y Olaya siguieron su rumbo y hasta pronto.
9 comentarios:
Que amena la cronica mi querido Josema, a la hora de escribir dejas la locha de lado, si hasta me parecio disfrutar del olor y saborcito del rico tomate de arbol que en compania de Olayita nos comimos. Una vez mas el destino me regala la alegria de compartir con mis caminantes paisajes de nuestra amada tierra, me toco en vivo y en directo y no encerradita en el morral de alguno de ustedes, vamos a ver y cuando se me da el milagrito y por fin me ando una con los cinco. Gracias mis caminantes
por su carino y hasta alcahueteria con esta Conejita que los ama.
mmmmuuuuuaaaaaaaa!
Conejita Todo terreno.
Mucho Chema pa escribir sabroso, no joda...
Me la degusté de principio a fin, y claro que la al final fue inevitable la carcajada. No cambio mi vieja Grúa por ninguna pluma moderna, ni porque me encimen esta vida y la mitad de otra.
Felicitaciones, por la caminada tan rica y por la crónica maravillosa.
Súper chévere la crónia Josema de una Caminata con tan buena compañía como la Conejita. Recuerdo que en esa misma ruta recibimos la noticia del ataque de Nuestro Glorioso Ejército Nacional contra el campamento del finado reyes. Esa carretera está entre las primeras con imponentes paisajes y asustadores despeñaderos.
Queridos amigos Todo Terreno: ¡Qué delicia de crónica la de esta caminata a Montebello y Sabaletas. Se sienten y se viven la belleza del paisaje rudo de la montaña brava; los colores y aromas de la tierra; las casitas del camino, cada una con una historia desconocida por dentro; la belleza de las muchachas y la amabiidad de los señores. ¡Antioquia es hermosa, caramabas! Felicitaciones al Poeta por la crónica, a Olaya por el video y a los fotógrafos. Poeta, cambiá por un momento tu paso de caminante por paso de historiador y contanos la historia de esa capillita de 1600. Las señas que les dio el Desvertebrdo Mayor no debieron ser "la casa donde se forran hebillas y botones" sino "la casa donde hay un gato echado en la puerta". Gracias por esta delicia. Luismú
Qué bueno es ver y leer esta maravilosa crónica,son,UDS,los reyes de los caminos y del teclado.Coneja,tus botas te van a durar mucho tiempo,son hechas con cuero de"conejo"
RUMU
Pa eso las compre mi querido Rumu, pa que me duraran esta vida y la otra al lado de mis adorados caminantes, de aqui palante es mucho lo que nos falta por caminar. Ademas que fueron hechas con corazon de Conejita.
Me encanta cuando encuentro muchos comentarios en las cronicas.
Conejita fiel.
Por fuerza mayor me he visto obligado a estar lejos de mis T. T., pero ingresar a nuestro blog, leer la excelente crónica de Chema y degustar las fotos y el video de mi "Cuña" Olaya, así como sus maravillas en la presentación y seguir derecho sin quitarme el sombrero, sería un acto de egoismo y de vacío espiritual y ese no es mi estilo. Felicitaciones mis compas: JEALBO
Nuestro blog cada dia esta mas de plumero, la seccion de fotografias que han puesto sobre el lado derecho esta muy chevere, que otra sorprecita nos tendran para mas adelante. Animo mis caminantes siempre habra quien disfrute de tan maravilloso blog.
Abrazos lanuditos.
Conejita.
Nuestro blog cada dia esta mas de plumero, la seccion de fotografias que han puesto sobre el lado derecho esta muy chevere, que otra sorprecita nos tendran para mas adelante. Animo mis caminantes siempre habra quien disfrute de tan maravilloso blog.
Abrazos lanuditos.
Conejita.
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