CAMINATA POR EL PARQUE ARVÍ

ARVÍ. Reserva ecológica, histórica, cultural y turística, pero…

Sábado 2 de octubre de 2010, 7 y 30 am, estación San Antonio de nuestro Metro. Una mañana fría, opaca, pero que no dejaba de ser hermosa y que sirvió para que los integrantes de Los Caminantes Todo Terreno: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga y Juan Fernando Echeverri Calle, quienes dijimos presente a esta nueva cita, nos encontramos para abordar nuestro quinceañero gusanito, el cual, en “menos de lo que demora un ñato en persignarse”, nos llevó hasta la estación Acevedo, en ese viaje bonito y variado, mezcla de opulencia y de pobreza.

Allí nos apeamos para hacerle fila a la línea “K” del sistema, es decir al Metrocable, e instalados en una cualquiera de las góndolas, cruzamos por los aires ese espacio que nos llevaría hasta Santo Domingo, en medio de un paisaje esplendoroso y lleno de contrastes, que se extendía en medio de la niebla que ya empezaba a cederle espacio a los primeros rayos del sol, antojado de disfrutar de la antesala de nuestra caminata.

Llegamos a la estación Santo Domingo, pero como apenas eran las 8:10 am y nuestro destino era El Parque Arví, utilizando la continuación del cable y que sólo empieza a funcionar a las 9.00 am. salimos los dos fieles caminantes a dar un paseo por el barrio, el cual cada que uno lo visita le encuentra nuevas mejoras, progreso y ganas de salir adelante, gracias a la inversión que en el mismo se ha hecho y a la calidad de sus habitantes.

Santo Domingo, coronado y dominado por la Biblioteca España, es a esa hora un hervidero de gente que se apresta a sus labores y que con afán busca su medio de transporte para desplazarse a sus empresas, no sin antes darles a los caminantes un saludo o una mirada, mezcla de curiosidad y simpatía. El clic de la cámara de Zuluaga rozó con su flash la tranquilidad del ambiente, para ir plasmando en fotos lo que estábamos apreciando.


Posamos y nos posó la ciudad a lo lejos. Nos posaron la biblioteca, el paisaje y el entorno del barrio. Recorrimos las estrechas calles, tuvimos algún contacto con algunos moradores y descargamos nuestros pasos en La panadería Santo Domingo, para tomar un post desayuno consistente en gaseosa con pan de queso para el fotógrafo y el mismo menú para el sustecliante, pero con yogurt. Consumidas estas sencillas viandas y siendo las 8:55 am le hicimos fila a la lina “K”, para ahora sí, dirigirnos a nuestro destino: EL PARQUE ARVI.


Que derroche de naturaleza desde las alturas en un viaje hermoso, matizado por la presencia de unas colegialas que iban de paseo y que nos tocaron como compañeras de góndola. Atrás la ciudad medio brumosa que se hacía más chiquita, abajo las últimas casitas que interrumpían el verdor del paisaje y arriba el firmamento envuelto en fina lana nubosa y demarcado en su parte inferior por la montaña, esa que se oscurecía en su verdor ante los inmensos pinares que cubren el Parque Arví que a lo lejos ya se dejaba ver ante nuestros ojos.

Nos bajamos en la estación al final del recorrido y allí mismo pudimos ver, palpar y comprobar, la promoción que se hace con este proyecto de reserva ecológica y turística para Medellín, ubicada en el corregimiento de Santa Elena, tierra de nuestros silleteros.


Fuimos recibidos por guías que repiten sin cesar la historia y futuro del proyecto. Regalan mapas y folletos y explican los programas futuros, esos que sin lugar a dudas harán las delicias de los visitantes, ya que recorriendo los múltiples senderos y el camino prehispánico, a caballo, a pie o en bicicleta, todo ello adobado con casetas, sitios de descanso familiar, fogones al aire libre, juegos infantiles, comedores, jardines y sitios de reposo, serán un referente de la ciudad desconocida, esa que se agazapa callada allá en las alturas del oriente y por donde cada mañana se asoma el sol que se desparrama sobre el Valle del Aburrá, repartiendo su luz y su calor gratuitamente.


Ojeando una de las guías turísticas pudimos ver como sitio de atractivo la Laguna de Guarne y su humedal (realmente pertenecen a Medellín allá en Santa Elena) e inmediatamente le dije a Zuluaga: “Hermano, vámonos para la laguna, que hace años de los años que la conocí y nunca más he vuelto”. Listo responde mi compañero y nos lanzamos a la carreterita muy bien pavimentada, que conduce a la misma y según indicaciones que nos dio un vigilante del lugar.

Hacía frío realmente, el cielo se oscurecía a cada paso y el paisaje repleto de naturaleza a lado y lado de la vía, no perdía sus encantos. Pudimos ver la infraestructura que se viene instalando en el parque, las mejoras y la construcción que se levanta en lo que será un comando para los Carabineros con el fin de garantizar la seguridad de los visitantes.


Poderosamente nos llamó la atención, la cantidad de senderos ecológicos en piedra que se desprenden de la vía, los cuales tienen su nombre y excelente señalización. Mientras avanzábamos el pavimento se iba perdiendo hasta que quedamos en terreno destapado, algo pantanoso y con las primeras gotas de una fina llovizna sobre nosotros. El frío arreciaba sobre nuestros cuerpos.


Algunas aves hacían compañía a nuestra soledad, hasta que alcanzamos a un parroquiano, el cual venía en la misma ruta que nosotros y a quien lo estaba esperando otro señor más adelante. Como somos medio tímidos y complicados para hacer amistades (nos parecemos a la desaparecida SAM que hacía amigos volando), inmediatamente les pusimos conversación. Resulta que se trataba de dos cuñados, cuyas familias siempre vivieron por aquellos parajes, poseedores de alguna tierra más adelante y donde tienen sus casas.

Eran ellos el Ingeniero Forestal Braulio Gutierrez y el Señor Gustavo Gil, jubilado y hombre de mil batallas, verdaderas cajas de música y quienes en un abrir y cerrar de paginas nos relataron toda la historia de la región y de sus familias.


En pocos minutos estábamos ingresando a la propiedad de estos amigos. Un jardín en medio de jardines y pinares, dominado por dos casas: una de material y otra de madera de pino, tipo chalet suizo, a punto de ser terminada y la cual arrancó nuestras exclamaciones ante tanta belleza y ante la paz que se respira en este paraíso de nunca imaginar.



Nos invitaron a ingresar, nos presentaron a “Lucho” quien obra como encargado y celador de las propiedades tomamos tintico, botamos corriente y en medio de un aguacero que se estrellaba contra nuestras capas, seguimos nuestro camino, con la compañía de Don Gustavo, quien nos acompañó en un corto trayecto, para indicarnos el camino a los nuevos senderos de piedra y a la laguna de Guarne y el humedal, despidiéndose de nosotros e invitándonos a volver con todo el grupo de caminantes.

Que belleza de paisaje y ya nos había dicho Don Gustavo, “suban para que vean lo que se está haciendo y que no verán en ninguna otra parte”. El silencio fue golpeado por voces y risas…Efectivamente en una pequeña curva, alcanzamos a ver un grupo de personas, quienes lideradas por un guía de esos que tiene la Fundación Parque Arví, hacían el recorrido.


Alcanzamos el grupo y en un instante ya hacíamos parte del mismo y con quienes compartimos experiencias y vivencias. Estábamos en el mismito sendero prehispánico, ese que construyeron nuestros aborígenes antes del “gran raponazo”, hecho en piedra escogida y finamente pulida y tejida, para que sirviera como medio de transporte de sus mercancías (sal, mantas, frutas, productos agrícolas) y que se extendía hasta San Antonio de Prado, Aguas Frías, Alta Vista, Santa Fe de Antioquia, Urabá y de los cuales lamentablemente poco queda gracias a nuestra incultura e indolencia ante nuestra historia.

Ruinas, sí, ruinas de una escuela y un pequeño poblado con su iglesita…”esas ruinas presencia viva de un pasado que nos enseña nuestra historia”.

Sorprende ver y conocer esos muros de piedra, que bordeaban y bordean el camino y que luego sirvieron para separar las encomiendas y hoy son linderos de las diferentes propiedades. Vetustos, ennegrecidos por la humedad, recubiertos de musgos y reconstruidos a tramos con barro cemento, como un maquillaje según afirmaba Zuluaguita, quien gozaba de lo lindo con su cámara atento todo para sacar sus vistas.


Los ojos de agua, rodeados de bromelias (cardos) , pequeñas cascadas encauzadas en piedra y que se desprenden de lo alto, los pinos, los robles, siete cueros, chingalé, canelos, pájaros, algunas casitas saltonas y como un espejismo el humedal, una especie de sembrado de arroz del tamaño de dos estadios, refugio de fauna y reserva acuífera.

Al frente, unos pasos más allá, la Laguna de Guarne, especie de apéndice muto del humedal, rebosante de agua hasta sus máximo nivel, bien conservada por sus dolientes: Metro de Medellín, Municipio de Medellín y Cornare, ya que estuvo a punto de desaparecer.


En compañía de los paseantes que nos encontramos, recorrimos el lugar, compartimos impresiones, fuimos condecorados por los guías con manillas de “El Parque Arví” y nos despedimos para retornar a nuestro sitio de origen y con miras a seguir rumbo al Parque de Santa Elena, separado unos 9 kilómetros de distancia.

Hacia buen rato que la lluvia había cesado, sólo unas pequeñas e intermitentes gotas que caían sobre nuestros rostros nos recordaban la misma. A paso sostenido y por esa carretera tan conocida por nosotros, en medio de naturaleza, flores, hermosas fincas, estaderos y presencia silletera fuimos logrando nuestro objetivo y repasando esas obras y trabajos que se adelantan en aquel pulmón verde que se le hace a Medellín.

El Parque Arví, reserva ecológica, arqueológica, histórica y cultural…pero….sí, no falta el pero. Fueron frecuentes los pasacalles y avisos que nos encontramos en el camino: “Parque Arví, controla al visitante y atropella al habitante”. MDL – VM (Mesa de Desarrollo Local – Vereda Mazo). Sin lugar a dudas, este hermoso parque, arriesga a convertirse en esa chispa que encenderá la llama de protesta y que hará explotar esa bomba de tiempo que allí crece ante la inconformidad de los habitantes.

De acuerdo con el contacto que tuvimos con algunos moradores, no están de acuerdo con que sean carnetizados, y sus familiares y visitantes anunciados. No pueden vender sus propiedades a nadie diferente al Municipio de Medellín o a Cornare. No pueden construir. Les limitaron sus huertas y sembrados y se sienten encerrados. Manifiestan que son “campesinos, pero no bobos y no se dejarán sacar de allí o soltar sus tierras por cualquier miseria, ya que son propiedades que vienen heredando desde los tatarabuelos”.


Avanzaba el tiempo y con ellos los caminantes. Atrás había quedado Arví, su imponente portería, los parqueaderos, fogones, comedores, tiendas, el cable, los jardines, los senderos, los caminos de piedra, la laguna, el humedal, ese “club entrometido" en el paisaje y en la tranquilidad del corregimiento, la protesta de la gente, esa que crece en la vereda Piedras Blancas pero con mucho interés y presencia en Mazo.

Olor a humo y humedad, olor a chorizo, tamal, carne y a flores y ahí mismito el restaurante Montañita, sin lugar a dudas el preferido de los Todo Terreno y hacia el cual nos dirigimos con nuestra fatiga y nuestra hambre. Inmediatamente nos reconocen y salen las empleadas a recibirnos carta en mano.


Ordenamos una cerveza para Zuluaga y té para Juanfer y casi que automáticamente ordenamos el pedido: ¡Dos mondongos con todos los fierros! Y dicho y hecho, en pocos minutos estábamos los dos amigos encartados con tan deliciosas viandas las cuales no emitieron ni un quejido, ante el paso arrollador de nuestro apetito, al cual no le importa si nos hace daño con tantas ganas.

Pagamos la cuenta, pegamos una tandita de buena cachada mientras reposábamos los mondongos y levantamos morrales y cayados, para abordar una buseta de Santa Elena, que portando a los dos felices y orgullosos caminantes, arrancó rauda hacia la “Tacita de Plata” dejando atrás al hermoso corregimiento, ese que posiblemente cobre más vida y recobre inseguridad con el imponente Parque Arví, esa reserva ecológica, arqueológica, histórica y cultural……….pero

Hasta la próxima con el Superior Permiso.

Juan Fernando Echeverri Calle

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Juanfer, toda una delicia leer tus cronicas, nada se te queda entre el tintero, das rienda suelta a tu pluma y hacernos sentir tambien dejando nuestra huella en el camino.
Esperemos que la belleza de nuestra naturaleza, ahora acompanada del Parque Arvi, sea respetada y cuidada por todos sus visitantes.

Se les quiere.

Conejita.

Jorge Iván dijo...

A los senderos del parque Arví solo les faltaba caer en la pluma de Juanfer. Ahora si se pueden dar por terminados. Que buen abrebocas para futuras caminatas ojala con cupo completo.

Anónimo dijo...

Juanfer,el Parque Arví es un proyecto ambiental de lo mejor que tenemos en el departamento,digno de conocer,y tu crónica ya nos hizo un buen adelanto.
RUMU

Elbacé Restrepo dijo...

Tarde, pero llegué. Muy buena la crónica de Juanfer y adhiero a la propuesta del Lobato: deberían programar una caminada por Arví con toda la gallada, pero cuando "entre" un poquito el veranito. Me encantaría. Quedamos pendientes.

Anónimo dijo...

Pues ya que la Pecosa habla de gallada, no esta mala la idea, pero esperense un ratico yo llegue y el veranito tambien.

Coneja.

Anónimo dijo...

Muchas gracias a los queridos amigos y conocidos que tienen el valor de ingresar a nuestro desértico blog, pero que sin lugar a dudas encierra un valor inmenso: Un puñado de Quijotes enamorados de la naturaleza y de los caminos, que sólo esperan poder caminar muchos años más.
Juanfer