LOS CAMINANTES TODO TERRENO
CAMINATA BELLO AL CORREGIMIENTO SAN FELIX 20110312
NO ENCONTRAMOS EL CAMINO PERO SI MUCHA BELLEZA.
Estación Bello del Metro, los caminantes T. T. y mejores amigos Luis Fernando Zuluaga Z. y Juan Fernando Echeverri C. (ante ausencia por fuerza mayor de nuestros otros integrantes) siendo las 7:30 am. chocamos cayados y confundimos abrazos, para iniciar un nuevo reto: Ir desde el Municipio de Bello , hasta su corregimiento de San Félix, pero por la vieja trocha o camino de herradura, que nos comentó Don Fernando allá en El Paraíso parte baja y durante nuestro circuito de marzo 5 San Félix, Páramo de las Baldías, San Félix. (Ver y leer nuestra crónica anterior, para mayor claridad), tomen asientico y escuchen, pero no me “arrempujen.”
Buscando el Parque Francisco de Paula Santander de Bello y dejando muy bien puestas algunas plegarias al Creador en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, no sin antes haber tomado unos “traguitos” reforzados a manera de desayuno en la Panadería Metropan, empezamos por preguntar a las personas de más edad (sabios por naturaleza), sobre la existencia y ubicación de esa trocha o camino que otrora, utilizaron esos “arrieros invencibles, que alzaron el futuro de Antioquia como vara de mimbre”, pero para sorprwesa nuestra, nadie “dizque” sabia de la misma.
Por fortuna, un amable parroquiano ya medio cargado de años pero bien conservado y conocedor de su tierra, nos dio las indicaciones del caso y nos remitió a buscar a Comfama, las areneras, la piscina, la escuelita y en fin mayores referencias por esos lados y así fue.
Agarramos a trepar hacia Comfama y efectivamente, por esos lados nos fueron dando informes sobre la tal trocha de los arrieros, esa que tiene contacto con una estrecha pero bien pavimentada carretera veredal, con cara de campesina bien conservada y trajinada, dada la cantidad de personas trotando y caminando, además de estar adornada con una serie de casitas muy bonitas, jardines, potreros, algunos animales, el canto de las aves y saltones sembrados menores.
Sí señor. Ahí más arribita del Rancho Gozón y al frente de la escuela, estaba la dichosa trocha, la cual se empina como queriendo divisar a lo lejos, la misma que obedientemente fuimos siguiendo al compás de nuestros pasos, el apoyo de los cayados y algunos clic de mi cámara, todo amparado con la bendición de Dios, ya que no sabíamos para dónde íbamos.
Nuestro paso, no obstante la trepada era firme y acelerado y poco a poco la panorámica de Bello (jue mamá si ha crecido) tras nuestras espaldas fue quedando rezagado y se perdía entre las colinas cercanas a la izquierda, dejando ver algunos barrios de Medellín a la derecha.
Agua, sí, agua que dejaba asentar su arrullo sobre nuestros oídos y bajaba rauda desde muy alto de la cordillera, dejando ver arriba dos cascadas hermosas serpenteando en sus caídas y abajo, esa espuma blanca al chocar el vital líquido contra las rocas. Que hermosura de vista, de paisaje y de naturaleza verde bajo un cielo azul y claro, que descrestó a los caminantes.-
¿Cuál quebrada será esa home Zuluaguita? ¿Acaso La García? Posiblemente hombre Juanfer…pero que hermosura. Mirá esa panorámica, mirá ese cerro, ese pinar y hágale clic a la cámara, mientras nuestros pasos seguían devorando el camino, el mismo que en varias oportunidades se partía en dos y que escogíamos por intuición o por la vieja recomendación que en otra caminata por Botero, nos hizo una muy bonita campesina: “siga el más entierrao mi don…” Y así fue, seguimos el entierrao, rebasando fincas hermosas con sus sembrados de café, algunos vacunos y equinos, flores, frutas y pájaros.
Mientras más avanzábamos, mas hermosa eran esas aguas y más esbeltas las cascadas. Los rápidos espumosos del agua nos hacía exclamar ante tanta belleza, hasta que en el camino y luego de unos árboles derribados, un derrumbe pequeño y unos tubos para conducción de agua, fuimos interrumpidos bruscamente por una construcción, especie de piscinas enmalladas y unos tanques inmenso: Era el acueducto de Bello, al cual no le perdimos detalle.
Bordeamos las piscinas siguiendo el camino, el cual nos llevó a un pequeño puente colgante, el cual cruzamos, para llegar a “charco verde”, un bañadero natural que es pasadero de familias y muchachos, especializados en dejar basuras junto a sus hermosas orillas, ya que no faltan los inoportunos, maleducados y anti cívicos especimenes.
Dejamos a charco verde y de allí en adelante, la ruta trazada, se tornaba más parada, con algunas escalas a tramos, llena de vegetación y algunas dificultades. “Jue mamá” pa’ si hemos subido…Y lo que nos falta hermano, así que aceleremos.
El cielo se echaba algunas nube oscuras sobre sus azules espaldas, el clima se tornaba un poco frío, no obstante el sol quemaba y allá arriba la cima de la montaña, inalcanzable y desafiante, donde suponíamos estaba San Felix, lo cual nos lo confirmaba una serie de punticos voladores y de colores: ¡Parapentistas, vamos bien! Nos consolábamos.
El agua estaba escasona, el cansancio abundante, la dicha plena y el ascenso interminable, pero sobre todo, la belleza del paisaje incomparable.
De pronto, como “el roce de un ala sobre el viento, una voz infantil le hace cosquillas al profundo silencio”…¿Eso es para tomar fotos?…nos dijo un niño de unos siete años, quien acompañado de otro de unos cinco, se camuflaban en un atajo del camino, entre dos atados de pasto cortado, al tiempo que se echaban los mismos a la espalda, cuadro medio doloroso de nuestro futuro trabajando, lo cual aprovechamos para sacarles una vistica, compartir unas palabras con ellos, darles un billetito y seguir camino arriba.
Que océano de naturaleza y de verdor encerrando unas poquitas casitas campesinas en esa inmensidad, dónde sólo el viento se oía silvar, el mugido de alguna vaca, el latido de un perro o el trinar de algunas aves…y hasta el camino se nos perdía a tramos, para ser reemplazado por algunos pantaneros.
Mirá una casita dijo Zuluaga. Efectivamente hacia ella nos dirigimos. Había un muy bien montado fogón de leña, el cual sobre una lata, soportaba una arepa como de 40 centímetros de diámetro y una presa de carne como de media libra… Un perrito “flaco sobremanera” y tras una puerta que se abre, aparece un campesino “sobremanera” como su perro, quien nos saludó medio receloso, pero inmediatamente comprendió nuestra condición de caminantes.
Buenas tardes Señor…vamos para San Felix. ¿Qué ruta, trocha o camino hay que usted conozca? ¿San Félix?...”ues el único camino posible es por aquellas piedras, ahí lo van viendo, hasta buscar ese pinar que se ve allá en lo alto, cruzar por su medio y luego hacia la izquierda ir siguiendo…no tiene pierde, pero es muy pero muy bravo y el tunero horrible, ya que está casi borrado, pero con los palitos van quitando las tunas”. Ni aguita ofreció…
Seguimos la ruta indicada, la cual no pudimos encontrar, ya que todo era “tunas con rastrojo”, todo un martirio para nuestras manos y piernas y nada que aparecía el camino, simplemente lo imaginábamos, mientras mirábamos para arriba fin contemplar la cima del alto, que no se acercaba y esos parapentistas aferrados a sus alas voladoras y a las cuerdas del viento, que parecía se compadecían de nuestra presencia en la inmensidad de la montaña.
Atrás la imponencia parcial del Valle del Aburrá en toda su hermosura,, destacándose la Universidad de San Buenaventura y en su medio, el bloque Fray Arturo Calle “Fray Cebolla” mi recordado y brillante tío y arriba, el cielo oscuro y el frío que arreciaba. Pensábamos en la lluvia, pero nada decíamos para no llamarla.
Sí señor, ya no hay camino. En alguna parte nos equivocamos o aquel campesino no nos instruyó bien. Vamos a buscar la cima en linea recta y punto, así sea tarea de titanes, nosotros los T. T. somos verracos y no nos mareamos; pero una cosa piensa el caminante y otra el morro que está siendo pisado…
En medio de esa maraña de maleza, vegetación nativa y tunas, se nos abrió un pequeño claro donde pastaba y rumiaba un ganado, cuando de pronto Juanfer al querer pasar una pequeña zanja, sintió un dolor muy fuerte en su pierna izquierda, amén de traer una lesión desde hace tre semanas en la derecha y ahí fue el acabose. Un calambre, un calambre hombre Zuluaga y hombre a tierra. Masajes, descanso, intentos de caminar y nada…el dolor no dejaba. Sonó el “celubobo” de Zuluaguita y claro, Goyita (La Coneja) con su acostumbrado saludo desde Estados Hundidos, allá en el fondo de nuestros morrales.
Estaba temprano y no teníamos afán, así que nos acomodamos en la manga con la compania de los semovientes y alargamos nuestros pies y nuestro descanso, pero de nada valió, el dolor era bastante fuerte y casi insoportable y así tuvimos que seguir esa dura loma, prácticamente sin agua y a tramos pegado del cayado de Zuluaguita en puro remolque. Conclusión, el asunto no era un calambre, sino un desgarre muscular.
Yo miraba hacia arriba y me parecía que la cima se alejaba, de todas formas había una cosa segura. Allá arriba, luego de esos pinares que se veían negros a la distancia, como negro estaba el cielo, tenía que estar San Félix, independiente de mi cojera y la distancia que faltara por cubrir.
Así poco a poco fuimos avanzando, haciendo un gran esfuerzo, pero todo normalito y acompasado por la paciencia de Zuluaga. Que bonita experiencia y que caminata tan hermosa…y que verracos somos los Todo terreno remataba Zuluaga…¡Agua, mira es manguerita y sí, efectivamente, había una manguera para riego y consumo del ganado, con la cual llenamos nuestra botella, luego de haber bebido y calmado la sed, con ese líquido cristalino y limpio y casi que puro, la cual venía desde lo alto.
Pronto ingresamos a una hermosa finca, cruzamos un pinar y nos topamos con una angosta carretera que da acceso a las haciendas lecheras de la zona. Hermanito coronamos. Con nuevos bríos y felices, cubrimos el trayecto faltante hasta la carretera principal y para sorpresa y gusto, pudimos comprobar que habíamos salido unos quinientos metros antes de la iglesia de San Felix y a todo el frente del restaurante Don Pachá, donde nos recibió carta en mano, su propietario Don Jorge.
Pedimos un par de cervezas heladas y una Colombiana para improvisar un refajo y a continuación, pedimos dos almuerzos del día, platos deliciosos que no alcanzaron ni a tibiarse, ya que fueron desapareciendo ante el ataque infernal de cucharas, tenedores y trinchetes.
Pedimos otras dos cervezas y ante preguntas que nos hizo Don Jorge, le hablamos de nuestra aventura a lo que nos dice:_ “¿Ustedes subieron desde Bello por pleno monte? Hombre, eso es muy duro, que guapos. Si el camino de los arrieros está allí antes del retén y baja por la vereda Potreritos…¡Claro, Potreritos! Exclamamos en coro los caminantes. ¿Dónde estuvo nuestro error? Mejor dicho, para la próxima subimos en bus hasta el retén, buscamos la tal ruta de los arrieros y bajamos a Bello, para aprendernos el camino y posteriormente volvemos a hacer la subida por el camino de herradura. Aceptado y promesa de caminantes.
Pagamos la cuenta, salimos a la carretera y caminamos algunos metros, para parar en una venta de lácteos donde adquirimos quesitos y cuajadas para llevar a casa. Paramos una buseta de San Pedro que bajaba y cómodamente apoltronados en la misma y mientras gozábamos de nuestra peripecia, llegamos a la Terminal de Transporte Mariano Ospina Pérez, donde hicimos trasbordo al Metro, para dirigirnos a nuestras casas a buscar el calor de la familia, a sacarnos tunas y cuidar mis dolencias.
Un abrazo y hasta la próxima con el Superior Permiso. ¡Ahhh! La lluvia amenazó, pero no cayó ni una gota, gracias a la Milagrosa que nos prestó el Lobato. Chaito.
JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE
Los Caminantes Todo Terreno Mar 12.11
www.caminantestodoterreno.blogspot.com
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2 comentarios:
Que pena y nos pedimos muchos de esta caminata tan hermosa, de la manera en que la narras no quedan sino ganas de un dia poder hacerla, y ojala con toda la gallada completa.
A esta Conejita le dieron ganas hasta de tirarse a charco verde y refrescarme.
A Zuluaguita gracias por las testigas de esta caminata, lindas las fotografias, a ti siempre gracias, por estas crinicas tan maravillosas que nos regalas.
Lanuditos.
Conejita TT.
Una bonita aventura que nos llena de paisaje y de vida la retina.
Hace ya bastante tiempo, tuvimos unos amigos en Bello.Para ellos era un placer subor a la planta de aguas de Fabricato y al acueducto del Municipio. Hablaban bellezas de las maravillas del lugar y de la naturaleza. Que buen recorrido para mostrarnos todo eso que tenemos, aquí mismo en Medellín y que tan pocas personas conocen.
Alba L.
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