Caminata Medellín - Medellín

Fecha: 9 de junio de 2007

Asistentes: Luís Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, Carlos Olaya Betancur y Jorge Iván Londoño Maya

Duración: Ojala hubieran sido 72 horas, o más

Nombre: La cultura como cayado

Mención especial: Para el Alcalde Sergio Fajardo Valderrama, por darle la posibilidad a muchos niños de Medellín de poner sus manos sobre el teclado de un computador, sobre un libro o sobre un pedacito de plastilina.

Con horario de empleados de oficina, 7 y 30 de la mañana, nos encontramos los Todo Terreno en la estación Industriales del metro, excepto Carlos, quien por razones de trabajo en su empresa Man&Obras, tenía que dejar todo dispuesto para las labores del día, pero con el compromiso de que se nos uniría mas tarde, porque este vistazo a Medellín no se lo perdería por nada del mundo.

Como era una caminata por la ciudad, nos fuimos muy ligeros de aperos. En efecto, los morrales siempre provistos de agua, frutas, dulces y otros cachivaches, así como los nobles cayados, esta vez se quedaron muy juiciosos en nuestras casas. Por lo tanto, parecíamos más unos universitarios de paseo que unos curtidos caminantes.

El primer sitio para visitar en nuestra lista de recorridos fue la construcción de la sede de Bancolombia, ahí mismo en las entrañas donde antes quedaba la cementera Argos. Para una mejor observación nos ubicamos sobre el puente peatonal del metro. Con pinta de turistas polacos observamos buena parte de los 1.500 trabajadores que tiene la obra, y que como hormigas van y vienen abriendo trocha por los lados de esos enormes abismos donde se estan sembrando las robustas columnas. Todo ese complejo parece en este momento un aeropuerto internacional de plumas. Nos llamó la atención un letrero pidiendo trabajadores para la obra, algo inusual en nuestro medio.

De allí nos enrutamos para el cerro Nutibara, concretamente para el Pueblito Paisa, así que tomamos el puente peatonal opuesto. En el camino nos encontramos una venta de buñuelos a $100 cada uno, del tamaño de una bolita de ping pong, o sea que se necesitan 15 bolitas de harina y queso para armar uno de los buñuelotes que nos comemos en las terminales de transporte, antes de nuestros viajes a las caminatas por los pueblos. Hay que ver la agilidad de esas muchachas echando buñuelos a mil por hora en las bolsas que son llevadas por los trabajares del sector.

En dos zancadas llegamos a la entrada del cerro Nutibara, otro de los pulmones que tiene muestra ciudad. Para subir, además de la vía principal, cuenta con varios senderos ecológicos construidos en escalones de cemento o empedrados; así que como buenos aventureros escogimos el más empinado y arborizado, pero también el mas empantanado por las obras que están haciendo en la cima, por lo que los tenis llegaron como si tuvieran enormes patacones de barro pegados por debajo. Esto obligo al comentario sobre la segura emberriondada de nuestras consortes, quienes cada ocho días se las tienen que ver no solo con los zapatos llenos de lodo sino con nuestra vestimenta empantanada, sudorosa y a veces chorriadita de sopa.

Cuando llegamos a la cima pudimos observar las obras complementarias que le están haciendo al pueblito, las cuales cuenta con la interventoría de la escultura del Cacique Nutibara y su compañera, obra del maestro José Horario Betancur. A esa hora, y tal como sucede en nuestros pueblos de verdad, solo estaban abiertas la iglesia y la tienda. Por fortuna, los jardines que se están sembrando sobresalen a las obras cemento, las cuales, entre otras, no llevan el ritmo esperado, aparentemente por problemas de la empresa contratista, así que habrá que esperar la entrega oficial para dar un juicio mas certero sobre la remodelación de nuestro arraigado pueblito paisa.

Luego pasamos a la zona de los miradores. El que está ubicado en la parte norte por fortuna le pusieron piso pues en épocas de invierno éste se convertía en un verdadero lodazal. Allí aprovechamos para lavar artesanalmente los tenis, pisando la grama húmeda y caminando por entre los charcos que había formado el aguacero de la noche anterior. Mientras observábamos a la ciudad por los cuatro puntos cardinales, entró la llamada de Carlos, por lo que convenimos encontrarnos a la entrada de la calle 31.

La bajada la hicimos por la vía principal para no perder la “lavada” y para observar el personal femenino que a esa hora aprovecha para hacer ejercicio. Cuando llegamos a las enaguas del cerro, paramos en un puesto de frutas para comprar unas deliciosas rodajas de piña, en ese momento apareció Carlos por lo que se unió al banquete de vitamina ce. El resto de vitaminas nos las proporcionaron los ojos de una trigueña que estaba haciendo gimnasia con otras amigas. Sin pecar de exageración, creo que son los ojos más hermosos que nos hemos encontrado en nuestras caminatas. Con justicia le valió el piropo “tiene más ojos que una piña mal pelada”


Terminado nuestro segundo objetivo, cogimos por la calle 30 hacia el occidente, para ver las obras del metro plus. De la carrera 65 hasta la 70, las obras tienen buen adelanto. Allí nos toco ver la pavimentación de los carriles que van paralelos al carril exclusivo para los buses del metro plus. Sin Cañar, y gracias a nuestra media hora de estudios sobre Ingeniería Civil, podemos afirmar que la capa asfáltica es de unos 20 centímetros, lo que garantizará la buena estabilidad de los pisos. En este tramo conocimos igualmente la obra de ingeniería hecha sobre el lecho de la quebrada que atraviesa la calle 30 y que va a caer al río Medellín, ideada para que el material de playa y las basuras se acumulen en determinado sitio y no ingresen a la canalización, obra que se debería hacer en todas las canalizaciones de la ciudad.

En una estación de gasolina del sector, encontramos un bien tenido taxi Chevrolet Checker modelo 1961, de los que traen dos sillas extras en la parte trasera, o sea que ni mandado hacer para los Todo Terreno, Sarita y Jerónimo. Al hacer la vaca para comprarlo vimos que no nos alcanzaba, por lo que nos contentamos con posar a su lado para la foto de rigor.

De la carrera 70 hacia arriba las obras están más incipientes, por lo que el lugar se convirtió en un campo de batalla escrita entre los propietarios de los negocios y la empresa constructora, dada la cantidad de avisos pegados a las paredes. Como quien dice, un enfrentamiento entre el progreso y la supervivencia. En este tramo pudimos observar en vivo y en directo el vaciado de la mezcla de cemento y arena en el carril por donde irán los buses del metro plus, mezcla que va reforzada con formaletas de hierro.

Al llegar a la carrera 80, en predios de la parroquia de san Juan de la Cruz, la cual cuenta entre sus “asiduos” feligreses a nuestro Polaroid Olaya, fuimos testigos de los últimos vestigios de lo que fuera una de las glorietas más congestionadas de la ciudad, y que desaparecerá posiblemente para darle vida a un cruce semaforizado. Continuamos hasta la carrera 84 y allí localizamos el centro Comercial Los Molinos, nombre que los vecinos acogieron para sus negocios como gesto solidario; por lo que se puede observar la sastrería Los Molinos, panadería Los Molinos, legumbres Los Molinos, frutera Los Molinos, tienda mixta Los Molinos, remontadora Los Molinos y todo así por el molino…perdón, por el estilo.

Los propósitos para entrar a este centro comercial eran dos, uno para refrescarnos del calor que a esa hora atizaba el pelicandela Arango y otra para comprarle una cachucha a Carlos, quien dejó la oficial en la casa, cosa que sucede con alguna frecuencia. Solamente logramos refrescarnos, porque la cachucha no se pudo comprar, pues el único almacén abierto era El Éxito, pero es de los que sólo tienen sección de mercado. Luego de una corta visita por el centro comercial regresamos a los 28 grados que marcaba el termómetro afuera.

Continuamos por un lado de la urbanización Nueva Villa del Aburrá y por las calles aledañas, que las que nunca habíamos pasado a pié, y creo que en carro, sembradas de enormes árboles, apacibles sombras, con buena colección de pájaros, adornadas con hermosas casas e imponentes edificios, uno de los cuales tiene a la entrada la escultura “Botellón” de Salvador Arango, en alusión a uno de los extinguidos juegos de nuestra juventud.

Llegamos a la avenida 33, territorio de los padres Pasionistas, quienes dirigen y cuidan como anillos de abuelos la querida parroquia de Santa gema. Continuamos por el barrio la Castellana, igualmente generoso en sombra y agradables casas. Caímos por detrás del colegio Corazonista y a la calle 35, en donde aprovechamos para entrar a la casa de doña Ligia de Rodas, suegra del suscrito, a pedir prestada una cachucha para Carlos, pues a esas alturas traía recalentada la calva, cachucha que llegó “cuñada” con vasos de refrescante guandolo.

Seguimos la 35 palo arriba hasta la carrera 90, en donde volteamos para Belencito con el propósito de entrar al convento de la comunidad de María Inmaculada y Santa María de Siena, mas conocido como la madre Laura Montoya. Allí visitamos el altar donde reposan sus restos, y el lugar donde están exhibidas las placas con los agradecimientos por los favores recibidos. A la salida nos encontramos con la hermana Lucía, natural de Buriticá, quien con lujo de detalles gerencia la tienda, con unas dotes de vendedora que ya se los quisiera el profesor Ignacio Orrego. En par minutos la hermana Lucia nos vendió unas deliciosas empanadas de buena cintura y talla, hechas con arroz, carne y huevo, iguales a que las que nos hacían nuestras mamás, acompañadas de generosa porción de ají, tanto que dejamos al convento sin gota de este condimento. Debido a la premura del tiempo optamos por aplazar la visita al museo etnológico para la segunda edición de nuestro ciclo de caminatas por la ciudad, máxime que este museo es el mas importante y completo de Colombia.

Por entre frondosos mangos y pomos comenzamos a bordear el barrio Santa Mónica, concretamente por detrás de la cárcel de mujeres el Buen Pastor, que entre otras están a punto de llevarse sus corotos para el corregimiento de san Cristóbal. El rezo del Ave María nos cogió al frente de la casa de la comunidad de las Mercedarias, quienes dirigen espiritualmente a las internas. Como esos predios nos tocaron cuando eran unas mangas cruzadas por quebradas de aguas cristalinas, vivimos unos sentidos momentos de reminiscencias.

Tres curvas más y llegamos a los límites de San Javier con la América. Allí encontramos de primera mano la construcción de lo que será el colegio oficial San Javier, todo un señor colegio, que contará de varias plantas, cada una con 4 pisos. Contiguo a este proyecto, cuyas obras van bien adelante, está ubicada una realidad que se llama Parque Biblioteca Presbítero José Luis Arroyave.

En el primer bloque se encuentra el PUI Proyecto Urbano Integral de la comuna trece, una especie de centro empresarial. Al fondo está la biblioteca que cuenta con varias salas para la recreación, ente ellas la infantil, cuya amable directora nos explicó su funcionamiento. Incluye los salones de computadores, que a esa hora estaban con cupo completo, a mano alzada pueden haber más de 200 equipos. De estos salones se destaca el salón para niños, en donde hacen sus primeros teclados. Las salas para conferencias estaban ocupadas y la biblioteca comienza a surtirse con libros de todas las clases.

Desde la pequeña colina donde está ubicada la biblioteca se observa gran parte del barrio san Javier y sus alrededores, así como las columnas que sostendrán las cabinas del metro cable de occidente, que en número superior a diez van mostrando la ruta que tendrá este nuevo sistema de transporte. Hay que destacar que la biblioteca le dio una nueva vida y presentación a la zona, la cual quedará mucho mejor cuando se hagan las obras particulares que en este momento estan en proyecto.

Caminamos tres cuadras y llegamos a la estación san Javier del metro, cuyos alrededores se llenaron de negocios que igualmente arroparon el nombre Metro para los mismos, por lo que es común encontrar; metro pan, delicias metro, calzado metro, metro variedades, metro hamburguesas y algo más, etc. Allí nos refrescamos con algo heladito mientras veíamos pasar el desfile de usuarias del metro, que las hay para todos los gustos. Ubicados en la plataforma de la estación pudimos observa la forma tan organizada como se hacen las obras para el metro cable, por lo que pasan inadvertidas. Con cupo completo arrancamos hacia la estación san Antonio, llevando como compañeras de viaje a dos agraciadas chicas, quienes de inmediato se unieron al paseo universiario; porque penosos, ¡quien dijo!

En la estación San Antonio nos despedimos de nuestras ocasionales amigas, y cogimos la línea A con dirección a la estación Acevedo, en la cual nos bajamos para montarnos en la línea K, o sea el metro cable. En la cabina nos toco como compañera una monjita de la comunidad del Niño Jesus, que iba a trabajar a un albergue con niños con problemas de nutrición. Esa monja tenía una sonrisa tan especial, que no le pedimos una medallita sino una sonrisita, lo que la puso rojita como un tomate de aliño.

Desde la cabina pudimos observar el puente recién inaugurado, que une a los barrios Andalucía y la Francia, los cuales en el pasado vivieron un conflicto permanente, y que hoy están unidos, no sólo por el puente sino por lazos de amistad y respeto. En nueve minutos llegamos a la estación San Domingo en donde desembarcamos. Allí cogimos el sendero peatonal construido por el metro, dotado con negocitos a los lados, en uno de los cuales compramos mangos maduros sazonados con buena sal y limón. Llama la atención la cantidad de niños jugando en cuanto rincón encuentran.

A las 5 cuadras encontramos el parque biblioteca España, que consta de tres módulos que representan las tres piedras del saber, por lo que los edificios, en su parte externa, tienen la apariencia de una piedra. El modulo central tiene 6 pisos unidos por ascensor o escaleras. Hay salas de computadores, sala de lectura muy bien dotada que estaba con cupo completo, una sala de cuentos para niños, en la cual casi no encontramos puesto para sentarnos a leer, dirigida por Laura quien con la amabilidad del caso nos contó el funcionamiento. Mientras lo hacía uno de los niños, quizás el mas asiduo visitante, la abrazaba, en una clara muestra del calor que estos lugares están generando para esas comunidades. Entre otras nos dijo que cada hora les lee un cuento y que luego los niños lo representan haciendo figuras de plastilina o dibujando en el tablero.

Las escalas son un hervidero de niños que suben y bajan, así como familias completas que quieren conocer el sitio y los “turistas” que venimos de Medellín. Hablando de turistas vimos un grupo de personas departiendo en uno de los negocios, y entre ellos algunas personas extranjeras. Que gratificante ver esos cuadros hoy en día en zonas donde la policía no podía hacer presencia.

De regreso al metro entramos en uno de los negocios para brindar por toda esta transformación con unas amargas bien heladas y para conversar con el propietario quien nos contó sobre la transformación que han tenido estos barrios, no solo con el metro cable sino con los planes de convivencia y con las obras.

“Chorriados” metro cable abajo, nos fuimos conversando con una señora que reside en el barrio la Francia, quien nos sirvió de guía improvisada y a la vez de nuevo testigo del cambio de todos estos barrios. Ya en la plataforma vimos las largas filas de personas que subían para esos barrios, posiblemente por haber terminado la jornada laboral sabatina. De nuevo en la estación Acevedo cogimos el metro rumbo al centro para bajarnos en la estación Universidad, otro de nuestros puntos de visita.

Allí esperamos a nuestro contertulio Juancé Mejía, quien muy clarito nos advirtió: “yo si los acompaño a la caminata, pero sólo al almuerzo”, luego de esperar infructuosamente que apareciera por el horizonte una larga figura de canas y de espesa barba, nos entramos al jardín botánico para conocer el orquideorama, obra digna para la belleza de nuestras orquídeas. Allí apreciamos como va la construcción del futuro acuario, que será de buen tamaño, y del edificio administrativo que contara con oficinas, salón de reuniones, cafetería y restaurante.

Todo ese entorno será otro punto referente de nuestra ciudad, porque allí se localizan: el parque Norte, el parque Explora, el jardín Botánico, el planetario, el estadio de fútbol Cincuentenario, y no muy lejos la universidad de Antioquia y el parque cementerio de san Pedro.


Del jardín botánico pasamos al Planetario. Allí aprovechamos para almorzar en el restaurante los Asados, el menú fue el siguiente: porción de fríjoles, cañón de cerdo, tan delgadito que lo partieron con rayo láser, ensalada de siempre, arroz, papitas a la yo no se que y tajada de maduro.

La siesta la hicimos recorriendo las instalaciones por lo que gozamos de lo lindo conversando en los muros cóncavos que reflejan el eco, luego pasamos a los chorros de agua donde los niños forman una sola carcajada y terminamos en el reloj de sol que marcaba las 4 y 30 de la tarde, hora de terminar la primera edición de nuestra caminata Medellín – Medellín
En cada una de las obras pudimos apreciar una valla, en la que además de la información técnica de cada construcción, aparece un letrero que dice: “Aquí Están Invertidos sus Impuestos” por lo que todos al unísono dijimos: ¡ahora si los pagamos con el mayor de los gustos!


Hasta la próxima
Jorge Iván Londoño Maya

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Oigan: eso si estuvo bueno, carajo.
Lástima haberme mamado por fuerza mayor; y para decir esto no necesito mentir, como sugiere alguien.
Las fotos, magníficas.
Me parece muy largo el recorrido, poco Metro y poco almuerzo.

Anónimo dijo...

Los Caminantes Todo terreno, somos cuatro amigos medio "quijetescos" y medio "sanchescos" que le robamos el idealismo a los caminos, para entregarle sueños a la vida y un poquitico de "amor verde" a natura. Nuestros caminos son simples y sencillos, como simples y sencilla son las florecillas que nos saludan a nuestro paso.
Jesús Alonso Bolívar

Anónimo dijo...

SI MIS PASOS DE CAMINANTE ABREN CAMINO Y ESOS CAMINOS SON RECORRIDOS POR OTROS CAMINANTES, PUEDO DECIR QUE HE CAMINADO Y HE VIVIDO Y MIS PASOS EN VANO NO HAN SIDO.

Juanfer

Camilo Velez dijo...

Me enteré de este blog gracias a un artículo de El Colombiano. Muy interesante el blog, un día de estos le copio la idea y me voy de caminata por Medellín. La verdad hace rato quiero ir a algunos de los lugares que uds ya recorrieron y al leer este post me estoy animando a hacerlo. Una cosa, dicen que Santo Domingo llegan "turistas" de Medellín... Santo Domingo también está en Medellín.

sociourbano dijo...

He sido un caminante no muy disciplinado, pues no pertenezco aun grupo, aún cuando si he estado en caminatas organizadas, empezando con la marcha a Caicedo con los hoy y siempre recordados, Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri. Algunas, dos, con el Inder; otras tantas con el grupo de PROSA del U de A., etc. Habiendo empezado muy tarde, soy adulto mayor, ya los médicos me impiden caminar por ser ejercicio de alto impacto. Pero bueno, lo que quería era felicitarlos por la iniciativa de su grupo Caminantes Todo Terreno y por hacer caminatas urbanas. Esta idea traté de impulsarla en mi barrio y comuna para hacer no solo las caminatas como ejercicio, sino como una forma de construir ciudadanía: conociendo la ciudad, percibiendo sus carencias y también sus bellezas; hacer caminatas con sentido social, que integre las comunidades, los barrios. Visitar no solo los lugares, sino las organizaciones existentes en el camino, contactarlas previamente, para que se unan al recorrido, o atiendan a los caminantes y cuenten sus historias a los visitantes. Esto es romper muros, barreras entre los habitantes de una misma ciudad. Propiciar la convivencia y contribuir a la paz de esta Medellín, que como dice Sergio Fajardo: “está saliendo del miedo a la esperanza”
Me enteré de ustedes por artículo de El Colombiano. Los seguiré a la distancia por este medio. “Se hace camino al andar”. Felicitaciones y en marcha.

Anónimo dijo...

Muchachones que linda caminata, visitar La Bella Villa y mostrarnos
su progreso que gracias a "papito"
Fajardo, ( si lobato coquetea yo tambien por qu no? )que le puso garra a su administracion y nos dejo tantaa cultura y educacion para nuestras gentes.
Muy buena la cronica, pero estuvo como probrecita de comida jajajajaja

Conejita.

Anónimo dijo...

Lindo que recorran nuestra preciosas ciudad y nos hagan participes del crecimiento de esta,
buenas bibliotecas y parques que nuestros paisanos se integren al crecimiento cultural de nuestra lindisima ciudad, gracias a Fajardo
por haberle puesto empuja y verraquera a tanta obra en beneficio de nuestras gentes. Gracias a ustedes por visitarlas y traernosla atravez de sus cronicas.

Conejita.