Caminata Sopetran - Vereda Santa Rita - Sopetran

Fecha: 12 de enero de 2008

Integrantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Carlos Alberto Olaya betancur y Juan Fernando Echeverri Calle

Nombre: Calor, Color, Luz, Flores, Frutas y Belleza

Brillados los cayados, desempolvados los tenis y recobrados los ánimos luego de unas merecidas vacaciones, los Caminantes Todo Terreno iniciamos el 2008 con pie derecho, eligiendo para la patoniada al municipio de Sopetrán, la tierrita de Don José MaríaVilla, constructor del puente de Occidente, declarado monumento nacional, y de allí a Santa Fe de Antioquia. Como larguita la caminata.

En una bonita y fresca mañana, el Polaroid Olaya y Juanfer, nos encontramos en la Estación Estadio del Metro a las 6:45 a. m. y de allí en nuestro querido gusano, haciendo trasbordo en San Antonio, hasta la Terminal del Norte Mariano Ospina Pérez, donde nos encontraríamos con el Zuluaguita, quien es más cumplido que novia fea. En efecto, allá estaba periódico en mano y dando vueltas como tigre recién cogido.

Luego del saludote de rigor y con la ausencia de nuestro compañero Jorge Iván Londoño Maya, quien en este día había trastiado su cayado y sus corotos pa’ otro programa más titino y entretenido, arrimamos a un negocito de la Terminal, donde hicimos un “predesayunito,” con perico y empanadas, para luego dirigirnos a la Flota de Colectivos de Santa Fe de Antioquia, donde encarapetados en uno de estos automóviles, el cual creo no hubiese sido del gusto del Lobato, arrancamos a las 7:20 a m. rumbo a Sopetrán con el cupo completo; y digo completo, ya que además del “fercho” (quien resultó buen conversador) también iba un señor como medio rarongo, con pinta de “abogado en ayunas” y más serio que un marrano haciendo pipi.

Así fue que arrancamos en el blanco vehículo haciendo zumbar sus pistones, para agarrar rumbo a la carretera al mar, donde pudimos ver y conocer la parte del nuevo metrocable de Nuevo Occidente, ese que llega hasta la Aurora y que se inaugurará el próximo mes de febrero. ¡Qué belleza carajo!!!!

En menos de lo que demora el Chávez de Venezuela en tirarse cualquier reunión, estábamos ingresando al túnel Fernando Gómez Martínez, toda una maravilla de nuestra ingeniería, el cual pasamos en dos boliones para comprobar, como al otro lado, se ven los efectos del invierno y los derrumbes que tienen la carretera medio jodida y que si no se le pone remedio, el hermoso túnel quedará sirviendo para ensayar relojes fosforescentes, y pare de contar.

Ahí, conversaito y comentando las situaciones íbamos songo sorongo, cuando el señor misteriosito que nos acompañaba sacó media de guaro y se empujó el primero, claro que no ofreció ni unito, por el contrario, se guardó la botella entre el sobaco pa’ que no se la viéramos y ahí si empezó a hablar sin parar hasta su destino final en Sopetrán. Es como medio político, ha trabajado con el gobierno y es más Uribista que Juanfer que ya es mucho decir.

Siendo las 8:35 a.m. llegamos a nuestro destino, ya que el viajecito fue rapidito. Allí nos despedimos y dirigimos nuestros pasos a la Heladería y Restaurante la Nube, en el bien tenido parque La Ceiba del pueblo patria chica de nuestro amigo Raúl Emilio Tamayo G. y de otro montonón de gente.

Que falla, primera vez que no vamos a la iglesia (Nuestra Señora de la Asunción) a visitar al Gran Arquitecto Universal y darle gracias por los favores recibidos, lo cual hicimos a larga distancia mientras pedíamos nuestros desayunos, los mismos que no describo, pero que en la foto están bien representados.


Así comiditos, pero con algo de hambre, salimos siendo las 9:07 rumbo al Puente de Occidente, por una calleja abajo, donde nos llamó poderosamente una placa de mármol, recordando la “pavimentación de la cuadra gracias a la gestión del Alcalde Gerardo Vanegas”, calle que no tiene más de cuarenta metros de larga y que gastaría cinco bultos de cemento y cinco viajes de arena; es decir, vale más la placa. ¡Estos políticos home!!!!

Que día, o mejor que mañana más hermosa, que derroche de sol, de luz y de color en el ambiente, que calor tan verraco y a esa hora....es decir, ya nos imaginábamos el día que nos esperaba y la cuasi cocinada vivos, pero no importa. De pronto, así “como el roce de un ala sobre el viento”, un gran aviso llamó poderosamente nuestra atención: Vereda Guatocable – Municipio de Sopetrán – El cable Aéreo obra del departamento de Antioquia, que beneficia a 1.500 habitantes de las veredas Guatoco – Miranda Alta – Santa Rita y El Pomar.-

¿Cómo? Eso nos han dicho, pues arranquemos para allá home que no conocemos, gritó el Zuluaga, cual general Córdova en Ayacucho, y como constituyentes venezolanos, muy obedientemente sumisos, y sin mostrar ninguna resistencia, fuimos doblando a la derecha, refrescados por el murmullo de la quebrada la Sopetrana, por un camino veredal que desde su primer paso se empina para sumergirnos en un paisaje realmente hermoso, con fincas lujosas, donde las portadas son obras de arte y parece que estuvieran en concurso.

Nos llamó poderosamente la atención unos troncos talados de un par de ceibas que sobresalían sobre el tejado de una casa campesina, nos dolió ese crimen ecológico, pero cuando llegamos a los mismos pudimos comprobar que eran dos especies de esculturas en cemento concreto, muy bien pintados y que servían de marco a la portada de una finca hermosa, la cual ni nombre tiene, pero que destila lujo por todos sus muros, cercas, alambrados y jardines......y no me digan nada de la casa.

En medio de ese calor impresionante y en pura trepada, protegidos por piñones de oreja, búcaros, campaños, algarrobos y tamarindos, preguntamos a unos parroquianos: ¿A cuánto estamos del cable? A lo que uno nos respondió que a 15 minutos en carro, que traducido a pata ventiada y considerando lo exigente del terreno, da algo así como casi las tres horas, lo cual nos hizo mover todavía más para lograr nuestro cometido.

Que belleza de paisaje en estas veredas, donde los pájaros abundan, las frutas se ven por todo lado, las musaendras y los curazaos o veraneras en todos los colores reinan en los jardines, el agua se distribuye en mangueras por las diferentes fincas, pero también y como no puede faltar, aparecen las bolsas de basura arrojadas por inescrupulosos y desadaptados, contaminando el medio ambiente y sobresaliendo los envases de gaseosa, de esas multinacionales que poco o nada hacen por el mismo, a las cuales se les podría cobrar un impuesto adicional, para reparar en algo, el daño que hacen con sus productos, según recomienda serio y bravo nuestro Polaroid Olaya.

Nos impresionaron unos bosquecillos de árboles, muy parejos, delgados y con alturas superiores a los cuatro o cinco metros, los cuales según fuimos informados, se trata de cultivos de teca, la dura y apreciada madera, de la cual se está exportando bastante hacia el exterior y cuya siembra y producción en Sopetrán, parece que tiene un futuro inmenso.

La nota humana de nuestra caminata la tuvimos con un señor de nombre Luis Emilio, conocido como “Millo”, quien en su oficio de aserrador, la naturaleza le cobró por ventanilla hace seis años, cuando un árbol le cayó en su cuello y prácticamente lo dejó parapléjico, pero “Millo” con sus ganas de vivir y su tesón, ha venido superando su mal y ya camina ayudado con un caminador, montó un negocio a bordo del camino donde vende gaseosas, cigarrillos y otras cositas, instalado en una caseta metálica, donde también tiene su residencia, con su catre, televisor, equipo de sonido, nevera, agua, luz, bicicleta estática, es decir, un hombre digno de ser admirado e imitado.

Donde “Millo” refrescamos los guargueros secos como estopa y desviando nuestros pasos por una trocha que nos mostró otro parroquiano, nos economizamos unos cincuenta minutos en nuestra marcha, por un sendero estrecho, rodeado de naturaleza y hermosos frutales, así como de algunas casas campesinas, nos volvió a dejar en el camino o carretera principal, la cual nos llevó a la vereda Santa Rita donde está ubicado el cable o teleférico, con el que la Gobernación de Antioquia dotó a Sopetrán y lo viene haciendo con varios municipios, constituyéndose en un alivio para los habitantes de los sectores donde se ubican, especialmente para los estudiantes y los campesinos para transportar sus productos; además de ser atractivo turístico.

Efectivamente, sudando a mares, bajo un cielo “límpidamente” azul, ese sol con sus cuatro parrillas encendidas en alto, dotado de gafas oscuras y bermudas, el cual por más que ascendiéramos no rebajaba en su calentura y al fondo el río Cauca majestuoso, dejando ver muy lejos la estructura casi imperceptible del Puente de Occidente, logramos divisar en la distancia y sobre el cañón de nuestro río los dos cables destemplados del teleférico, el cual para nuestro desconsuelo no estaba funcionando debido a graves fallas mecánicas, según fuimos informados. No obstante, seguimos nuestra marcha hasta llegar a la primera caseta o estación, allí en Santa Rita.

Efectivamente es una construcción pequeña, pero cómoda, muy bien dispuesta para sus fines; con su sala de espera, taquilla para venta de tiquetes, escalinatas para llegar a la góndola, idénticas a las del Metrocable de Medellín, la cual permanece colgada del cable y firmemente amarrada con una gran lazo, espera silenciosa y sumisa, se terminen los lentos trabajos de reparación e instalación del nuevo motor, para poder entrar en servicio a la comunidad, trayendo desde el otro lado del cañón, en las vereda Guataco y Los Pomos, las deliciosas frutas que allí se producen, tales como: nísperos, mamey, papaya, mango, naranja, guanábana, algarroba, corozos, chontas, coco, zapote, chirimoya, mamoncillo, tamarindo y maracuyá, ya que por tradición Sopetrán es tierra de las frutas y allí se celebra la fiesta de las mismas en el último puente de junio.

Aprovechamos la góndola ahí amarrada para tomarnos algunas fotos en la misma, plasmar el hermoso paisaje y la estación de la vereda Guatoco (Guatocable), la cual parece una porcelana china, descargada en la falda de la cordillera, resaltando con su color rojo encendido, debido a la tableta tipo bocadillo con que fueron recubiertas estas construcciones.

Allí también aprovechamos para conversar con los técnicos de la obra, que adelantan actualmente su reparación y leer las varias placas de mármol, puestas sobre muros y columnas, haciendo énfasis a la entrega y construcción de la obra, la cual hasta el momento no ha podido cumplir con su cometido, por más que aparezcan los nombres del Gobernador Aníbal Gaviria y del Alcalde Gerardo Vanegas, repetidos en las placas.

Conocido éste bonito e interesante lugar, con el sabor agridulce de no encontrar el teleférico en funcionamiento, pero con la esperanza de poderlo ver y disfrutarlo en una próxima caminata, iniciamos nuestro regreso hacia Sopetrán, deshaciendo pasos, reconociendo en la bajada una cantidad de detalles bonitos e interesantes que se nos habían pasado en la subida y apreciando el paisaje desde otros ángulos. Es lo bueno de caminar y conocer, ya que no conoce más el que más viaja, sino el que más observa y nosotros como observadores nos tenemos respeto, además de llevar los ojos mágicos de nuestros fotógrafos el Polaroid Olaya y el Melitón Zuluaga. ¡Pa’ qué más! o sino hay tienen de muestra la excelente foto del gusanito que nos encontramos.

La bajada fue suave, ya que bajando ruedan las piedras, pero el calor nos molestó durante todo el trayecto, ya que nos resultó más fastidioso y pegajoso que la tal senadora liposuccionada y apátrida que sabemos, pero por fortuna lo soportamos, lo que no podemos soportar ni poquito, es al entrometido vecino del oriente, llavería de aquella y a quienes es hora de decirles ¡Por favor, cállense ya!!!!! dado que son como los estribos, que sólo sirven pa’ meter las patas.

Eran las 3.30 p. m. cuando hicimos nuestro ingreso al parque de Sopetrán, para dirigirnos al restaurante El Balcón del Parque, donde con el calor que estaba haciendo y la sed que traíamos, el Zuluaguita y el suscrito nos contentamos con jugo de tamarindo (no tan delicioso como el de Santa Fe de Antioquia) y una deliciosa sopa de legumbres, mientras que el Polaroid Olaya, si se fajó su almuerzo completo. Yo le doy ropita y le pago estudio...¿Pero comida??

Ahí mientras consumíamos nuestro almuerzo, pasó un parroquiano, que resultó ser conocido de Carlos Polaroid Olaya. Se trataba de Don Fernando Orrego, quien muy amablemente se nos sentó en la mesa, nos ofreció gaseosa y nos contó todos los milagros del pueblo, con sus pelos y señales. Que señor tan amable, cordial y buen conversador, además de ser amigo de nuestro contertulio Raúl Tamayo Gaviria a quien le mandó saluditas reforzadas.

Despedidos De Don Fernando Orrego, quien hasta botellas de miel de abeja pura también nos regaló, otro producto que se produce en Sopetrán, compramos tiquetes de regreso a Medellín en la buseta de las 5:30 pm. la cual nos dejó en la terminal de transporte del Norte, de donde habíamos salido y de allí nuevamente el Metro y a las casitas a descansar.

Que caminata tan bonita e interesante nos resultó esta, ahí sin querer queriendo. Ya será en otra que vamos al Puente de Occidente, el cual hemos visitado unas tres veces y que aguanta otras treinta.

Fuerte potencial de turismo el que tiene el Occcidente Antioqueño, galopando en los lomos del túnel, en la calidad de sus gentes, el clima, las frutas, las aguas y los paisajes.

En Sopetrán, con sus 11.500 habitantes, acomodados los unos sobre las otras en 223 Km2. se tiene una temperatura de 25°C (eso dicen, pero debe ser más) , separado de Medellín por 68 kilómetros que se cubren en algo más de una hora y tiene con la Bella Villa, una situación coincidente: Ambas fueron fundadas en 1616 por Francisco Herrera Campuzano, como quien dice, son hermanitas. El primer nombre que tuvo el poblado fue Los Guamos, cambiado luego por Viceparroquia de Nuestra Señora del Saladito de Córdova, el cual hubo que cambiarlo por Sopetrán, ya que para pronunciarlo completo había que llevar fiambre.-

Hasta la próxima y no se les olvide visitar estos paraísos de nuestro Occidente. Ahhh!! Y hacerle fuerza a la conservación de las aguas y de los bosques,

JUANFER