Caminata El Retiro - Cerro La Guija - El Retiro

EL CAYADO DE JERUSALÉN

Durante la semana hubo cruce de correos, confirmaciones y deserciones de última hora. La cita era en los bajos de la Estación Exposiciones de nuestro Metro, para quienes arrancábamos de Medellín; y en un parque de pueblo, para quienes por razones de “pesos”, ya gozan de El – buen – Retiro. Pero como no hay almuerzo gratis, al suscrito le tocaba encargarse del más chuchumeco de los Todoterreno desde la Estación San Javier. Ya con don Juanfer apoderado del vagón, hablando de don Raulé y del palazo que le dejó en los comentarios de su columna sabatina, una niña de aproximadamente doce años quiso darle el puesto, el señor canosito se sorprendió y enmudeció, para evitarle la pena, tuve que decirle a la niña: “tranquila, siga sentada que yo lo sostengo”, así fue que lo lleve tomado del brazo hasta nuestro punto de encuentro, mientras él rezongaba.


Puntuales como siempre, estaban listos el Kurdo manivacío, Olaya de unípode y Zuluaga de morral cargado de granadillas dulces que serían más tarde refrigerio durante la jornada. Hasta aquí solo faltaba a la cita el poeta Josema que, por razones de agenda política de última hora, no nos acompañaría. Entre saludos efusivos y miradas conciliadoras nos trepamos al Sotraretiro NPI 345, que entre cabisueños de Olaya, perorata de Juanfer y temas erectos del Kurdo, nos llevó sin contratiempos a la cita con el Lobato anfitrión, en el parque de El Retiro.


El Lobato nos recibió con esa sonrisa picara suya, cargada con el sol de una mañana esplendorosa y sin más preámbulos que la corrida de tres canecas de basura hasta el sitio donde “deben estar”, la sacudida de los bustos, que no de los senos, de Javiera Londoño y Carlos Mauro Hoyos, que estaban “completamente abandonados” y la engrasada de los candados de la puerta de la Alcaldía que “se los comió el oxido”, por parte del cazapichurrias, nos dirigimos respetuosos a la iglesia para agradecer en silencio el encuentro con los amigos y la majestuosidad del paisaje del que seríamos testigos en las horas siguientes.


Bendecido el día y con el superior permiso, nos dispusimos a lo que mejor saben hacer los Todoterreno antes, durante y después de caminar: TODOTRAGAR. El Deleite fue el desayunadero elegido por el anfitrión y la elección no pudo ser mejor, arepitas calientes con queso, “calentao”, huevos con hogao y huevos con caprichos, acompañados de chocolate o mr. tea, pusieron a punto las energías para emprender el camino hacia el Alto de la Guija, en un circuito que nos traería de nuevo hasta el parque de El Retiro (para más información sobre esta bella localidad antioqueña, enlace directo con nuestra corresponsal de cabecera doña Wiki http://es.wikipedia.org/wiki/El_Retiro_(Antioquia) ). Debo registrar también que vi los ojos vueltos agua de mi amigo El Lobato, cuando nos contó durante el desayuno que había entregado a su Rigo al mejor postor, pero que como un clavo saca…., la sonrisa le volvió cuando habló de Silverio.


Cuando tomamos el camino hacia el Alto de la Guija, sucedió algo sorprendente: las miradas coquetonas del inicio de la jornada se convirtieron en un fuerte y fundido abrazo entre el Kurdo y Juanfer “cazapichurrias” Echeverri, declarando este último que de aquí en adelante el viajado y mamagallista Kurdo sería su “NUEVO MEJOR AMIGO”; que la última crónica le quedaba perdonada y que confiaría entonces en su cara de recto. (Léase: de hombre recto).

Pactada la armonía, Juanfer hizo demostración de todos los servicios que presta su nuevo cayado, importado por su nieto de Jerusalén, (aunque en la letrica menuda, decía made in Taiwan). Plegable en cuatro tiempos, para acoplarlo a cualquier terreno, con puntera de aluminio para fijarlo al piso en caso de problemas de rodilla, linterna de 200wts incorporada, para inspeccionar hormigueros en propiedades privadas, uña de gato retráctil para alcanzar aguacates en árboles de propiedades ídem, micrófono hd para chuzadas camineras, twitter enlazado con la alcaldía de Medellín para denuncias en línea e inyección letal para contertulios tipo transistor, de pipa o de pipeta. Maravilloso aparato, créanme, no sean envidiosos.


En el camino hubo fauna y flora de todo tipo: serpientes, soledades, flores sin nombre, pinos, caballos arriados desde motocicleta, sombrero, poncho y celular, mariposas tornasoladas y de las normales. La riqueza hídrica también se descubrió ante nuestros ojos y quedamos con la tarea de preguntarle a Elbacé, la pagina del estudio publicado recientemente por nuestro amigo Luismú, donde habla de esta región, pues suponemos que ya lo leyó.


El recorrido alcanza para hacer de todo un poco, de posar para la foto, de memorizar aquellos hermosos sonidos de la naturaleza que no registra el flash. De desnudar la política y ver cuerpos podridos en corrupción, de resumir columnas y calumnias, de pulir reinas de belleza, de repasar crónicas pasadas de caminatas vividas y de orar a la Milagrosa para agradecer otra vez pegados de la devoción del lobato, aprovechando que la Coneja ya había llamado y se había comido casi todas las rodajas de piña delicadamente empacadas por la consorte lobata. La Coneja habló con todos y cada uno hasta agotar la señal de tres operadores, y nos aseguró que iba sudando parejo con nosotros; pues claro… sentada a la sombra en tierra del tío Sam a 104 grados Faren, cualquiera.


Así, acumulando kilómetros y horas de camino le dimos comidita al ojo, con casas de campo suntuosas algunas, humildes la mayoría, pero bellas todas. Rostros que tuvieron voz para saludar pero que no tendrán imagen en la memoria, como la de aquel guía que nos ubicó el sendero en líneas y trazos en el aire y nos dejó esa deliciosa sensación de poder confiar en quien ni siquiera sabemos su nombre.


Con cuatro horas de camino en el lomo, arribamos nuevamente a la plaza de El Retiro, para embestir al Guarceño con el apetito acumulado. Allí nos encontramos la colección más grande que hay en “Locombia” de productos de la marca Coca Cola, pasando por escudos, botellas, líquidos de todos los colores, hasta radios viejos y vitrolas. Dosis de cebada cargadita para la sed con alguna mezcla postobónica y a lo que vinimos: sopita “recupera cuchos”, trucha con guarniciones varias y jugo de la casa.


Después de una hora de reposo, treinta minutos más de camino para llegar a la nueva casa de nuestro Todoterreno de La Milagrosa, una Messina con mucha clase, agradable, amplia, rodeada de aire puro. Ya en su casa, el calorcito de su hogar en compañía de doña Marta, nos abrigó con deliciosas empanadas, papas rellenitas y pasteles de pollo en miniatura, pero en cantidad, que alcanzaron hasta para empacarle al Kurdo como premio por sus chistes verdes, viejos y malos. Linda vista desde el segundo piso de un edificio, donde lo más valioso es la paz y tranquilidad de quienes han construido, sin prisa pero sin pausa, lo que hoy merecen. En todo caso “hamos gozao” tanto en la casa del Lobato que entre pola y pola nos dieron las cinco de la tarde y nos importó un pito que Brasil fuera perdiendo hasta el minuto 90 con Paraguay.


Tranquilos y agradecidos por la amabilidad de Los lobatos, nos parqueamos a esperar el bus. Los viejitos que se suben y pum para la banca de atrás a tumbar guarceñas, por todo el camino de tuteo con Lady y Andrea, que si tienen pasaje, que para dónde van, que si se regresan más tarde, que si quieren cono. Y entonces nuestro filósofo de andanzas, el Olaya, suelta la frase del día y con la que cierro esta maravillosa jornada de vida: “El hombre siempre muere antojado”.

Yo quedé antojado. Entonces, ¡hasta la próxima!

GRUA

CAMINATA SANTA FE DE ANTIOQUIA - VEREDAS EL DOS Y EL CUATRO

LA CUNA DE LA RAZA Y CIUDAD COLONIAL PERDONANDO EL TIEMPO Y LA POBREZA.

Un sábado cualquiera de junio y que el lector, si es que cae uno en paracaídas, podrá deducir cuál, nuevamente Los Caminantes Todo Terreno, reducidos a su mínima expresión, por asuntos de fuerza mayor, nos encontramos a las 6:45 am. en la estación San Antonio de nuestro Metro, para de allí salir hasta la Estación Caribe, donde enfilando cayados para la Terminal Mariano Ospina Pérez, la cual tiene apariencia de aeropuerto gracias a las reformas introducidas a la misma, compramos tiquete para “Taxi Colectivo” y dirigirnos a la Señorial Santa Fe de Antioquia.

Siéntese ahí paraitos nos dijo un diligente pero acelerado empleado de Transportes Gómez Hernandez, ya que faltaban dos pasajeros para hacer el cupo de cuatro. Efectivamente, no habían transcurrido tres minutos, cuando aparecieron dos damas, quienes luego de recibir nuestro saludo, ocuparon sus asientos en la parte trasera del vehículo al lado de Zuluaga y a quien le brillaban los ojitos.

Llega el conductor de planilla armado y con paso parsimonioso fue haciendo su decolaje rumbo a nuestra hermosa otrora capital, incrementando su paso a medida que se tragaba los kilómetros, por la sufrida “nueva vía al Occidente”, más conocida por sus derrumbes que por el túnel que la adorna, valoriza y condimenta.

Esfuerzos hicimos por entablar alguna conversación con las damas acompañantes e involucrarlas en la amena charla con el simpático conductor, pero nada, hablaba más el mudo del Evangelio, hasta que se entregaron en brazos de Morfeo.


Resignados pero felices, los tres ocupantes del vehículo que seguíamos con vida o funciones vitales, aceleramos la lengua para hablar de todo y cambiar de tema cada kilómetro y medio. Pasamos el túnel y como por encanto, ligerito teníamos a Santa Fe de Antioquia a nuestra vista, eso sí, engolosinados del más hermoso y cálido paisaje el cual no detallamos, ya que sería llover perlas sobre un joyero y ya lo hemos hecho en otras ocasiones y crónicas aquí contenidas en este mismo blog.

Nos apeamos en el Parque de Santa Fe de Antioquia y nos despedimos de las damas, que bostezaban y se limpiaban sus lagañas, luego de la antipática tonga que se pegaron. Ellas siguieron como hacia la basílica (sería a pagar una promesa) y nosotros a buscar un restaurante, para desayunar.

Efectivamente ahí en un costado del parque estaba el mismo, al que ni el nombre le leímos, ya que sólo nos ocupaba la carta e hicimos nuestro pedido de dos chocolates, huevos revueltos con aliños, arepa, quesito y mantequilla.

Mientras llegaba el “chute”, nos pusimos a botar corriente. Hombre Juanfer, me dijo Zuluaguita, está muy temprano, demos una caminada siquiera de una o dos horitas y luego arrancamos para la finca. Listo hermano que así sea.

Nos llegaron las viandas y parejo con las mismas un niñito Emberá, que creo no llegaba a los 10 años de edad y luciendo bajo su axila derecha un cajoncito pequeño y agarrada con la misma manito, una caja de embolar negra, sencilla y vieja como su vestimenta, pero muy aseada: Buen día señor, le limpio sus zapatos. No niño, gracias, esto ya ni manguera le entra…yo se los limpio, para que me ayude con el desayunito. Listo hágales pues y más se demora cierto ex alcalde de Medellín de apellido Pérez, en buscar chanfaina y trinca, que el niñito éste a llevar medio zapato negro azabache, gracia al accionar de su desgastado cepillo.

¿Qué quieres de desayuno? Le pregunté…y con su carita feliz y su pelito parado, me respondió: Lo mismo de usted señor y así fue. (Viene todos los fines de semana a Santa Fe desde Uramita a trabajar…para ayudar a su abuelita, eso nos dijo).

Acabó de limpiar mis zapatos y muy bien, le pagué la lustrada, Zuluaga le encimó una platica y con toda parcimonia, pero no con cepillo más sí con cuchara, tenedor y cuchillo, empezó a dar cuenta de su desayuno, mientras pagamos la cuenta y nos despedimos, para iniciar nuestros pasos por un costado de la basílica, rumbo a la carretera principal en inmediaciones de la Terminal del Transportes, punto de partida real de nuestro recorrido, dejando atrás un salpicado de historia, de leyenda, de olor colonial y de belleza, lo cual contrasta con lo feo y “aguayaquilado” del entorno de la Terminal.

Hágale Zuluaguita que el asunto es en serio y hay que seguir poniendo a prueba mi pierna. Claro hermanolo dice mi compañero y pica en punta por la carretera a Urabá, en tierra derecha, con un calor infernal y pegajoso y eso que el sol apenas mostraba sus rulos y desde ahí, no volvimos a cerrar la boca.


Le dimos manija duro mientras atrás quedaba el casco urbano de Santa Fe de Antioquia, con todo lo bueno, lo malo y lo feo. Arriba el cielo azul manchado por algunos nubarrones que no le hacían ni cosquilla al sol, al frente la montaña lejana azulosa e imponente y a lado y lado, el corte de la carretera, con sus impresionantes barrancos rocosos desde donde se desprenden piedras como pelando mazorcas y las casitas, con ambiente como de Tolú o Coveñas, esas que mientras más avanzamos se vuelven más saltonas y humildes, contrario a los baches y huecos en la carretera que aumentan en forma geométrica.

Hermoso el paisaje, hermosa la caminata y definitivamente uno desde un bus o un auto no conoce nada y si que es cierto, que nada aprecia. El calor era infernal, la carretera en un leve ascenso continuo y matador, el viento escasito y mucho carro en la vía lo cual la torna peligrosa, tanto que hasta se nos movió el corazón, para recoger piedras caídas desde lo alto al pavimento y tapar o mejor rellenar algunos huecos en la vía, ya que lo que no hacen las Alcaldías, ni las Secretarías de Obras Públicas y mucho menos el ministerio del ramo, lo hacemos los Todo Terreno, así sea poco , pero más que todos ellos juntos.

Oíste Zuluaga, acordate que por aquí no queda la finca y nos toca devolvernos…Démosle otros diez minutitos más hasta ajustar la hora y así fue, hasta que en una enorme curva, donde el paisaje parecía despojarse de su poncho, quedó ante nuestros ojos una vista imponente e interminable, ahí en una gran explanación, donde no sabemos si va a ser un estadero, una carretera o una parcelación.

Que vista carajo. Esta hay que hacerla completa con aquellos, fue nuestra expresión. Al fondo la cordillera imponente, coronada a tramos por nubes blancas que se le aferraban en sus cimas, abajo, muy lejos, el Cauca totalmente regado y crecido con sus turbias aguas resaltando sobre arenas blancas y rocas grises, algunos hatos de ganado, fincas y vegetación espinosa y escasa, en una zona que hace rato hace su curso para graduarse en desierto.

Zuluaga hizo sonar el clic de su cámara, ante el intercambio de poses junto con el paisaje y así entre comentarios volvimos nuestros pasos por el mismo camino recorrido, hasta llegar abajo a la “Y” en las goteras de Santa Fe de Antioquia y torcer a buscar la vieja trocha a Turbo.

Descuido y pobreza es el común denominador y dónde sólo cobra vida la gradería que se construye al estadio, nos fuimos internando por la destartalada vía que nos llevaría a los dominios del Tonusco y a las veredas el 2 y el 4, donde repartimos Bombombum a los niños que salían a nuestro paso, desde el interior de esos humildes ranchos, confundidos con el olor a pantano y a chiquero, pero que no pierden la alegría de sus caritas inocentes y buenas y ante la mirada triste y lejana de algunos ancianos, que rumian recuerdos, sentados en las entradas de sus casas.

Gallinas que se asustaban a nuestros pasos, perros echados en el piso que apenas movían sus orejas y abrían sus ojos para volver a cerrarlos, un marrano hozando aquí, otro allá y el rugir del Tonusco que deja ver sus estragos en algunas viviendas y cultivos a lado y lado de la vía, incluido un puente colgante de guadua, que fue arrastrado recientemente durante una borrasca. Que pobreza. ¿Y las autoridades? Muy bien gracias, en sus fincas me imagino.

El barranco herido por las aguas. Vallas que venden parcelaciones, esas que se hacen por montones y aparentemente en forma desorganizada, sin contar con el futuro, el medio ambiente y el recurso agua.- Nuevamente el celubobo o celular que llaman, rompió el silencio, era Gloria Muñoz, nuestra caminante honoraria y residenciada en Estados Unidos, quien no falta con su saludo a los Todo terreno, quienes lo primero que metemos a los morrales es su recuerdo.

Tuvimos oportunidad de dialogar con algunos moradores del sector, mientras degustábamos una bebida para calmar la sed. Gente buena y trabajadora, sin oportunidad de empleo y a quienes los políticos cada tres o cuatro años les calientan la oreja, les prometen el oro y el moro y los sumergen más con su engaño en sus desesperanzas.-

Una vía horrible, servicios a medias, agua escasa, pantano, déficit de escuelas, cero empleo, cero vivienda, cero salud, cero recreación para los niños y peligros de todo tipo en la vía, ese es el diario vivir de esas veredas y de miles de veredas en Colombia.


Es tan bonito el paisaje y tan generosa la naturaleza, que hasta la miseria se ve bonita y se adorna con los frutos que cuelgan de los árboles, mostrando sus aguacates, tamarindos, mamoncillos, mangos, papayas, naranjas y limones..… Nos despedimos de la gente, se acabaron los bombones y seguimos nuestro camino hasta la finca campestre “El Respaldo de Dios”. Eran las 12:35 pm. Apenas tiempo suficiente para disfrutar de unas bebiditas frías, escuchar música, degustar el paisaje y gozar con la piscina en aquel clima infernal.

Que tarde y que descanso el que nos dimos y que se repita con el Superior Permiso. Hora de regresar a Medellín, razón por la cual, nuevamente empacamos corotos, para iniciar nuestra labor de caminantes y deshacer nuestros pasos por el mismo pantanero por donde llegamos, en medio de las sonrisas de los niños, el saludo de las mujeres y el ¡Dios les bendiga! de esos viejos ya cansados, que piensan y saben que el futuro lo conjugan prácticamente en pasado.

Luego de 55 minutos de un duro caminar, repasando distancias y paisajes, llegamos al parque de Santa Fe de Antioquia, donde nuevamente ingresamos a un restaurante…tampoco nos importó el nombre, sólo el olor que de allí se despedía y donde sin compasión, devoramos nuestros almuerzos, para salir volando rumbo a la Terminal de Transporte.

Dos tiquetes al primer carro, así sin pensarlo, ya que en Medellín nos esperaba ese partido de fútbol en el hermoso y remozado Atanasio Girardot, pero por TV. No crean otra cosa y en el que se definía una nueva estrella del rentado de fútbol y la cual se veía brillar verde en el firmamento Paisa.

Sin pensarlo mucho, el conductor también aficionado al fútbol e hincha del Atlético Nacional echo a andar la moderna buseta y al cabo de una hora y cinco minutos de tirar acelerador y cabrilla, estábamos en la carrera 80 cerca del antiguo Colpisos.

Inmediatamente nos bajamos los caminantes del vehículo y abordamos un taxi, con el cual llegamos felices, sanos y salvos a nuestras residencias, a ver como el Atlético Nacional se coronaba Campeón del Fútbol, al vencer a la Equidad, obteniendo su estrella número once, pero dejando un amargo sabor en la boca de sus seguidores, ya que siendo honestos, la mediocridad fue mucha. Eso sí, la fiesta fue mucha, en paz y sin hechos que lamentar, al menos en Medellín...salvo uno que otro hincha rojo que debió abandonar el país para no pagar las apuestas.

Saluditos a todos y hasta la próxima con el Superior permiso y esperando cupo completo de Cayados y Morrales.

Juan Fernando Echeverri Calle

CAMINATA AL PARQUE ECOLÓGICO EL SALADO (ENVIGADO)

Luego de una “para”, plenamente justificada por asunto de fuerza mayor, los Caminantes Todo Terreno, tomando un nuevo aire, pero con los mismos cayados y los mismos tenis, llamamos a lista fin hacer una salida corta de precalentamiento para medir fuerzas y en especial el estado de mi pierna lesionada en la última caminata.

Al llamado de lista respondimos Luis Fernando Zuluaga Zuluaga y el suscrito o “sustecliante” que llamo, quienes medio madrugados y utilizando nuestro querido y amado Metro, nos desplazamos hasta la Estación de Envigado, ya que la idea era volver a la tristemente célebre cárcel de la catedral, o lo que queda de ella; esa que fue construida a todo timbal y buen gusto…como por todos es conocido, pero mejor pasar página.

Pero que va, una cosa piensa el caminante y otra el cayado que lo está llevando. Cuado subíamos por el parque de Envigado, otrora la “Mónaco Colombiana” gracias a los impulsos principescos de un Alcalde de grata o ingrata recordación y quien dejó a este importante municipio sin metro, dice Zuluaga: “Sabe qué hermanolo, vamos mejor para el Parque Ecológico El Salado, y más bien, bregamos sacar el tiempo para ir allá al Santuario aquel que se hizo, donde antes se levantó el imperó del diablo…pero primero desayunemos en aquella cafetería.


Y así fue. Cambiamos de ruta y nos clavamos un sencillo pero suficiente desayuno para arrancar rumbo a El Salado, bordeando La Ayurá, esa mítica quebrada que sacó a flote don Fernando González Restrepo “El Loco de Otraparte” y a la cual se debió lo prolíficas y fértiles de las mujeres de Envigado, en esos tiempos que los seminaristas se bañaban en su cabecera.

Ha crecido bastante Envigado. Organizado, limpio, bien arborizado y su Ayurá bien conservada, y sobre ella se adelantan unos trabajos de contención, fin evitar que la banca se derrumbe en amplios tramos, como se ha venido derrumbando bajo la carretera vieja, gracias al invierno y la inmisericorde tala de árboles.

En Envigado la construcción es una locura, por eso mi compañero: Luis Fernando Zuluaga Z. Gerente de Rodiequipos Limitada, armado de cámara sacaba sus fotos con la izquierda, mientras que con la derecha entregaba en las construcciones su tarjeta personal ofreciendo sus productos…y cuando podía respondía su “celubobo”, o celular que llaman, para atender pedidos, reclamos y consultas de sus clientes.

No podemos seguir la caminata, sin dejar constancia de que gracias a la proliferación de construcciones, en la misma forma proliferan las vallas, las cuales por su ubicación desmedida y su cantidad, lo cual contamina el ambiente visual, deben ser ilegales. Ahí le queda la quejita a las autoridades. ¿Cuáles home Juanfer? ¿Sí o qué don Michel Taverniers?


Con el ritmo de la Ayurá, el sombrío de los árboles, la interrupción por los materiales de construcción en algunas vías y hasta la congestión del tránsito (casi me eleva una muchacha con su moto), fuimos dejando la parte urbana, para ingresar a la semi rural, donde la quebrada se amplía, deja ver sus chorros y bañaderos y la erosión hace de la suyas en los barrancos.


De pronto, como otro decreto de impuestos de nuestro Presidente y su optimista Ministro de Hacienda, una valla nos saca de nuestro letargo: “Bienvenidos al parque Ecológico El Salado”.- Hombre no friegue, esto si es muy cerquitica…y pinta bonito. Mira Zuluaguita esa escultura humana, es perfecta…Cual hombre Juanfer, es una escultura de verdad y se llama “El Sembrado”…dejate le tomo el pelo a esas personas que están ahí: Buenos días Señores, ¿Por dónde se le echa la moneda a la escultura para que baile? A lo que me contesta un viejito saliéndome adelante. “Muy simple, ábrale las piernitas y ahí tiene una ranurita el sembrador…

¡Ahhh! no señor, es que yo le estoy preguntando por el sembrador y no por la sembradora y seguimos nuestros pasos con la risa en coro y con la Ayurá a nuestra mano derecha, con sus rugientes y espumosas aguas, las parejas amorosas en sus riveras y nuestras sombras alargadas sobre el pavimento y allá arriba la montaña brumosa, el sol que empezaba su candeleo y la muy bonita entrada al parque ecológico El Salado, que se inclinaba ante nuestros pies.


Inmediatamente nos llamo la atención una colina mediana que se eleva dentro del parque y que tiene las muestras de la erosión y la mortandad de un bosque, ya que casi toda su superficie se encontraba cubierta de ramas, troncos y aserrín, producto de esa tala de pinos que se hace sin consideración. Ante esta situación, fastidiosa para la vista y atormentadora para el espíritu, nos dirigimos al puesto de información del parque: Muy buenos días Señorita. Cuéntenos una cosita. ¿Es verdad que el parque es ecológico? Eavemaría mis dones, pues claro esa es su finalidad. ¿Sí? Pues ese cuadro que presenta aquella colina dice lo contrario, es como si cortaran un pino por minuto.

Dejen señores yo les explico; lo que pasa es que como los pinos no tienen casi raíz, son muy pesados y están sembrados sobre la pendiente, se caen en el invierno y arrancan la tierra, entonces los estamos cortando para sembrar especies nativas y bla bla bla bla bla.…Mejor que nos cuente una de vaqueros. hombre Zuluaga, con seguridad están asesorados por nuestro amigo el ingeniero forestal “aquel” y creo que lo más conveniente es que sigamos, que me están pisando el acelerador.-

Efectivamente seguimos nuestra marcha, en medio de comentarios, pinares, barrancos que mostraban sus “enaguas” coloradas ya rodadas hasta los zapatos de la carretera, construcciones (inclusive una especie de castillo) y la satisfacción de ir pasando la prueba, ya que mi pierna respondía. Ahora sí para el Santuario ¡A caminarrrr…!

Pero me sacó de mi empuje el Zuluaga con su querida y amigable cantaleta…No hombre Juanfer, es mejor que cuides esa pierna, no sea que te repita el problema y nos quedemos sin caminante, vos no te cuidas, no haces nada por vos, no te tomas las drogas…Ve, vamos a una farmacia para que compremos y me recitó el vademécum en menos de dos minutos.

Reconocidos y felices con la belleza del paisaje, continuamos nuestra marcha, la cual se frustro, cuando fuimos informados que arriba había un derrumbe de grandes proporciones y que para seguir hacia el Santuario (antes, la cárcel aquella de 5 estrellas hoy borrada), “había que subir una loma impresionante, dar un rodeo y luego seguir por pura trocha…”, nos informó una pareja de jubilados según parecía y que venían de arriba.

Listo, no hay problema, estamos es caminando sigamos para abajo y sigamos tirando chancla…Deshechos nuestros pasos parcialmente, ingresamos a un negocio ahí en la vera del camino para echarle alguna cosita fresca al chasis y seguir adelante, guiados siempre por la Ayurá.

Aprovechamos para patearnos las obras que se levantan cerca de la quebrada y admirar en un almacén de mascotas, una especie de conejos hermosa, negritos pintados con manchitas blancas al estilo de los dálmatas, pero al contrario y unas orejitas más cortas de lo normal.


¿Conejos dijiste? e inmediatamente suena el “celubobo”. Era Gloria Muñoz (La Coneja), a quien prefiero decirle Goya y que no falta en cada caminata con su saludo, además de viajar con nosotros metida entre nuestros morrales. Hay amistades y admiradoras fieles y ella.

A un paso sostenido, seguimos borrando las pisadas de la subida y ya en el casco urbano de Envigado, ahí en una cuadra tradicional donde abundan los negocios, escogimos La Casa de los Martínez, para almorzar. Efectivamente, dos almuerzos caseros y al gusto, apenitas como para lo que somos: reyes de los caminos y del disfrute , pero no detallo las viandas consumidas, ya que me están doliendo los dedos.

Nuevamente a bordo de nuestro Metro, los amigos y caminantes nos dirigimos a nuestras residencias, comprometidos que para el próximo sábado y con el superior permiso, nuestros cayados estarían hendiendo los caminos en “La Cuna de la Raza”.-

Juan Fernando Echeverri Calle

junio 11 de 2011

Salí del apartacho con el niño a caballito y nos dirigimos a Metrocable línea “J”, allí luego de que Jerónimo saludó a todos los policías y empleados del Metro de mano mientras les decía “gracias por cuidarnos”, lo cual arranca admiración y sonrisas de los saludados, abordamos la góndola, para los dos solos, rumbo a la Aurora. Un viaje de unos trece minutos, muy bonito y aprovechado para enseñarle al niño sobre Medellín, mientras se la muestro desde el aire…Claro que para él, eso ya es familar y común, dado que su gran gusto es montar en “metocabe con Totó”.

Nos bajamos en La Aurora, donde repitió su ritual de saludar a cada policía, salimos y pasamos a los bloques de la Villa Suramericana, donde siempre juega con piedritas, visitamos los miradores y nuevamente toma su cabalgadura para dirigirnos hacia Lucitania, la otrora orgullosa finca del “chacho” aquel que dice ser o se cree rejoneador. De pronto, el niño me dice…Totó, bajame. Así lo hice y arranco dizque al trotecito para arriba rumbo a la Urbanización Nuevo Occidente…aguantaría unos quinientos metros (creo bastante para el niño) y…”Totó a caballito”, mientras jadeaba y dejaba sentir su fatiga en su pechito agitado.

Observamos que la vía la estaban cerrando, instalando kioscos, serpentinas y armando un inmenso escenario o tablado con unos parlantes XXXLLL. ¡Amigo, qué van a celebrar? El día de la mujer me respondió un parroquiano.
Ingresamos a Lucitania, eje de Nuevo Occidente y efectivamente quedé sorprendido con ese “imperio” , hoy entregado a la comunidad para su uso y servicio, mediante algunas positivas transformaciones, que cumplan objetivos culturales y de convivencia.

La placita de toros, es una cancha de microfútbol la cual estaba en uso y con muchos muchachos en las tribunas, otrora tendidos, para los que tendían ... Las pesebreras que antes albergaron los hermosos caballos andaluces y árabes, hoy son ocupados por madres cabeza de familia y sus hijos, ya que se transformaron en salones de capacitación, lúdica y guarderías…Aún se ven obras sobre los mismos y en otro de los pabellones funciona la Administración de Nuevo Occidente, con carros oficiales parqueados afuera mientras sus conductores dormitan y dentro de las oficinas, unas niñas que no saben ni donde están paradas, ya que no definen el proyecto que adelanta allí la Alcaldía, además de ser antipáticas y medio sonsas. De todas formas, las buenas intenciones de la administración “se dejan ver”…pero ignora el ritmo.

Con mi pequeño preguntón y tierno jinete sobre mis hombros, salimos por la hermosa entrada antigua a la placita de toros y que tristeza, está llena de letreros, grafitis, basura y sus bancas forradas en baldosín, reventadas a piedra… Por fortuna se han salvado aquellas pinturas hecha sobre mosaicos y que narran paso a paso una corrida detoros en toda sus suertes.. Ahí mismo, unos seis niños entre nueve y diez años jugaban trepados en un árbol a lo que Jerónimo arrancó sin mecha, a echarles cantaleta, la misma que fue escuchada por los infantes, quienes bajaron muy obedientes, lo cual causó admiración en uno de los somnolientos conductores del municipio que en su carro oficial “trabajaba” su sueño.

Aproveché para dictarles una cátedra corta de civismo, urbanidad, cívica y pertenencia a los pelaos…a la cual uno de ellos, creo el menor, me dijo: “Allí fuman…” ¿Fuman qué? Mariguana…allá hay mariguaneros…Que pesar, ese es el común denominador de nuestras ciudades y sus barrios y es parte de nuestro patrimonio social y sociológico.

Con mi jinete bien plantado y a pelo, nos despedimos de los niños y seguimos hacia La Aurora, no sin antes dar una mirada a la urbanización Jardines del Viento, la cual se ve bien conservada y para muestra su aseo y el buen mantenimiento de sus zonas verdes y jardines.

Que verraquera, de bajada vimos algo que no notamos en la subida. La mayoría de las bancas de cemento instaladas en el recorrido, fueron destruidas y sólo quedan ahí, las varillas retorcidas de hierro, que se levantan peligrosamente como implorando clemencia al cielo ante tanta incultura.
Rabia y pena ajena sentí y empecé a mostrarle a Jerónimo el lamentable espectáculo, mientras con buen volumen para que escucharan los presentes, le manifesté de lo malo de ese acto, de qué no se debe de hacer, cómo debemos cuidar las cosas que son de la ciudad y de nosotros, que debemos ser agradecidos con nuestros gobernantes, con lo que nos dan o nos entregan para aprovechar mejorar nuestras vidas y nuestros barrios…Sigamos mi amor….que ya la mamita nos espera...y la rabia y la decepción que me comían por dentro.

Viene a mi cabeza el cuento de la abuela Piedad: “Cojamos una marranita, la bañamos, le pintamos las pezuñitas, le echamos perfume fino y le ponemos un gran moño y en menos de diez minutos, se estará revolcando en el pantanero de donde la sacamos”. Eso mismo es lo que parece sucede con nuestro pueblo… Cómo es de difícil gobernar y trabajar por la comunidad Dios mío…

Inmediatamente llegamos a la zona de influencia de la Aurora, las cosas cambian y el ambiente es otro, todo gracias a la tutela incansable de nuestro Metro y sus campañas de cultura. Totó…¿Qué es eso? Preguntó mi nieto, mientras señalaba un inmenso arrume de bolsas que manipulaban unas mujeres… Basura, basura mi rey y se ve muy fea, pero ya viene el carro a recogerlas, ya que hoy es sábado. ¿Y quel hacen esas señolas? Ellas abren las bolsas sin romperlas mi amor, sacan cositas que les sirven y que se pueden utilizar, para venderlas y con esa platica que se ganan le llevan comidita a sus hijitos… Jerónimo me miraba con sus ojos vivos y brillantes y ponía cara de filósofo…Mi rey, son recicladoras…¡Ufff! Creo se la estaba poniendo complicada al niño, pero ahí se le va enseñando…Unas por otras, perdí la cuenta de la cantidad de preguntas que él me había hecho durante el recorrido; inteligentes y muy bien cimentadas, de esas que lo hacen sentir a uno ABUELO de verdad.

Totó, vamos a montar en bus. No mi amor, está tarde y la mamá ya va a llegar a la casa a recogerte, pero él insistía, por lo cual tomamos una buseta de San Cristobal, que nos llevó en medio del bonito paisaje y la hermosa panorámica, hasta las inmediaciones de la nueva Cárcel de Pedregal (muy bonita, grande y bien jalada) para luego bajar rauda hasta el parque de San Cristobal donde me bajé con el niño. Le mostré la iglesia y el bello monumento al arriero, de los mejores que conozco, obra de Balbín Calle y aproveché para hablarle a Jerónimo, lo más simple posible, sobre la historia de nuestros arrieros…Me sentí más abuelo que nunca.

¿Quieres que comamos algo? Bueno Totó…y cuando llegamos a una panadería, no Totó, yo quiero montar en bus, en ese que cogimos allá en “metocabe” y nos vinimos y nos vuelve a llevar…Jerónimo ya no se pierde. En ese mismo momento, pasaba frente a nosotros una buseta de Tax Maya, la misma que abordamos y casi vacía. Me vine con el niño haciendole un recuento de todo lo visto y conocido…pero se quedó dormido sobre el abuelo: “…entre sonrisas se durmió el infante y entre sollozos se durmió el abuelo”.

Con el niño en brazos, me bajé de la buseta en la Calle San Juan con la 94, a todo el frente de mi hogar y con el movimiento se despertó Jerónimo, feliz con la experiencia y más feliz aún cuando vio a la mamá y a la abuela que lo esperaban…Totó…¿Cuándo volvemos?
TOTO
LOS CAMINANTES TODO TERRENO -MEDELLIN-

LOS CAMINANTES TODO TERRENO
CAMINATA BELLO AL CORREGIMIENTO SAN FELIX 20110312
NO ENCONTRAMOS EL CAMINO PERO SI MUCHA BELLEZA.

Estación Bello del Metro, los caminantes T. T. y mejores amigos Luis Fernando Zuluaga Z. y Juan Fernando Echeverri C. (ante ausencia por fuerza mayor de nuestros otros integrantes) siendo las 7:30 am. chocamos cayados y confundimos abrazos, para iniciar un nuevo reto: Ir desde el Municipio de Bello , hasta su corregimiento de San Félix, pero por la vieja trocha o camino de herradura, que nos comentó Don Fernando allá en El Paraíso parte baja y durante nuestro circuito de marzo 5 San Félix, Páramo de las Baldías, San Félix. (Ver y leer nuestra crónica anterior, para mayor claridad), tomen asientico y escuchen, pero no me “arrempujen.”

Buscando el Parque Francisco de Paula Santander de Bello y dejando muy bien puestas algunas plegarias al Creador en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, no sin antes haber tomado unos “traguitos” reforzados a manera de desayuno en la Panadería Metropan, empezamos por preguntar a las personas de más edad (sabios por naturaleza), sobre la existencia y ubicación de esa trocha o camino que otrora, utilizaron esos “arrieros invencibles, que alzaron el futuro de Antioquia como vara de mimbre”, pero para sorprwesa nuestra, nadie “dizque” sabia de la misma.

Por fortuna, un amable parroquiano ya medio cargado de años pero bien conservado y conocedor de su tierra, nos dio las indicaciones del caso y nos remitió a buscar a Comfama, las areneras, la piscina, la escuelita y en fin mayores referencias por esos lados y así fue.

Agarramos a trepar hacia Comfama y efectivamente, por esos lados nos fueron dando informes sobre la tal trocha de los arrieros, esa que tiene contacto con una estrecha pero bien pavimentada carretera veredal, con cara de campesina bien conservada y trajinada, dada la cantidad de personas trotando y caminando, además de estar adornada con una serie de casitas muy bonitas, jardines, potreros, algunos animales, el canto de las aves y saltones sembrados menores.

Sí señor. Ahí más arribita del Rancho Gozón y al frente de la escuela, estaba la dichosa trocha, la cual se empina como queriendo divisar a lo lejos, la misma que obedientemente fuimos siguiendo al compás de nuestros pasos, el apoyo de los cayados y algunos clic de mi cámara, todo amparado con la bendición de Dios, ya que no sabíamos para dónde íbamos.

Nuestro paso, no obstante la trepada era firme y acelerado y poco a poco la panorámica de Bello (jue mamá si ha crecido) tras nuestras espaldas fue quedando rezagado y se perdía entre las colinas cercanas a la izquierda, dejando ver algunos barrios de Medellín a la derecha.

Agua, sí, agua que dejaba asentar su arrullo sobre nuestros oídos y bajaba rauda desde muy alto de la cordillera, dejando ver arriba dos cascadas hermosas serpenteando en sus caídas y abajo, esa espuma blanca al chocar el vital líquido contra las rocas. Que hermosura de vista, de paisaje y de naturaleza verde bajo un cielo azul y claro, que descrestó a los caminantes.-

¿Cuál quebrada será esa home Zuluaguita? ¿Acaso La García? Posiblemente hombre Juanfer…pero que hermosura. Mirá esa panorámica, mirá ese cerro, ese pinar y hágale clic a la cámara, mientras nuestros pasos seguían devorando el camino, el mismo que en varias oportunidades se partía en dos y que escogíamos por intuición o por la vieja recomendación que en otra caminata por Botero, nos hizo una muy bonita campesina: “siga el más entierrao mi don…” Y así fue, seguimos el entierrao, rebasando fincas hermosas con sus sembrados de café, algunos vacunos y equinos, flores, frutas y pájaros.

Mientras más avanzábamos, mas hermosa eran esas aguas y más esbeltas las cascadas. Los rápidos espumosos del agua nos hacía exclamar ante tanta belleza, hasta que en el camino y luego de unos árboles derribados, un derrumbe pequeño y unos tubos para conducción de agua, fuimos interrumpidos bruscamente por una construcción, especie de piscinas enmalladas y unos tanques inmenso: Era el acueducto de Bello, al cual no le perdimos detalle.

Bordeamos las piscinas siguiendo el camino, el cual nos llevó a un pequeño puente colgante, el cual cruzamos, para llegar a “charco verde”, un bañadero natural que es pasadero de familias y muchachos, especializados en dejar basuras junto a sus hermosas orillas, ya que no faltan los inoportunos, maleducados y anti cívicos especimenes.

Dejamos a charco verde y de allí en adelante, la ruta trazada, se tornaba más parada, con algunas escalas a tramos, llena de vegetación y algunas dificultades. “Jue mamá” pa’ si hemos subido…Y lo que nos falta hermano, así que aceleremos.

El cielo se echaba algunas nube oscuras sobre sus azules espaldas, el clima se tornaba un poco frío, no obstante el sol quemaba y allá arriba la cima de la montaña, inalcanzable y desafiante, donde suponíamos estaba San Felix, lo cual nos lo confirmaba una serie de punticos voladores y de colores: ¡Parapentistas, vamos bien! Nos consolábamos.

El agua estaba escasona, el cansancio abundante, la dicha plena y el ascenso interminable, pero sobre todo, la belleza del paisaje incomparable.

De pronto, como “el roce de un ala sobre el viento, una voz infantil le hace cosquillas al profundo silencio”…¿Eso es para tomar fotos?…nos dijo un niño de unos siete años, quien acompañado de otro de unos cinco, se camuflaban en un atajo del camino, entre dos atados de pasto cortado, al tiempo que se echaban los mismos a la espalda, cuadro medio doloroso de nuestro futuro trabajando, lo cual aprovechamos para sacarles una vistica, compartir unas palabras con ellos, darles un billetito y seguir camino arriba.

Que océano de naturaleza y de verdor encerrando unas poquitas casitas campesinas en esa inmensidad, dónde sólo el viento se oía silvar, el mugido de alguna vaca, el latido de un perro o el trinar de algunas aves…y hasta el camino se nos perdía a tramos, para ser reemplazado por algunos pantaneros.

Mirá una casita dijo Zuluaga. Efectivamente hacia ella nos dirigimos. Había un muy bien montado fogón de leña, el cual sobre una lata, soportaba una arepa como de 40 centímetros de diámetro y una presa de carne como de media libra… Un perrito “flaco sobremanera” y tras una puerta que se abre, aparece un campesino “sobremanera” como su perro, quien nos saludó medio receloso, pero inmediatamente comprendió nuestra condición de caminantes.

Buenas tardes Señor…vamos para San Felix. ¿Qué ruta, trocha o camino hay que usted conozca? ¿San Félix?...”ues el único camino posible es por aquellas piedras, ahí lo van viendo, hasta buscar ese pinar que se ve allá en lo alto, cruzar por su medio y luego hacia la izquierda ir siguiendo…no tiene pierde, pero es muy pero muy bravo y el tunero horrible, ya que está casi borrado, pero con los palitos van quitando las tunas”. Ni aguita ofreció…

Seguimos la ruta indicada, la cual no pudimos encontrar, ya que todo era “tunas con rastrojo”, todo un martirio para nuestras manos y piernas y nada que aparecía el camino, simplemente lo imaginábamos, mientras mirábamos para arriba fin contemplar la cima del alto, que no se acercaba y esos parapentistas aferrados a sus alas voladoras y a las cuerdas del viento, que parecía se compadecían de nuestra presencia en la inmensidad de la montaña.


Atrás la imponencia parcial del Valle del Aburrá en toda su hermosura,, destacándose la Universidad de San Buenaventura y en su medio, el bloque Fray Arturo Calle “Fray Cebolla” mi recordado y brillante tío y arriba, el cielo oscuro y el frío que arreciaba. Pensábamos en la lluvia, pero nada decíamos para no llamarla.

Sí señor, ya no hay camino. En alguna parte nos equivocamos o aquel campesino no nos instruyó bien. Vamos a buscar la cima en linea recta y punto, así sea tarea de titanes, nosotros los T. T. somos verracos y no nos mareamos; pero una cosa piensa el caminante y otra el morro que está siendo pisado…

En medio de esa maraña de maleza, vegetación nativa y tunas, se nos abrió un pequeño claro donde pastaba y rumiaba un ganado, cuando de pronto Juanfer al querer pasar una pequeña zanja, sintió un dolor muy fuerte en su pierna izquierda, amén de traer una lesión desde hace tre semanas en la derecha y ahí fue el acabose. Un calambre, un calambre hombre Zuluaga y hombre a tierra. Masajes, descanso, intentos de caminar y nada…el dolor no dejaba. Sonó el “celubobo” de Zuluaguita y claro, Goyita (La Coneja) con su acostumbrado saludo desde Estados Hundidos, allá en el fondo de nuestros morrales.

Estaba temprano y no teníamos afán, así que nos acomodamos en la manga con la compania de los semovientes y alargamos nuestros pies y nuestro descanso, pero de nada valió, el dolor era bastante fuerte y casi insoportable y así tuvimos que seguir esa dura loma, prácticamente sin agua y a tramos pegado del cayado de Zuluaguita en puro remolque. Conclusión, el asunto no era un calambre, sino un desgarre muscular.

Yo miraba hacia arriba y me parecía que la cima se alejaba, de todas formas había una cosa segura. Allá arriba, luego de esos pinares que se veían negros a la distancia, como negro estaba el cielo, tenía que estar San Félix, independiente de mi cojera y la distancia que faltara por cubrir.

Así poco a poco fuimos avanzando, haciendo un gran esfuerzo, pero todo normalito y acompasado por la paciencia de Zuluaga. Que bonita experiencia y que caminata tan hermosa…y que verracos somos los Todo terreno remataba Zuluaga…¡Agua, mira es manguerita y sí, efectivamente, había una manguera para riego y consumo del ganado, con la cual llenamos nuestra botella, luego de haber bebido y calmado la sed, con ese líquido cristalino y limpio y casi que puro, la cual venía desde lo alto.

Pronto ingresamos a una hermosa finca, cruzamos un pinar y nos topamos con una angosta carretera que da acceso a las haciendas lecheras de la zona. Hermanito coronamos. Con nuevos bríos y felices, cubrimos el trayecto faltante hasta la carretera principal y para sorpresa y gusto, pudimos comprobar que habíamos salido unos quinientos metros antes de la iglesia de San Felix y a todo el frente del restaurante Don Pachá, donde nos recibió carta en mano, su propietario Don Jorge.

Pedimos un par de cervezas heladas y una Colombiana para improvisar un refajo y a continuación, pedimos dos almuerzos del día, platos deliciosos que no alcanzaron ni a tibiarse, ya que fueron desapareciendo ante el ataque infernal de cucharas, tenedores y trinchetes.

Pedimos otras dos cervezas y ante preguntas que nos hizo Don Jorge, le hablamos de nuestra aventura a lo que nos dice:_ “¿Ustedes subieron desde Bello por pleno monte? Hombre, eso es muy duro, que guapos. Si el camino de los arrieros está allí antes del retén y baja por la vereda Potreritos…¡Claro, Potreritos! Exclamamos en coro los caminantes. ¿Dónde estuvo nuestro error? Mejor dicho, para la próxima subimos en bus hasta el retén, buscamos la tal ruta de los arrieros y bajamos a Bello, para aprendernos el camino y posteriormente volvemos a hacer la subida por el camino de herradura. Aceptado y promesa de caminantes.

Pagamos la cuenta, salimos a la carretera y caminamos algunos metros, para parar en una venta de lácteos donde adquirimos quesitos y cuajadas para llevar a casa. Paramos una buseta de San Pedro que bajaba y cómodamente apoltronados en la misma y mientras gozábamos de nuestra peripecia, llegamos a la Terminal de Transporte Mariano Ospina Pérez, donde hicimos trasbordo al Metro, para dirigirnos a nuestras casas a buscar el calor de la familia, a sacarnos tunas y cuidar mis dolencias.
Un abrazo y hasta la próxima con el Superior Permiso. ¡Ahhh! La lluvia amenazó, pero no cayó ni una gota, gracias a la Milagrosa que nos prestó el Lobato. Chaito.

JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE
Los Caminantes Todo Terreno Mar 12.11
www.caminantestodoterreno.blogspot.com

LOS CAMINANTES TODO TERRENO
Caminata: San Félix, Páramo de las Baldías, San Félix.-
Belleza, clima, naturaleza, paisaje, telecomunicaciones y una canita al aire.

Sábado 5 de marzo de 2011, Los Caminantes Todo Terreno que pudimos decir sí “o presente” a la cita: Luis Fernando Zuluaga y Juan Fernando Echeverri Calle, con nuestro invitado especial Alberto Sánchez “El Kurdo”, abordamos en la remozada Terminal del Norte, luego de haber hecho el viaje en nuestro Metro.

A bordo de una muy bien tenida buseta de transportes Entrerrios, cuyo conductor conocedor del valor e importancia de sus pasajeros, con la mayor delicadez y sigilo y con pleno dominio y conocimiento de la carretera hacia el norte o Vía de la Leche, la cual, pese a ser coqueta y tener bellos miradores, muestra gran deterioro en su carpeta asfáltica, no obstante estar relativamente nueva “y de que se iba a hacer efectiva la garantía” a los irresponsables “asfaltadotes”, cosa que como siempre , parece no sucedió ni sucederá, fuimos dejados en el corregimiento de San Félix, perteneciente al Municipio de Bello.

Apeados del vehículo, nos metimos de cabezas a la Fonda y Estadero San Félix, donde pedimos dos agua de panela calienticas para el Kurdo y Juanfer y un humeante chocolate para Zuluaga, todo cuñado con tripleta de arepas, quesito en buena porción y mantequilla.
¿Saben qué? No dieron lidia para nada y todo desapareció como por arte de hambre alborotada.-

Cayados en posición Quijotesca y paso de “deudores” ante la presencia del “acreedor”, bajo un cielo medio brumoso, un ambiente frío, el piso mojado a tramos, el asfalto tipo rompecabezas (a pedacitos) y una belleza enmarcada en casitas saltonas, dimos nuestros primeros pasos a buscar el bonito páramo de las Baldías, es decir repetimos caminata.

Efectivamente, el páramo de las Baldías, esa reserva ecológico y productor de agua, que se veía a medias allá a lo lejos, seguía metido bajo las cobijas sin dejar ver su cima, adornada por esa cantidad de antenas receptoras y repetidoras que la coronan, sin lugar a dudas un contaminante visual horroroso sobre la belleza del paisaje…¿Pero a quién le importa?

Camiones cisterna cargados de leche, hatos ganaderos de la raza holstein, algunos negocios en el camino, hermosas fincas y un paisaje encantador, donde los tonos verde se cuentan por montones, fuimos marchando fuerte, hasta allá donde se pierde el “asfalto” y tomar un camino vecinal destapado, encerrado entre pinares, aguas, sietecueros, helechos, sarro, chusque y olor a tierra de capote, legumbres, maíz y más leche.

Muy linda la vista, en especial esa que se dejaba ver a mano izquierda, mostrándonos una parte del Valle del Aburra, con protagonista adelante en la pantalla de todos aquellos barrios del noroccidente que se quedaban atrás como una gran mancha rosada que se iba perdiendo en la distancia, confundida en medio de cojines de niebla y copos de pinares saltones y sietecueros florecidos.-.

Levemente exigente el ascenso, así en medio de naturaleza y de barrancones que se niegan a desprenderse de la montaña, pero que no les falta ganas, fuimos tragándonos la altura que comprende el muy interesante páramo de las Baldías, vecino de el Alto de Boquerón, El Cerro del Padre Amaya y La Popa…mientras el frío se aferraba a nuestras camisetas, queriéndose meter en nuestros morrales. Zuluaga hizo un par de altos, para ofrecernos granadillas y duraznos y poner a sonar el clic de su cámara, como lo hizo de principio a fin de la caminata, con algunas intervenciones de sus escuderos.

En cierto lugar del recorrido, llamó nuestra atención una pequeña “rara” y muy bonita ave de aspecto rapaz en el camino, claro, era una gallina ciega, especie de hábitos nocturnos y que mucho tiene que ver con búhos y lechuzas, la cual como atontada por la luz que la había sorprendido, se quedó quietecita ante nuestra presencia, para luego salir en veloz y desordenado vuelo, de huída del mayor depredador de la naturaleza.

Un par de construcciones nuevas, los avisos de alerta en el camino que nos indicaban que estábamos en predios de la Finca Las Baldías, la ruta del Mariscal Jorge Robledo y esas siluetas como medio apocalípticas que se divisaban en lo alto y casi escondidas entre la neblina, mostrando muchas cabezas, colas, brazos y sus cuerpos delgados elevados al cielo, nos advertían que estábamos próximos a la cima. ¡Esos son los Receptores!.-

Por el camino dos siluetas que bajaban, sí, eran un par de agentes de la Policía que hacen su guardia en el Páramo de las Baldías, quienes, acompañados por sus nobles perros, intercambiaron muy amablemente algunas palabras con nosotros, para seguir bajando con sus armas de dotación al hombro y nosotros ascendiendo con nuestros morrales a la espalda, mientras el Kurdo iniciaba su recuento de sus experiencias, cuando trabajó en una conocida empresa de Telecomunicaciones y le tocó participar en el montaje de algunos de aquellos receptores.

Luego, el mismo Kurdo, empezó a darnos de beber de sus conocimientos y de experiencias en el tema, con una fluidez, propiedad y dominio tal que Zuluaga y el suscrito, quedamos listos para presentar una prueba de suficiencia y recibir nuestros títulos de Ingenieros Electrónicos.

Sin darnos cuenta, el sol le ganó su lucha a la niebla, se metió entre esta y dejó ver con toda generosidad la magnitud, consistencia y complejidad de los receptores, los cuales con el cielo de fondo, parecían obras de arte aferradas al paisaje.

Una antena aquí, otra allá, otra más allá y así en repetidas secuencias con sus diferentes clases y características, recibíamos la cátedra, interrumpida por el ladrido de unos perros y la presencia de un señor, alto y fornido, que bien enchaquetado, protegiéndose del frío el cual había vuelto a arreciara conjuntamente con la niebla, parecía ignorar nuestra presencia., allá en ese alto y al final de nuestros 7.500 metros de nuestro inicial recorrido.


Buenos días, buenos días…nos saludó amablemente y se nos presentó como Diego Londoño, vigilante y operario allá en Las Baldías, responsable del buen funcionamiento de esos receptores. Se turna con otro compañero por espacios de ocho días, en los cuales “no sabe que es más complicado enfrentar, si el frío o la soledad”.


Hasta tintico caliente nos ofreció Don Diego Londoño, con quien hicimos una buena amistad, ya que es una persona maravillosa, conocedor de su oficio y que bien aprovechó los conocimientos del Kurdo, para complementar los suyos. Fue larga la raniada no crean otra cosa, hasta que el frío y la aparente amenaza de lluvia en el firmamento, nos sacó del parloteo, debiendo despedirnos agradecidos con Don Diego, para iniciar el descenso que nos permitiera desandar esos 7.500 metros ya andados, para regresar a San Félix, siempre acompañados por la belleza del paisaje y ese sabor a “antioqueñidad” que no se pierde.

Hay que dejar constancia de la acostumbrada llamada que nos hace desde “Estados Hundidos”, nuestra fiel y querida admiradora, hincha número uno y caminante honoraria, “La Coneja”, pero que responde a nombre de pila Gloria Muñoz. ¡Gracias Goya!

Efectivamente, con la torre de la iglesia de San Félix como a diez minutos de caminada (la cual muestra un reloj en buen estado, como cosa rara) y picados por el hambre, cosa aun más rara, averiguamos por un restaurante bueno para pasar “algún bocaito”…Si mi Don nos dijo una muchacha, allá más abajo en el restaurante Don Pachá o aquí mismitico, como a diez minutos bajando, ahí lo ven.

Que va muchachos dijo Zuluaga, hagámosle aquí a un refresquito de esos espumositos, que hay como buena música…y nos metimos a un local señalado por el sediento caminate, a borde de carretera, en el sector de El Paraíso, parte baja, llamado La Ultima Copa (muy original), lo cual abrió los instintos del Kurdo, quien tomó asiento sin descargar ni el morral.

Efectivamente fuimos atendidos por Doña Claudia, quien nos sirvió la primera tandita de fresquitos y ahí entre cháchara y carreta, reparamos en un joven, conductor de un carro tanque de La Alquería, quien devoraba un almuerzo casero muy bien jalado….¿Usted vende almuerzos aquí mi Doña? No, respondió el muchacho, esto es un trato que tengo con ella…

Pedimos la segunda tanda de juguitos espumositos (que sed tan macha), a lo que dice el Kurdo, mientras Zuluaga ponía a traquear su cámara. Hey, almorcemos aquí. Y esto que escucha Doña Claudia, la dueña del negocio, quien se nos dejó venir como reclamando un chance: Vean mis señores, yo les preparo ya mismo tres almuerzos volando.

Efectivamente, en lo que demora un “Nule” para echarle mano a cualquier pesito o a todo lo que brille, llegaron los almuerzos: Caseritos con olor a culinaria de abuela y compuestos por pechugas de pollo a la plancha, arroz, papitas a la francesa, ensalada, arepa y sopas de legumbres…espumoso y frío juguito para mis compañeros y leche ordeñada para Juanfer. ¡Ahhh! El Kurdo pidió un aguardiente antioqueño para el frío y otro para él.

Ya como es costumbre, los platos no necesitaron ni ser lavados. Ahí en ese delicioso sitio y sin afanes, conocimos a Don Fernando, el amable esposo de Doña Claudia y a su hija e hijo, cuarteto que conforma una hermosa familia, unida, trabajadora y que traspira felicidad y cariño.-

Tocando experiencias con Don Fernando, nos comentó que ahí al frente de ellos (su negocio), “existe un antiguo camino de herradura, el cual era utilizado otrora por los arrieros que partían de San Pedro de los Milagros y otras poblaciones, repartiendo mercancías”, lo cual los T. T. tomamos como un reto y nos fijamos para el próximo sábado (Marzo 12) con el Superior Permiso, que no puede faltar, salir de Bello para buscar la trocha esa y hacerla en subida rumbo a San Pedro, algo que por lo empinado del terreno, no debe ser muy “melocotón en su jugo” que digamos.

Pagamos la cuenta, nos despedimos de tan querida familia y parados en la carretera, tomamos una buseta de Transportes San Pedro, la misma que en un santiamén, nos dejó en la Terminal de Transportes Mariano Ospina Pérez, donde hicimos trasbordo con el Metro y en otro santiamén, nos bajamos en la Estación San Antonio.

Ahí mismito, como a 78 pasos no muy largos, nos encontramos nuestra meta y propósito final para varia el programa: EL SALON MALAGA, antiguo establecimiento de tango y bohemia, con aspecto “acantinado” pero muy familiar, decente y bien frecuentado y donde los grupos de caminantes institucionales de la ciudad, acostumbran hacer sus reuniones anules en el mes de agosto.

Envueltos por las miradas de los asistentes que en buen número disfrutaban de la música en vivo y de unos sanos traguitos, tomamos una mesa en la cual fuimos muy bien atendidos por la empleada de turno, quien lucía un hermoso sombrero gris oscuro, al estilo del “Zorzal Criollo”. Realmente un bonito programa, excelentes artistas, nostalgia de pasado y de juventud. Hermoso el show, los adornos y fotos del establecimiento y el ambiente tan amigable. No cabíamos de la felicidad.

Ya, como tipo 8:30 pm. y con el cupo de “la dicha” completo (no en todos), hicimos la vaca para pagar la cuenta (al Kurdo le tuvimos que rezar letanías para que sacara la cuota de él) y así, a paz y salvo con Dios y con El Salón Málaga, salimos los tres caminantes de tan querido establecimiento, dos por nuestros propios medios y el tercero como César Rincón, a hombros…Aún me pregunto, cómo llegó a la casa.

Un abrazo y hasta marzo 12, fecha en que con el Superior Permiso (infaltable), buscaremos nuevamente almuercito en el pacífico y acogedor corregimiento de San Félix, al que subiremos pero por plena montaña y por la vía de los arrieros…confiemos.
JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE
Los Caminantes Todo Terreno
www.caminantestodoterreno.blogspot.com 20110305

Quinta Caminata por el Parque Arví - Sendero El Arroyuelo

NO HAY QUINTA MALA

ASISTENTES:

Juan Fernando Echeverri
Luis Fernando Zuluaga
Jorge Iván Londoño
Clarita Inés Gaviria
Luis Fernando Múnera
Elbacé Restrepo
Giovanny Rúa

Por algunos inconvenientes de última hora, que no faltan, nos dejaron con los crespos hechos algunos caminantes e invitados especiales que teníamos, pero a pesar de lamentar su ausencia y los motivos, casi todos de salud, los que fuimos disfrutamos en grande de un día maravilloso. Para los TT profesionales (Juanfer, Zuluaga y el Lobato) era la quinta vez por los caminos de Arví. Para los pegados, la primera en plan de caminar.

Como somos vecinos de comuna, Grúa, Juanfer y yo, habíamos acordado encontrarnos en la estación San Javier a la 7:32 a. m., ni un minuto antes ni uno después. Resultamos más cumplidos que novia fea: a las 7:25 ya estábamos juntos y “cogimos” hacia la estación Acevedo, punto de encuentro con los otros compañeros de aventura.


A las 7:50, morrales a la espalda, cayados a la mano y ánimos bien dispuestos, ya estábamos casi todos. Jorge Iván, alias el Lobato, avisó que se demoraba un rato en llegar y sugirió que lo esperáramos en Santo Domingo. Así que, muy obedientes, nos fuimos a la plataforma del metrocable línea K y… ¡claro! Fue inevitable recordar a la mal*^&+%$hablada de doña Gloria.

Entre críticas y bromas, Juanfer, alias Juankypedia, le preguntó a la operadora de estación en cuál cabina había estado doña Gloria, que si les habían alcanzado los 37 litros de cresopinol y que si estaba garantizada su desinfección. Cable arriba, la conclusión es que somos un pueblo lamentablemente inculto y “desvalorizado” que hace ídolos de la nada, con una duración igual a la de una pompa de jabón.


En la cabina a Juanfer le sonó su celubobo, detállenlo en la foto, y dedicó aproximadamente dos minutos a “hablar” por carcasa, mientras los demás, más bobos todavía, nos retorcíamos de la risa.

Una vez en Santo Domingo, hicimos la vaca y acordamos que, a falta de Lobato, bueno sería desayunar. Caminamos dos cuadras por la que parece ser la “zona rosa” de este barrio de la ciudad que, gracias a la intervención del sistema Metro, ya no carga con el estigma de violencia y de inseguridad de años atrás.

“Pregunte por lo que no vea” cae de perlas para este pasaje comercial encantador, que tiene supermercados, almacenes de ropa, discotecas, corresponsales no bancarios, restaurantes, panadería, cerrajerías y carpinterías. ¿Y los precios? El letrero lo dice:



Un delicioso olor a pollo asado despertó nuestros instintos carnívoros y un apetito como de elefante en cada uno… ¡Los que se sientan a desayunar!

Los pollos apenas acababan de iniciar su turno en la “rueda de Chicago”. Creo que eso nos salvó de comernos uno a esa hora, y tuvimos que conformarnos con café con leche, apenas para el frío, cuñado con sendos ”pandeyuques”, unas roscas con forma de pandequesos pero son sabor a pandeyucas, que, en todo caso, estaban deliciosas y nos dejaron la barriga a punto, tampoco muy llena, pero el corazón contento.

Enfilamos pasos de nuevo a la estación para encontrarnos con Lobato e iniciar, ahora sí, nuestro ascenso hacía Arví por el cable turístico, un dolor para la vista hasta cierto punto del camino, por la miseria que se observa desde arriba, y un deleite, de otro lado, gracias al hermoso bosque nativo que es un manjar para el ojo.

A las 9:40 llegamos. Una funcionaria con insignias del Área Metropolitana y de la Corporación Parque Arví nos advirtió de atracos en la zona de la Laguna de Guarne y nos sugirió ir con un guía. Luismú opinó que está bien que avisen para que cada uno decida si se arriesga. Juanfer, en cambio, dijo que no deben decirle eso a la gente para no asustarla innecesariamente. En el mostrador de orientación al visitante nos animaron a seguir y, armados no más que de morrales y cayados, emprendimos la tarea. Bueno, en realidad, sí teníamos armas: Juanfer llevaba unas tijeras “cortapelosdelanariz”, Luismú una navaja pelanaranjas y Lobato tres mil pesos en billetes. Los de las armas, para defendernos de cualquier eventual atracador y el de la plata para ofrecerla a cambio de que no nos atraquen. ¡Así o más desprotegidos!

¡Y los que arrancan! Pocos pasos habíamos dado cuando nos encontramos la construcción del Fuerte de carabineros, una obra grande y bonita, que deberá estar lista en marzo de este año. En este punto nos alcanzaron Diego y Alejandra, guía y auxiliar del parque, que nos devolvieron la confianza, porque nos contaron que los atracos no han sido en el Parque sino por uno de los límites por el que también se puede llegar a Arví.

Además, nos ilustraron sobre los caminos de los indios. Nos contaron de su recuperación, con piedras originales de la época pegadas con limo, una mezcla de cemento (antes era tierra), con orines, así como leen, y limón, para darle firmeza. En la charla sale a flote un comentario curioso: dijeron que incluso antes usaban sangre de toro en las mezclas de las construcciones, y que el puente de Guayaquil, en Medellín, es una muestra de esa costumbre en las construcciones de aquella época.

En este sendero han sido restaurados 1.6 km de camino. Arroyuelo empata con caminos más extensos que iban hacia el Valle de Aburrá, por Enciso y Manrique, pero incluso hasta el Valle del Cauca, Urabá, San Agustín y el Perú. ¡Se imaginan!

"Este camino forma parte de nuestro patrimonio, para nosotros debe ser un lugar sagrado". Dice Diego, nuestro guía.



Diego menciona que también existe la creencia de un túnel subterráneo que une a Arví con Santa Fe de Antioquia, por debajo de las montañas y por debajo del Valle de Aburra. Se cree que algunas cuevas que hay en la región son accesos a ese túnel.


En el parque se han identificado 12 a 14 ojos de agua salada (nacimientos), que afloran a través de fallas geológicas. Vimos uno, pero el agua era dulce. Otra guía habló de 50 ojos de sal, y aunque no me parece correcta esa imprecisión, lo importante es que la sal se obtenía llenando ollas de barro con agua salada, la ponían a secar al fuego y luego, cuando la sal estaba seca, rompían la olla y quedaba el pan de sal. Esa sal la usaban los indios para consumo y para trueque.

Nos hablaron también de la investigación que se ha hecho en el parque desde hace muchos años sobre especies de árboles importadas de países del norte. Las cinco especies de árboles foráneos son: pino, ciprés, pátula, acacia y eucalipto. Luismú menciona que en la década de 1940 hubo un convenio entre el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, la Universidad Nacional de Colombia y las Empresas Públicas de Medellín para estudiar esas especies foráneas en su comportamiento ambiental y su resistencia a las plagas tropicales.

Nos mostraron las ruinas de la Escuela Sabanas (tapias semidestruidas), que en 1915 atendía hasta segundo de primaria y alcanzó a tener 70 alumnos. Funcionó hasta finales de la década de 1920.



Nos desviamos por un sendero ancestral para encontrar el pantano conocido como el humedal, que parece un sembrado de arroz y ofrece un paisaje bellísimo. La Laguna de Guarne es bonita, grande y limpia. Muy concurrida a esa hora, pero muchos de los visitantes son imprudentes: se metieron a ella, pese a que está clara y estrictamente prohibido hacerlo.

Las iniciales TT corresponden a las palabras Todo Terreno, aunque algunos dicen Todo Tragones. La verdad es que no salimos a sufrir. A esta hora ya habíamos comido, además de los pandeyuques, mango, piña oro miel, chocolates y granadillas, pero el reloj biológico no falla: un ruido estomacal bastante conocido nos pregunta por el almuerzo.

El Lobato inicia el rezo del Angelus. Son las 12:00 m y nos distrajo la llamada de Mrs. Coneja Muñoz, desde su casa en USA, para hablar con cada uno de los caminantes, detalle que nunca olvida y que la ha hecho una digna TT honoraria que viaja cada sábado de morral en morral.

El Sendero Arroyuelo tiene 2.4 km de longitud. Es un camino muy bello, dentro del bosque, con vegetación nativa. Encontramos musgos de especies variadas, cardos caídos y retoñados en el suelo. Además, un calvario. Un sinsonte nos saludó en el bosque. Pasamos cerca de un centro hidrometeorológico de EPM. Conversamos con Israel Vanegas, carbonero de la región que estaba quemando carbón a un lado del camino; desde lejos se percibía el olor a humo, que me hizo añorar una buena punta de anca. ¡Qué hambre!

EPM lo autoriza para utilizar leña de troncos ya secos encontrados en el piso y no puede cortar ningún árbol vivo. Israel dice: "En la vereda vivíamos muy bueno y tranquilos, hasta que se abrió el parque Arví y llegó el cable turístico". Tema controversial.

Juanfer dice que los acueductos veredales de EPM en la zona (que vienen construyéndose desde principios de la década de 1990) no han sido bien recibidos por la comunidad porque les cobran por el agua que antes tenían gratis. Luismú le contesta que ahora esa agua es tratada y llega por tubería a presión a las casas y que eso cuesta (ex funcionario EPM, al fin y al cabo).

Encontramos el arroyuelo y lo seguimos durante mucho rato. Estamos cerca de las 2:00 p. m. Tengo hambre y quiero almorzar ya. Clarita saca una bolsa de maní, para mitigar. A mí me sabe a gloria, pero no a Gloria la coneja sino a gloria, la del pastel de Gloria.

A las 2:00 p. m. llegamos, intactos y sin atracos, al núcleo de Comfama, sobre la carretera principal del interior del parque. Tomamos una buseta para salir a la carretera, recorremos unos diez minutos y nos bajamos al frente de La montañita. ¡Por fin, el almuerzo está cerca!

Nos dimos un banquete que ni pa qué les cuento. O bueno, sí: entre “sudaos” de posta, frisoles con chicharrón y mondongos con aguacate, matamos al que nos estaba matando a nosotros: el hambre.

Quedamos como unos chinches. Cuando pudimos movernos decidimos bajarle a la llenura con un tinto, pero en el parque de Santa Elena. Otra vez, ¡a caminar!

El parque es muy bonito, especialmente el monumento a los silleteros, la Casa de Gobierno y la iglesia.



Como cosa particular, el reloj de la iglesia no marca la hora correcta.

Entramos a visitar la iglesia y luego fuimos a requintar en la cafetería María Flores, donde le pegamos al tinto con parvita dulce. Caminar es muy bueno, para abrir el apetito.

A las 4 decidimos que era hora de volver a casa, cansados pero llenitos. Y felices de la moña, por haber respirado aire puro durante todo el día al calor de los amigos de la vida.

ELBACE

¡Hasta la próxima!