Crónica Tertulia XXX

Los caminantes Todo Terreno andamos güetes por tener en nuestra casa a Elbacé con su crónica sobre la tertulia celebrada el pasado sábado 13 de diciembre de 2008. Bienvenida siempre y adelante pues.

TERTULIA XXX

El día que se calentó La Ceja a punta de corazón

¡Era mentira! Eso de que cuando las cosas no suceden a nuestro favor es porque no nos convienen es pura paja. Con dos meses de anticipación, tal vez un poco más, empezamos a organizar nuestra Tertulia XXX en la finca de don Pedro Manuel Hernández, qué digo finca, en su pequeño paraíso terrenal ubicado en Santa Fe de Antioquia. Acordamos, y acordar algo donde hay más de tres ya es mucho decir, que la fecha ideal sería el 6 de diciembre. Pero como una cosa piensa el burro y otra el que lo está enjalmando, en la tertulia 29 nos avisó don Pedro que esa fecha había que posponerla por compromisos familiares y sociales de él y de doña Consuelo, su queridísima esposa.

Sin ninguna objeción por parte de nadie la fecha fue corrida para el 13 de diciembre. Recogimos la “cuota inicial” de la cuota para amarrar con la pita del dinero a quienes echan mano de la opción de la mamada a última hora, tan comunes por estos lares..

Entre correos motivadores y haciendo fuerza por el estado de las carreteras y del clima, transcurrieron los días previos a la tertulipaseo o paseotertulia, hay para todos los gustos.

Compré boleta para organizarla y resulté ganándomela, así que acudí a Jorgiván de la Milagrosa Londoño y Maya, nuestro Lobato preferido, en busca de ayuda. Le pedí que me mandara una lista de cosas que deberíamos llevar, para complementar la mía y así garantizar que nada nos faltara. Don Londondon me envío la siguiente listica, muy discreta y bien calculada:

· - Un paquete de 100 servilletas, ojala familia pero no para cafetería sino para una casa donde leen “Por encimita”

· d - 20 platos grandes

· d - 20 platos como para servir torta

· 2 - 20 cucharas grandes, 20 tenedores y 20 cucharitas. Cuchillos no porque los de plástico corta mas un litro de leche de 3 meses.

· 4 - 2 docenas de vasos desechables de los grandes

· 4 - Bolsas para la basura tipo tertulia

· 1 - Una docena de chitos (paquetes grande)

· - - Una docena de “detodito”

·- - Una docena de papitas Margarita (de sabores surtidos)

· - - Un paquetes de nachos

· 1 - Un frasco de queso fundido para los nachos

· 2 - 2 botellas de 2 litros de Naranjada - Colombiana – Coca cola normal y Coca Cola Zero

· 2 - 2 botellas de litro de Mr Tea (el que coja)

· - - Un frasco de ají pajarito pero del grande (llevé dulce, picante y encurtido)

· - - Una torta María Luisa (pero bien querida)

· E- El hielo lo compramos por allá

· 2 - 2 docenas de naranjas

· - - 2 docenas de limones

· 3- 3 docenas de pequitas (no vendían en Carrefour)

· 1 - Una docena de tomates de árbol

· - - Un coco, ojala partido y listo (lástima perder el agua) (finalmente no se perdió)

· - - Uchuvas

· 2 - 25 tamales

· 2 - 50 arepas

· - - Media barra de salchichón Zenú

· - - Un queso para partir en cuadritos

· 3 - 3 docenas de abrazos (no alcanzaron)

· - - Una cajita de palillos

· - - Dos paquetes de galletas saltinas de Noel, las de siempre.

- 2 tarritos de carne de diablo Zenú para hacerle competencia a la zarigüeya de Juancé

Ya vos mercando te podes antojar de otras cositas a gusto tuyo, esto es como lo básico”.

Y claro, me antojé de otras cositas.. La lista así se ve muy “básica”, como normal, pero empacada en bolsas son catorce señoras bolsas de comida, más las dos de los tamales, que habíamos acordado que serían veinticinco pero que yo decidí aumentar a 30 por si las moscas y para hacerle homenaje a la famosa frase del ex presidente: “es mejor que zozobre que no que fafalte”.

La mercada fue el jueves al filo de la tarde. Grúa y yo, muy juiciosos, guardamos en la nevera lo perecedero y revisamos el resto, no fuera que se nos hubiera olvidado algo.

Me acosté rendida después de haber hecho 150 tamales y el mercadito para el paseo. Me levanté el viernes derecha para el computador, a mandar los últimos mensajes motivadores y me encuentro con la mala noticia de que doña Consuelo, la señora de don Pedro, tenía problemas de salud y por lo tanto, con mucha pena, cancelaban nuestra visita. ¡Plop!

Por mi mente desfilaron, en cuestión de una milésima de segundo, los 30 tamales, las catorce bolsas de mercado, la buseta contratada, la salud de doña Consuelo, el ánimo de don Pedro, los regalos para los amigos secretos, seguro ya todos comprados, pero sobre todo, la ilusión y las ganas que habíamos puesto en el paseo.

Me enloquecí por unos minutos pero se me prendió el bombillo del ingenio: “Le figuró a Luismú recibirnos en su finca de Rionegro”, pensé. ¿Sí? ¡Como no! Otra vez salió a relucir la importancia de lo que piensa el que está enjalmando el burro: la finca estaba comprometida para la fiesta de fin de año de Adelaida y sus amigos. Mi mundo se derrumbó. Otra vez ¡plop!

Como no es muy conveniente llamar a casa ajenas a tempranas horas de la mañana, le escribí un mensaje al Lobato a ver qué se le ocurría. Me dijo que hablaría con su hermana Sonia para que nos prestara la finca de Guarne, esa feita que hemos visto en fotos de los TT. Dicho y hecho: en menos de lo que se mete una Blancarrucita al cajón de los cubiertos, el Lobato ya nos había solucionado el problema y Sonia estaba feliz porque íbamos quince “dentroderas” a barrer, trapear y sacudir… ¡gratis!

En esas estábamos cuando ¡oh! ¡Sorpresa! llamó Zuluaga, la caballerosidad andando, a decirme que él había tomado en arriendo una finca en La Ceja y que con gusto nos recibirían él y Carmencita. ¡No se diga más, caballero! Aceptamos de una y después de enviarle un mensaje de agradecimiento a Sonia, sacamos el vestido de baño del maletín y empacamos el suéter.

El señor conductor, muy querido, nos había informado previamente que por compromisos de la buseta para catorce pasajeros, nos llevaría en la de veinticuatro, obviamente por el mismo precio. ¡De maravilla! Éramos quince los confirmados, pero faltaba que empezara a desgranarse la mazorca de los mamados: el Kurdo escribió desde México. Uno menos. Begow se estaba muriendo. Menos dos. Ah, no, menos tres porque con él se quitaba Sarita. No me faltó sino arrodillármele y quedamos en veremos, que todo dependía de cómo amaneciera de la gripa.. Obviamente también sabíamos que don Pedro no nos podría acompañar y buscar a Juani Sanín se convirtió en un desafío inalcanzable.

Bueno, de todos modos había quórum, pero no dejaba de preocuparme esa buseta tan grande, esa cantidad de tamales y las 14 bolsas llenas de comida. Pero el espíritu amplio de los contertulios se traslada a todas partes: entre todos decidimos que lo que sobrara se lo dejábamos a una familia pobre, que pobreza y hambre es lo que hay en este mundo.

Me relajé y pensé en irme a dormir, pero es que no había leído el último correo de la noche: uno de Luismú donde Juancé le informaba que no iría por compromisos de obligatorio cumplimiento en una notaría. Me dio una rabia de esas delgaditas, y me dije a mí misma: Vea pues, ¿quién entiende la vida? Los de aquí no quieren ir y la otra chillando en Harrison de ganas. Pero con todo lo que quiero a nuestro querido Radio Viejo, dije ¡Bah!, cerré los ojos y chao pescao, la que se duerme.

Llegó el sábado y también Juanfer a mi casa, más cumplido que novio feo. Me encontró casi llorando porque Begow acababa de confirmar que no iba. Así eran siete menos de la lista inicial: el Kurdo, Juani, Juancé, Begow, Sarita, doña Consuelo y don Pedro. Juanfer lo llamó y nuestra versión criolla de Raúl Castro le prometió que nos caía más tarde a la finca. Cosa que dudé hasta el último minuto.

Salimos rumbo a la estación Suramericana, bahía Sur, y nos reunimos allí todos los que finalmente éramos: Luismú y Clarita, Josema y Gloria, Elbacé y Grúa, Olaya, el Lobato y Juanfer. Esperamos a Juani pero nunca llegó. En la finca nos encontraríamos con Zuluaga y Carmencita.

Arrancamos jugando al sí y no. A cada uno le entregué una botica navideña a manera de collar. De ahí en adelante quien respondiera sí o no a cualquier cosa debería entregar su bota al que le hubiera hecho la pregunta. El que quedara con más botas se le daría un premio sorpresa al llegar a la finca. El jueguito caló y nos hizo el viaje muy agradable, pero una cosa quedó clara: somos incapaces de hablar sin decir sí. Ni no. No me explico cómo no estamos llenos de hijos. El Lobato, para variar, fue el ganador absoluto.

Llegamos y ahí estaban Zuluaga y Carmencita esperándonos. Descargamos la buseta y de inmediato se hicieron sentir las atenciones: que si quieren tinto, agua, gaseosa o desayuno. El Lobato fue el único que reconoció que no había desayunado, pero todos, sin excepción, acabamos comiendo arepa con chorizo, una delicia, que nos preparó Marta Lucía, una eficiente y alegre señora que de inmediato se puso a nuestra disposición. No nos atendió mejor porque no hubo más tiempo.

Después del desayuno desempacamos y fue ahí cuando vimos claramente la dimensión de lo exagerados que somos. ¡Ah! Casi se me olvida: el Lobato reclamó su premio por ser el ganador del concurso de las botas. ¿Se acuerdan que en la lista decía “un coco, ojala partido y listo (lástima perder el agua)”? Pues no, señores, no se perdió nada. Jorgiván se ganó la pelada, la picada y también el agua.

Con la barriga llena y el corazón contento decidimos esperar un rato a ver si llegaba nuestro príncipe Regente del reino de las Pecas, el gran Begow, antes de repartir los papelitos del amigo secreto. Grúa y yo llevábamos camisetas de Colombia, especiales para caminantes, así que fue mucha la nalga que apretamos para que nos tocara darle el regalo a dos de ellos. Claro que si nos sale alguno no caminante hubiéramos tenido que hacer... ¿cómo es que le dicen a eso? ¿Chanchullo? ¿Maraña? No sé qué es, pero algo así… una cosa fea.

De ahí en adelante empezó Cristo a padecer y su madre a verlo. Endulces van, endulces vienen. La pobre Marta Lucía, que parecía de la Tertulia, se aprendió el nombre de cada uno rápidamente, pero no contenta, también se aprendió los amigos secretos de todos. A mí me endulzaron como quince veces en media hora, y todo me lo comía. ¡Qué gula tan brava!

Como las leyes de Murphy no fallan, preciso que cuando repartimos los papeles del amigo secreto, después de volver a meter los infaltables yo con yo y estar todo perfecto, llegó Begow, con Sara, su hija, y Lucía, su hermana melliza. La gripa lo tenía vuelto un fleco, algo parecido a un árabe después del tifo, pero llegó animado y buscando el whisky de su suegro dizque porque se le quedó el propio en la casa. ¡Sí… cómo no! Qué raro que no se le haya quedado todo lo demás, ¿cierto?

En todo caso la alegría de verlo fue indescriptible y el juego avanzó en medio de una serenata que nos dio el tiplero mayor, Luismú, acompañado por las voces de Clarita y de Grúa. Cantaron hasta que se cansaron y siguió la algarabía de siempre, la mecatiadera de siempre y unas endulzadas muy charras y muy llenadoras.

El clima estaba perfecto, aunque a mí siempre me hace frío, y en esas y las otras alguien dijo la palabra almuerzo. A pesar de la llenura todos dijimos que sí queríamos almorzar ya y procedimos. Los tamales, qué vaina, estaban muy pequeños, muy pálidos, como sin aliños y sin sazón, la carne había que adivinarla y la masa estaba reseca y cuarteada. No nos comimos la lechuga porque estaba como durita, ahí perdonan. Para mejorarlos los acompañamos con ají, dulce y picante, encurtido y arepa redonda.

El tinto de rigor después de, fue precedido por una mala noticia: Catalina, la hija de Luismú, lo llamó para contarle que se había perdido Foxi, su mascota, y momentáneamente se nos bajaron los ánimos por la tristeza que reflejaban los rostros de Luis y de Clarita. Alrededor del tema de Foxi se formó una cadena de solidaridad y de buena energía que les permitió a ellos conservar la calma, aún en medio de su tristeza, y continuar el juego. Decidimos descubrirnos porque ya la cosa se estaba poniendo muy peluda: a Luismú le estaban llegando unos mensajes homosexualmente peligrosos y era mejor cortar ese mal de raíz.

Así, entre trovas, bromas y una muestra de excelente humor, nos fuimos descubriendo y entregando los regalos. Todos quedamos felices y comimos perdices. El de sexo indefinido, quién lo creyera, como se ve de macho, era nada más y nada menos que don Londondon, ¿ah? Increíble. Pobre Clarita: no sólo tuvo que soportar la perdida de Foxi, sino que, además, le estaban quitando a su marido. ¡Qué inseguridad!

Ellos estaban con los pies en la fiesta pero con el alma acompañando a Catalina en su dolor. Se despidieron y todos entendimos que cualquiera de nosotros en su lugar haría lo mismo. Entre besos y abrazos de despedida les auguramos un buen final para la historia y así fue: gracias a las gestiones de Catalina, a la ayuda de Luismú y a la fuerza que hicimos todos, Foxi está de regreso en su hogar y los papás felices. ¡Qué viva Foxi, carajo!

Después de una tandita de empanadas que nos entraron como forzadas llegó la buseta a recogernos y ahí sí fue Troya de lo estrechos que quedamos. Bueno, pero al fin llegamos a nuestro Medallo del alma, agradecidos y contentos de haber pasado un día tan especial, todos con todos. Lástima grande de los ausentes…aunque cada uno tiene su disculpa, hay unas más válidas que otras, como por ejemplo la de Juancé, en sus propias palabras: El viernes a medio día nos pusieron una cita en una Notaría del Poblado (léase bien, que no dice Fiscalía...) para el sábado a las 11 AM y era imprescindible mi presencia para un matrimonio, toda vez que se trataba del mío”. ¡Sin palabras! Creo que quien mejor lo ha definido es Olaya cuando dice que Juan Cristóbal es un genio maldito.

En todo caso, contertulios ausentes, como esta cofradía es puro corazón, se les conservan los afectos. Eso sí: no nos reclamen la devuelta de la cuota. Ya nos la tragamos.

Entre rones, cervezas, guaros, Mr. Tea y whiskys se nos fue uno de los mejores días de mi vida, sin exagerar, rodeada de un montón de personas maravillosas que particularmente, de un año para acá, le han dado un sentido nuevo a mi existencia.

Lo dije en un correo anterior y ahora lo repito: hubo sobredosis de afecto, de alegría, de buenas energías, de atenciones, de amabilidad, de comida, de mecato y de risas. El trago si fue bien manejadito y eso es garantía de éxito. Nos convino ir. Nos convendrá siempre ser amigos.

Gracias a todos, en especial a Luiszú, a Carmencita y a Torita, la cuñada de Zuluaga, a Juan, el hijo de Zuluaga y a Otto, el perro de la familia, por entregarnos su finca y prestarnos a Marta Lucía, la más querida del mundo; a los que nos apuntamos y cumplimos la cita, por la disposición y las ganas; a Begow, que a pesar de todo llegó con Sarita y Lucía y nos alegraron aún más el día. A los caminantes TT, que sí saben para qué es la vida; a la Coneja porque desde Harrison nos acompañó; a Luismú por el tiple, por la decencia de siempre y por la alegría. Y a Juancé, gracias, porque nos hizo sentir la falta tan grande que puede hacer una persona cuando se le quiere tanto como lo queremos a él. A Juani y al Kurdo también los extrañamos mucho y los esperamos, muy cumplidos, en el próximo programa intermunicipal que organicemos.

Gracias a las mijas, por ser tan queridas. Gloria es pura alegría y frescura, y a Clarita hay que conocerla para definir exactamente lo que es una persona dulce, delicada y tierna; de Carmencita ni hablemos: que descreste de señora: generosa, amable, alegre, excelente anfitriona y la decencia caminando… Bueno, pero tampoco crean que su Majestad del Reino de las Pecas y de la Alcancía las va a dejar meter en todo, no, no, no. Paseítos y no más, ¿les queda claro?

A don Pedro un saludo muy especial, lo mismo que a doña Consuelo. Todos hemos pedido por su recuperación. Y como ahí está mi Dios echando días, que no se preocupen que nos vamos para su hermoso paraíso terrenal en junio de 2009 y llevamos a la Coneja. Por ahora, salud, salud y salud.

Quiero dar unas gracias especialísimas a Grúa, porque su amor por mí le ha permitido entender esta dinámica a veces rara de su mujer metida a toda hora entre una pila de hombres que la adoran (sí, estoy modesta, y qué), y se integra al grupo con toda su alegría y su escopeta matapatos que no atenta ni contra un gallinazo, aunque varios se lo merecen. Pero es que su espíritu es de paz, de amor y de azúcar. No le da sino para querer.

Ah... ya estoy como muy cansona. Mejor me despido. Adiosito pues, y disculpen la buseta tan incómoda... ¿Me perdonan esa también?

Elbacé.

De turismo por el Parque Explora

Fecha: sábado 6 de diciembre de 2008

Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Carlos Alberto Olaya Betancur y Juan Fernando Echeverri Calle.

Nombre: La Ruta de la cultura Fajardista en Medellín, la más educada.

Para ese sábado 6 de diciembre los Caminantes Todo terreno nos habíamos fijado una salida, pero no a caminos ni al monte; habíamos quedado en hacer algo citadino por nuestra hermosa ciudad, donde cada día somos turistas ante la transformación que la misma ha venido presentando en los últimos años.

Efectivamente, habíamos elegido dirigirnos al norte de la ciudad, ahí donde se ubican el parque Jota Emilio Valderrama, el Jardín Botánico , El Planetario Joaquín Antonio Uribe, El Parque Explora, Los Deseos y otras atracciones que han dado impulso y realce a la ciudad, entre ellas la recién remodelada casa museo del maestro Pedro Nel Gómez.

Habíamos fijado nuestra hora de encuentro, pero como cosa rara, sólo Luisfer y Juanfer confirmaban, ya que el Lobato Londoño se disculpó de asistir por compromisos de familia y Chema Ruiz, hizo lo propio ante compromisos que debía cumplir en su Caldas natal.

El Olaya nada que repuntaba ni decía nada, ya que hacía rato venía sumido en el silencio más impresionante. Así que telefónicamente, el residuo de los caminantes determinamos encontrarnos en la Estación Universidad de nuestro Metro a las 9 a. m.

En una bonita mañana, con el sol en pleno y en medio del ambiente de navidad y la alegría de la misma, tomé el metro en la estación San Javier, hice mi trasbordo en San Antonio para llegar a La Estación Universidad, pero sólo la imponencia de la nueva sede de Bancolombia me hizo caer en cuenta que, más elevado que globo decembrino, había tomado la ruta que no era y devuélvase para el encuentro con Zuluaga, a quien le llegué tarde como diez minutos. Efectivamente me esperaba firme cual “impávido soldado de plomo” en el punto acordado para el encuentro.

¡Hola hermanolo!! Fue su saludo, al tiempo que me manifestaba: ¡Buenas noticias, apareció Olaya!!! Sí, me acaba de llamar por el celular y me informa que ha tenido problemas con su computador al cual le cayó un virus más verraco que el sida o que un columnista resentido, además de haber tenido mucho trabajo. Ya está saliendo de la casa y viene directo a nuestro encuentro”. Realmente era una excelente noticia, ya que hace falta nuestro amigo caminante, “cuñita”, fotógrafo y filósofo de cabecera.

Acordamos entonces hacer fila para comprar los tiquetes de ingreso al parque Explora, para los cuales y pese a lo temprano ya le gente empezaba a arremolinarse al frente de las taquillas. Así fue, hicimos la fila y esperamos que fuera la hora de abrir, como unos treinta minutos, pero por poco nos cocina el sol, porque al sitio le hace falta una especie de cobertor o quitasol que proteja al público.

Comprados los tiquetes nos dedicamos a recorrer el lugar, toda esa inmensa plazoleta, hasta que se nos unió Olaya, quien luego de nuestro abrazo de saludo inmediatamente le puso oficio a su cámara. Lástima grande la ausencia del Lobato y de Chema, ya que esta actividad de conocer y reconocer nuestra ciudad es hermosa y ella hace parte de la actividad y gusto de los Todo Terreno.

El vaporizador de agua, los juegos de principios físicos, la graciosa fuente del chorrito saltarín del cual no nos salvamos, ya que a Juanfer le puso su beso de agua en mitad del pecho, al Zuluaga en su vientre y calzado y el más gracioso de todos a Olayita, a quien con puntería envidiable, se le poso en plenas ”posaderas” para el gozo de los caminantes.-

Coincidimos los tres amigos en afirmar que la Plazoleta del hermoso Parque Explora es también una especie de mirador, que permite contemplar esas “zonas deprimidas” de Moravia (con su nuevo Centro Cultural) , Manrique, Santo Domingo…que dejan ver en la distancia, una cara más amable y de gran transformación, gracias a la administración del doctor Sergio Fajardo Valderrama y su participación ciudadana, quien imprimió a la Ciudad un desarrollo y un cambio en torno a la cultura, con inversión social y con hechuras de avanzada, desprovistas de las acostumbradas por nuestro políticos apegados a lo parroquial , elemental y barato, para entregar obras de verdad, hermosas y útiles al pueblo, como el imponente Parque Explora, al que nos aprestábamos a ingresar.

Olvidaba decir, que los tiquetes adquiridos, eran para entrar a conocer el acuario, ese que había sido entregado a la comunidad el día anterior, por el Alcalde Alonso Salazar, pero obra y creación de la visionaria y futurista Administración Fajardo y lograda gracias al Municipio de Medellín y a las EPM; además de darnos opción de ingreso a una sala o módulo más, de los seis o siete que componen todo el conjunto del maravilloso Explora.

El tiquete comprado, además de servir para el acuario, nos permitía gozar de la plazoleta de ingreso, donde los experimentos de física son una diversión para el público: El péndulo, el sin fin, las palanca, el movimiento rotatorio, el equilibrio, el agua como elemento de impulso y energía, las ilusiones ópticas, las figuras y relieve sobre varillas móviles, la centrífuga, la aceleración y otras cosas más que hicieron las delicias y el descreste de los caminantes.

De allí pasamos al imponente módulo de Explora, donde se ubica el nuevo acuario, ese concebido a 340 kilómetros de la playa más cercana y en medio de montañas y actividad industrial, para ser igualmente uno de los más hermosos, grande y completo de Suramérica.

El Acuario inició con 4.024 moradores del agua, que se reparten entre 256 especies, sin contar los que vienen en camino, que se desenvuelven y hacen su nueva vida en 579.303 litros del vital elemento, el cual tratado y manejado en condiciones especiales y oxigenado, limpiado y movido por 141 bombas que funcionan día y noche, hacen de las 25 peceras, entre ellas dos gigantescas, y que componen el bello complejo, todo un mundo acuático tan desconocido para nosotros, máxime que encontramos agua dulce y salada, considerando que también se tienen especies marinas.

Desde el primer paso comprendimos y captamos la calidad de este nuevo atractivo de la ciudad. Atendidos por niñas muy bien uniformadas, que dan las indicaciones del caso y entregan a casa visitante un volante hecho en pergamino, presentando el Acuario y algunos de sus moradores, al tiempo que advierte el comportamiento que debemos observar y mantener durante la visita.

Aparecen ante nosotros las primeras peceras hechas en gruesas láminas de acrílico. Que orden, que calidad, que belleza, que hermosura, que aseo y que multiplicador de cultura y turismo para Medellín y sus gentes, orgullosas de contar con este regalo, para el Valle del Aburrá, Antioquia, Colombia y el mundo, ya que es de exportación y digno de ser mostrado.

Las cámara de Olaya y de Zuluaga no descansaban de funcionar (eso si sin flash, ya que no se puede utilizar en este ambiente) hermosos peces de diferentes tamaños, formas y colores vivos, que resaltaban en ese medio hecho para ellos, similar a su hábitat natural y que nos permite ver y aprender cómo es su desarrollo y su vida.

De resaltar ente todos estos hermosos animalitos, el Arawana, ese que carga a sus crías en su boca para protegerlo y el Picurara, el pez de agua dulce más grande del mundo, pero advirtiendo que los huéspedes de nuestro acuario, son apenas unos pichones.

Detallar aquí cada especie, no es fácil, simplemente querido amigo y lector, lo invitamos a visitar este nuevo referente de la ciudad, para que usted se haga una imagen de mismo y goce y se admire con esa fauna acuática tan desconocida y que ya no es ninguna utopía, cuando se quiere y se piensa en grande.

Que belleza el fondo marino. Sus anguilas, las estrellas de mar, los corales, esos que al formar los bloques coralinos, se convierten en los únicos seres vivos visibles desde el espacio. Las langostas, los erizos, las anémonas, caracoles y diferentes peces multicolores hacen de esas peceras un espectáculo sin igual.

Ahora que decir de aquella gigantesca pecera mostrando las especies amazónicas. Parece un pedazo de paisaje del Amazonas, cortado a pulso y transportado al lugar, con su vegetación y sus árboles sumergidos, y que emergen hacia el cielo con su follaje verde. Pensar que todo es artificial, en gran parte hecho en Medellín y que engaña con su perfección y belleza al ojo humano. Indescriptible, sí, indescriptible tanta hermosura junta esa que hará las delicias de adultos y niños, multiplicará la cultura, ya que Medellín quiere ser “La Más Educada” y además será un aliciente para nuestra oferta turística.

Imposible detallar y hablar de todas las maravillas que a nuestros ojos entregó El Acuario, en esta mini crónica, ya que requeriríamos de por lo menos 70 páginas para hacerlo; por lo que repito, hay que venir y conocerlo, ojala en familia y si es del caso, repetir y seguir repitiendo ya que bien vale la pena, estar muy de cerca de este nuevo orgullo de Medellín y el Valle del Aburra, el cual habla por sí solo de la calidad de sus gestores, patrocinadores y constructores y que nos obliga a quererlo, cuidarlo, mantenerlo y llevarlo en el corazón, con orgullo de paisas verracos, que somos capaces de convertir lo utópico en hermosas realidades.

Pecera a pecera, en medio del numeroso público, del clic de las cámaras (sin flash), de la admiración de la gente, del positivismo, del orgullo de pertenecer a esta tierra y de los comentarios sobre que “Colombia si tiene un gran líder, para seguir los pasos del actual Presidente”, saque usted señor lector conclusiones, ya que en estas crónicas buscamos alejar la política, fuimos llenando el amplio recorrido acuático de conocimiento y sorpresa, acompañados siempre de guías, compuestos por profesionales o estudiantes de carrera, quienes nos ilustraron con sus conocimientos y nos relataban y atendían nuestras consultas, sobre los peces, esos que hoy hacen las delicias de todos nosotros y de los que nos quieran visitar.-

Que bueno sería que estos escenarios, fuesen señalizados además del español, en inglés y que las charlas y explicaciones se hagan en ambos idiomas; así mismo, se requieren más parqueaderos, pese a tener la estación del Metro a escasas dos cuadras de los módulos.

Terminado nuestro recorrido por el Acuario y con antojo de devolvernos a repetir, salimos a buscar otro módulo al cual nos daba derecho el tiquete y a ser elegido entre los que quedaban pendientes, eligiendo el de Física Viva.-

A su ingreso nos esperan unas gaviotas en pleno vuelo con su movimiento acompasado y hermoso de sus alas y el planeo maravilloso. Desde es el mismo instante, todo se torna gozo, diversión, cultura, vidas y experiencia, ya que nos volvimos niños disfrutando, repasando y aprendiendo con las diferentes atracciones y experimentos en vivo, con los cuales uno tiene oportunidad de participar, conceptuar y compartir con los guías.

La óptica y los umbrales de la visión. Las saltadillas, saltos verticales. Corre por tu vida, compitiendo contra un guepardo, un elefante y un armadillo. Pruebas de reflejos. Midiendo la fuerza. Tirando la cuerda. Patea el balón. Flexibilidad. Presión Arterial y una serie de pruebas que si bien es cierto no dimos los mejores resultados, si estuvimos cerca y superamos algunos, aunque en otros…se nos mostró que estamos mal enterrados (risas….)

La electricidad y los gases. La presión. El sonido. Ondas sonoras. Fuentes del Sonido. El cuerpo tiene sentido. La atracción y muchas cosas más que nos dejaron realmente deslumbrados y que nos crean la necesidad de volver a Explora, para conocer el resto de los módulos.

Habían transcurrido algo más de tres horas, estaba tarde y habían otros compromisos, así que invitados por la firma que embellece su fachada y su propiedad: MAN&OBRAS y su Presidente y Gerente General, salimos de Explora y nos dirigimos al Jardín Botánico, a menos de 150 metros. Allí, dominado el hermoso pulmón verde por su orquideorama de belleza inigualable, sus árboles centenarios, sus jardines, puentes en madera inmunizada, las flores y jardines y el alumbrado decembrino listo a ser encendido; no navideño, ya que infortunadamente a nuestras queridas EPM les dio desde hace como tres o cuatro años, por borrar el sentimiento de navidad de sus alumbrados. Nos dirigimos al Restaurante IN SITU y allí atendidos por una amable niña, se nos informó que tendríamos que esperara, ya que no había mesas. Nos sentamos en la barra, pedimos tres cervezas hasta cuando fuimos llamados. Habían desocupado una de las mesas, la cual nos aprestamos a ocupar con prontitud, ya que ante la demanda había que correr.

Ahora si, con individual en las rodillas, carta en mano y hambre regado por todo el cuerpo, hicimos nuestros pedidos: Olaya y Zuluaga sendas cremas de chócolo y bandejas con carne. Y Juanfer, un consomé “a lo no se que” con migas de arepa y trocitos de pollo y unos espaguetis “a lo no se cual”; platos deliciosos que no dieron un brinco y que acompañamos con cervecita.

Muy satisfechos y orgullosos de nuestra Medellín, nos retiramos del lugar, para dar una última mirada a ese norte transformado y con futuro gracias a la visión de un alcalde que si sabe y supo que es gobernar y que es sacarle partido al conocimiento, al traer del exterior cosas buenas y positivas para ser aplicadas a nivel local; con buenos resultados, tales como las bibliotecas, la línea “J” de Metrocable, el boulevard de Carabobo, lástima interrumpido por ese feo lunar del “bazar de los puentes” que sólo ha traído subdesarrollo al entorno y un pésimo vecino a la Plazoleta de Botero. Los edificios Vásquez y Carré, las pirámides de la oriental, tan criticadas por quienes no saben de color, de arte country y de cambio, aunque en cuestión de gustos, hay que entender, existen unos más malitos que otros…y por eso se perdona. La casa de los Barrientos, colegios y escuelas de calidad y muchas pero muchas obras más, que han transformado a Medellín y que sin lugar a dudas, la llevaran a ser “La Más Educada”.

JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE

Crónica Caminata San Vicente - Girardota

Fecha: sábado 29 de agosto de 2008

Caminantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, José María Ruiz Palacio y Jorge Iván Londoño Maya.

Duración: 7 horas, 15 minutos

Nombre: Señora Caminata

Reconocimientos: A Nuestra Patrona

Preámbulo:

Esta caminata, que la teníamos en la mira muchos sábados atrás, nos fue soplada obviamente por uno de los tantos Zuluaga nacidos y criados en el municipio de San Vicente. A fuego lento la fuimos adobando hasta que dio tajada; incluso Josema, también nuestro cartógrafo, la envinó con mapa satelital, y tal. El único lunar fue la ausencia de Olayita, quien bajo dispensa papal tendría que dar cabal cumplimiento a una tertulia familiar.

El Encuentro

Esas terminales, que para nosotros son el principio, se siguen disputando nuestra presencia, y esta vez el sorteo se lo gano la del Norte. Así que muy temprano calentamos banca luego de comprar los tiquetes para San Vicente, y probar el obligado cafecito en leche con “cualquier bobadita”. La hora exacta que disponíamos para la salida la dedicamos a leer prensa, rajar de las pirámides y del Nacional y alabar al poderoso de Zuluaga y Josema y a la delegación de Antioquia a los Juegos Nacionales; ¡Cuidado va y no!

El Viaje

Acomodados a lo señorita normalista (de lado) en esa incómoda buseta, que más parece para transporte escolar, dimos inicio al ronco concierto en do mayor que nos brindaba el motor diesel. El paso por la vía regional, a la altura del barrio Toscana, se hizo a 3 kilómetros por hora debido a la carramenta que por estos días, meses y el año entero, origina el desvío por el daño en la autopista (?) norte, daño que lejos se gano el primer premio anual a la desidia de la secretaría de Obras Públicas. Liberados de ese embotellamiento cogimos la que si puede llamarse autopista Medellín- El Santuario, esa misma que otros sin motivo aparente extienden hasta Bogotá. Y el concierto en do mayor, ahí.

San Vicente

Llegamos justo para misa de 9 con los oídos tapados y las piernas encalambradas. Como lo primero es eso, entramos a la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá para pedirle al Creador nos provea de la vida, el verdadero capital, y de salud, el mayor interés.

Los casi 26 mil sanvicentinos se adormecen en las enredaderas de sus extensos cultivos de frijol, los cuales cuñan con papa, maíz y fique. Como pocos municipios, son dueños de unas rutas ecoturísticas que cubren la mayoría de sus 243 kilómetros cuadrados, cuya información se encuentra bien detallada en las hermosas vallas de madera instaladas en las cuatro salidas del pueblo.

Siendo infieles con Teresa, la administradora del restaurante parroquial, escogimos por segunda oportunidad el restaurante El Paisa, bajo la atención y la sonrisa de la monita de siempre. Tamales, tela y chocolate fue el sencillo pedido que dio paso a uno de los desayunos más tradicionales.

Despedidos por la sonrisa de la monita y con su “por aquí a la orden” en su inconfundible acento paisa, pasamos a la calle principal para observar el siempre encantador comercio de nuestros pueblos, la casa que durante ocho años vivió nuestro General de División José María Córdova, algunas casas viejas con sus balcones de siempre, y sentir el calor y la amabilidad de los parroquianos que a esa hora daban inicio a sus actividades. Para coger la ruta correcta preguntamos a tres personas y oímos tres respuestas distintas, lo que nos hizo sentir en la nomenclatura Neoyorkina. Al final el conductor de un camión de escalera nos puso en la ruta correcta. Marcaba el reloj las 9 y 30 de una mañana resplandeciente.

Por la vereda La Enea

Por una carreterita estrecha, destapada, embarrada y con el presagio con sabor a 31 de octubre que nos dijo un señor que tapaba huecos con una pala, quien nos manifestó: “esto no es nada para lo que les espera”, dimos inicio a la ansiada caminata. Como era de esperarse en las propias goteras aparecieron los cultivos de fríjol, maíz y unos muy extensos de fresas cubiertos con sus enormes ruanas de plástico que asemejan un espejo donde el firmamento se peina y se mira las poquitas arrugas.

Al comienzo encontramos muchos campesinos a quienes preguntábamos si íbamos en la dirección correcta para Girardota, ¿GIRARDOTA? exclamaban todos con cara de asombro, “Si eso ta muy lejos”, hasta hubo alguien que nos sentenció: “estarán llegando a las cinco”. Viendo la cara de esas personas pensaba para mis adentros: ¡Uummm, en la que nos metimos!

Van apareciendo los imponentes paisajes típicos de nuestro oriente, compuestos por extensos valles con algunas elevaciones, adornados con verdes en todos los tonos, casitas casi todas de color azul y rojo y apacibles bosques de pinos, de tanta belleza que cualquiera de ellos clasifica como modelo para el cuento de Caperucita Roja.

La carreterita, entiéndase trocha, nos muestra las huellas del invierno, largos tramos de pantano colorado y enormes huecos por donde solo pasan los camperos que atienden el transporte de la vereda La Enea y los camiones de escalera que van hasta Ovejas.

La vía presenta varias bifurcaciones, algunas de las cuales nos habían sido advertidas por los campesinos y otras donde quedamos a merced de nuestra Patrona, por lo que a lo desgañetado tuve que preguntar en tres oportunidades a personas que se encontraba a buena distancia nuestra cual era la ruta correcta para Girardota. Con razón comentó Juanfer que para la próxima había que llevar binóculos, y así, teniendo al otro tan cerquita, no había necesidad de gritar tanto. Como están las cosas tendremos entonces que cambiar la brújula por un megáfono. De todas formas, siempre se nos aparecía alguna persona a píe o en moto, a quienes cariñosamente llamamos “Los milagrosos” en homenaje a nuestra patrona, quienes nos ratificaban que íbamos por la ruta correcta.

Volviendo a los huecos, encontramos un camión con bultos de papa que se hallaba a la vera y su conductor y ayudante, pala en mano, tratando de rellenar con tierra y cascajo uno de los tantos cráteres. Cuando nos acercamos nos pidieron el favor de tomarles una foto y que se la mandáramos al alcalde de san Vicente o al Gobernador a ver si…de pronto. Por lo pronto, la vamos a mandar al Colombiano al menos para cumplirle lo prometido a esos dos damnificados por el invierno.

Por la vereda El Coral

Entrados en predios de la vereda El Coral, y siempre con el paso demoledor que llevábamos, vemos como se nos acerca el final del terreno plano y se insinúa el cañón donde tiene asiento la zona norte del valle del Aburrá. Por ahora observamos muy a lo lejos una parte de Guarne y el valle por donde pasa la autopista. Aparece una valla que indica: a la izquierda para Girardota y a la derecha para Barbosa, indicaciones que luego del previo computo hecho por Josema atendimos al pie de la fecha.

En este tramo desaparecen los cultivos tradicionales y aparecen los de mora de castilla y brevas, fruto que por primera vez vemos como cultivo. Así mismo se destaca un enorme terraplén, al cual, por su ubicación, no le pudimos encontrar oficio, salvo los que íbamos diciendo al aire como posibles hipótesis. Hasta una zarigüeya nos encontramos quietecita en un caño a la cual le habían dado con un palo en la cabeza. Hablando de animales, ha sido una de las caminatas más generosas en pájaros, incluyendo la Soledad, y varios gavilanes que tuvimos muy de cerca.

También tuvimos muy de cerca el infaltable camión de escalera, al cual esta vez nos le puchamos para quedar bien retratados, puchada que contó con el visto bueno del chofer, quien se la pillo y desaceleró a pesar de ir en subida, para que la vista quedara como lo manda el Josema Ruiz. Hasta un cornetazo de saludo nos ganamos, el cual nos puso los pelos de punta A medida que se nos alejaba la escalera, veíamos con que facilidad pasaba esos enormes huecos, balanceándose para lado y lado y dejando la huella de sus llantas estampada en el pantano colorado, como si estuviera marcando su territorio.

Quien dijo miedo

Siendo casi la una de la tarde, nos alcanzó el señor de un pick-up (con acento bogotano) quien muy formal se ofreció a llevarnos pero le respondimos que nuestra intención era llegar hasta Girardota así fuera en andas. Así las cosas nos indicó el atajo para ganarnos (¿o será para perdernos?) al menos una hora de caminada. Al llegar al sitio conocido como Casa Verde, donde pasa la Variante (así la llaman por allá) que lleva a Guarde, tomamos el camino indicado por el señor. Esta si que era una trocha angosta y embaldosada con puro barro tragabotas, y para ajustar se nos larga señor aguacero. Por fortuna para el mal tiempo…no hay remedio. Hasta la capa de Luisfer quedó con tremendo parche luego de la caída de rigor contra el alambrado.

Luego de resbalar durante unas dos cuadras, y gracias a las indicaciones que nos había dado una hermosa señora, salimos de aquel pantanero para tomar mangas abajo por caminos de tierra negra, y siempre bajo el manto del mismo aguacero, lo que nos obligó a caminar a 10 pasos por minuto, porque una caída a estas alturas (me refiero al lugar) no hay Wiston Tobón que la enyese. Con razón decíamos jocosamente que habíamos salido más rápido por la carretera principal. Terminado este tramo Luisfer le regaló su capa a un parroquiano, la misma que perdió la virginidad en el alambrado aquel.

Rieles y kilómetros de atajos a la mochila

Por fin estábamos en el borde de la montaña, y tal como lo habíamos pensado abajo divisamos el cañón del Río Medellín con su fiel compañera la autopista Norte, las fábricas viejas y en construcción y Girardota en toda su extensión. Por fortuna la carretera, siendo destapada, esta en muy buenas condiciones. Don Jesús, un campesino, nos dijo que nos demorábamos hora y media hasta Girardota. La bajada se va empinando hasta que llegamos a una carretera pavimentada. Aparecen a lado y lado los fértiles sembrados de caña de azúcar para alimentar los innumerables trapiches de la región.

Al llegar a unas partidas una encopetada señora nos manda por otro atajo, formado en su mayoría por rieles, con una inclinación tal que se rueda una cabra en tenis, lo que nos obligó a bajar todo el tiempo con la polla puesta. Todos coincidimos en que este nuevo ahorro nos pudo haber representado otra hora.

A nuestro frente teníamos el peaje El Trapiche de la autopista Norte, el cual como un punto fijo venimos viendo desde el momento de iniciar el descenso. De todas formas, la ansiedad por llegar nos fue aumentando la distancia y las horas. A ratos veíamos a Girardota todavía demasiado lejos. El último atajo nos lo sugirió un señor quien nos dijo: “háganle por ahí muchachos que es suave”. ¿Suave? Se trataba de un camino estrecho, en pura pendiente, tapizado con enormes piedras lisas, pantano y caños de aguas negras que le caen. ¡Virgen santísima!

¡Albricias!, al fin llegamos a la carretera que de Girardota conduce al Hatillo, o viceversa, concretamente al sitio conocido como Cabildo. Esto había que celebrarlo por lo que agarramos lo primero que vimos, unas deliciosas empanadas hirviendo a las que en vez de ají les echamos la buena noticia de la señora: “Avemaría, al paso de ustedes están en diez minutos en Girardota”. Así que esos diez minutos, a paso de cadete, nos los gastamos en observar la planta de Enka de norte a sur. En efecto, a los 15 minutos comenzamos a subir las empinadas cuadras que nos faltaban para llegar a la meta, ante la curiosa mirada de las familias que a esa hora departían en la puerta de sus casas.

Girardota

A las 4 y 45 de la tarde le estábamos presentando la carta a García al Señor Caído. Hasta le dije a Luisfer a la entrada de la catedral de Nuestra Señora del Rosario, aprovechemos y le decimos al Cristo que esta caminata fue una peregrinación y así, en vez de intereses ganamos indulgencias. Con el fondo del coro que acompañaba la solemne misa con la asistencia de las jóvenes del undécimo grado de uno de los colegios del pueblo, dimos las gracias, pero no las de siempre, porque hoy si que eran especiales.

Llegada la hora gastronómica, bien ganada por cierto, entramos al restaurante La Barra, localizado en todo el parque, para mas señas en la calle 6a, conocida como Dr. Londoño, el cual se encontraba elegantemente decorado para una fiesta de quince. Que pena nosotros en esa facha, pero uno de los meseros nos impidió devolvernos diciendo: “no se preocupen” que la fiesta es a las 8 de la noche, síganse que ya mismo les dispongo una mesa.

Bueno, entre pena y cerveza fuimos leyendo la carta:

- Cazuela de fríjoles bostonianos: $20.000
- Cazuela de fríjoles de la casa $20.000
- Cañón en salsa de maracuyá $23.000
- Lomo en finas hierbas $23.000
- Ensalada de la temporada $15.000
Los precios no incluyen el IVA, propina voluntaria.

¡Oigan a estos! Seguro nos vieron cara de socios de DMG, no me crea tan betuliano. Así que fui el primero en salir como bandido del oeste después de atracar un banco. Me fui para un supermercado de la esquina, compre dos Mr Tea y esperé a que aquellos salieran…..despavoridos. Pasado el soponcio nos instalamos en el Restaurante La Fuente, ese si, el de nosotros, el especial para botas embetunadas de pantano colorado y medias que eran blancas y ahora parecían color de burro al trote. En sus modernas sillas de aluminio nos dimos a la tarea de reponer las siete horas y pico a base de consomé, sancocho de bagre y otras viandas con el fondo musical de sentidas baladas de nuestros años mozos. No es que case mucho un sancocho de bagre con Momentos de Roberto Carlos, pero para el hambre era lo de menos. En resumidas cuentas, quedamos comidos y bebidos por la tercera parte de lo que nos hubiera costado en la “Fragata” girardoteña.

Para Medellín

Ahora si, vueltos en si del cansancio y el susto, y por insinuación mía, apoyada desde la distancia por Olayita, abordamos un taxi expreso que nos trajo como volador sin palo, y en medio de la lluvia, hasta la estación Niquia. A propósito, le estamos como cogiendo el palito a los choferes correlones, es decir que estamos terminando nuestra jornada que la hacemos a 4,5 kilómetros por hora a 100 kilómetros. Obviamente el tema de conversación fue el cálculo de kilómetros de esta caminata, llegándose a la conclusión que fueron unos 40, pero con el ahorro de los atajos quedó en los 30 kilómetros. Seguramente el chofer al oír nuestra conversa pensó: “Que mano´e locos los que llevo, dizque a pié de san Vicente a Girardota. También creen”.

En la estación Niquia abordamos el metro que por estos días está de cumpleaños, y por eso anda cual lucida sardina de trece, pero nada que los aparenta. Así que como cigarrillo en paquete volvimos a la realidad de nuestra ciudad, al bullicio, a la cortesía lejana de sus habitantes, a la fría cordialidad. Atrás quedó la queridura de los campesinos, el silencio del bosque, la exótica cubierta de los sembrados de fresas, el encantador ruido de las quebradas, los bultos de papa a la vera del camino sin que nadie los toque, las cantinas de leche en las portadas de las fincas sin que nadie las toque, la mirada serena de la soledad, el vuelo de los gavilanes, el barro que moldea ilusiones y el llanto de la lluvia. Razón tenía Juanfer cuando me dijo: “Que lástima no haber empezado esto hace veinte años”.

Hasta la próxima

JORGE IVAN LONDOÑO MAYA