CAMINATA II PARQUE ARVÍ SENDERO ARROYUELO

Borrachera de Belleza…pero…

Sábado 23 de octubre de 2010. Colgando del mismo cable pero en otra góndola, bajo el mismo cielo pero con otra cara y con el mismo paisaje en otro tono, los Caminantes Todo Terreno, Luis Fernando Zuluaga Zuluaga y Juan Fernando Echeverri Calle, quienes dijimos “presente” al compromiso y ante ausencias obligadas de nuestro compañeros; enamorados de la hermosura y belleza del Parque Arví, ese que hoy se levanta en Santa Elena, con sus 1.171 hectáreas, quisimos repetir el recorrido de octubre 2, pero bajo otros caminos e intereses.

Habíamos salido desde la estación San Antonio de nuestro querido Metro, ese que a muchos les levanta celos enfermizos, que uno lo quiera de igual manera, como si eso hiciese daño, según nos comenta nuestro amigo Jealbo, quien no tolera que le menosprecien al orgulloso quinceañero, independiente si es grande, pequeño, moderno, lento o rápido…Es nuestro, nos llena de orgullo, a nosotros sirve y por eso lo queremos….lo demás son cuentos sin asidero.


Llegamos a la Estación Acevedo y allí abordamos la línea “J” del Metro (Cable), para dirigirnos hasta Santo Domingo, dónde siendo las 9:05 am. El cable entra en funcionamiento, lo cual Zuluaguita, convertido en fotógrafo, hacía funcionar su cámara para plasmar otros planos del paisaje, con la ciudad al fondo, la biblioteca España en primer plano y las techumbres de Santo Domingo enmarcando todo, mientras avanzábamos en la fila.

Apresurados abordamos la góndola o cabina, que ya estaba bastante avanzada sobre el espacio asignado para tal fin y por poco caemos encima de dos agraciadas niñas que viajaban en ella. Saludamos e inmediatamente y por sus uniformes, vimos que eran empleadas del Área Metropolitana y su función, Guías de Turismo.

Eran ellas, Mildrey y Yesenia con quienes luego de romper el hielo y vencer nuestra timidez, iniciamos un diálogo de nunca acabar. Efectivamente prestan su servicio allá en la estación Arví, conocen su bonito oficio como nadie y nos fueron muy útiles ya que con su conocimiento, recomendaciones y experiencia, armamos nuestra caminata desde antes de llegar a la estación final. Que bonita misión y oficio el de estas niñas, no me canso de repetir y hasta las envidio.


Nos bajamos de la cabina, recorrimos con ellas unos trescientos metros, nos tomamos la foto de rigor y despedidos de tan agradables niñas, tomamos el mismo rumbo empleado en la salida de octubre 2, es decir hacia el sitio donde se construye la base de Carabineros, la cual pasamos entre charcos y pantanos, acompañados de un ambiente frío y un cielo que amenazaba lluvia.


Como nosotros no salimos a sufrir, según ha afirmado siempre el buenazo de Zuluaga, buscamos un desayunadero y lo encontramos: Restaurante Polo a Tierra, donde pedimos dos tazas de chocolate caliente y seis empanadas. Sin exagerar, el chocolate más maluco y aguado que he probado en mi vida y las empanadas, las cuales tenía forma como de castañuela, eran con derecho a reclamo si uno les encontraba un tris de carne.


Mucho visitante para la hora, mucho turismo que hacía calistenia en grupos y a mano izquierda, el hermoso aviso de señalización, indicando la ruta a seguir para el Sendero Ecológico El Arroyo, el cual tomamos sin hacernos rogar y previa toma de fotos por parte de Zuluaga.

Un camino en tierra y piedra, bien tenido, con algún descenso y que poco a poco nos fue metiendo en medio de una espesura baja y hermosa, esa que reemplazó un bosque existente en otra época y hoy talado para dar paso al helecho marranero, al sarro común, sarro amarillo, sarro rojo y al fastidioso y chuzudo chusque (no chusco como erradamente lo hemos llamado en otras crónicas”, entre otras especies tan propias de estas regiones y climas.


Pronto aparecieron los primeros pinares interrumpidos por hondonadas del camino, hermosa y artísticamente adaptadas al paso del caminante mediante puentes, escalas y terraplenes en tierra y piedra, con pasamanos de madera inmunizada, la misma que se utiliza para las señalizaciones, combinada artísticamente con láminas de metal, en las cuales y a manera de un “daguerrotipo”, se pueden ver fotos de las especies más representativas, sus nombres científicos y vulgares y breve reseña, así como mapas e indicadores de dirección sobre el camino.


Que descreste es este Parque Arví y que inversión la que se hace para el servicio futuro de una comunidad, calidad de vida, cantera turística, reserva ecológica, pero…el pero sigue. Era tal la belleza de lo que íbamos lentamente recorriendo y admirando, que llegó un momento, en que los amigos caminantes tuvimos una sana discusión sobre cuál caminata era más hermosa, ésta o la realizada en octubre 2, pero ante la barrera de los gustos y lo inútil de comparar dos gotas de agua, cedimos la razón a la belleza generalizada y punto.

Arrayanes, pino ciprés, pátula, sietecueros, encenillos, chagualos, yarumos, mano de oso, drágos y otras muchas especies, enmarcaron nuestro recorrido, el cual siempre hicimos por ese bonito camino tan bien demarcado y que se metía a ratos entre bosque para volver a salir a claros. Hasta un calvario sin nombre y sin fecha, nos regaló el camino…supusimos era del soldado o el caminante desconocido.


Prácticamente todo el recorrido lo hicimos acompañados por la cristalinas aguas del “Arroyo”, ese que garrulo y saltarín dejaba escapar sus melodías líquidas para acaricia nuestros oídos. Extrañamos la presencia de aves, uno que otro pinche, algún cucarachero (ruiseñor), tórtolas, torcazas y una soledad pichona…y el encuentro con Don Miguel Angel Vanegas Gutierrez, un viejo campesino que habita en una finca allá entre el bosque, poseedor de nueva cuadras de tierra y quien con su hermano, se cansó de sembrar hortalizas y legumbres, ya que el costo de los insumos y la dificultad de venderlos a un precio que justifique, les arrojaba sólo pérdidas y trabajo.


Por eso se dedicaron a quemar carbón y allí conocimos los quemaderos y a hacer trabajos dos o tres días a la semana en fincas vecinas” y con eso vivimos” nos dijo como con cierto dejo de resignación Don Miguel Angel, quien además tiene una vaquita y un ternero para la lechita…Esa es la injusta situación de nuestros campesinos, en un país que se precia de ser agrícola.

Nos despedimos de Don Miguel Angel, con quien pudimos haber conversado todo un día y dos más y quien también nos comentó, que ellos en su tierra, la cual tienen hace 64 años, siempre disfrutaron de agua limpia y pura nacida en el lugar, pero que un día llegaron las EPM , enterraron unos tubos, pusieron una planta de bombeo y “purificación” y les llevaron otra conducción de agua a sus casas, pero al módico costo de $8.500.00 mensuales, platica que podrían emplear en otras cosas más necesarias, sabiendo que tenían agua su propia agua.

Estaba oscuro y frío el día, la lluvia cada segundo mostraba con su negro manto su presencia allá arriba, pero nada que se menguaba la belleza y las flores y el bosque cada vez con más orgullo parecían mostrar su estampa, esa que hará del Parque Arví, un santuario donde la naturaleza será un milagro repetido y ponderado no en vano, en cada amanecer y en cada anochecer.

¡Que verraquera y que piedra hombre Zuluaga! le dije a mi amigo caminante, mostrándole uno de los hermosos aviso de señalización del camino! Tiene que ser muy ignorante, pendejo, bruto además hijo de la gran puta de su madre, aquel que sea capaz de dañar ociosamente con una moneda o cualquier objeto, un aviso de estos y es que de verdad vimos varios rayados y como cosa rara, ninguno hablaba de “los del sur, o los del norte, la rexixtenxia…” es decir, hay idiotas más peligrosos y antisociales, que los de esas barras que sabemos.


En un determinado lugar el pantano se hizo abundante, parecía que el camino hacía esfuerzos por desaparecer a nuestros ojos, se bifurcó la vía y la señalización en medio de un pinar se limitó a estacones pequeños pintados con naranja fosforescente, los cuales fuimos siguiendo en el único acenso que hasta el momento nos había presentado el trayecto recorrido.


Llegamos a una pequeña mesetica y allí, dos enormes pinos y otro aviso de señalización mostrando sendero L a Flora como que nos hicieron aterrizar… ¿Dónde quedó el camino al Arroyo? Efectivamente habíamos perdido el camino. No obstante, quisimos concentrar toda nuestra atención en esos pinos del lugar, los más viejos, gruesos e imponentes que hemos conocido en nuestras vidas, con algo más de dos abarcaduras en sus troncos, lo cual aproveché para abrazarme a uno de ellos y compenetrarme con esa presencia tan hermosa, que me hizo recordar a Leticia allá en el Amazonas, donde los árboles son tan gigantes que brindan un espectáculo.

En medio de aquellos hermosos pinos sonó el celular de Zuluaga (que feo se escucha eso en medio de la naturaleza) y era nuestra caminante honoraria Gloria Muñoz desde los Estados Hundidos….Habló con Zuluaga y…se le acabaron los minutos”. No alcanzó ni un segundo para Juanfer…pero bueno, al fin y al cabo casi no escucho por esos aparatejos.

¿Seguimos a la Flora o nos devolvemos? preguntó Zuluaga. Nos devolvemos al Arroyo a buscar nuestro destino original y así lo hicimos. Habíamos perdido cerca de cuarenta minutos, o perdido no, caminado, y de no haber sido así, no habríamos conocido aquellos pinos.

Durante el retorno, divisamos a lo lejos un grupo de turistas dirigidos que gozaban del espectáculo del parque y sin mucha dificultad encontramos el camino, ese que siempre acompañado por El Arroyo, nos fue llevando hacia nuestro destino, todo envuelto en ese común denominador de belleza y naturaleza que sazonó nuestro recorrido, metro a metro y paso a paso, con esas obras que allí se adelantan: Ojos de agua, jardines, puentes, terraplenes, pasamanos, muros, caminos, terrazas, como también nos tocó enfrentar canalones y subidas empinadas en barro amarillo, lisas a morir y exigentes para la marcha.

A nuestro paso y utilizando los cobertizos que se han hecho para el turismo, nos encontramos unos 200 agentes de nuestra policía, quienes con toda su dotación y con sus caras pintadas en negro y verde, como listos para el combate, hacían ejercicios de supervivencia y entrenamiento especial . Por prudencia y respeto, nos abstuvimos de sacarles una foto que hubiera sido lo propio para engalanar la crónicas, pero…tate, tate folloncicos que no me serás tomada.


Por fin y luego de habernos encontrado en uno de estos “deslizaderos” con un grupito de cuatro muchachos y una joven muy bonita, quienes se aventuraron por el lugar y haber conocido la quebrada Mata Sano, a la cual desemboca El Arroyo y ésta a la Santa Elena, llegamos a la carretera en plena salida al Parque de Piedras Blancas, donde se abría el paisaje por encima de los pinares, mostrando un cielo gris y negro y a los empleados del Área Metropolitana que se dedican a sus labores de guías, limpieza y ordenamiento y al frente, descendiendo a toda velocidad, la Santa Elena, llevando las aguas del Arroyo y de la Matasanos, para alejarse hacia abajo en medio de árboles y paisaje.

Esas aguas, medianamente cristalinas, forman los baños o charcos que pueden ser utilizados por bañistas, creo que venidos de alguno de los polos, así como rápidos y el Salto Clarín, el cual espumoso y con su cantar garrulo sobre el pentagrama de natura y en clave de sol y debidamente afinado por la mano de Pan, presenta ante los ojos y oídos del visitante un hermoso espectáculo, matizado todo con esas grandes piedras de cuarzo blanco, tan común en la región y que son un verdadero adorno en donde se les ubique o se encuentren.


Empezaron a caer las primeras gotas de lluvia y los caminantes a llover ideas: Vamos para el mundial de patinaje en Guarne, o nos vamos para Medellín…No hombre, busquemos un almorzadero…Y dicho y hecho, ahí mismito teníamos el Estadero y restaurante El Tambo, de gran tradición en la región, donde sentados en tablas de pino, finamente barnizado y formando un mueble en “U”, “despachamos” como haciendo un favorcito dos tremendas bandejas con chicharrón de cuarenta y siete patas, banca de músicos y derecho a reclamo si la garra no se va solita...

Claro que ese “despachamos” es un decir y una ilusión, ya que Zuluaguita no pudo con el 80% del seco y el “sustecliante”, alguna cosita dejó ahí pegada del plato, ya que si nos cabía un tinto, no nos cabía el azúcar…y es que nosotros no salimos a sufrir, frase ya muy propia de los Todo Terreno y acuñada hace muchas caminatas por el Zuluaga.

“A ver hombre, esta temprano dijo Zuluaga y esta hermosura hay que aprovecharla”, busquemos la salida a La Flora y recorramos el sendero hasta carabineros…” No hermanito le dije, quedé hasta Aburrido con ese almuerzote y sabiendo que estamos aquí en Medallito…me dieron como ganas de nietos…

Entonces en medio de una llovizna bogotana y en ascenso fuerte, recorrimos los quinientos metros que nos separaban de la estación de la línea “J” y nuevamente con nuestros cayados virtuales, esos que se apoyan en el aire, volamos rumbo a Santo Domingo acompañados por esa vista impresionante, donde la naturaleza se confunde sin mezclarse, con la miseria de las invasiones, la pobreza que se sacude y mejora en esa gran barriada de gente buena y trabajadora que transpira esperanza y en esa gran ciudad que abajo, emparamada y medio perdida entre la niebla, es una aventura moderna y abigarrada donde todo puede suceder.

A bordo de nuestro querido Metro Los Caminantes Todo Terreno, deshicimos nuestros pasos para volver a casa, maravillados con toda esa belleza que se tiene en las montañas de Medellín y que ni se sospecha…Ese Parque Arví, toda una gran maravilla ecológica y de turismo, pero…que sigue conservando el pero a partir de lo social.

Hasta la próxima con el superior permiso, posiblemente a repetir con el Parque Arví, ya que su repertorio es grande e interminable y posiblemente con la compañía de nuestro amigo Julio Vélez A. quien ya ha caminado con nosotros y a quien hemos invitado.

Juan Fernando Echeverri Calle.

CAMINATA POR EL PARQUE ARVÍ

ARVÍ. Reserva ecológica, histórica, cultural y turística, pero…

Sábado 2 de octubre de 2010, 7 y 30 am, estación San Antonio de nuestro Metro. Una mañana fría, opaca, pero que no dejaba de ser hermosa y que sirvió para que los integrantes de Los Caminantes Todo Terreno: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga y Juan Fernando Echeverri Calle, quienes dijimos presente a esta nueva cita, nos encontramos para abordar nuestro quinceañero gusanito, el cual, en “menos de lo que demora un ñato en persignarse”, nos llevó hasta la estación Acevedo, en ese viaje bonito y variado, mezcla de opulencia y de pobreza.

Allí nos apeamos para hacerle fila a la línea “K” del sistema, es decir al Metrocable, e instalados en una cualquiera de las góndolas, cruzamos por los aires ese espacio que nos llevaría hasta Santo Domingo, en medio de un paisaje esplendoroso y lleno de contrastes, que se extendía en medio de la niebla que ya empezaba a cederle espacio a los primeros rayos del sol, antojado de disfrutar de la antesala de nuestra caminata.

Llegamos a la estación Santo Domingo, pero como apenas eran las 8:10 am y nuestro destino era El Parque Arví, utilizando la continuación del cable y que sólo empieza a funcionar a las 9.00 am. salimos los dos fieles caminantes a dar un paseo por el barrio, el cual cada que uno lo visita le encuentra nuevas mejoras, progreso y ganas de salir adelante, gracias a la inversión que en el mismo se ha hecho y a la calidad de sus habitantes.

Santo Domingo, coronado y dominado por la Biblioteca España, es a esa hora un hervidero de gente que se apresta a sus labores y que con afán busca su medio de transporte para desplazarse a sus empresas, no sin antes darles a los caminantes un saludo o una mirada, mezcla de curiosidad y simpatía. El clic de la cámara de Zuluaga rozó con su flash la tranquilidad del ambiente, para ir plasmando en fotos lo que estábamos apreciando.


Posamos y nos posó la ciudad a lo lejos. Nos posaron la biblioteca, el paisaje y el entorno del barrio. Recorrimos las estrechas calles, tuvimos algún contacto con algunos moradores y descargamos nuestros pasos en La panadería Santo Domingo, para tomar un post desayuno consistente en gaseosa con pan de queso para el fotógrafo y el mismo menú para el sustecliante, pero con yogurt. Consumidas estas sencillas viandas y siendo las 8:55 am le hicimos fila a la lina “K”, para ahora sí, dirigirnos a nuestro destino: EL PARQUE ARVI.


Que derroche de naturaleza desde las alturas en un viaje hermoso, matizado por la presencia de unas colegialas que iban de paseo y que nos tocaron como compañeras de góndola. Atrás la ciudad medio brumosa que se hacía más chiquita, abajo las últimas casitas que interrumpían el verdor del paisaje y arriba el firmamento envuelto en fina lana nubosa y demarcado en su parte inferior por la montaña, esa que se oscurecía en su verdor ante los inmensos pinares que cubren el Parque Arví que a lo lejos ya se dejaba ver ante nuestros ojos.

Nos bajamos en la estación al final del recorrido y allí mismo pudimos ver, palpar y comprobar, la promoción que se hace con este proyecto de reserva ecológica y turística para Medellín, ubicada en el corregimiento de Santa Elena, tierra de nuestros silleteros.


Fuimos recibidos por guías que repiten sin cesar la historia y futuro del proyecto. Regalan mapas y folletos y explican los programas futuros, esos que sin lugar a dudas harán las delicias de los visitantes, ya que recorriendo los múltiples senderos y el camino prehispánico, a caballo, a pie o en bicicleta, todo ello adobado con casetas, sitios de descanso familiar, fogones al aire libre, juegos infantiles, comedores, jardines y sitios de reposo, serán un referente de la ciudad desconocida, esa que se agazapa callada allá en las alturas del oriente y por donde cada mañana se asoma el sol que se desparrama sobre el Valle del Aburrá, repartiendo su luz y su calor gratuitamente.


Ojeando una de las guías turísticas pudimos ver como sitio de atractivo la Laguna de Guarne y su humedal (realmente pertenecen a Medellín allá en Santa Elena) e inmediatamente le dije a Zuluaga: “Hermano, vámonos para la laguna, que hace años de los años que la conocí y nunca más he vuelto”. Listo responde mi compañero y nos lanzamos a la carreterita muy bien pavimentada, que conduce a la misma y según indicaciones que nos dio un vigilante del lugar.

Hacía frío realmente, el cielo se oscurecía a cada paso y el paisaje repleto de naturaleza a lado y lado de la vía, no perdía sus encantos. Pudimos ver la infraestructura que se viene instalando en el parque, las mejoras y la construcción que se levanta en lo que será un comando para los Carabineros con el fin de garantizar la seguridad de los visitantes.


Poderosamente nos llamó la atención, la cantidad de senderos ecológicos en piedra que se desprenden de la vía, los cuales tienen su nombre y excelente señalización. Mientras avanzábamos el pavimento se iba perdiendo hasta que quedamos en terreno destapado, algo pantanoso y con las primeras gotas de una fina llovizna sobre nosotros. El frío arreciaba sobre nuestros cuerpos.


Algunas aves hacían compañía a nuestra soledad, hasta que alcanzamos a un parroquiano, el cual venía en la misma ruta que nosotros y a quien lo estaba esperando otro señor más adelante. Como somos medio tímidos y complicados para hacer amistades (nos parecemos a la desaparecida SAM que hacía amigos volando), inmediatamente les pusimos conversación. Resulta que se trataba de dos cuñados, cuyas familias siempre vivieron por aquellos parajes, poseedores de alguna tierra más adelante y donde tienen sus casas.

Eran ellos el Ingeniero Forestal Braulio Gutierrez y el Señor Gustavo Gil, jubilado y hombre de mil batallas, verdaderas cajas de música y quienes en un abrir y cerrar de paginas nos relataron toda la historia de la región y de sus familias.


En pocos minutos estábamos ingresando a la propiedad de estos amigos. Un jardín en medio de jardines y pinares, dominado por dos casas: una de material y otra de madera de pino, tipo chalet suizo, a punto de ser terminada y la cual arrancó nuestras exclamaciones ante tanta belleza y ante la paz que se respira en este paraíso de nunca imaginar.



Nos invitaron a ingresar, nos presentaron a “Lucho” quien obra como encargado y celador de las propiedades tomamos tintico, botamos corriente y en medio de un aguacero que se estrellaba contra nuestras capas, seguimos nuestro camino, con la compañía de Don Gustavo, quien nos acompañó en un corto trayecto, para indicarnos el camino a los nuevos senderos de piedra y a la laguna de Guarne y el humedal, despidiéndose de nosotros e invitándonos a volver con todo el grupo de caminantes.

Que belleza de paisaje y ya nos había dicho Don Gustavo, “suban para que vean lo que se está haciendo y que no verán en ninguna otra parte”. El silencio fue golpeado por voces y risas…Efectivamente en una pequeña curva, alcanzamos a ver un grupo de personas, quienes lideradas por un guía de esos que tiene la Fundación Parque Arví, hacían el recorrido.


Alcanzamos el grupo y en un instante ya hacíamos parte del mismo y con quienes compartimos experiencias y vivencias. Estábamos en el mismito sendero prehispánico, ese que construyeron nuestros aborígenes antes del “gran raponazo”, hecho en piedra escogida y finamente pulida y tejida, para que sirviera como medio de transporte de sus mercancías (sal, mantas, frutas, productos agrícolas) y que se extendía hasta San Antonio de Prado, Aguas Frías, Alta Vista, Santa Fe de Antioquia, Urabá y de los cuales lamentablemente poco queda gracias a nuestra incultura e indolencia ante nuestra historia.

Ruinas, sí, ruinas de una escuela y un pequeño poblado con su iglesita…”esas ruinas presencia viva de un pasado que nos enseña nuestra historia”.

Sorprende ver y conocer esos muros de piedra, que bordeaban y bordean el camino y que luego sirvieron para separar las encomiendas y hoy son linderos de las diferentes propiedades. Vetustos, ennegrecidos por la humedad, recubiertos de musgos y reconstruidos a tramos con barro cemento, como un maquillaje según afirmaba Zuluaguita, quien gozaba de lo lindo con su cámara atento todo para sacar sus vistas.


Los ojos de agua, rodeados de bromelias (cardos) , pequeñas cascadas encauzadas en piedra y que se desprenden de lo alto, los pinos, los robles, siete cueros, chingalé, canelos, pájaros, algunas casitas saltonas y como un espejismo el humedal, una especie de sembrado de arroz del tamaño de dos estadios, refugio de fauna y reserva acuífera.

Al frente, unos pasos más allá, la Laguna de Guarne, especie de apéndice muto del humedal, rebosante de agua hasta sus máximo nivel, bien conservada por sus dolientes: Metro de Medellín, Municipio de Medellín y Cornare, ya que estuvo a punto de desaparecer.


En compañía de los paseantes que nos encontramos, recorrimos el lugar, compartimos impresiones, fuimos condecorados por los guías con manillas de “El Parque Arví” y nos despedimos para retornar a nuestro sitio de origen y con miras a seguir rumbo al Parque de Santa Elena, separado unos 9 kilómetros de distancia.

Hacia buen rato que la lluvia había cesado, sólo unas pequeñas e intermitentes gotas que caían sobre nuestros rostros nos recordaban la misma. A paso sostenido y por esa carretera tan conocida por nosotros, en medio de naturaleza, flores, hermosas fincas, estaderos y presencia silletera fuimos logrando nuestro objetivo y repasando esas obras y trabajos que se adelantan en aquel pulmón verde que se le hace a Medellín.

El Parque Arví, reserva ecológica, arqueológica, histórica y cultural…pero….sí, no falta el pero. Fueron frecuentes los pasacalles y avisos que nos encontramos en el camino: “Parque Arví, controla al visitante y atropella al habitante”. MDL – VM (Mesa de Desarrollo Local – Vereda Mazo). Sin lugar a dudas, este hermoso parque, arriesga a convertirse en esa chispa que encenderá la llama de protesta y que hará explotar esa bomba de tiempo que allí crece ante la inconformidad de los habitantes.

De acuerdo con el contacto que tuvimos con algunos moradores, no están de acuerdo con que sean carnetizados, y sus familiares y visitantes anunciados. No pueden vender sus propiedades a nadie diferente al Municipio de Medellín o a Cornare. No pueden construir. Les limitaron sus huertas y sembrados y se sienten encerrados. Manifiestan que son “campesinos, pero no bobos y no se dejarán sacar de allí o soltar sus tierras por cualquier miseria, ya que son propiedades que vienen heredando desde los tatarabuelos”.


Avanzaba el tiempo y con ellos los caminantes. Atrás había quedado Arví, su imponente portería, los parqueaderos, fogones, comedores, tiendas, el cable, los jardines, los senderos, los caminos de piedra, la laguna, el humedal, ese “club entrometido" en el paisaje y en la tranquilidad del corregimiento, la protesta de la gente, esa que crece en la vereda Piedras Blancas pero con mucho interés y presencia en Mazo.

Olor a humo y humedad, olor a chorizo, tamal, carne y a flores y ahí mismito el restaurante Montañita, sin lugar a dudas el preferido de los Todo Terreno y hacia el cual nos dirigimos con nuestra fatiga y nuestra hambre. Inmediatamente nos reconocen y salen las empleadas a recibirnos carta en mano.


Ordenamos una cerveza para Zuluaga y té para Juanfer y casi que automáticamente ordenamos el pedido: ¡Dos mondongos con todos los fierros! Y dicho y hecho, en pocos minutos estábamos los dos amigos encartados con tan deliciosas viandas las cuales no emitieron ni un quejido, ante el paso arrollador de nuestro apetito, al cual no le importa si nos hace daño con tantas ganas.

Pagamos la cuenta, pegamos una tandita de buena cachada mientras reposábamos los mondongos y levantamos morrales y cayados, para abordar una buseta de Santa Elena, que portando a los dos felices y orgullosos caminantes, arrancó rauda hacia la “Tacita de Plata” dejando atrás al hermoso corregimiento, ese que posiblemente cobre más vida y recobre inseguridad con el imponente Parque Arví, esa reserva ecológica, arqueológica, histórica y cultural……….pero

Hasta la próxima con el Superior Permiso.

Juan Fernando Echeverri Calle