Caminata Circuito por la Ceja del Tambo

Fecha: sábado 10 de enero de 2009

Integrantes: Luis Fernando Zuluaga Z. – Jorge Iván Londoño M. – José María Ruíz P. y Juan Fernando Echeverri C.

Nombre: Un Tablero de Ajedréz puesto sobre el vallecito del Tambo

¡Dejanos aquí por favor!!! Se escuchó el grito de Jorge Iván Londoño (El Lobato), a lo que el conductor de la moderna buseta de Transportes Unidos, se tomó el tiempo y la distancia necesaria para hacer para su vehículo, el cual luego de algo así como una hora de viaje, nos resultó soso y lento. Nos bajamos del vehículo, ahí mismo en la Curva del diablo, Sector Las Delicias de La Ceja del Tambo, allá en la finca “Tucanmiracu” a la cual ingresamos sin pedir permiso y donde nos esperaba Luis Fernando Zuluaga (Zuluaguita) para quedar medianamente completos Los Caminantes Todo Terreno y digo medianamente, ya que por razones de fuerza mayor entendibles, hoy no nos acompañaría Carlos Alberto Olaya B. (Olayita).

Allí en aquella bonita finca, cuyo nombre no repito para no botar una calza o una tecla a mi teclado, nos estaba esperando el Zuluaguita, quien feliz, “voliando” cola como su perro Otto y cojeando un poco de “su remo” derecho, nos recibió como reyes.

Luego salió su esposa Carmenza Montoya y su hijo Juan Fernando Zuluaga, al igual que su cuñada Mónica Montoya, para completar el saludo y así sin darnos cuenta y encaramados en el anda de la simpatía, el saludo, las atenciones y la amistad, nos vimos sentados a bordo de una inmensa mesa de comedor, donde humeantes nos esperaban cuatro tazas de chocolate, chorizo, arepa, huevo, morcilla...viandas que no dieron un brinco.

Botamos alguito de corriente para desensillar la llenura, firmamos algunos autógrafos y hasta posamos para la cámara de José María (Chema), en forma muy organizada y bien puestos, ya que estábamos estrenando camisetas (léase uniforme), diseñado por Jorge Iván Londoño M. (El Lobato) y quien amablemente nos lo dio de traído del Niño Jesús en el diciembre próximo pasado.

La camiseta (uniforme) es blanca y en su pecho luce un estampado del Cerro Tusa y otros dos cerros, que podrían ser el Sillón y Cerro Bravo en cadena, saliendo por entre los mismos el sol. A un lado dos florecitas con los colores de Colombia y Antioquia en sus pétalos, todo ilustrado bajo el nombre de LOS CAMINANTES TODO TERRENO y un fragmento modificado de nuestra misión.

Con los morrales terciados, los cayados a discreción y listos a entrarle a la carga a esta primera caminata del 2009, para despegar máquina y amansar caminos, nos despedimos de Carmenza, Mónica y Juan Fernando, para en perfecta fila india y tras los pasos cojeantes del Zuluaguita, que lucía una faja negra sobre su rodilla derecha, fin protegerse de un desgarro sufrido el 31 de diciembre, pero por accidente y no propiamente por resbalón en una cáscara de aguardiente, iniciamos nuestro ascendente camino, rumbo a la vereda El Chuscal, sacándole el cuerpo a los carros que suben y bajan en cantidad..

Todo era verdor a lado y lado de la vía. El canto de los pájaros, los pinos mecidos por el viento, las fincas de recreo, algunos hatos de leche, arriba el sol que se asomaba por el postigo de una mañana fría y opaca y allá, a mano derecho al fondo y abajo, un tablerito de ajedrez puesto sobre el Valle del Tambo, prolongación de Llano Grande y parte constitutiva del Valle de San Nicolás del Rionegro.

Me refiero a la Ceja del Tambo, sin lugar a dudas uno de los municipios más bien trazados de Antioquia, sino el que más, donde el progreso pisa firme, pero sin aplastar ese pasado y esa historia que se desparrama sobre la heráldica y la tradición de sus gentes.

Fundado en 1789, tiene actualmente unos 52.300 habitantes muy cómodamente ubicados en tan hermosa llanura, la cual tiene una talla de 131 Kmts.2 de extensión con una temperatura promedio de 16C° para una altura de 2.200 mts.. s.n.m. y separado de Medellín por escasos 40 minutos, que se recorren en un pepazo, dependiendo del conductor.

Es la Ceja del Tambo, un municipio con vocación turística y ecológica, rico en aguas y que vale la pena ser visitado, ya que además de su encanto, tiene una importante tradición histórica.

“Más contentos que marrana estrenando lazo”, los Caminantes Todo Terreno, como ya dijimos, debutábamos con nuestras bonitas camiseta y no creíamos en nadie.

Fuimos avanzando poco a poco por la concurrida carretera, haciendo pases de todas las facturas a los veloces automotores: Chicuelinas, manoletinas, naturales, gaoneras, afarolados, forzados de pecho y el ¡Correte home que te pisa..!!!

Afortunadamente durante todo el recorrido no nos topamos con esos tales tricimotos y cuatrimotos (es lo mismo y no, ya que una vaca es un cuadrúpedo, pero no todo cuadrúpedo es una vaca), los cuales conducidos a altas velocidades por los “hijitos de papi”, están acabando con la tranquilidad y seguridad en las veredas, trochas y caminos, con lo cual deben tomar carta las autoridades antes que sea tarde.

Hermoso el paisaje, encerrado por esas montañas, no muy insinuadas y tímidamente escondidas por la leve neblina, que dejaban ver las aguas que bajan de las acequias y el verdor de esa naturaleza, que parece abrazarse al sol, el cual poco a poco le expropiaba terreno a las nubes y a la neblina, para mostrarnos todo el brillo de su cara y caer a golpe de plomada sobre los campos, los tejados de las casas de las fincas de recreo, sobre los bosques y los hermosos jardines repletos de flores y de pájaros que dejan ver su salto de rama en rama y escuchar su trinar.

Nuestro paso era firme pero no apurado disfrutando del paisaje y del excelente clima que se iba calentando a medida que “el monito aquel” dejaba ver sus rayos, los cuales con su calor iban corriendo los leves velos de niebla, para dejar ver en cuerpo entero los hermosos cerros de el Corcovado (o también Jorobado que es lo mismo o si se quiere el Maletón en buen paisa ) y que se ubica entre La Ceja del Tambo y Santiago de Arma de Rionegro; así como el cerro La Laja en la vereda del mismo nombre y el Capiro, eterno vigilante de La Ceja del Tambo.

Nuestra meta era hacer un circuito que nos permitiera, recorrer varias de las hermosas veredas de la Ceja del Tambo, arañando algo del Municipio de Santiago de Arma de Rionegro (la tierra de mis mayores a mucho honor) y volver a nuestro punto de partida.

Realmente describir lo caminado, por tan hermosas tierras y caminos es bastante complicado. Todo es una sinfonía de belleza en “Do” mayor, ya que las veredas compiten por su aseo, defensa del ecosistema y mantenimiento de las mismas, empezando por la conservación de las aguas, labor que ha sido lucha conjunta de Cornare y las EPM con sus programas de arborización y mantenimiento del bosque nativo, teniendo presente que toda la zona o mejor todo el valle, está bastante sembrado de pino ciprés, especie foránea que a la larga no es la mejor para el medio ambiente y el equilibrio ecológico, pero que representa un ingreso laboral importante en la industria de muebles y pulpa.

Verdaderamente llamó nuestra atención, la vereda El Higuerón. Toda una sucesión de finquitas campestres hermosas y bien tenidas, el aseo del camino, el mantenimiento al entorno y las constantes vallas invitando a propios y visitantes a cuidar la naturaleza y el medio ambiente y conservar las aguas, lo cual sin lugar a dudas constituye un ejemplo y multiplicador positivo para otras veredas.

Lástima que no han de faltar los vándalos, que les ha dado por destruir algunas de aquellas vallas o avisos, pero nunca podrán destruir las plausibles intenciones de quienes allí las ubicaron para el beneficio de la toda la comunidad.

Bonita la caminata y aguanta ser repetida, ya que allí se conjugan muchas cosas hermosas que hacen de la Ceja del Tambo y en general del Valle de San Nicolás del Rionegro, uno de los sitios más atractivos de nuestro departamento, lo cual tiene mayor énfasis e importancia turística ante la cercanía a Medellín.

Es de anotar que cuando estábamos sobre la carretera La Ceja – Don Diego, y rumbo a la hermosa vereda Pontezuela, fue mucha la pupila que echamos buscando La “Hacienda Clarita, propiedad de nuestro amigo y contertulio Luis Fernando Múnera López (LuisMu), pero nada que la encontramos, ya que resultó más clarita de la cuenta y no la vimos, lo cual lamentamos dado que con seguridad allí habríamos encontrado un buen refresco y un suculento prealmuerzo a todo timbal.

Cuando llegamos a la vereda San Nicolás, aprovechamos un negocito en el camino, para calmar nuestra sed y reforzar con algún bocaito, consistente en 16 pastelitos de guayaba, de esos deliciosos y enviciadores, los cuales despachamos sin compasión para continuar la marcha

Esta “corta” caminata, hecha como se dijo para lucir nuestras camisetas y despegar máquinas, caminos y cayados en el 2009, nos muestra sin lugar a dudas, uno de los entorno y medio ambiente más bien tenido de cuantos hemos visitados, en especial a lo que a aseo y mantenimiento de la naturaleza se refiere, además de su belleza y todo gracias a las campañas cívicas y ecológicas, y al sentido de pertenencia de sus pobladores.

Es admirable ver como en la totalidad del recorrido, se viene sembrando a bordo de la vía, una infinidad de arbolitos de diferentes especies, tales como cedro, palo de reina entre otros y como cosa rara “milpesos” (hura crepitans), árbol enfobiáceo que tira más a forma de palma y el cual se utilizaba hace muchos años en las casas en materos y solares, como amuleto de la buena suerte, e igualmente del jugo de sus hojas, se extraía una sustancia lechosa utilizada como medicina y hasta pa’ poner a volar bajito, siendo nociva para la salud.

Ya en la vereda San Nicolás ahí casi en las goteras de La Ceja del Tambo, se puede apreciar las modernas urbanizaciones que se vienen desarrollando en la zona; así como el muy bonito y eficiente Hospital San Juan de Dios, del cual a escasos cuatrocientos metros, se puede observar “y oler” el único lunar negro que tiene el recorrido.

Es un caño o quebrada de aguas negras, llamado San Nicolás (que sacrilegio), cuyas aguas totalmente contaminadas y que parecen una lenta colada bajando, nos imaginamos que a desembocar al Pantanillo o El Higueron o el Rionegro, es fuente contaminante de aguas y del ambiente con su apestoso olor, quedando el datico y la inquietud para Cornare o Corantioquia y los entes encargados, fin den solución al mismo.

Allí, luego de pasar el nauseabundo olor, el cual era diezmado por el viento, nos encontramos en la urbanización Mirasol, donde la vía se nos bifurcaba: Hacia la izquierda ingresaríamos a la zona urbana de La Ceja del Tambo y hacia la derecha tomaríamos la variante que nos conduciría nuevamente a nuestro sitio de partida, el cual elegimos por obra y gracia de la invitación a almorzar que nos había hecho la familia Zuluaga Montoya y que no se podía despreciar, ya que además de caminantes, somos tragones, tímidos y conchuditos.

Así, pausaditos, embriagados de paisaje y de dicha caminera, nos echamos al hombro los pocos kilómetros que nos quedaban, para llegar a la curva del diablo, por toda la carretera a Medellín, nuevamente mostrando nuestros dotes de toreros, haciendo pases, quites y engaños a los automotores, que sin tener pitones afeitados, sí poseen unos bomperes que “dan más duro que una mula con la pata”.

Llegados a la finca, fuimos recibidos por Doña Carmenza Montoya de Zuluaga con sus acostumbradas y refrescantes atenciones, para luego de haber contado nuestras experiencias, comprobar que Zuluaguita tenía bien su llanta bajita (rodilla afectada), posar para nuevas foticos y que todo había salido a las mil maravillas, pasar a manteles.

Juiciosos y sentados en la misma mesa que nos vio despachar los desayunos, dimos cuenta de unas bandejas paisas al mejor estilo de Doña Carmenza, con unos chicharrones, de esos a los que no se les pierde ni el untado de los dedos; con cuarenta puestos, banca de músicos, derecho a reclamo y fogonero. Que vida tan dura la de estos caminantes.


“Más llenos que marranito de pobre” y agradecidos con Doña Carmenza por las finas atenciones, nos levantamos de la mesa, para compartir en familia en las afueras de la casa, ahí sentados en la zona verde, teniendo ante nuestros ojos el azul del cielo, el verdor de las montañas, las flores que abundan en el lugar y allá abajo, el municipio de La Ceja del Tambo, cual tablerito de ajedrez armado para iniciar una nueva partida, cuando ya el sol sobre un cielo totalmente azul, calentaba de lo lindo con sus rayos en posición oblicua.

Como lo bueno no dura, era hora de partir nuevamente hacia Medellín. Nos despedimos de la querida familia y ahí mismito en la portada de la finca, esperamos nuestro transporte, el cual no se hizo esperar: Una cómoda y moderna buseta de Transportes Unidos, la cual abordamos apresurados, ya que el sol picaba sobre nuestras humanidades.

Rápida inició la misma la marcha, para deshacer nuestros pasos, dejándonos ver el paisaje repetido bajo esa belleza de cielo que nos regala enero, el mes que parece un lunes y así retornar a nuestro Medellín del alma. Queremos resaltar la presencia de nuestra Policía Nacional, en algunos sectores de la vía, cuidando la integridad ciudadana.

Hasta la próxima y nuestros mejores deseos para el 2009

Juan Fernando Echeverri Calle (Juanfer)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Juanfer,que bueno es empezar el año leyendo esas crónicas que del mismo comienzo se saben de quien es,tu estilo es inconfundible,nos dás muchas enseñanzas y verdaderamente,UDS,son los representantes de la actividad más simple y hermosa como es :caminar.Y nuevamente nos relatan lo desconocido,por muchos,de nuestro hermosa tierra ANTIOQUEÑA.¡¡Bién CTT!!
RUMU

Anónimo dijo...

Mire mi Juanfer, comenzo muy bien el año, la cronica muy bien amenizada hasta con corrida taurina, te quedo muy bien y mereciendo rabo y las dos orejas ese pase " Correte home que te pisa " ni Manolete, ni el Cordovez, ni el Rinco jamas tuvieron tantyo estilo.
Muy importante la clase ecologica que nos presentas del camino, que bueno que en la Ceja conservan bien su pueblo y alrededores sin dejar perder su historia.
Ojala y alguien escuchara tu queja
sobre aquel riachuelo contaminante
y pusiera mano a la brevedad.
ya los habia felicitado antes y dejado saber de lo biscochitos que les queda el uniforme, buen gusto el del Lobato, pish, pish oistes, no tenes una camisetica de esa que les sobre y me regalen, de mil amores se las recibo.

En el desayuno se sabe como sera
la comida, empezaron muy bien.
Un abrazo de la Conejita.
Harrison.

Anónimo dijo...

Queridos Juanfer y todos los Todo Terreno

Bendita sea la lesión de Luisfer, que afortunadamente va recuperándose, que los obligó a una caminata "cortica" en la cual recorrieron ese rinconcito LejosdelNido-Chuscal-Higuerón-Pontezuela que es un pedacito de paraiso. Por sus paisajes, sin duda. Y también por sus gentes nativas, campesinos buenos, trabajadores de sol a sol, hospitalarios como pocos y que tienen buen nivel de vida, gracias a sus parcelitas y al empleo masivo y muy digno que generan los sembrados de flores.

Muy valiosa la costumbre de ustedes de antioqueñizar a punta de pata y bordón y cámara fotográfica. Hermosisima, como todo lo que hacen, esta nueva crónica.

Para ver "La Clarita" hay que desviarse unos pasos del asfalto. Pero no importa, allí sigue esperándolos. Cuando puedan ir los incluyo en el pacto que tengo con el ángel de la guarda: El entra de noche y yo entro de día... es que no cabemos juntos por lo chiquita que es.

Perónenme meto baza, con el permiso de ustedes. La Vereda Lejos del Nido lleva ese nombre pues en ella se desarrolla la parte indígena de la novela del mismo nombre del poeta Juan José Botero. La cultura ecológica de El Higuerón ha sido proverbial desde hace décadas. La Iglesia de Cristo Sacerdote, por donde pasaron y tomaron foto, es una capillita construida en tapia hace unos ciento veinte años, es nuestra parroquia desde desde hace unos veinticinco y alberga en el interior un hermoso óleo antiguo de La Visitación. Los cerros tutelares El Corcovado y La Laja (allí les dicen el cerro de Las dos Tetas por la vista que producen desde el Alto del Perro... y según aparece en una de las fotos de ustedes) están llenos de tumbas indígenas, ya saqueadas por guaqueros. Estos cerros se complementan con el bello Alto de la Cruz, promontorio rocoso que tiene plantada en la cima una cruz de palo de siete metros de alto y desde donde la vista alcanza 360° a la redonda. Otro árbol nativo muy representativo es el drago, que abunda en cercos y potreros. Finalmente, como dice Coneja, muy válida la denuncia de la quebrada contaminada a la entrada de La Ceja, ojalá el municipio pueda cumplir su sueño de modernizar su acueducto y alcantarillado y haga los colectores de aguas negras en toda la cuenca de la quebrada La Pereira.

Esta tierrita es entrañable para nosotros pues nuestras tres hijas en buena parte crecieron alli.

Señores, felicitaciones por este escrito y gracias por el regalo

Luis Fernando Múnera L.

Anónimo dijo...

Que cosa tan bonita es la fidelidad de un amigo. "Nadie da de lo que no tiene" y RUMU, LA CONEJITA Y LUISMU, entre muchos otros "grandes amigos" siempre tendrán lo mejor para dar a los caminantes.Mejor repartir la miel del corazón, que el amargo sabor biliar, ese que reseca los ánimos y los caminos.
Gracias por los mensajitos.
JEALBO

Jorge Iván dijo...

Chocá ese cayado Juanfer y vaya un urra por esa crónica. Muy de tu estilo, muy de tu mano, muy de inspiración, tan natural como en entorno que nos rodea en cada caminata.

Anónimo dijo...

Señores TTT.TT.T
La fotografía que pusieron a la entrada de su ya extenso blog es absolutamente preciosa; lo digo, claro está, por el momento y el sitio donde posaron. ¡Magnífica!
Me agradó mucho la crónica, porque es una zona que conozco más o menos bien, pero en automotor.
Leyendo los mensajes de un tal señor Jealbo, si me quedó una duda "tenaz" como decimos los muchachos de ahora: ¿cómo hace él para repartir la miel del corazón? ¿Dónde se consigue?
Y para tomar precauciones: nunca, que yo sepa, he resecado caminos con amargo sabor biliar, ¿cómo sabe uno si los vecinos lo hacen? ¿Cómo evita uno tan salvaje hecho?
Felicitaciones por las crónicas.

Anónimo dijo...

Tranquilo y siga en paz su camino Don Heródes Neponte, que usted sí es bastante rico en mieles del corazón, esa que se ofrece en las colmenas de la simpatía espiritual de las buenas maneras y que se consiguen al interior de cada persona.
No busque caminos resecos por el amargo sabor biliar que arrojan los espíritus vinagres, atormentados y de mala condición, que eso tampoco va con usted Don Heródes; pues para nadie es desconocido, eso no es ningún lujo.
JEALBO

Elbacé Restrepo dijo...

Jealbo,

Hay cosas inherentes a la condición humana que nunca son realmente lo que parecen. Una de ellas es falta de tiempo, ¿le suena? que a veces es confundida con apatía, egoismo o bilis regada por el camino.

Muy buena la crónica, pero no acepto el regaño para los que por algún motivo, causa, razón o circunstancia, no habíamos leído y comentado. De manera que si no escribimos de primeros somos unos dignos h de p? No...tampoco!

Un abrazo, cronista gruñón.

Anónimo dijo...

"A quien le caiga el guante...que lo confunda con un regaño".
No hagamos de este ameno blog un campo de batalla o una oficina de quejas con expresiones nada recomendable a bordo, que lucen como esos bultos de escombros que muchas veces encontramos los caminantes en los hermosos caminos y en las pacíficas veredas.
Calma, calma...paz y buen sendero,
Pericles

Anónimo dijo...

Caballero Lobato y estimados Caminantes,

Que risa y alegria me dio el comentario sobre el camion que tenia las zanahorias...

Mi nombre es David, soy el sobrino de La Conejita, y ella me esta mostrando el mundo lindo que tienen ustedes aqui en Caminates...

Hace poco comence a ver sus historias y wow! que bacanas, me falta todavia bastante historias anteriores que leer.

Felicitaciones a todos ustedes y estan muy bien escritos sus relatos..

Saludos desde Gainesville, Florida

Suerte