Caminata Envigado - Monasterio de Santa Gertrudis - La Magna - Envigado

Fecha 9 de mayo de 2009

Caminantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga y Juan Fernando Echeverri Calle.

Nombre: Cuando el Delito no paga y el tiempo lo borra

Seis y cincuenta y cuatro de la mañana, en medio de un desfile de obreros de la construcción, estudiantes, mensajeros de empresas y ciudadanos en general que hacen parte del despertar de la ciudad, me apeo de nuestro metro en la estación Envigado, para encontrarme con mi compañero de caminata, Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, quien muy concentrado sobre el periódico del día, se dedicaba a leer las noticias a la salida sur de la precitada estación.

Saludo y abrazo de rigor de los dos amigos, para enfilar cayados rumbo al parque de Envigado, próspero municipio del Valle del Aburrá y desertor del área metropolitana, gracias a esas maniobras que hace la politiquería, y que ha dado vida a numerosos hombres ilustres, numerosas industrias y gloria a la historia de Antioquia y de la comunidad, esa que se ha escrito en sus 78.8 kilómetros cuadrados de extensión y 191.500 habitantes, quienes ya estrechan sus humanidades contra los habitantes de Medellín y viceversa, ya que hace rato se juntaron los dos Municipios.

Una mañana bonita y muy fresca, el parque principal de la localidad, dominado por el tradicional templo de Santa Gertrudis, el cual en 1750, y en terrenos donados por Don Francisco Ángel de la Calle, se construyó bajo la condición de viceparroquia, para ser elevado en 1773 a parroquia, con una jurisdicción enorme que abarcaba hasta el río Cauca, en los actuales municipios de Fredonia y Amagá y con el nombre de Santa Gertrudis de Envigado.

Hacia el año de 1797 contaba, además de la iglesia, con 46 casas y su plaza principal. Los moradores se dedicaban a la agricultura, fundamentalmente el plátano, la yuca, arracacha, maíz y caña de azúcar. Ya en 1885, la población tenía 6.527 habitantes, y sin disimular mostraba sus ganas de reclamar pantalón largo, considerando el auge en la industria que se veía venir.

De largo pasamos los caminantes por el parque y dimos al templo una mirada medio esquiva con una oracioncita entre labios, para seguir calle arriba rumbo a la finca “La Catedral”, ubicada montaña arriba, en la Reserva Ecológica y Natural de La Miel, la cual se dejaba ver al fondo, lejos, muy lejos como a unos ocho kilómetros, en medio de bosques y de una neblina que se resistía a morir ante los leves rayos del sol que la penetraban, sin romperla ni mancharla.

Ahí de pasito, entramos a La panadería Envigado, donde con sendos cafecitos en leche, pasamos por las armas dos papas rellenas, dos pandequesos y dos almojábanas, para seguir nuestra caminata firmes, a paso duro y sin parar, por el bonito municipio conocido como “La Mónaco Colombiana” donde las construcciones modernas se consiguen silvestres.


Una cuadrita allí, tres más allá, como cinco por ese lado, cruce de un puentecito, tuerza a la derecha, a la izquierda siga derecho e ingrese ya al camino rural, ese que pavimentado en un principio y rodeado de naturaleza, nos llevaría a nuestro destino, el cual hay que reconocerlo, no teníamos muy definido, si sería allá en “La catedral” o en el Municipio de Caldas, máxime que Zuluaga tenía un compromiso insalvable a las 4 p. m.

Había olvidado informar, que hoy los caminantes sólo éramos dos, ya que el resto de la tropa: Jorge Iván Londoño M. Carlos Alberto Olaya Betancur y José María Ruiz Palacio, habían presentado excusa para faltar, por situaciones igualmente de fuerza “primogénita”, las cuales fueron aceptadas a regañadientes de los estatutos.

Bonita la mañana y pintaba aún mejor, de acuerdo con la boquilla que el Creador le había puesto hoy a su aerógrafo, para darle vida al paisaje, el cual se regodeaba con esos rayos de sol oblicuos que el “monito Jaramillo” descargaba sobre todo lo existente, incluyendo nuestras gorras y espalda.

La carreterita cada vez se estrechaba más, pero no perdía su calidad y esa estrechez era directamente proporcional a la aparición de agüitas, verdor, naturaleza y flores, esas que se asomaban a los miradores de los curazaos, moños o navidad, margaritones, campanitas, tangones..., bien sembrados en las hermosas y sencillas huertas caseras o muy bien acomodadas en materas de barro, canastas y hasta en bacinillas viejas, que cuelgan en los corredores de las viviendas que salpican el camino.


Bonito el día carajo. Tiene todos los fierros para una caminata, así no lo podamos montar en una pasarela. Bote corriente y gaste temas, cuando apareció ante nuestras pupilas, un negocito a la vera izquierda del camino, manejado por una señora más seria que un “marrano haciendo pipí”, llamándonos la atención una bella oración escrita sobre un trozo de madera. ¡Zuluaguita, va pa’ foto!!!

¿Señora nos toma una fotico por favor? contesta más el Señor Caído...y simplemente se limita a señalarnos a un parroquiano que venía tras de nosotros, quien ante semejante labor que le íbamos a poner, entró a su casa, dejando el humero y el polvero en el recorrido.

Listo, debutamos con la cámara de Zuluaguita y seguimos el camino en pura trepada, el cual enmarcado por un paisaje muy bonito pero sin ninguna alteración, cambio o sorpresa nos fue llevando poco a poco a zona más rural, hasta donde se va perdiendo el pavimento, quedando sólo viejos trozos del mismo, que atestiguan que alguna vez, también fue pavimentado ese sector, hasta quedar totalmente en “pelota”, mostrando el cuero de su cascajo vivo y alguito de pantano.

El sol poco a poco le iba corriendo la intimidad a las nubes y a los restos de neblina en el ambiente, para mostrarse más hermoso y cálido y dejarnos ver las flores, los verdes y la montaña en todo el esplendor de sus colores, esos que visten los paisajes, sin metro, tiza en la oreja ni catálogos de Paris o Roma.


Ni que decir del canto de los pájaros. Mientras más trepábamos, más se veían esas notas aladas y emplumadas, arrancadas por el Creador al pentagrama de su obra, esa que siempre brilla en clave de sol. Que trinos, que cantos, salidos de las gargantas de azulejos, mirlos, carraquíes, toches, pinches, cucaracheros, entre otros...para nuestro deleite, el cual sólo era interrumpido por uno que otro carro, por algunos ciclistas de esos que se le miden a estas lomas o por el infaltable arriero, ese que en plenas goteras de la ciudad se niega a morir y sigue arriando sus nobles bestias cargadas de esperanza y de pasado.

A medida que el terreno se empinaba y nos dejaba ver la cercanía de la reserva La Miel, medio engalanada con algunas cintas vaporosas de niebla, a nuestra izquierda se divisaban Envigado y al fondo Medellín, eso si muy cubiertos por la contaminación, lo cual aprovechamos para hacer otras foticos.

Hay que enfatizar la vigilancia de nuestras autoridades en aquella carretera, ya que en dos o tres oportunidades, pasó la policía motorizada, la cual recorre las veredas, cuidando la honra y bienes de los ciudadanos.


Hacéle Zuluaguita home que la cosa es en serio...No home, es que mira lo que hay aquí me dijo mi locuaz y observador compañero. Efectivamente, ahí en todo el canal que recoge las aguas del camino y a mano izquierda subiendo, se podía observa un inmenso hoyo, el cual estaba totalmente cubierto de granizo como comprimido, rastro de la granizada que nos azotó tres días atrás con graves consecuencias en el municipio de Caldas.

Acariciamos ese granizo que parecía granitos de café cristalinos y que quemaban sobre la palma de nuestras manos; y maravillados, seguimos nuestro camino, preguntándonos cómo después de tres días y sus noches, ese granizo se resistía a alimentar el cauce de cualquier quebrada, de tantas que corren por el lugar, debido a la acción de los rayos solares, que no habían sido capaces de derretirlo. Hasta muñeco de nieve (granizo) pudimos haber hecho, pero nos esperaba la meta y que frío...


Bonita, muy bonita toda esta reserva Ecológica Natural de La Miel, no se cansa uno de afirmarlo, eso si, lástima grande que en ella se vengan construyendo especies de fincas de recreo, debido a que el terreno fue partido en parcelas, lo cual, crease o no, representará daño para el ecosistema en especial para la fauna la que es abundante en aquellos parajes.-

Por fin, un poco fatigados, ya que el trayecto es exigente, además del sol que calentaba inclemente, llegamos a la caseta del guardabosque de La Miel, dónde preguntamos: ¿Oiga señora, las ruinas de la Catedral fue que las corrieron?? No señor, es que están como ochocientos metros más arribita, nos contestó la pispa parroquiana, lo cual le dio ánimo a nuestros cayados y un último y fresco alientico a los tenis, que venían recalentados.


Efectivamente habíamos caminado unos cien metros, cuando allá arriba entre los árboles se dejaban ver unas manchas blancas que delataban la presencia de una construcción, la cual a medida que nos fuimos arrimando, fue apareciendo una inmensa cruz de hierro que domina el lugar, unas hermosas construcciones modernas en material, madera y vidrio tipo vitral.

¿Y la catedral? fue nuestra pregunta. Desapareció como desapareció su gestor. Efectivamente, de la famosa prisión “autoconstruída” por el “capo” aquel, con la vergonzosa aquiescencia del gobierno de turno, para purgar una pena no purgada y que sólo se destinó para albergar el delito, nunca el hombre, no quedaba ni un adobe de la controvertida e inútil construcción. Sólo el escaso recuerdo, ya que “el delito no paga” y a los tristemente célebres personajes que personifican y protagonizan el mismo, se los traga el tiempo como se tragan las tinieblas la luz del día.


Efectivamente los terrenos de la tristemente célebre catedral, son hoy ocupados por un monasterio, salones de reunión, residencias, salones de capacitación y conferencias, talleres y una hermosa capilla en construcción, todo esto digno de ser conocido ya que su belleza es realmente impresionante. Que lo digan las fotos.


Ignoramos quien pudo haber donado o vendido los terrenos. Lo único cierto, es que los mismos fueron transformados y construidos por “la hermandad monástica de Santa Gertrudis -La Magna-, patrona de Envigado” y a quien se dedica el monasterio y la capilla, a la cual ingresamos para conocer toda su belleza.

Con seguridad, este sitió muy pronto será referente de Envigado, lugar de peregrinación y atractivo turístico, no sólo por lo que en sí constituye y representa, sino por su historia, su entorno y la belleza del paisaje, enclavado en un bosquecillo de pinos, eucaliptos, chaparros y sietecueros, entre otros, donde la neblina se recrea y la paz espiritual se apodera del visitante.


En éste hermoso sitio, además de la gran cantidad de actividades culturales, religiosas y lúdicas que se adelantarán, se inicia un proyecto para recibir animales silvestres en cautiverio, fin ser adaptados al medio y luego liberados; siendo así como actualmente tienen dos jaulas de buen tamaño, en las cuales pudimos ver tres hermosos loros y una radiante guacamaya verde, pero para desilusión, permanecen a la intemperie, y como alimentos sólo mostraban unas cocas con un agua sucia y media naranja ruñida en cada jaula. No hay derecho “que donde creemos se fríe carne, no se tenga ni el aceite”....Que Santa Gertrudis “La Magna” se apiade de éstos pobres animalitos.

Dimos media vuelta para iniciar nuestro regreso al sitio de partida, pero antes aprovechamos para refrescar nuestras humanidades, ya que “todo héroe merece un refresquito”, según nos confirmaron dos ciclistas que habían acabado de llegar al sitio y fue así como ingresamos al Restaurante El Galerón, el mismo donde hemos almorzado en otras ocasiones, pero hoy sólo echamos “alguna cosita” a los radiadores, para empezar a deshacer nuestros pasos en aquel descenso que nos llevaría en casi dos horas al Parque de Envigado.

Ya en el parque, me dice el Zuluaguita: Mira Juano un sitio para que almorcemos...Hombre yo no tengo hambre le dije. Yo tampoco me contestó Zuluaga. Entonces arranquemos para la casa a buscar almuerzo allá. Listo hermano...

Y así sin almorzar, “llenos” de buenas experiencias y de cosas bonitas, los dos caminantes abordamos nuestros Metro para retornar a los hogares, convencidos que los caminantes no siempre comen...pero eso sí, siempre caminan.

Un abrazo a los ocasionales lectores y hasta la próxima con el superior permiso.

JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Antioquia tiene mucho que mostrar y por fortuna tenemos personajes que llevan tallado en sus rostros ese amor por ilustrarnos lo desconocido,por algunos.Juanfer,tus crónicas siempre vienen con enseñanzas y sin dejar pelos el el alambrado
RUMU

Anónimo dijo...

Juanfer, hermosa la cronica, estaba mirando cuando entro el anuncia del Lobatico, gracias por tu clase de historia sobre el bello Municipio de Envigado, una historia grande le cobija. Tambien
deliciosa la manera como nos recreas la caminata, sin dejar que nos perdamos milimetro de esta, me encanto la fotografia donde estas de rodillas ante la virgen.
Juanfer la verdad me fallaron en la comelona, si ustedes estabn llenitos la Conejita caminante no, me dejaron con las ganas de darle
a los ojos un gustico.
Felicitaciones mi querido Juanfer y Zuluaguita, lleve siempre la camarita, tambien tus fotografias estan preciosas, los paisajes de nuestra tierrita alcanzan para los tres.
Lobatico gracias tambien a ti por
enviarnos anuncio de la cronica.



Conejita.

Anónimo dijo...

El abuelo nos dice que un día de estos nos va a llevar a ese bonito lugar para qe contemplemos la naturaleza y las cosas bonitas que allí existen y que hace ya unos años, fueron afeadas con la presencia de un "diablo" que sembró la muerte y el terror en Colombia y que ahora está donde están todos los diablos,... pues en los infiernos. Le preguntamos al abuelo ¿cómo se llamaba ese diablo?? Y nos dijo: "Ya ni me acuerdo ni me quiero acordar..."
Sarita - Jerónimo.

Anónimo dijo...

Gracias a Goyita (a. la Conejita) y a RUMU, sin lugar a dudas los más fieles seguidores y admiradors de los Todo Terreno y quienes siempre nos dejan sus mensajes positivos de amistad, sin importar si la crónica es una simple cróniquilla o una joya literaria con sabor a Lobato.
Juanfer

Jorge Iván dijo...

Muy interesante la crónica y la experiencia de conocer el nuevo entorno de lo que antes nos llenó de amargos recuerdos.

Ana Clarisa Ruiz Quintero en dijo...

Visita a la Catedral. De Envigado. Un lugar de recogimiento y oración.

Ana Clarisa Ruiz Quintero en dijo...

Gracias