Caminata Botero - Santo Domingo

Fecha: sábado 6 de junio de 2009

Caminantes:

Luis Fernando Zuluaga Z. (Zuluaguita)
Carlos Alberto Olaya B. (Olayita)
Jorge Iván Londoño M. (El Lobato)
José María Ruiz P. (Chema)
Juan Fernando Echeverri C. (Juanfer)

Nombre de la Caminata: Don Gustavo Londoño Londoño (Don Mister Paisa)

Veamos a ver...Son las 4:30 a. m. La mañana está como medio fría y el ambiente remojado, luego del aguacero de ayer, pero por fortuna, ya que los calores nos estaban matando. ¿Será que vuelve a llover hoy por esos lados de Santo Domingo de Guzmán? No creo.

Y así convencido de la continuidad del verano, salí de casa armado de sombrero, cayado, poncho y una botella de 2.5 litros de agua congelada, rumbo a cumplirle a Los Caminantes Todo Terreno, para hacer la caminada No. 172 desde la Estación Botero, corregimiento del Municipio de Santo Domingo, hasta el parque principal del mismo.

Efectivamente, a las 6:15 a. m. me encontré con el Lobato en la estación estadio de nuestro Metro y de allí partimos rumbo a la Terminal del Norte Mariano Ospina Pérez, donde a cuenta gotas fuimos haciendo contacto y en su orden con Chema, Zuluaga y Olayita, para quedar completos los T.T., quienes pasamos a una de las cafeterías donde parados hicimos honores y toque de diana a cuatro pericos, con buñuelo o pandebono al gusto, advirtiendo que previamente habíamos comprado tiquetes en la Flota Coonorte, para dirigirnos a Botero.

Siendo las 7:20 a. m. Abordamos una buseta de Cisneros afiliada a la empresa antes citada, la cual arrancó paso entre paso, haciendo su primera parada en toda la salida de la terminal para recoger a otros pasajeros, situación que está “dizque” prohibida pero que se hace con la aquiescencia de las autoridades “y de las empresas”.


Ahí medio llenado el coco, el “fercho” de la misma inicia por fin su despegue por la autopista norte, a una velocidad de menos ocho kilómetros por hora, según mostraba el respectivo marcador, obviamente que exagerando porque prácticamente se mantuvo así durante todo el viaje.

Que tipo tan lento, situación que nos permitió admirar el paisaje a plenitud y en detalle, en especial las obras de la doble calzada Bello Hatillo, las cuales van a buen ritmo y parece que definitivamente ya son una realidad, además de tener un terminado con todos los fierros, dado que de una vez amarraron los taludes, lo que inexplicablemente no sucedió en la vía a las Palmas, donde curiosamente cualquier aguacerito invita a montar en derrumbe.

Así, conversaito pero más rapidito que la buseta, poco a poco los cinco caminantes, tortuosamente nos fuimos arrimando a nuestro destino, hecho que agradecí enormemente al Creador cuando el ayudante dijo: ¡!!Boteeeero!!! Casi me tiro en voladora de ese quelonio con figura de buseta, ya que no es por nada, pero cinco minutos más y boto la tapa encima del Zuluaguita, quien era mí acompañante de banca.

Apeados del quelonio ese, el cual amenazaba desintegrarse por la “velocidad”, estábamos ahí cerca de la Estación Botero, junto a La Fondita, donde pegamos una mirada buscando desayuno, pero nada...se les podía hacer el inventario mirando por el ojo de la chapa.


Un parroquiano de esos que no faltan, nos indicó que hacia la estación, encontraríamos desayunito, por lo cual arrancamos raudos a cubrir los trescientos metros que más o menos nos separaban de aquella estación tan llena de recuerdos, de charcos, de sancochos, de pelotas de números, de besos robados, gatiadas y juegos de juventud.

Bonito el recorrido de la vía totalmente adoquinada, rodeada de jardines y muy bien arborizada y bajo un sol muy generoso, que nos hacía soñar con “los alimentos que íbamos a recibir sin merecerlos”, mientras el Olayita y Chema tomaban sus visticas a todo lo que se moviera o les pareciera bonito.


Ahí está la estación Botero en ruinas, llena de nostalgias y en vía de ser recuperada, con ese mismo sueño que hoy tiene el ferrocarril, de ser igualmente recuperado y puesto en marcha. Diagonal, una vieja casona donde una matrona, que debió olvidar su edad, dado que los años se aferraron a sus arrugas y a sus recuerdos, nos saluda desde su silla mecedora rumiando el pasado.


Más adelante, ahí detracito, el enrielado que se resiste a perderse entre el polvo, la tierra, el pantano y la desidia oficial y como mudo testigo que por allí hace ya mucho tiempo galopaba el humeante chachachá del tren, ese que le recibió en gran parte el futuro a las mulas para seguir adelante sin enjalma, sin arrieros y sin gañan, sólo con el ritmo demoledor del progreso, ese que despertaba un pueblo que se sentía crecer sobre su propia industria y aferrado a la grupa de su propio norte.

Sobre los rieles dominados por el sueño del tiempo ido, duerme su inercia y su pereza obligada, una plataforma de esas que utilizaba el ferrocarril para cargar materiales...testigo oxidado y mudo de esa grandeza que fue por un momento y no pudo seguir siendo.


Al otro lado la capilla. Sencilla, levantada en adobe y con su techo de eternit, no nos invitó a entrar ya que sus puertas de reja estaban cerradas, como guardando al “Jesús del Divino Encierro” Divisamos su interior, tan frío, solitario y triste como todo el municipio, donde los paseos ya no abundan, la alegría se esfumó con el tren y las orquídeas ya no lucen en los entejados de las casas humildes.

Vinieron las foticos y los comentarios, cuando aparece un señor de mediana edad, pequeña estatura y bien vestido quien nos saluda amablemente. Buenos días señor. ¿Cómo se llama la iglesia? No, esto es una capilla, no una iglesia. Sí, pero toda capilla tiene nombre de un santo o de una virgen...¡Ahhh! si verdad. Yo no se como se llama ésta, es que llevo muy poquito en éste lugar.

Señor, ese santo que hay allá es San José, ¿Será la capilla de San José? Interpeló Zuluaguita. ¡Ahh! sí, claro San José y hace poquito le celebramos las fiestas, contesta el señor, quien resultó que era el párroco, es decir,...mejor no digo nada, pero me confundo.

A lo que vamos muchachos, a desayunar. En aquella casa les pueden preparar desayuno, nos informó un obrero que adelantaba trabajos en la capilla. Sí, en esa casa, donde una señora con su pañoleta en la cabeza, nos dijo: Yo si les preparo desayunito, se demora como media hora o más, pero no hay con que...


Pasamos como a tres localcitos con cara de tienda ahí mismito, pero en ninguno había nada, salvo uno en la esquina, donde tenían una tajada de torta negra, más dura que un remordimiento, yogures de bolsa, gaseosa y un par de panes reblandecidos, manjares éstos que hicieron el dulce desayuno de los Todo Tragones, que tuvimos que pasar con la mano en la cintura, ya que en la Estación Botero se come...el hambre a uno.


Con la misma hambre acumulada , deshicimos nuestros pasos por el bonito adoquinado antes recorrido, dejando atrás una estación muda y en ruinas, una capilla humilde y cerrada con un párroco medio despistado, casitas añejas de fechadas roídas por el tiempo y puertas desteñidas, techos antiguos que ya no lucen sus orquídeas, una anciana que rumia recuerdos, un enrielado que se pierde entre la desidia oficial, la plataforma que se oxida y el fantasma de lo que antes fue la titina estación Botero, donde el silencio duele y el tiempo se quedó aferrado a nada.


No sobra agregar, que en el sitio se lanzaron los clic de las cámaras al aire en forma repetida por parte de nuestro fotógrafos Olaya y Chema, mientras el Lobato, repartía sus bombonbunes a los chiquillos que casi se abalanzaban sobre los mismos...Y Zuluaga, simplemente se lamentaba de la pobreza del lugar, recordando tiempos idos con aquellos paseos de tren.

Sí, la otrora encopetada estación, bautizada así en honor al ingeniero Fabriciano Botero, quien tuvo que ver con la construcción del Ferrocarril de Antioquia y natural de El Retiro, quien con su nombre borró el del otrora paraje de Piedra Gorda, tocayo de otro ubicada en Santa Elena; ya que de acuerdo a la Resolución de la J.D. del Ferrocarril de Antioquia, se llegó al acuerdo de hacerle el homenaje al citado ingeniero, nombrando así la Estación: Fabriciano Botero, conocida simplemente por su apellido.

Poco a poco varias familias se fueron estableciendo a lado y lado de la vía del ferrocarril, dando origen al caserío que hoy medio se levanta y que sostiene el tiempo, las telarañas y el olvido, en el punto exacto que se llamaba Segovita, donde construyeron sus viviendas Pedro Pascasio López, Abraham Moreno, Urbano Rúa, David Gómez, Lázaro López, Joaquín e Isidro Montaño y otros, dando origen y movimiento a la localidad, la cual por acuerdo 25 de febrero 4 de 1911, el Consejo de Santo Domingo, elevó a Botero a la categoría de corregimiento.


Volviendo a retomar el hilo y cubierto el adoquinado “descaminado” y abrazados por un sol resplandeciente, nos topamos ahí junto a la Fondita, con dos muchachas, que paradas junto a una “poceta” comunal, se dedicaba una de ellas (María Eugenia) a lavar ropa, estregando y estregando en la misma medida en que movía sus encantos, esos que “temblaban como un par de volcanes” al tiempo que botaba corriente con otra un poco más joven (Aleyda) y quienes amablemente saludaron a los caminantes.

Ni corto ni perezoso El Lobato, ubicándose en el mejor plano que le permitiera observar el “temblor” aquel, les preguntó: ¿Por dónde es la salida para Santo Domingo?? Por ahí mismito mi don, señaló Aleida, sin soltar de sus manos el chiro que lavaba y la coca de agua. ¿Y cuánto nos demoramos en llegar? ¡Huyyy!!! ¿A pié? contra interrogó la simpática lavandera...por lo menos una semana...Mentiras, a ver yo veo, como seis horas, ya que a mi casa hay tres y de ésta al pueblo otras tres...claro que todo depende de la velocidad.

Esa ingenua pero muy cierta respuesta, me hizo acordar del alcalde aquel en Medellín, que hace muchos años, quiso dizque quitar el Cerro Nutibara de su lugar, para trasladarlo a otro sitio donde estorbara menos o utilizar su tierra para rellenos, para lo cual contrató a un grupo de paisas baquianos, de esos que no se le quitan a nada.

Oigan Señores, ¿Cuánto cobrarían ustedes por pasar el cerro a otro lugar? A lo que responde uno de los potenciales trabajadores. Pues todo depende mi señor de los zurronaos de tierra que tengamos que mover y del tamaño del zurrón, ya que si este es del tamaño del cerro, pues con uno tenemos.

Vea pues como me desvié del tema...Bueno muchachas y la trocha es una solita o hay desviaciones a derecha o izquierda y cómo hacer para saber cual seguir. No se preocupe mi don, dijo María Eugenia, sigan derecho, mejor dicho la más tierrosa.


Cayados a discreción, arrancan los Caminantes Todo Terreno, muy animados, pese al desayuno virtual, previa despedida de las agraciadas muchachas y nos dirigimos al lugar indicado por María Eugenia para iniciar camino a Santo Domingo y no se van a imaginar los lectores: Que verraca trocha o mejor como medio “trucha”, más que trocha con figura de pared, ya que desde el primer paso arrancó la condenada a pararse como buscando el cielo.


Era un canalón con piso de barro de ese amarillo marrón, medio arenoso y muy remojado por el aguacero de la noche anterior, ese que con un piso disparejo y zigzagueando, nos mostró desde temprano lo que sería la caminata. Arriba el cielo hermoso...azul, impecable, con algunas manchas blancas como pringado por el jabón de la de la lavandera y un sol que amenazaba con fritarnos, situación que obligó a Zuluaga y al Lobato a sacar sus frascos de protector solar, no por miedo al calentano “astro rey”, pero si por temor a sus esposas o mejor a la cantaleta, ya que no les perdonan que se quemen. Con contarles, que parecían listos para una función con nuestro mimo estrella, el gran Carlos Álvarez, de lo embadurnados que quedaron.


Camine, suba, ascienda, trepe y siga subiendo y la cosa como que no rendía. El paisaje era el mismo. A nuestros pies el pantanero, arriba el cielo que empezaba a mostrar algunos nubarrones negros al norte y al oriente, el sol que no bajaba y a nuestros lados los ramales que encierran el cañón del Río Porce, corriendo a lo lejos, como una cinta plateada, y, allá abajo, los plásticos verdes o geotextil del Parque o Relleno Sanitario la Pradera, ese que con sus gallinazos “amaestrados” nos acompañó gran parte de nuestra caminata.


Que cosa tan fregada y pa’ dura nos resultó la caminada ésta. El paisaje soso poco cambiaba ya que el canalón constante sumado al encierro del cañón, poco dejaba apreciar, salvo en algunos lugares donde se abrían saltonas gargantas, que dejaban ver el horizonte ese si...bonito...Y la sudada tremenda, la cual nos obligaba a hidratar continuamente, no sólo con el agua que habíamos llevado, sino también con el “Guandolo Mr. Paisa” receta del Lobato.

Pocas casitas en el trayecto, algunos niños que disfrutaban de los dulces que se reparten; parroquianos que dejaban sus labores con sus saludos humildes y francos, la vegetación más bien uniforme y pobre, constituida principalmente por liberales, chaparros, yarumos, sietecueros, mortiños y helechos como para garantizar que nunca se van a acabar los “marranos.”

Como nadie ha preguntado nada, me anticipo a contarles que esta exigente caminata, fue distinguida con el nombre de nuestro Embajador y representante Legal, Don Gustavo Londoño Londoño, padre de Jorge Iván Londoño “El Lobato”, en homenaje a nuestro citado Embajador, por quien a las doce del día, elevamos el acostumbrado rezo del “Ave María”, considerando que sufre algunos quebrantos de salud, situación que enterneció al Lobato, quien con llanto en sus ojos, nos mostró la única agüita corriente por aquellos lares, donde no se había visto ni una acequia ni una quebrada.


Camine, suba, trepe ascienda y no se queje, dele pa’ lante. Hasta juanfer se pegaba sus voladas en punta (no por afán ni pendejada), simplemente que quería como que la cosa se acabara ligerito y todo dependía de la velocidad, tal como había dicho María Eugenia.

Así, poco a poco y esperanzados en llegar a la cumbre para iniciar un plan o una bajada, por ese paisaje repetido, repleto de espartillos, zarza , helechos y pantano e interrumpido por las pisadas de las mulas que dejaban ver sus herraduras marcadas, único elemento que nos ataba a la civilización (que delicia la paz de la montaña y el contacto con la naturaleza), logramos coronar la subida, casi paralelamente al encuentro con dos jinetes que llevaban a cabestro una bonita yegua colorada y chúcara que estaban arrendando y quienes muy amablemente, nos indicaron el camino a seguir, al tiempo que nos informaban que ya habíamos pasado lo duro y que estábamos como a una hora del pueblo y que ahí adelantico encontraríamos la carretera.

Chaito señores y Dios les pague les dijimos a los amables campesinos. Efectivamente recorridos unos metros, encontramos una puerta que daba a un potrero, donde el terreno se veía más plano, el paisaje se mostraba más amplio y generoso y los pastos ya eran para levante de ganado.

Que felicidad como coronamos ésta, pero nada. Sigan subiendo y trepando, aunque no con la verticalidad de lo dejado atrás. El camino era más amable, no así el tiempo, ya que pasó la hora y nada que aparecía la carretera, al tiempo que nuestras reservas de agua y de “Guandólo Don Mister Paisa” se agotaban...y se agotaron, con la imposibilidad de llenar en una quebrada (la única) que encontramos en todo el recorrido o en la única casa pegada al camino,...ya que era cruda y nos dio como cierta desconfianza, además tranquilizados sabiendo que ya estábamos llegando...y así fue.

Allá al fondo y en un repecho del camino, se lograba ver la carretera a Santo Domingo, la cual alcanzamos en algo más de unos veinte minutos. Que felicidad llegar a la misma. Terrenos conocidos y lo mejor, la estaban pavimentando gracias al plan 2500 del Gobierno Nacional, obra que se adelanta en forma más o menos acelerada y con unos acabados y especificaciones excelentes.

Estábamos en la vereda Las Playas, donde encontramos un negocio al lado de la carretera, el mismo que asimilamos como el más hermoso de los oasis, siendo aprovechado por nosotros para calmar la sed bien con cervecita helada o gaseosa y compartir algunas palabras e impresiones con los trabajadores de la obra., para seguir nuestro paso acelerado ante la cercanía de la meta que nos habíamos fijado.


Allí pasamos por la Unidad Educativa Las Playas, la cual estrenaba pintura en sus paredes y ahí mismito, una vista hermosa a mano izquierda...El único panorama franco contemplado en toda la caminata sobre el cual, al fondo y como en medio de una bocanada de humo de cualquier fumador ocasional, se dejaba ver imponente e intrusa, la piedra del Peñol.


Ya por carretera con un afirmado envidiable y con las torres de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán que asomaban sobre los rojizos tejados, nos vimos sumergidos en la calle principal del Municipio, ese donde nació Don Tomás Carrasquilla y llamado “La Cuna del Costumbrismo”, donde la ganadería la caña, así como el oro fueron y son puntales de la economía.




Que belleza Dios mío el espectáculo que nos daba la entrada al pueblo, rodeada de esas casas antiguas, con olor a añejo y sabor a colonia, con sus puertas y ventanas talladas y todo, incluidas las hermosas fachadas, recién pintadas con colores vivos y alegres, combinados en forma caprichosa, gracias a la campaña que adelanta la Gobernación de Antioquia y que en su momento inició el Dr. Aníbal Gaviria Correa, para que todos los municipios del departamento, pinten los frentes de las casas, con pintura suministrada por el gobierno departamental. Este espectáculo visual, fue aprovechado por nuestros fotógrafos, que no se perdieron vistica.

Como siempre sucede, nuestra presencia llamaba la atención de los habitantes, quienes no le niegan un saludo a nadie y hasta un lindo perro de la raza labrador, se pegó de los mimos y cariños de Zuluaga y siguió nuestros pasos por buen trecho, pero se fue despavorido ante unos “regaños o berridos” que eran para Juanfer y el pobre can se los tomó para él.


Santo Domingo: “Feo, frío y faldudo y aferrado a una breña de Antioquia” como lo definía Don Tomás Carrasquilla, lo cual no le perdonan muchos de los “Dominicanos”, fue fundado en 1778 y erigido municipio en 1814. El sitio donde hoy se levanta era llamado Minerales de Santo Domingo por la cantidad de oro que allí se explotaba, especialmente de las playas de las quebradas de San Miguel y Santo Domingo.

Los primeros nombres del caserío fueron Real de Minas y Montañas de Santo Domingo y dependía de la ciudad de San Nicolás de Rionegro, hasta principios del siglo XVIII.

El municipio cuenta con 12.800 habitantes, los cuales se amontonan en una extensión de 271 Km.2 a una altura de 1.975 metros s.n.m. y con una temperatura promedio de 19°C, separado de Medellín por 69 kilómetros que se recorren en 150 minutos, pero con la entrega de la carretera pavimentada, se reducirá notablemente.

Santo Domingo es un municipio con gran potencial turístico y una gran historia, contando además en su territorio con el Túnel de la Quiebra, nuestra mayor obra de ingeniería en su momento en el siglo pasado y que dio paso al Ferrocarril de Antioquia, entre las estaciones Santiago y Puerto Berrio y que hoy duerme el sueño de los justos, esperando volver a darle paso al progreso al unísono del chachachá del tren.


En pocos minutos estábamos en el parque principal, donde se contempla la fuente de los perros, la casa donde nació Don Tomás Carrasquilla, hoy en restauración, la imponente iglesia de Santo Domingo de Guzmán, a donde dirigimos nuestros pasos para dar gracias a Dios por habernos sacado con bien de esta exigente caminata. Admiramos los balcones floridos, las ventas de frutas, el mercado, y el aseo del pueblo, el cual de verdad, no es tan feo como lo define su hijo preclaro.

Reconocimos la casa donde nació Monseñor Gerardo Valencia Cano, Obispo de Buenaventura y fundador de Golconda y quien “dizque” murió en un accidente de aviación.

Como la fatiga era mucha y la sed igual, buscamos el restaurante Doña Rosa, donde sentados a manteles y atendidos por Olguita, como clientes fijos que somos, pedimos la carta:

Juanfer sólo pidió un plato de sopa de zanahoria y lo pasó con cuatro vasos grandes de claro de mazamorra, del cual nos sirvieron dos jarras rebosadas. Chema se contentó con una sopa de lo mismo, arroz y ensalada y Zuluaga, Olaya y El Lobato, se le apuntaron a bandejitas al gusto, cuñadas con clarito de mazamorra y hasta el primer tiempo del partido Colombia Argentina, alcanzamos a ver.


Siendo las 5:15 pm. Y a bordo de una buseta de Copetransa, los cinco amigos y caminantes, retornamos a Medellín. Cansados pero contentos y con el deber cumplido. A la altura de la estación Niquía nos bajamos, para tomar el Metro, donde la gente nos miraba como asustados y hasta hubo más de uno que hizo el amague de mandarse la mano al dril para darnos una limosnita, debido al grado de suciedad en que teníamos nuestras ropas y calzado, untados de pantano hasta la empuñadura.

En la Estación San Antonio me bajé con El Lobato y allí debimos subir al segundo piso para la línea “B” en el ascensor de los discapacitados, ya que el molimiento no daba para más, mientras coincidíamos en nuestros pensamientos: Esa caminada no la repetimos, salvo que nuestro Embajador Don Gustavo Londoño Londoño (Don Mister Paisa) nos lo pida, pero es que no hemos hecho nada malo...

Hasta la próxima si el “Gran Arquitecto” lo permite y esperen NUEVA información, para gloria y grandeza de Los Caminantes Todo Terreno.

Juan Fernando Echeverri Calle




8 comentarios:

Elbacé Restrepo dijo...

Ja!!! llegué de primera! y eso que venía "en ese quelonio con cara de buseta", a menos de 8 km por hora.
Qué buena Crónica, Juanfer. Muy rica de leer y muy conmovedora. Leyendo la descripción de la pobreza y la soledad de Botero, uno como se transporta a uno de esos pueblos polvorientos de la costa. ¡Qué vaina que el subdesarrollo se quede pegado de algunas poblaciones, con la venia (el olvido) del Estado.

¿Y hasta cuando hay que esperal la NUEVA información? jajaja!! Qué rico!!!!! Miles de felicitaciones, mis caminantes hermosos.

Anónimo dijo...

Eavemaría, que señora tan adorada es esa Doña ElbaCé, salió madrugada a leer la crónica de nuestro abuelito y hasta le echó su flor y por ahí derechito dejó a los T.T. como unos silleteros, cargados de florecitas.
Mil gracias Doña ¿cómo es?? Sí, Elbacé.

SARITA - JERONIMO - SAMUEL

Anónimo dijo...

Muy sabrosa la cronica Juanfer, mucha nostalgia de la estacion Botero de los recuerdos que quedan de los paseos a us quebradas ah
sabroso y se pasaba en aque llas epocas, dejaron morir el tren, la estacion pero los sobreviven los recuerdos. Ojala y si se haga realidad el revivir el tren nuevamente.
Muy conmovedora la cronica cuado hablas de don Gustavo el papa del Lobatico, si senti hasta unos deseos inmesos de secarle sus lagrimas, pero sabe que mi Lobatico, desde aqui las oraciones
tambien van en entrega inmedita a papa Dios por su viejito lindo y
se recupere pronto su salud.
Elbace, estamos esperando las dos la buena "NUEVA" que gustico nos
vamos a dar. Eso y mas merecen mis
adorados "CAMINANTES."

Conejita.

Anónimo dijo...

Hola hola hola!

-Mas "evaporao" que el alcanfort-
Asi estuve durante muchos meses, pero la verdad fue por tener el tiempo en la espalda para terminar el segundo libro (esperando que me vaya mucho mejor que con el primero)
Nuevamente resucito lentamente en el mundo virtual para ponerme en contacto con ustedes, pagar deuda... (la recuerdan? yo si!)
Y bueno...

La cronica genial! Al igual que las fotos, incluso se me ocurrio una idea mientras los leia (la enviaré en email personal a Juan Fernando)

No crean que no estaba, simplemente ocupado.

Un fuerte saludo y sigan comiendo, perdon... caminando.

Andres Candela

PD: disculpen ausencia de tildes, pero es teclado "franchute"

Anónimo dijo...

A esta hora han de estar mis Caminantes dandose gustico en algun restaurante despues de
ganarle una pelea mas a las dificultades del terreno, que la Milagrosita me los haya apapachado mucho hoy.

Los quiero con alma, vida y sombrero!!!

Conejita caminante.

Anónimo dijo...

Juanfer,nos diste una verdadera etimología de las palabras con esa maravillosa crónica.
En que estado tan lamentable quedaron aquellas estaciones del ferrocarril,que fué símbolo de progreso y alternativas de viajar a Medellin y sinónimo de paseo y vacaciones,mi juventud hizo parte de el.
Pediré con gran devoción al Gran Arquitecto para que los conserve y al Sr embajador le supere los quebrantos de salud.
RUMU

Anónimo dijo...

Mil gracias a mí cuñitA RUMU por sus mensajes en nuestras crónicas. Definitivamente junto con Doña Viena Ruiz, ElbaCé y la Coneja son los hinchas número uno de los T.T.
Como quien dice, tenemos luz en la paterna y fuego en la heredad.

elperiodico dijo...

hoy 14 de junio de 2012, quiero decir que la estacion Botero, para mi es lo mejor, su gente, la tia rut con su sazòn delciciosa, sus tortas de carne, sancocho de gallina y cualquier alimEnto que uno se antoje...creo que les falto preguntar por ella, porque en Botero se come muy rico!! y adicional unos ricos charcos para disfrutar, es mas dejo el celular para cuando necesiten un rico sancocho de gallina o mejor algo de comer, solo pregunten y ya...DOÑA RUT ES MUY QUERIDA CEL: 313 7680576