Caminata La Ceja - Rionegro - Vereda la Playa

Fecha: 2 de junio de 2007

Asistentes: Luís Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya

Duración: 5 horas

Nombre: PASOS SOBRE LA LLUVIA

Mención especial para Carlos Olaya Betancur y Adrián Sánchez Saldarriaga, quienes por algún motivo no nos pudieron acompañar.

Esa cómoda y acogedora Terminal del Sur se vistió con sus mejoras galas para recibir a los Todo Terreno. En efecto, a las 6 y 15 hizo su aparición el lobato Londoño, quien sin necesidad de preguntar llegó directo a las taquillas de Transportes Unidos, la Avianca terrestre (me refiero a la nueva) que cubre el cercano oriente con unos buses, busetas, horarios, cumplimiento y servicio de lujo.

Después del tradicional ceremonial, que incluye: engordar la vaca, compra de tiquetes, tintico, cafecito en leche, buñuelo 90 x 90 o empanada tamaño pipo y cuarta, ojeada del Colombiano, ejercicios de estiramiento lingüístico para obtener mejores resultados en nuestro extenso conversatorio y esperar la llegada de Adrián, el hermano de Alberticosanchez1@yahoo.com quien quería debutar en nuestro grupo, pero que por razones desconocidas hasta el cierre de la emisión de esta crónica, no apareció.

Con los buenos días del chofer de turno a los escasos clientes, costumbre escasa en nuestro medio, salimos a las 7 de la mañana. En la primera parada, allá en los bajos de la estación Exposiciones del metro, se completo el quórum de la buseta, el cual incluía una hermosa enfermera que nos alborotó el colesterol del buñuelote que llevábamos entre pecho y espalda. Después de algunos piropos e indirectas volvimos a nuestra conversación cobijados por el calor de la blancura del uniforme, mientras la buseta coqueteaba con las curvas a diestra y siniestra por la nueva vía de las Palmas. A la hora y piquito llegamos al parque principal de la Ceja. Allí le hicimos la guardia de honor a nuestra enfermera de turno, quien silenciosa se alejo rumbo al hospital dejando un reguero de enfermos a su paso; ¡así es la vida!

Después de saludar a nuestro gran parcero Jaramillo en su imponente templo y de oír la voz de locutor de la BBC de Londres del sacerdote que oficiaba la misa de ocho, entramos al restaurante Candilejas, el único de los 125 municipios de Antioquia, exceptuando a Medellín, donde los meseros atienden vestidos corbatín y una porción de arroz (equivalente a tres cucharadas) cuesta la bobadita de $1.600. El menú fue igual para todos: delicioso hígado frito, porción de arroz (para hacerle juego al aceitico que soltaba la presa de turno) arepa redonda (no nos dieron “tela” porque para interpretar la carta hay que llevar un adivino) y chocolate espolvoreado con canela en polvo.

A las nueve en punto dejamos el calor del Candilejas para entrarnos en el frío de una pertinaz lluvia que nos acompañó durante unas dos horas de la caminata. Por la lluvia tuvimos que cambiar de recorrido, porque lo planeado era ir de la Ceja hasta el Carmen de Viboral y de allí hasta Marinilla, pero debido a lo empantanado de las carreteras veredales que íbamos a cruzar optamos por irnos para Rionegro por la vía principal, y de allí seguir hasta la autopista Medellín – Bogotá a ver hasta donde caía el globo.


Así que protegidos de la lluvia con nuestras ruanas plásticas, dos verdes y una roja, por lo que parecíamos un pedacito de diciembre, con los pantalones y los tenis empapados, las farolas prendidas, los guantes de Juanfer de colores amarillo, azul y rojo, o sea la derecha y la izquierda unidas por una sola bandera, y la protección de la Milagrosa, arrancamos para Rionegro; ¡que carajo!

Los carros van y vienen a gran velocidad, porque la prudencia y el temor de Dios se acabaron parejos con los cincuenta pesitos de salchichón que se compraban en las tiendas. A pesar de la lluvia no faltó nuestra imploración a la Milagrosa para que al menos escampara, así no saliera el mono Jaramillo. El buen paso que llevábamos lo detuvo un teléfono público, de esos gratis “para emergencias” que las Empresas Publicas ponen en las carreteras, por lo que Juanfer aprovecho para reportarse a toda su familia, por primera vez en su vida de caminante; lo mismo hizo el lobato Londoño; mejor dicho, sólo nos faltó llamar a los bomberos, tal como lo hacíamos en nuestros “jodones” tiempos.

De un momento a otro escampó y el cielo comenzó a abrirse y a mostrar sus ventanitas pintadas de azul. El sol salió tímidamente, como apenado por la mojada que sus primas las nubes nos habían pegado. Ahí mismo nos quitamos las ruanas plásticas, porque acaloran más que fogón de leña, las mismas que Luisfer, con magistral destreza, a plena marcha y apoyándose en el aire, nos empacó dejándolas del tamaño de un tamal casero. De igual forma llegaron los alcaravanes con su inconfundible gorjeo, pájaros muy abundantes en esta región del oriente.

Las orillas de esta carretera están sembradas de hermosas fincas de recreo, de pequeños cultivos de flores, principalmente de hortensias, de huertas que por lo surtidas parecen la sección de legumbres y verduras de cualquier almacén Éxito. Encontramos a nuestro paso la sucursal de la Universidad de Antioquia, el centro de convenciones Quirama y la sede campestre de la comunidad de la Salle.


Estándo por los lados de la U de A, aprovechamos para echarle ojo a la finca de propiedad de Echeverri Begow & CIA ocupada, en buen arreglo, por nuestro contertulio Juancé, pero el hombre, para evitar la mediamañana para caminantes, borró todo vestigio de localización. A esa hora el sol calentaba como si estuviera estrenando pilas alcalinas y por lo seco de la ropa nadie nos creería por lo que habíamos pasado un kilómetro atrás. Definidamente…….. la Milagrosa.

El rezo del avemaría nos cogió en las goteras de San Antonio de Pereira, un corregimiento que más bien parece el parque Lleras de Rionegro, inundado de nuevas urbanizaciones, repleto de estaderos, restaurantes, cantinas y heladerías que son frecuentados los fines de semana por medio Medellín.

Allí nos comimos algunas empandas para dar testimonio de que estábamos en la capital de la empanada. Así mismo, hicimos una corta parada en la panadería Caliche pan, para la foto de rigor y rendirle un sencillo homenaje a nuestro ausente compañero caminante Carlos Olaya; además, para comprar unas lenguas dulces en honor al silencio de Juanfer.

De san Antonio de Pereira a Rionegro hay fumada y media de tabaco de distancia, así que caminadas dos cuadras llegamos a los predios del club Comfama, club que los sobrinos del lobato Londoño, cuando estaban chiquitos, llamaban “la finca del tío Jorge”. De Comfama pasamos por un lado de la clínica Somer. Siguiendo la ronda como en las casillas del monopolio llegamos al estadio Alberto Grisales, que entre otras se encuentra en muy regular estado. Para llegar más rápido a la salida para la autopista, echamos travesía por lo que podríamos llamar el barrio triste de Rionegro, una zona atiborrada de talleres, depósitos de materiales, ferreterías, bodegas, etc. Al final pasamos por un lado de la plaza de mercado y llegamos a la glorieta donde está la escultura “puerta del Sol”. Allí empatamos con la vía que conduce a la autopista Medellín – Bogotá.

Son dos kilómetros en los que se pueden apreciar las instalaciones de la compañía Nacional de Chocolates y de la compañía Pintuco, recientemente inaugurada y que llenó de color y vida esa zona. En media hora coronamos el intercambio vial de la autopista, en predios de la vereda La Playa, por lo que cogimos rumbo a Medellín, que desde allí queda a una distancia de 37 kilómetros.

En este trayecto nos encontramos la sede del Auspicio del Buen Samaritano, donde atienden a personas con: alzheimer, esquizofrenia, bipolaridad, hebefrénicos y psicóticos, es decir, como anillo al dedo para algunos integrantes de la tertulia “Los que Somos” entre ellos, el cardenal Echeverri, su socio don Begow y Juancé, el pariente cercano de Epifanio Mejía.

Un poquito mas adelante de este tranquilizador hallazgo, ubicado en la recta donde alguna vez aterrizo de emergencia una avioneta, recién inaugurada esta vía, encontramos el restaurante la Primavera el cual escogimos para almorzar dizque al estilo ejecutivo, según lo manifestó el mesero de turno, que por su lentitud parecía mas bien un paciente en recuperación del ya citado auspicio del Buen Samaritano. Con toda la calma del caso dimos buena cuenta de una sopita de pastas y del seco compuesto por carne de cerdo a la plancha, porción de fríjoles con arroz, ensalada, papa cocinada y arepa, con claro con bocadillo de sobre mesa. La verdad que no estaba malo el almuercito, pero si le faltaba como más sazón.

Ahí mismo cogimos la buseta para Medellín. Nos paró una muy titina que venía de Marinilla, y cuando ya estábamos montados nos advirtieron que no había puestos, así que decidimos seguir. Luisfer se sentó en el suelo en las escalas de la entrada, hasta le dieron cojín para que se recostara contra uno de los tubos y Juanfer y Londoño de pie y patiabiertos para poder caber porque la altura no superaba los 1.70 mts. Hasta Juanfer atinó a decir: “puestos si hay, lo que no hay es damas” frase que puso a reír a las muchachas de la banca de atrás, una de ellas con un gran parecido a mi parcera Estelita, la cuyabra que vive y cotiza en tierras de la Florida, a quien, con perdón de mis lectores, le mando un gran abrazo.

Pasando por Guarne se montó un muchacho a vender paquetes de rosquitas. Más adelante se monto un mono, guacharaca mano, a cantar un vallenato. Cuando llegamos a Zamora se bajaron las muchachas de la banca de atrás diciendo “ahora si se pueden sentar y tranquilos que el pasaje les queda pago” Mas adelante se monto otro vendedor ofreciendo paquetes de mil pesos que contenían galletas de todos los sabores, colores y tamaños, ahí fue cuando Juanfer me dijo: “me le voy a hacer el dormido a este tipo” y así se quedó hasta que nos bajamos en la estación universidad del metro.

Aprovechando la altura de la estación, nos pusimos a observar detenidamente el Planetario con sus adiciones, el Jardín Botánico con su nuevo orquideograma y la remodelación de muy buena parte. El parque Norte con sus nuevos espacios y atracciones, entre ellas el avión que hace poco fue llevado por las calles de la ciudad, las obras del parque Explora que será una sensación y a lo lejos la biblioteca España del barrio Santo Domingo. Que bueno fue haber terminado una caminata pasada por agua viendo una ciudad pasada por obras útiles para la comunidad.

Hasta la próxima

Jorge Iván Londoño Maya

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer los caminos se nos llenaban de calvarios y se siguen llenando. Hoy el caminante llena los caminos de esperanza, esa que baja con el agua de la cascada que viene desde la montaña a refrescar sus pasos y su garganta. las cruces se desmoronan a pedacitos y la paz aparecerá en cualquier recodo, allí donde menos pensamos, convertida en sonrisa de niño y canto de aves. JUANFER

Anónimo dijo...

todavía no doy ningún paso en este mundo. no conozco un sólo camino, pero oigo hablar de medio ambiente. Otros dicen que prefieren un ambiente entero. Mi abuelo dice que el planeta tiene fiebre a 40° y no comprendo.Sólo siento el corazón de mi jóven madre a mi lado,... la risa de Sarita y la alegría de mis abuelos. ¿Será que duele crecer? JERONIMO

Anónimo dijo...

Lástima no haber estado por allá para recibirlos como merecen: con los perros sueltos, para agilizarles el paso.
Pronto los invitaré a desayunar, pero ese momento tardará, pues mi novia está como quitada de las ganas del casorio y yo apenas caliento agua, aunque a veces se me quema; en cambio ella si sabe ponerle azúcar al café.
Ese restaurante de La Ceja tiene su encanto y no hay otro...
Las famosas empanadas de donde se celebra su Festival Mundial deben catarse, para poder conocer el saborcito de la carne de burro distribuida por Los Palomos, ahí mismito a la entrada de La Ceja.

Anónimo dijo...

Muy verde la presentación del blog.
Verde como los cuchos que la integran.
Y un título surrealista:
caminando sobre la lluvia.
¿Serán marcianos, como el bancario aquél?
Mas bien ¿no estarían caminando
BAJO LA LLUVIA?
En las próximas deben llevar a
sus perritos domesticados, en especial al parecido a don Epifanio.

Anónimo dijo...

CUANDO ANDAMOS LOS CAMINOS ESTAMOS ANDANDO POR LA VIDA, PERO CUANDO COMENZAMOSA DESANDAR LOS MISMOS, ES PORQUE NOS ACERCAMOS AL FINAL DE LOS DIAS. QUE NO TE COJA ESE FINAL, SIN HABER ANDADO.

Juanfer

Anónimo dijo...

MUcha poesia en estos comentarios, hermoso el del abuelo de Jeronino, abuelito Juanfer, que abuelito tan divino!. Gotas de lluvia que al caer lallalalallalalalalalalalala,
como sea mojados, muertos del calor no paren de caminar amigos caminantes. Lobato otro poeta de caminos muy lindo esto: El cielo comenzo abrirse y a verse sus ventanitas pintadas de azul, el sol salio timidamente como apenado por la mojada que sus primas las nuves nos habian pegado. Que belleza Lobatico, tenes un dulcesito en la boca y en el corazon pero no empalagan, deleitan!

Conejita.
Harrrison.