Caminata Santo Domingo Savio - Corregimiento Santa Elena

Fecha: sábado 7 de marzo de 2009

Asistentes:

Luis Fernando Zuluaga Zuluaga(Zuluaguita)
Carlos Alberto Olaya Betancur (Olayita)
José María Ruíz Palacio (Chema)
Juan Fernando Echeverri Calle (Juanfer)

Nombre: Si Antioquia marcha con los silleteros, el progreso con el metrocable

¡Eavemaría pues muchachones!!! Esto si que ha cambiado y está bien lindo, miren el progreso, vean esos locales allá y esas casitas pa’quel lao, pintaitas y arreglaitas, vean las calles, los jardincitos,. ¡Noooo!! Definitivamente este Metrocable si es la verraquera y hace milagros...

Eran las expresiones que desde la góndola del Metrocable de Medellín en la línea “K”, dejaban escapar Los Caminantes Todo Terreno, quienes con la ausencia por fuerza mayor, de nuestro compañero Jorge Iván Londoño Maya (El Lobato), habíamos decidido hacer hoy Santo Domingo Savio, Piedras Blancas, Santa Elena.

Luego del acostumbrado encuentro en alguna de las estaciones (esta vez le tocó al santo que da novio), en una mañana opaca pero que pintaba muy buena para caminar, nos desplazamos en nuestro querido “gusanito” hasta la Estación Acevedo, donde tomamos el Metrocable, para dirigirnos a Santo Domingo Savio.


Efectivamente, durante el recorrido y llegando a dicho barrio (no comuna), pudimos comprobar el progreso que ha tenido el mismo y su entorno, gracias a la influencia del Metrocable en el lugar y a las diferentes obras que se han adelantado en el barrio, como escuelas y colegios de primera calidad. La Biblioteca España, todo un orgullo para Medellín, así como obras de infraestructura y urbanismo que han traído calidad de vida, paz y tranquilidad para un sector de la ciudad, que había sido víctima de la violencia la cual nunca volverá, ya que sus habitantes no lo van a permitir.

Maravillados por la transformación urbanística, nos apeamos del moderno y útil medio de transporte, en la estación Santo Domingo, e inmediatamente iniciamos nuestro recorrido, siendo las 7:30 a. m. rumbo a Piedras Blancas, tomando la calle 31 (léase antigua carretera a Guarne), hoy totalmente urbanizada y pavimentada y en la cual se cruzaba con nosotros gente que se dirigía al trabajo, llena de esperanza, satisfacción y paz, reflejadas en sus rostros y en sus saludos.

No llevábamos siete minutos recorridos, cuando: ¡Desayuno!!! Fue la idea cuasi unánime, cuando descubrimos el enfriador giratorio de la “Panadería y Repostería Panyfresa”, ese que mostraba suculentos mecatos, al igual que su vitrina, mientras de su horno, nos llegaba el olorcito a pandebono al punto.

Ni cortos ni perezosos, pero eso sí, haciendo un gran esfuerzo por vencer la tentación, tomamos asiento, para pedir tres cafés con leche calientes acompañados de los afiebrados pandebonos. Digo tres cafés, ya que Olaya se abstuvo de tomar algo, aduciendo que había desayunado en casa.

Con seguridad, éste ha sido el segundo desayuno que despachamos en rapidez, ya que por ahí tenemos otro, que es mejor olvidar y donde sólo fue naranjada al clima y chitos reblandecidos.


Con paso apresurado y respondiendo saludos, fuimos ascendiendo por la estrecha calleja que otrora y como dije, fue la carretera a Guarne, la cual conjuntamente con su entorno, incluyendo la finca que una vez, hace ya buen rato, perteneció a Don Nestor Vallejo Echeverri, fue absorbido por el progreso y el gran crecimiento del barrio, cubierto de casas para albergar a cientos de familias; gente buena, sencilla y llena de esperanza.

Llamó nuestra atención el Colegio Santo Domingo Savio, el Instituto Antonio Dunka y el Centro de Formación Lucía Flórez de Mejía, entre otros establecimientos de primer orden y de capacitación en artes y oficios, que demuestra que en Medellín si se está trabajando por la gente y la cultura.


Mientras ascendíamos el pavimento se iba agrietando y deteriorando. Podíamos comprobar como la ciudad, que se veía abajo, se nos iba deslizando ante la vista, para mostrar a nuestros ojos, un hermoso paisaje de montaña y urbanismo, sin perder su belleza, ni siquiera por los efectos del “esmog” o contaminación, esa que flota en el aire como una nube intrusa y baja, que se desplaza lentamente hacia Bello y Copacabana, municipios que también se dejaban ver las “naguas” desde aquella altura.


Bello...sí, bello Bello y en todo su esplendor nos acompañó por largo rato, dominando la vista las imponentes torres fálicas de su hermosa iglesia.- Un paisaje digno de conocerse y de ser mostrado a propios y extraños, pero, pero a “pata”, ya que desde el carro no se aprecia nada.


Todo ese paisaje lleno de verdor, blanco y ocre a tramos, se enmarcaba por esas fincas pequeñas, bien de recreo o residencia campesina en plena ciudad, donde podemos apreciar inmensos sembrados de cebolla, frutales y hortalizas, así como algunos lotecitos de ganado vacuno cruzado que hacen las delicias de la vista, esa que llenó nuestras retinas, pero que “se apagó para las cámaras”, las cuales sólo debutaron por allá arriba como en el kilómetro nueve, para captar toda esa borrachera de naturaleza mezclada con urbanismo, que perdona de momento por su belleza, el daño que se hizo.

“Haganle muchachos que es fiesta” y esto esta muy lindo era el concepto de todos; pero el que más gozaba era el Luis Fernando Zuluaga (Zuluaguita), ya que la idea de hacer ésta caminata había sido de él y lo logró por encima de todo concepto adverso.

El sol ya había desplegado sus rayos en forma muy decente y sin pedir permiso. Algunas nubes oscuras se aparecían en el cielo, pero ahí estaba La Milagrosa que nos la prestó el Lobato, sin intereses, sólo con el compromiso de rezarle el Ave María a las 12 del día, lo cual cumplimos fielmente y los caminantes, dele para arriba y sin parar, haciendo comentarios y disfrutando, mientras el clima se iba poniendo fresquito e ideal para nuestra salida.


Que belleza de caminata, no parábamos de decir y es que no era para menos. Mucho verdor abigarrado en fiesta de colores; las montañas que nos acompañaban, un cielo generoso y una vista envidiable que nos regalaba la autopista Medellín Bogotá, la misma que nos sonreía con sus dos bocas oscuras, allá en los túneles “gemelos” de Guarne

Es de resaltar la presencia motorizada de la abnegada Policía Nacional, recorriendo aquella trocha para arriba y para abajo, para defender la honra y vida de los ciudadanos. Un ¡Urra!!! para ellos.


Las cámaras repetían sus impresiones con un clic, ya que no se querían perder nada. Algunas acequias en el camino, fincas, perros que se desperezaban o simplemente ladraban a nuestro paso y el canto de los pájaros, los cuales no veíamos pero que si llegaban a nuestros tímpanos, escondidos entre los pinos pátula y ciprés, esos que van apareciendo multiplicados en abundancia, formando verdaderos bosques mientras más avanzamos.

Esa mezcla de pinos y vegetación nativa, donde sobresale como casi siempre el “sietecueros” florecido, nuestro árbol insignia en Antioquia, fortalecen los ánimos y son un trofeo para nuestras caminatas, cargadas de color y naturaleza.

Paso entre paso, bien medidos y regulados, despachando bocadillos, chocolatinas y granadillas, seguimos avanzando los caminantes, extrañando la ausencia de niños en el camino, causal para que los “bom bom bunes” que portaba Josema, conservaran su virginidad.


Arriba, muy arriba y diagonal a la portada de la “Finca La Mita”, observamos a mano derecha, en el rojizo barranco que encierra el camino o carretera vieja a Guarne, la que hacía mucho rato y varios kilómetros abajo había perdido el pavimento, que sobre el mismo (el barranco), se habían labrado tres nichos, los cuales contenían las imágenes de tres nuevos “beatos” paisas que van rumbo a los altares y que quedaron plasmados en la cámara de José María Ruiz P. (Chema), quien se encomendó a uno de ellos, ya que por tener lo que parece una cámara entre las manos, “debe ser patrono de los fotógrafos.” Vaya uno a saber....Que lo digan las fotos y los especialistas en santos.


Continuamos nuestro camino y ya el “monito Jaramillo” había subido su parrilla a medio, cuando siendo las 10:50 a. m. y luego de un bello recorrido acompañados de pinares, pinares y pinares...llegamos a la entrada del Parque Ecológico de Piedras Blancas, santuario natural, propiedad de nuestras EPM y dirigimos nuestros pasos hacia la misma, no obstante dudamos antes de ingresar, ya que nos dio cierto temor que nos cobraran entrada, instalaciones, consumos, cargos fijos, fes, , medidor, lecturas, diferencias, iva, mora, impuestos, ajustes...¡Eh!! pero que le vamos a hacer, nos arriesgamos e ingresamos al hermoso parque, no sin antes sacarnos la “vistica” de rigor, para mostrar y comprobar que sólo íbamos con nuestros morrales y cayados.

Que belleza de lugar, que vegetación, que cuidados, que señalización, que pinares, que flores, que pájaros, que capa vegetal y que visitantes tan maleducados y poco cívicos los que allí ingresan, ya que a diferencia del recorrido anterior desde Santo Domingo, aquí las cunetas estaban llenas de papeles, platos de icopor, envases de gaseosa, empaques de galletas, bolsas, etc. etc. etc. dando un feo aspecto al lugar, con el enojo de los caminantes.

Por una vía en perfectas condiciones y enmarcados por el bello paisaje, así como se ve en esas postales suizas o canadienses, continuamos los Todo Terreno nuestro camino. Una aguita allí, un trino allá, flores acá, el cielo límpido, los pinares que dejaban escuchar la voz del viento y en cierta parte, el pavimento cubierto de un aserrín teñido de verde y trazas en el mismo, de puntura de igual color, como si hubiese sido elegido el lugar para teñir papel encerado, de ese que se utiliza para los pesebres, lo cual deterioraba el aspecto del piso y producía contaminación visual al mismo.

Que bien por nuestras EPM (lástima las cuentecitas de servicio como elevaitas home), quienes se han preocupado por conservar la naturaleza, lo cual asegura su materia prima: El agua, la misma que fluye libre, limpia y cantarian, por varias quebradas que nacen en esta fuente hídrográfica y que se maximiza, cuando ante nuestros ojos aparece el muy hermoso embalse de Piedras Blancas, el primero construido en Medellín como tal, para suministro de agua potable y energía.


Dicho embalse es atractivo turístico de primer orden y además se utiliza para deportes náuticos. Igualmente se resalta la existencia allí dentro del parque de Piedras Blancas el hotel de Comfenalco. Hermoso, recién remodelado y ampliado en su capacidad y digno de los huéspedes más exigentes.

Quisimos ingresar a reconocer el mismo, en nuestra condición de Caminantes ecológicos y para lograr unas “visticas”, pero infortunadamente los vigilantes, nada amables ni simpáticos, nos lo impidieron, inclusive uno de ellos, llegando al descaro de exigir “que debíamos pagar el ingreso. ¿Por qué, para qué y para quién?? De verdad, queda el mal sabor y la mala imagen, aunque aceptamos que “cumplan con su labor” pero a lo bien.

En medio de comentarios y con nuestra habitual cháchara, fuimos avanzando y como al que mucho habla se le seca la garganta, abrimos los cierres de nuestros morrales (de los que llevaron, ya que ese día me fui en cero equipaje), para extraer de los mismos, los frascos de agua helada y apagar nuestra sed.


De verdad que bebimos con gusto esa agüita, a la que denominamos “guandólo municipal”, ya que ante la ausencia del Lobato, quien cada sábado nos lleva la deliciosa y típica bebida del occidente paisa, hecha en panela desleída en agua y abundante jugo de limón, pero con su original receta.- Añoramos la bebida de marras, de una forma tal, que uno de los fotógrafos (adivinen cuál), se atrevió a afirmar que hacía más falta el guandólo que el Lobato. (Pa’ que vea Sarita como es este mundo...ni modo de dar la espalda.-)


Que verraca caminata pa’ hermosa volvíamos y coincidíamos los cuatro amigos, cuando así de pronto y brotando del paisaje, se nos presentó la puerta de salida del Parque de Piedras Blancas, al otro extremo, para medio encandilados vernos sumergidos en el bullicio de la Fonda El Tambo.

Ubicada ésta en la vereda del mismo nombre y perteneciente al hermoso corregimiento de Santa Elena, tierra de flores, de silleteros y de paisas de todo el maíz, de esos que con escapulario al cuello, poncho o ruana y machete al cinto, se niegan a dejar lo mejor de nuestra heráldica y que enamorados de la tierra, saben perfectamente que “cuando los silleteros pasan es Antioquia la que pasa.”

Ingresamos al estadero y allí pedimos tres cervecitas pa’ quellos y un Mr. Tea para Juanfer, lo cual nos permitió refrescar nuestros chasises radiadores y carburadores, para seguir el camino, rumbo a la carretera principal, esa que comunica el hermoso corregimiento “cuna de las flores” con Medellín.


De la carretera desaparecieron las basuras. Afloraron los jardines y cultivos de flores; no pregunte de cuáles...las que quiera. Las humildes casitas campesinas y las de los “ricos” de Medellín, esas que contaminan visualmente el paisaje, se repetían a lo largo del camino, al igual que los pinares, eucaliptos y sietecueros, pero también aparecieron los huecos, baches y deterioro en el pavimento, esos que de no ser reparados, van a coger ventaja y darán una mala imagen a los visitantes que llegarán a la ciudad con motivo de la Convención del BID a realizarse en Medellín a finales del presente mes. (Marzo-09)


De admirar el colegio de calidad en la vereda El tambo, el cuales se repite en las otras veredas que cubrimos con nuestros pasos y cayados, como Piedra Gorda y El Placer, donde el paisaje florido y lleno de vida, es una sumatoria indefinida de cosas bellas que hacen de la región una maravilla a escasos veinte minutos de Medellín, donde hoy la educación es un mandamiento.

Detalle simpático merece mencionarse el ocurrido en la vereda Piedra Gorda, donde estando en un estadero “tanquiando” algún fresquito para el calor, se le arrimó a Chema una niña medio arrevolverada, solicitándole que se quería tomar una visitica con él, ya que era igualitico a su profesor de química (Alejandro Echeverri) , a quien quería mucho.

La vistica fue tomada en repetición, con la aquiescencia del sorprendido Chema y sin el permiso del “novio” de la chica, que ni se dio por enterado según parece.

Resulta que nuestra meta era volver a Medellín, bajando la cordillera y caer a las Palmas junto al Colegio Latino, pero no fue posible, ya que Chema y el Olayita, venían caminando “como gallinazo en lata caliente”, dado que el primero presentaba dolencias en una rodilla y el segundo, dolores en sus músculos soléo, lo cual no les permitiría semejante travesía, la misma que obviamente cancelamos, ya que con el grupo es ley que caminamos todos unidos o no camina nadie.

Ya íbamos a completar las seis horas de caminata. El sol calentaba y el hambre, como cosa rara, aparecía en nosotros, máxime que allá al fondo y entre las copas de unos pinos, se elevaba un humo blanco el cual se dispersaba en forma desordenada por entre el follaje, debido a la acción del viento.

Era el fogón de Doña Edilma, la propietaria del restaurante “Los Pinos”, quien nos hacía sus señales de humo, invitándonos a visitarla, lo cual ya no es necesario, dado que tenemos que amarrar los cayados y los tenis, para que no se vayan solitos para el citado lugar.


Efectivamente, recorrido el corto trayecto que nos separaba del restaurante precitado, ingresamos en medio de la gente que lo ocupaba, el olor a humo montañero, a sancocho, a chorizo, a arepa caliente y a delicias del paraíso, esas que sólo sabe hacer Doña Edilma.

Nos sentamos a manteles, mientras el Zuluaguita daba una repasada al personal femenino que ocupaba el local, acto casi de reverencia interrumpido por el saludo de Doña Edilma y el: ¡A sus ordenes señores, que se les antoja!!! De Sandra, una de sus atentas empleadas, a quien le respondimos, que tres medias porciones de sancochos de gallina para Zuluaga, Chema y Juanfer, mientras Olayita, sólo se contentaría con media porción de carnita de cerdo asada y dos cucharadas de frisolitos, todo acompañado de las respectivas bebidas al gusto.


Efectivamente, en pocos minutos va a apareciendo Sandra, con los almuerzos, depositando sobre la mesa que amenazaba con partirse, tres humeantes platos hondos de sancocho repletos a más arribita del borde, un plato con una presa de carne de cerdo y un marrano pegado y dos cucharonados de frisoles, que casi llenaban un plato hondo mediano. ¿Y quién vive tras esos morros??

Felices, sonrientes y sintiéndonos como unos reyes, arrancamos con nuestra ardua tarea de dar mate a esos alimentos “que agradecímos al Creador y que nos daba sin merecerlos”; cuando aparece nuevamente Sandra en escena: Ahí les manda Doña Edilma: Y sí, una cocada inmensa de la más deliciosa ensalada bien surtida y picada y una cocada de arepitas redondas hechas en leña...que mejor dicho...

Como ya es costumbre de Doña Edilma, tan pronto ve que uno ha mermado el plato, se arrima armada de cucharon y olla y empieza a rellenar nuevamente lo que ya habíamos medio vaciado mientras dice: “Usté está muy flaquito y usté muy pálido y usté muy cansaito..” faenas que repitió en dos ocasiones con nosotros y debido a las mismas, casi le toca pedir auxilio al Olayita, considerando y como él mismo lo afirmaba: “Quedó corchado.”

Pagamos la cuenta (súper barato todo, no obstante la cantidad, la atención y la calidad de comida), para pararnos casi a tientas y recostados sobre nuestros cayados, dado que teníamos el estómago no “llenado” sino enjalmado, gracias a la generosidad de Doña Edilma, quien a la salida nos atajó con de a dos bocadillos veleños envueltos en guasca, para cada uno.

Querido lector, si es que hay alguno que se arriesgue a asomarse por estos lados: Cuando usted vaya a Santa Elena, pase por el restaurante Los Pinos, de Doña Edilma ahí en el borde del camino y unos 500 metros antes del parque del corregimiento, para que vea y deguste platos típicos deliciosos y se sienta atendido como se merece..

Cruzamos la carretera como mi Dios nos ayudó y nos paramos ahí mismito a esperar lo que fuera y que nos llevara a Medellín. Efectivamente a los pocos minutos apareció una buseta, la misma que abordamos presurosos, continuando esta su recorrido por la ruta Santa Elena, esa que marea un brazo de pilón y nos dejó en el centro de Medellín, para seguir luego cada uno, hacia nuestras residencias.

Que llenura pero que dicha y hasta la próxima con el superior permiso.

JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE (Juanfer)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Cualquiera se emborracha con semejantes paisajes de nuestra tierra, ademas de la hermosa descripcion de mi querido Juanfer. Que hermosas montañas abrazan a nuestra amada tierrita, que maravilla el progrezo de nuestra ciudad, de verdad que se puede caminar tranquilamente por Santo Domingo y sus alrededores, gracias a nuestro anterior alcalde que aposto a la educacion y creer en nuestras gentes.
Miren que el Lobato es requete buena gente, mando La Milagrosita de paseo con ustedes y los cuidara y les regalara un hermoso dia.
Mirese por donde se mire no hubo presa mala en esta caminata, gracias Juanfer por dejarnos disfrutar una vez mas de sus caminatas por medio de tu amena cronica y a los fotografos, siempre
gracias por dejarnos disfrutar de la tierrita atravez de las hermosas
fotografias, a estas cronicas no les hace falta sino el olorcito del campo para que fueran la gloria!!!

Conejita

Anónimo dijo...

Juanfer,otra crónica en alto relieve es un orgullo leerla y con la envidia de no tener puesta la camiseta de los TT.Muy bien Juanfer,por recalcar,la falta de civismo de muchos caminantes,todos debems cuidar la naturaleza.
RUMU

Jorge Iván dijo...

La crónica quedó como el sancocho, de siesta. Deliciosa narración de cada tramo y cada vivencia. Una de las mejores crónicas de Juanfer.
Conejita, el Lobato, con o sin la Milagrosa es requete buena gente, te lo digo yo que lo conozco desde chiquito.

Anónimo dijo...

Por aqui dandole una repasadita a la cronica y fotografias, y para sorpresa encuentro a Jorge Ivan,
diciendo que conoce al Lobato desde chiquito, sera creerle que
si es requete buena gente con o sin la Milagrosa.

Conejita.

Anónimo dijo...

Mejor dicho, se me hizo agua la boca cuando leí la parte del restaurante. Me parece bien que Juanfer recomiende el restaurante de doña Edilma; La atención y la calidad de la cocina con leña, no se consigue tan fácil.
Excelente crónica y muy instructiva, como todas las de Juancho. Felicitaciones.
Olaya

Anónimo dijo...

No sabe uno cuál alegría es más grande... si tener esas bellezas... si poder volver a disfrutarlas después de tantos años de inseguridad que lo impedían... si que existan los Todo Terreno que se apropian de ellas, las degustan y las comparten con nosotros. Benditas piernas pa andar, benditos fotógrafos y benditos cronistas, estos amigos TT.

La crónica nuestra de cada semana dánosla hoy. ¡Qué señora belleza! Gracias, queridos amigos. Gracias, Juanfer.

Luismú

Anónimo dijo...

Soy un gran admirador de los T. T. y casi que me siento como uno de ellos hasta su fundador.
Por eso cada que me asomo a éste rinconcito "muy o poco vistado", ya que el "muy" lo dan las ganas y la amistad, encuentro mensajitos de aliento para ellos, que son como esa aguita y el guandolo que los refresca en cada salida.
Gracias en nombre de los T. T. a los que por este postiguito de "la loca alegría", se atreven a darse su pasada para dejar un poquitico de calor humano para los caminantes.
JERONIMO

Anónimo dijo...

Vea como los caminantes Todo Terreno, ya viven como los camioneros o como los bananeros: En paro. Creo que hace una semana estuvieron por los lados del Páramo de las Baldías y como que ni pa'crónica ya les alcanzan los ánimos. Mala cosa: ¿Qué dirán Sarita, Jerónimo, Samuel y Matías??
Jealbo