Caminata Colegio Latino - Santa Elena, vereda El Tambo


ALPINISMO, FLORES, PAISAJE, BELLEZA, PROGRESO Y CABLE.

ENCUENTRO

7 am. Estación Exposiciones de nuestro Metro, donde los tres amigos: Luis Fernando Zuluaga Z. Carlos Alberto Olaya B. y Juan Fernando Echeverri C. como en un rito al cumplimiento y a la caminería hicimos “foro” para iniciar esta nueva aventura.
Ausentes: Jorge Iván Londoño M. por compromisos familiares y José María Ruiz P. compromisos y a lo que se suma un problema en sus gemelos.

INICIO DE VIAJE


7:05 am. Ya desayunados desde la casa, los tres caminantes y mejores amigos, debidamente acomodados en una buseta de Transportes La Ceja tomamos rumbo a Las Palmas y en lo que demora el indeseable de J.J. Rendón en armar un chisme, estábamos frente al Colegio Latino dispuestos a iniciar al ascenso hasta el hermoso Corregimiento de Santa Elena, cuna de silleteros y milagro de paz hecho flor.

INICIO DE ASCENSO

7:20 am. Dábamos nuestros primeros pasos por la nueva y bien pavimentada vía que bordea el Colegio Latino, la cual se inclina inclemente, mostrando ante nuestros ojos un paisaje totalmente cambiado, al que vimos y dejamos meses atrás, ya que el progreso (sí así se puede llamar) ha transformado el entorno en forma exagerada, dando paso a modernas urbanizaciones que se cuelgan de la montaña, mientras se destruye la fauna, la flora y las aguas , con la aquiescencia de las autoridades, pero quién sabe si de la naturaleza, la cual mañana cobrará por ventanilla.

Esta caminata ya la hemos hecho como en una siete oportunidades, es decir nuestros cayados nos llevan solos, pero es casi que irreconocible el entorno, tanto que no teníamos certeza del sendero a tomar, que nos llevara por esa senda que se combina con caminos de piedra tejidos por nuestros aborígenes y utilizado por nuestros arrieros durante años y los cuales facilitan el ascenso.

Llevábamos unos cuarenta minutos recorridos, en un ambiente frío, con un camino liso y algo empantanado debido a las lluvias caídas y todo envuelto en una neblina que no se atrevía a cerrase por no perderse el paso de los caminantes. Paisaje hermoso arriba con la empinada cordillera, donde la neblina si era toda una ruana, y atrás la vista tenue de Medellín, nuestra orgullosa y bella ciudad que poco a poco se nos alejaba a medida que avanzábamos, mostrándonos su norte.

Muchachos, dijo Zuluaga: “El sendero que cogimos no es el de los caminos de piedra, es aquel el de la trepada que casi nos mata”. Sí, se refería a otra ruta que ya habíamos tomado meses atrás y que por su topografía y condiciones, resultó una verdadera escalada sobre una pared de piedra, donde una caída podía ser fatal, ya que “viejo caído es viejo perdido…” pero que le vamos a hacer ya que caminante que se respete no tira reversa.

Y así entre charlas, dichos, conversaciones de cualquier tema existente y por existir seguimos nuestro ascenso. De pronto, al tomar un recodo del camino en una parte boscosa, un grito, unas voces y unas risas detuvieron nuestros pasos y nuestro aliento. ¿Qué será? Nos preguntamos mientras Zuluaga y el suscrito cautelosos nos adelantamos y Olaya se quedaba atrás prevenido.

Así despacio y desconfiados superamos el recodo y vimos más adelante, como a doscientos metros, un grupo de muchachos que tomaban fotos y se divertían. ¿Boys Scouts? ¿Paseantes? ¿Caminantes?...Ninguno respondía y seguimos nuestra marcha firme y en pocos minutos los estábamos emparejando.


Efectivamente pudimos comprobar. Eran seis jóvenes con edades entre los diez y ocho y veintidós años máximo, quienes desde sus figuras de “combo” respondieron a nuestro saludo, al tiempo que comprobábamos que se hacían acompañar de cuatro perros (más tardecito pudimos enterarnos que eran perras) de la temida raza PitBull, de esos prefabricados y amaestrados por el hombre para pelear y matar y ahí sí afinamos nuestro susto y nuestra desconfianza.

El grupo quedó integrado físicamente pero desintegrado mentalmente. Nuestra desconfianza era mutua y poco a poco nos ganamos la confianza de los jóvenes, con quienes compartimos fotos en la cámara de Olaya, quien a su vez los hacía posar. Ellos se interesaron por saber quiénes éramos, qué hacíamos y “que verracos ustedes para caminar”

Realmente al suscrito en ese momento, y los que siguieron, sólo le me importaba la ubicación de las perras, las cuales continuamente pasaban rozándome con sus largos rabos y jadeando, mientras dominaban el ascenso, el cual se tornaba más complicado en la medida en que aparecían esas rocas caprichosamente superpuestas en el sendero por la naturalezas y que desafiaban nuestras fuerzas.


Como sin querer queriendo les dije: “Muchachos, ¿Las perritas ya desayunaron y tomaron agüita? “Sí cucho”, me dijo el más joven de nuestros casuales acompañantes, “antes de salir les dimos comida y agua…” Eso me tranquilizó, pero me parecía que Yira, nombre de una de las perras, le decía a otra de color amarillo quemado y recién parida como lo mostraban sus ubres y tetas colgantes y rebosantes de leche: Mona, tranquila que a estos viejitos nos los almorzamos más arriba…El nombre de la otra perra era Nana y nunca me interesé en averiguar el de la cuarta.


Dele pa’ lante mijo y no pregunte nada era la consigna, y efectivamente nos dimos cuenta los tres caminantes que el ritmo que llevábamos era endiablado y superamos esa pared de roca en un tiempo increíble, sin importarnos lo lisas y peligrosas, por el agua que aún corría por ellas, el pantano y los pequeños charcos que se negaban a dejarse absorber por el terreno poroso y flojo, que acompañado de vegetación se había metido entre las juntas de las mismas.

LA CIMA EN LA MESETA, NUESTRA META.

Cuando nos dimos cuenta y a escasos metros de llegar a la cima en el sitio conocido como La Meseta, habíamos dejado al grupo de muchachos y sus perras atrás, lejos en el camino y perdidos de nuestra vista. No fueron capaces de seguirnos el paso, dijo Zuluaga con voz triunfante, mientras para mis adentros yo me decía “que va home es que el miedo hace milagros”.

Tranquilos y serenos seguimos la marcha en un terreno más amable, interrumpida nuestra cháchara por el ya acostumbrado grito de Zuluaga, nuestro Rodrigo de Triana criollo, “Coronamos”. Efectivamente el terreno se tendía ante nuestros ojos cual tapete verde pringado de pinos y sietecueros, en ese plan tan familiar para nosotros, mostrándonos al frente el viejo arrastradero en escala que se ha utilizado para sacar madera y que lleva a la vereda El Plan y a nuestra izquierda ese camino amable que lleva a la vereda Las Delicias y nos decidimos por este.

En medio de esas casitas hermosas de Santa Elena, todas en flor, respirando la paz de ese corregimiento, la cual es silvestre en toda la extensión del mismo, sinónimo de silleteros y muestra viva de nuestro ancestro paisa, matizamos la marcha con las experiencia vividas y las que pudimos haber vivido y experimentado, al tiempo que reconocíamos el paisaje y así nos fuimos acercando a la cabecera de Santa Elena, hermosa como siempre y resaltada por su pequeño templo, la bella escultura en homenaje a nuestros silleteros y ese marco de plaza que nos traslada a esa “Antioquia grande y altanera”, donde la fe, la honradez y la convivencia eran un mandamiento.


Ingresamos al templo, dimos gracias al Creador y salimos a tomar alguna cosa. Eran las 10:20 am, nos había rendido la marcha. Entonces tomamos asiento en una heladería y frutería que linda con la iglesia, donde rebosamos de amistad, arreglamos el país, elegimos presidente, recordamos experiencias y así entre cervecitas, Mr. Tea y buena” parla”, matamos el tiempo y resucitamos vida.

Bueno y el almuercito ¿qué? Está temprano pero sí, vamos a buscarlo para que luego salgamos a recorrer y sigamos al Tambo y al Parque Arví, la nueva reserva ecológica y turística hecha por el Municipio, el Metro y algunas empresas para goce de la comunidad y nuevo orgullo de Antioquia, máxime que cuenta ahora con la extensión de la línea “k” del Metro, ese cable aéreo que hace “las delicias de propios y extraños”. Fácil hacer planes.


Empezamos a desandar lo andado, en medio de negocios de frutas y de flores mientras Olaya ponía a funcionar su cámara. Aprovechamos cada instante para plasmar las experiencias y sentir las mismas y hasta foto nos hicimos tomar portando un hermoso ramo de Girasoles, flor de moda y que con seguridad, adornará muy pronto los pasillos y salones de la casa de Nariño.

Pasamos por el Restaurante Los Pinos, hoy remodelado y el cual ya no pertenece a Doña Edilma, aquella matrona de nunca olvidar, cuyos famosos sancochos se reproducían en los platos de los clientes como por arte de magia y gracia al generoso cucharon de esa señora, que llenaba los platos cuando veía que estaban mermados.

Seguimos de largo a buscar el Restaurante las Montañitas, lugar que también ha sido de nuestra predilección dada la calidad y buena atención y donde Jorge Iván Londoño (El Lobato), recién ingresado al grupo, se nos quedó encerrado en un baño de donde casi tiene que ser sacado por los bomberos.


Es bonito el sito y está siendo remodelado. Allí fuimos recibidos por una hermosa morena con unos hoyuelos encantadores y luego del saludo de rigor y sentarnos a tablas (allá no hay manteles gracias a Dios) pedimos tres cervezas Club Colombia (casi que me dan ronchas ya que prefiero la Pilsen ) luego la carta e hicimos pedido, y en un santiamén estaba la morena ubicando sobre la mesa las viandas de mondongo para Zuluaga y el suscrito y Cañón al Carbón para Olaya. No dieron un brinco esos tres platos.

Cubierta la cuenta, fina despedida, las gracias y las felicitaciones por tan excelente atención y mejor comida, salimos como unos “chinches” de repletos y tomamos carretera rumbo a la vereda El Tambo, para completar nuestro recorrido y volver a Medellín por el cable vía Santo Domingo.

El sol había salido en todo su esplendor y calentaba el paisaje, pero avisando lluvia para màs tarde; no conociéramos “al mono Jaramillo” y sus caprichos. Que gentío Dios mío…puro turismo y pura fiesta. El mismo paisaje repetido en flores, follaje, frutas y belleza. En poco tiempo estábamos ingresando a los terrenos del Parque Piedras Blancas, donde se hacen amplios parqueaderos para lo que se viene. Pudimos conocer el proyecto “Muros de Tierra” de la fundación Tierra Viva, la cual ha retomado la construcción de tapia o tierra pisada para vivienda y locales, así como el uso de techos vivos, es decir, verdaderos jardines que techan las nuevas construcciones, lo cual quedó registrado en la cámara de Olaya.

Hermosos proyectos y hermoso el paisaje, lástima que “algunos señores adinerados de Medellín” se han venido asentando en el lugar, comprando a los moradores sus finquitas con sabor a silletero y arriería, para construir lujosas casas de ladrillo a la vista, teja española y grandes vidrieras que contaminan la vistas y nuevamente con la aquiescencia de las autoridades. ¿Cuáles?

Aprovechamos la oportunidad para tratar con algunos habitantes y preguntarles sobre su impresión con la transformación que vine sufriendo el corregimiento, unas de cal y otras de arena. Están contentos, pero temerosos “que se les acabe la paz y llegue la delincuencia, con tanta afluencia de turistas y de extraños, que no dejan de ser un problema”.

Efectivamente, en el camino pudimos ver los sitios limpios para disposición de residuos sólidos hechos con plástico reciclado, las canecas, los cobertizos y especies de descansaderos, para que las familias, algunas de las cuales disfrutaban de sus sancochos en plena vía y en cómodas mesas dispuestas para tal fin, puedan organizar sus almuerzos, sus fiestas, sus siestas y su camping.


En medio de ese mar de gente, llegamos al estadero Tambo que hervía, es decir se volvió un verdadero machete para sus propietarios. Allí refrescamos nuevamente nuestros maltrechos radiadores y nos encaminamos a la estación del metro cable Arví, retirado algo así como medio kilómetro, y cuál sería nuestra sorpresa al llegar y comprobar que las filas eran interminables.

Una para comprar tiquete y otra para ingresar al sistema. Hasta ganas nos dieron de devolvernos al Tambo a coger bus, máxime que se había soltado el aguacero, pero bueno…caminante que se respete no retrocede (ya habíamos dicho) y nos aguantamos la fila y el agua, la cual por fortuna amainó ligero quedando el tal aguacerito moja bobos.

Hicimos de las filas y la espera una fiesta, ya que nos dedicamos a charlar con la gente y sobar la paciencia y por primera vez, los tres amigos y caminantes coincidimos en que había desorden e improvisación en todo esto, algo raro y que no es propio de nuestro Metro, el cual funciona para todo como un relojito. Igualmente empezamos a creer que si en Santa Elena no se ubican algunos CAI y estación de Policía…la seguridad quedará en entredicho, como en entredicho quedó la construcción del cable, el cual fue montado y puesto en servicio, sin haber culminado la infraestructura de todo el sistema y sus anexos.

Mientras hacíamos la fila, se nos arrimó una hermosa muchacha quien nos preguntó si nos podía hacer una entrevista para la Organización Metro Parque Arví, a lo cual accedimos gustosos, la misma que se desarrollo en medio de cámaras, amplificadores y reguladores de sonido, micrófonos y la gente a medida que la cola avanzaba.


Por fin compramos lo tiquetes luego de sortear mil condiciones. Hicimos fila para ingresar a las góndolas, las cuales llegaban totalmente vacías ya que a las 4 pm se suspendió la venta de tiquetes para subir, porque es tal la afluencia de público que de no ser así, no alcanzan a evacuar la gente que ocupa el Parque Arví y sus alrededores en cantidad de visitantes.


Acomodados en la góndola con una joven pareja, dos jóvenes señoras con sus hijos pequeños y un muchacho visitante que viajaba solo, más los T. T. iniciamos nuestro viaje aéreo. ¡Que hermosura carajo! ¡Qué espectáculo! ¡Qué verdor y paisaje!...Todo un descreste lo que se logra ver desde arriba, en esa inmensidad de Arví, el cual medio cubierto por la niebla y bajo la lluvia que nuevamente había arreciado, nos brindó un espectáculo nunca imaginado.

Si esto no es raza…¿Qué es entonces? Y así conversadito con nuestros compañeros de viaje superamos la montaña, para quedar descubierto ante nuestros ojos, toda la belleza del Valle del Aburra y abajo el Barrio Santo Domingo, que hace esfuerzos por salir, progresar y recuperar su tranquilidad y su seguridad, y allá a lo lejos todo el esplendor de nuestra Medellín.


Al paso por los colegios de “calidad” y la hermosa Biblioteca España, recordamos a nuestro ex alcalde Doctor Sergio Fajardo Valderrama, artífice de todas estas obras y hoy candidato a la Vicepresidencia de la República.


En la Estación Santo Domingo, bajamos de la góndola, para comprar nuevos tiquetes y abordar otra en el integrado segmento de cable “Línea k”, el cual nos llevó a la Estación Acevedo, donde tomamos el Metro, ese que nos pondría a tiro de piedra de nuestra residencia

Ahí queda esta crónica para los lectores, si alguno se atreve a arrimarse por estos lados, y para nuestras autoridades y la organización Metro, ya que hay mucho por prevenir y mejorar en esta maravillosa obra que habla de la grandeza de Antioquia.

Cordial saludo a todos y hasta la próxima si el superior permiso lo permite.

JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE

ÑAPA, COMO DICE UN QUERIDO AMIGO: Una lástima enterarnos por la prensa de mayo 5, que despreciables vándalos y desadaptados, habían quemado uno de los sitios limpios del parque Arví, robado algunas canecas metálicas y desmantelado varios elementos paras disposición de sólidos, así como una caseta. Duro con esos antisociales, ya que la delincuencia no puede prosperar en la tierra de los silleteros.

7 comentarios:

Elbacé Restrepo dijo...

Muy buena la crónica, muy surtida, muy crítica y hasta política. Y como el cronista y yo ya somos de partidos distintos, palito en boca, je, je, je...

Anónimo dijo...

Hasta que me di el gusto de leer una cronica mas de nuestro querido cronista Juanfer, y como siempre,
no le quedo faltando nada, la zasono de tal manera que si alguno pide mas, que le piquen caña.
El video y las fotografias de lujo, hasta los Girasoles posaron, buen augurio.

Coneja.

JuanCé dijo...

Gracias por contarnos los sitios de recorrido; con unas horitas de coordinación, nos hubiéramos encontrado en la casa donde reside, desde hace 30 años, mi suegrosaurio.
Es ahí mismito, al lado de la carretera hacia el Tambo.

Anónimo dijo...

También me disfruté estos relatos del Chema y Juanfer donde cada uno pone su estilo picaresco en nuestra aventura sabatina .
Felicitaciones para los dos.
Luisfer

Jorge Iván dijo...

Bueno, menos mal mandé a la Milagrosa como mi representante en esta caminata, porque esa subida por ese filo, con despeñaderos a lado y lado y para ajustar con ese combo detrás, es como para pedir una carrera en helicóptero. Por fortuna el final fue muy agradable. La crónica quedó como el metrocable...de altura

Unknown dijo...

Hola Caminantes, Mi nombre es Diego Vasquez y soy amigo de Gloria "La coneja", me comento de lo maravilloso que es su grupo y , la verdad me la he pasado viendo su blogg en las ultimas semanas recorriendo los caminos de mi Antioquia adorada. Mil felcitaciones por su grupo, ahora lastimosamente vivo lejitos de la tierrita pero gracias a ustedes uno se siente mas cerquita atraves de sus anecdotas, fotos y videos... se maravilla uno con todos esos paisajes y personajes tan hermosos de nuestra tierra! Ojala me invitaran a ser parte de su grupo y hecharme a una caminadita cuando este por alla...

Anónimo dijo...

Gracias DIEGO por su mensaje y bienvenido. Nuestros caminos son amplios y nuestra amistad irrestricta.
Jealbo