Caminata Girardota - Don Matias

Fecha: 21 de abril de 2007

Duración: 8 horas

Integrantes: Juan Fernando Echeverri Calle, Luís Fernando Zuluaga Zuluaga y Jorge Iván Londoño Maya

Nombre: POSTRERA Y TOCINETA

Con la sentida ausencia de Carlos Olaya B, quien por segunda vez no nos pudo acompañar a esta exigente y hermosa caminata, dimos inicio castigando con el látigo del desprecio a nuestra entrañable Terminal del Norte como lugar de encuentro, por lo que pasamos raudos por un ladito, haciendo callar a Juanfer para que no se fuera a enterar de nuestra presencia. Después de varias “últimas” seguimos rumbo a la estación Niquia. El pensado era encontrarnos allí con Luis Fernando, pero por esas coincidencias gratas que a veces nos regala el destino nos lo topamos en la estación san Antonio, en el mismo vagón, pegados del mismo tubo y respirándonos en la nuca. El Zuluaga y Zuluaga iba elevado a la décima potencia, mirando las sugestivas fotos de la modelo de turno de la portada de la revista nueva del Colombiano, por lo que sólo se percató de nuestra presencia cuando le dije con voz de locutor deportivo: “señor, ni se le ocurra voltear la página que estoy mirando ese cuerpazo”

Allá en Niquia, otrora sitio ideal para elevar cometas y hacer sancochos a la sombra del cerro Quitasol, y hoy convertido en un enorme juego de Monopolio, lleno de calles, casitas, apartamentos, negocios y centros comerciales, cogimos un taxi colectivo para Girardota, cuyo conductor nos cobro cupo completo de cuatro pasajeros, porque no pudimos que nos llevara gratis a la Milagrosa, nuestra patrona.

En menos de lo que se le inventa una calumnia a nuestro Presidente Uribe, estábamos rastrillando zurriagos en el parque de Girardota, hoy convertido en apacible municipio de 40.000 habitantes, tanto que para celebrar el día de nuestra señora de las Mercedes, el alcalde tiene que pedir prestados tres o cuatro presos de municipios vecinos. Nuestra primera misión fue entrar a la catedral de Nuestra Señora del Rosario, construida en adobe de barro cocido; construcción que por su similitud, mas no por su tamaño, parece la hermanita menor de la catedral metropolitana de Medellín. En su interior se encuentra la imagen del Señor Caído, que compite alfombra roja de popularidad con la imagen de María Auxiliadora, ubicada en Sabaneta, o sea en el otro polo del valle de Aburrá. Hasta allí llegamos para dejar grabadas nuestras intenciones y necesidades bajo el amparo del delicioso y espiritual silencio de ese recinto.

Con el alma renovada pasamos a la fuente de soda, otro nombre, que como el de granero mixto, es muy común en nuestros pueblos, para desayunar nuevamente al mejor estilo camionero, aquí les va el menú: recalentado, hígado frito, huevos revueltos con aliños, papas a la girardoteña, arepa, quesito y chocolate espumoso. Más llenos que hijo de sirvienta dimos inicio a la caminata a las 8 y 20 de la mañana, no sin antes conocer en pleno parque, el vehículo repartidor de la carne, un carro de bestia al cual le adaptaron un furgón de aluminio en su parte trasera.

Antes de salir del pueblo entramos a conocer la parroquia de san Esteban, la cual tuvo como párroco al padre Mario Sierra, quien fuera por muchos años el mozo de banderillas celestiales (capellán) de la plaza de toros la Macarena. El padre Mario pasó a ser “don” Mario al contraer nupcias con una maestra del pueblo, matrimonio que por alguna incompatibilidad non santa duro menos de lo apostado por muchos parroquianos sorprendidos por tan inusual suceso; así que el padre Mario, al cabo de un año larguito, regreso al confesionario, profesión que si conoce y hace muy bien.

La salida del pueblo hasta la autopista sigue siendo la misma vía fea y polvorienta de hace un siglo. Instalados en la nueva autopista, cogimos hacia el norte caminando y disfrutando por el tramo de ingreso al valle de Aburrá, el cual consta de tres carriles y de encima tiene la acera y una cicloruta. Esta nueva vía está construida en un 90% entre Girardota y el peaje el Trapiche, ubicado un kilómetro antes del parque de las Aguas, sólo falta la adecuación de algunos taludes. La verdad es que no cabíamos de la emoción al caminar por aquella moderna vía.

Al pasar por el peaje la empleada de una de las casetas llamó a Juanfer a decirle: “que pena señor, ustedes tres no pagan, pero el palo, (lenguaje popular) que lleva el señor de cachucha roja (el lobato) si paga, porque tiene una potencia superior a 3.000 centímetros cúbicos y tiene mas de 4 ejes”. El precio del peaje fue una mentica de las que nos dieron en la fuente de soda con la devuelta del desayuno.


500 metros mas adelante del peaje, y despedidos por la poderosa corneta de una de las tantas tractomulas que por allí transitan, llegamos a la vereda La Palma, por donde nos entramos para tomar la carretera destapada que nos llevaría a la cima de la montaña. Una fila india de búcaros, sembrados a lado y lado de la vía y una hermosa sardina, con un caminado de palmera samaria, nos dan la bienvenida.

Muy pronto apareció la única tienda que hay en el ascenso y pedida a gritos por el Zuluaga para tomarse su Pilsen. Más adelante nos encontramos con la salida del túnel que viene de la represa Riogrande, parte de cuyas aguas alimentan el parque de las Aguas. Allí uno de los celadores nos dio indicaciones para tomar un atajo que nos ahorraría tiempo, propósito que no pudimos llevar a cabo porque las lluvias caídas el día anterior hicieron el camino imposible de transitar, así que después de unos 15 minutos de desvió regresamos al punto de partida; no obstante, logramos conocer el acueducto veredal construido por las Empresas Públicas.

El paisaje, que en todo el ascenso es siempre el mismo, esta conformado por los últimos vestigios del valle de Aburrá, que en ese punto se vuelve muy angosto, adornado por las figuras caprichosas que forma el río Medellín, por el parque de las aguas y sus enormes piscinas, por las empresas y las fincas asentadas allí, todo bajo el marco de las dos montañas que forman este gran cañón y de la cantidad de casitas campesinas asentadas en las mismas, que forman un presebre que nunca se desbarata.

El sol sale a ratos como para ver como y por donde vamos. El agua, que en esa región es abundante, corre por pequeños riachuelos, es helada y muy pura, por lo que con ella llenamos las botellas vacías para refrescarnos. La neblina es la encargada de bajar la bandera a cuadros para indicarnos que después de casi 5 horas de caminar hemos llegado a toda la cima. Allí encontramos una sucursal del monumento al señor Caído y las partidas para san Pedro y don Matías.

Luego de un corto y merecido descanso, le ponemos la cuarta a nuestros cansados pies y comenzamos a devorar los últimos kilómetros en su mayoría por puro plan con algunas cortas subidas. Como el cielo se fue encapotando no se hicieron esperar las súplicas para que no lloviera; el lobatico por su parte se dirigió a su Milagrosa, pero por el otro lado el cardenal Echeverri le imploraba a la virgen de Guadalupe, lo que creo una gran confusión mariana, a tal punto que el señor aguacero hizo su aparición, lo que nos obligó, por segunda vez en toda nuestra trayectoria de caminantes a usar nuestras capas y seguir por la carretera que se convirtió en un pantanero; parecíamos tres ánimas errantes, pero parlanchinas, porque la conversación no se interrumpió en ningún momento. Como a los 40 minutos escampo y el cielo se despejó para dar paso a un tímido sol que nos acompañó hasta el final.

En el tramo final están ubicadas varias guarderías porcinas llenas de deliciosos proyectos, así los olores nos hagan acelerar el paso, cuyos alumnos viven en recreo por su permanente algarabía. Igualmente encontramos los potreros donde desfilan con su paso lento las modelos vacunas de la casa holstein, exhibiendo sus nada siliconiadas ubres. Como ya era hora del ordeño vespertino, en cada potrero se observa al ordeñador sentado en su butaquita portátil de madera, dele que dele, mientras el resto de la barra espera pacientemente alrededor de la paciente de turno.

Las existencias de bombones se nos acaban en una casa donde nos sale un monito ojiazul, pensamos que estaba sólo, pero comienza a decirnos nombres de sus hermanos, los mismos que fueron apareciendo en el corredor. La ultima parada la hicimos en la tienda de una hermosa familia, allí estaban papá, mama y los dos hijos, la menor de 5 meses de nacida. Mientras disfrutábamos de unas malticas y la infaltable picada de chitos, llego Sara, la hermana mayor del monito ojiazul, por lo que el cardenal Echeverri aprovecho el momento para darle consejos a Sara, quien a sus trece años, y con una preciosidad de ojos, está en la edad en la que fácilmente la ponen a jugar muñecas pero de verdad.

Una hora más de camino y llegamos a Don Matías. En toda la entrada paramos a comernos una empanaditas caseras, acompañadas de ají pasado por la contaminación de una lavandería industrial que queda al frente de la casa, problema que los vecinos han denunciado ante la alcaldía, pero sin ninguna solución; ese es el precio que se debe pagar por la industrialización. Mientras disfrutábamos de las empanadas vaticanas, porque son pura papa, conocimos a la hermosa hija de la señora de la casa, quien a sus 17 años ya es la mamá de Jerónimo, de 3 meses de nacido, lo que ratifica que los embarazos precoces no son problema exclusivo de las ciudades.

A las 4 y 30 de la tarde llegamos al parque principal y de allí pasamos a visitar la iglesia de nuestra señora del Rosario, para mi gusto la más hermosa de los municipios que hemos visitado. Luego de asegurar los tiquetes en la buseta de las 5 y 15, entramos al restaurante donde ya tenemos puesto asegurado, por su buena sazón. El Zuluaga se fue por el mondongo completo con triple porción de ají, y Echeverri y Londoño por la exclusiva sopa de arvejas y el seco compuesto con arroz, carne de cerdo o sobrebarriga, porción de espaguetis caseritos, ensalada rusa, tajadita de maduro y dos casquitos de huevo duro, todo acompañado con 2 litros de claro heladito y bocadillo. Este almuerzo, certificado ante un notario, vale cuatro mil pesos ($4.000)

A las 5 y 15 partió la buseta para Medellín. El viaje estuvo tranquilo y más conversado que costurero parroquial. A las 6 y 15, o sea una hora después, y gracias a la nueva y generosa vía, estábamos tomando el metro en la misma estación de llegada en la mañana, es decir Niquia. Se terminaba así esta extenuante pero maravillosa caminada, la cual hacemos por segunda vez. Cuando llegué a la casa me encontré en uno de los bolsillos de los pantalones, que todavía estaban húmedos por el aguacero, una mentica de las que nos regalaron en la fuente de soda, por lo que le dije a Pompilio, mi cayado: “que pena, no pagamos tu peaje de regreso”

Hasta la próxima

Jorge Iván Londoño Maya

1 comentario:

Anónimo dijo...

NO PUEDE SER, PROTESTO!!!
como asi que nadie ha leido esta cronica, que paso? donde se fueron dizque el primer fan de los todo terreno, y demas lectores de estas cronicas, ahora si definitvmente lo reafirmo soy la fan numero 1 de los Caminantes todo Terreno.

Lobatico, estoy de acuerdo con vos, es la iglesia mas hermosa que he visto de todas las cronica, y que sabrosa cronica te tiraste hoy, lastima que nadie la hubiera disfrutado, parece mentiras que apenas hoy enero 6 del 2009 yo sea
la unica en hacerlo.
Le dejare saber esto a los Todo Terreno.

Conejita.
Harrison. N.J