Caminata Colegio Latino - Corregimiento de Santa Elena

Fecha: sábado 17 de noviembre de 2007

Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga. Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge Iván Londoño Maya

Nombre: Borrachera de color, Naturaleza viva…naturaleza muerta.

¡Queridos lectores!! Si es que por ociosidad o casualidad hay alguno que se atreva meterse a estas garrapateadas breñas cibernéticas. Hoy 17de noviembre de 2006 y con este invierno tan “jijuemama” que hemos tenido en estos días, nos amaneció la mañana como bien pispa. Borrachera de luces y colores, el cielo medianamente opaco por encimita del Cerro Pan de Azúcar, el “mono Jaramillo” le coquetea a la mañana, las montañas medio cubiertas de niebla, pero por las sombras, efectos y luces se ven más hermosas que nunca.... O nos cambió el tiempo o es que hoy si se va a pegar por fin nuestro fotógrafo de cabecera el Carlos “Polaroid” Olaya, que hace rato nos tiene banquiaos.

Eran las 7:30 a.m. cuando en la Estación Estadio del metro, nos encontramos Jorge Iván Londoño (El Lobato) y el suscrito, para así sobre rieles y bajo un cielo que pintaba bien bonito en esa fresca mañana, continuar hasta la estación Exposiciones, donde nos bajamos para tomar un taxi, el cual, en menos de lo que un Parlamentario se demora para cobrar sus “suelditos”, estábamos allá en la vía a las Palmas en el Colegio Latino, donde habíamos quedado de encontrarnos con Zuluaguita y con nuestro hombre de la lente, el “Polaroid” Olaya, quien nunca apareció......., dejando las luces, los colores, las sombras, los efectos, los retiros y los rayos del sol, con los crespos hechos, pero entendible debido a sus labores.

Efectivamente, ahí en Las Palmas, en el excelente tramo recién entregado, al frente del Latino, estaba el Zuluaguita en un “caspete” de esos donde les venden alimentación y bebidas a los trabajadores de la obra, quien al vernos, y haciéndose el loco, tiró a un costado de la vía la cervecita que se estaba tomando y pidió en forma inmediata tres tintos, como si nada.

Reunidos los tres amigos y caminantes y luego del riguroso saludo con abrazo y pico incluido, procedimos a las 8:20 a.m. a iniciar nuestro camino, portando cada uno su vasito desechable lleno de oloroso y humeante café, el cual entre sorbo y sorbo y paso a paso fuimos sorbiendo y saboreando, mientras subíamos por la nueva carreterita recién pavimentada, que conduce a esos caminos que llevan al Alto de la Paloma, desde donde se descuelga uno a Santa Elena.

Es ésta nuestra sexta o séptima caminata con similar origen y destino, pero todas son totalmente diferentes, no sólo por la forma en que se presenta el clima, el tiempo y el día, sino que cada vez la carretera está más acondicionada y la montaña más deteriorada, gracias a las construcciones lujosas que inexplicablemente se levantan en la misma, con el lógico deterioro ambiental y el daño imperdonable a la naturaleza, la cual al paso que va, se apunta a declararse muerta en aquel sitio.

Lentamente, reparando en la naturaleza que aún se conserva “no tocada”, con el verdor de sus bosquecillos, pinares, presencia de pájaros con sus cantos, mariposas con sus vuelos desordenados y alegres y el “graznido” de las guacharacas, fuimos ascendiendo hasta llegar al camino, después de haber pasado por el frente de hermosas casas y fincas de ciudad, de donde salen los perros en manadas a ladrar y hacer bulla, pero muerde más el Señor Caído de Girardota.

Tomamos el camino en forma ascendente el cual se veía bastante empantanado. No habíamos caminado ni un kilómetro, cuando se nos presenta a nuestros ojos una especie de carretera en construcción....y que ...para nuestra sorpresa y rabia, es la marca nociva y dañina que hacen los motociclistas en sus motos y cuatrimotos, quienes vienen a competir o a “gomosiar” en estos lugares, sin medir el daño que le hacen al paisaje y a la naturaleza, ya que además tienen el descaro de cortar pinos que apenas están en crecimiento y como si nada, dejar inclusive tirados en el piso, galones y botellas plásticas conteniendo aceite y combustible de sus máquinas, lo cual constituye un peligro por aquello de los pirómanos que no han de faltar.

Definitivamente y así lo hemos denunciado en otras crónicas, es hora que las autoridades le pongan coto al daño ecológico que se hace a las hermosas montañas que encierran a Medellín, especialmente hacia estos lados.

En medio de un camino que dejaba ver los arroyos con resumideros, por las lluvias de los últimos días, cubierto de vegetación a lado y lado y donde en algunos lugares se cierra sobre nuestras cabezas, llegamos al sendero en piedra hecho por nuestros aborígenes en tiempos precolombinos, ese que ha sido utilizado por conquistadores, arrieros, comerciantes, viajeros, silleteros y caminantes y que conduce hasta el hermoso corregimiento de Santa Elena, “donde el que se va vuelve, y el que vuelve se queda....”

Atrás quedaba la hermosa ciudad casi cubierta por la niebla. Cerca en primer plano los lujosos edificios de El Poblado, encima ese chal o mantilla blanca tejida por “natura” con goticas de agua evaporada y más arriba los picos de nuestras montañas, esas que dan hacia el occidente y noroccidente, hermosas e imponentes, debiéndose resaltar el Cerro del Padre Amaya, El Tobón y el Toboncito los cuales contrastaban contra el azul del cielo, ese que se llenaba poco a poco de sol y de luz, ya que el “mono Jaramillo” sacaba a relucir lo mejor de su cálido repertorio.

Es de anotar, que el Lobato Londoño venía con una gripa como de exportación y se había vestido una chaqueta en puro caucho y de amarillo intenso, la cual le hacía perfecto juego con su colorada nariz, formando en su interior una especie de “sauna o turco”, ya que cada que bajaba las manos salían por las mangas de la misma sendos chorros de sudor.

Mientras todo esto, el “Melitón” Zuluaga hacía maravillas con su cámara, labor que había iniciado desde el mismo momento de arrancar nuestra marcha, allá abajo en las obras de Las Palmas y es que hay que decirlo, este paisaje es fotogénico y “pinchaito”, registra mejores “visticas” que Natalia París, pero con todo el verde de la naturaleza vestida, no en “bola” como ella,; máxime que es el escenario que enmarca una caminata que vale la pena hacerla todas las veces, dado que en ella evocamos la presencia de Antioquia y sus silleteros.

Lento, muy lento, observando cada detalle, cada nubecilla, volviendo los ojos atrás para mirar como la ciudad se despojaba de su manto de niebla, dándole miradas al Cerro de La Paloma allá en lo alto, observando el milagro de la naturaleza en una flor o una semilla que revienta, los pájaros, las flores, los anturios, los helechos, los bejucos, los siete cueros, las carates, los palmitos de monte, todo eso hacía de nuestra caminata un evento primoroso de vida, tan diferente a lo que habíamos dejado abajo, la mortandad, gracias a la mano del hombre.

La cruz, sencillo calvario en madera ubicado en uno de los costados del cerro y que hace las veces de mirador, los secaderos de madera, el roncar de las motosierras, todo eso se combinaban en medio del silencio, dulcemente acicalado por el trinar de las aves y el colarse del viento entre las ramas de los árboles; cuando a mano izquierda y como tres ciclópeos gigantes, se levantaban ante nosotros, esos senderos hechos por Corantioquia en madera inmunizada y que a través de 204 escalones muy bien dispuestos conducen a la vereda El Plan. Por allí seguimos los caminantes, cayendo directo a esa vereda que hace honor a su nombre, antesala del ya famoso Parque Arví, anexo a Piedras Blancas, reserva ecológica donde se encuentra la represa del mismo nombre, la primera hecha por EPM para surtir de agua potable a Medellín. Igualmente las veredas El Plan, junto con Piedra Gorda y Barro Blanco, son sin lugar a dudas puntales en las fiestas de las flores, aportando el mayor número de silleteros, esos que se han convertido símbolo de Medellín ante el mundo y declarados patrimonio cultural. No sobra agregar, que el próximo Metro Cable y el tercero en la ciudad, se hará en este sitio y como continuación del de Santo Domingo y tendrá un carácter netamente turístico.

Casitas campesinas regadas en el paisaje, “casotas” de ricachones de Medellín, aferradas al mismo, dañando el conjunto visual, pero muy pasables, cultivos de claveles crisantemos, siempre vivas, cartuchos, begonias,. margaritas, pompones....es decir, todas las imaginadas y por imaginar, ya que Santa Elena, tierra a la que acabábamos de entrar, parece un bazar florido en las manos del Creador.

Si señores....estamos en la tierra de los Silleteros, de esos hombres verracos y forjadores de una cultura, que de iniciar con un oficio casi que de “bestia de carga” al servicio de los españoles y criollos encopetados, pasaron a poner sobre sus espaldas, todo ese jugo de la tierra, que conducido por los vasos leñosos de las plantas, se transforma en las más bellas flores, cual besos de la naturaleza sobre el follaje.

Con todo este deleite de color, fragancia y paisaje, adornado por el vuelo elegante de los gavilanes y el cantorreo de las mirlas, llegamos a la carretera principal, donde encontramos la Tienda El Plancito. Allí hicimos una parada para improvisar con buñuelos, empanadas y pasteles de pollo deliciosos, un desayuno reforzado con café en leche ordeñada, lo cual fue un deleite para el paladar y una afinación a nuestras máquinas.

Nuevamente iniciamos la marcha en medio de ese óleo transitable que es el bello corregimiento. El saludo simple y sincero de los campesinos, los hatos lecheros, algunas ovejas, legumbres, más casitas y por fin, el pequeño y acogedor parque de Santa Elena, dominado por la escultura en honor al Silletero, obra de la artista Maria Eugenia Piedrahita y atrás unos cuantos metros, la hermosa iglesita hacia a la cual, como en otras oportunidades dirigimos nuestros pasos, para dar gracias al Jardinero y Silletero Mayor.

Refrescamos nuestras gargantas, recorrimos el lugar; donde se tiene además la Casa de Gobierno, blanca, hermosa y muy bien tenida, echamos una mirada al Colombiano, admiramos las hermosas mujeres con sus cachetes de rubor natural y nos dejamos picar por las ganas de almorzar, pensando en una saludable “ensalada de frutas”, que venden en una heladería ahí mismito, cuando el Lobato con su nariz colorada, moquiando, sudoroso y abrigado en su chaqueta amarilla de caucho, manifestó que mejor buscáramos un trío de mondongos en el Estadero y Restaurante La Montaña, “ya que mondongo mata ensalada de frutas” según su expresión y como Zuluaguita y Juanfer somos tan obedientes, devolvimos pasos y cayados, rumbo al precitado Restaurante para almorzar a lo ociosamente rico, aunque “Mondongo” mata sano.

Efectivamente, llegado al típico y muy buen restaurante, fuimos atendidos como lo que somos: Tres príncipes embajadores de la naturaleza y caminantes, pero no politiqueros ni oportunistas como ese tal “Moncayo”. Allí, ubicados en la parte posterior del restaurante, en unos kioscos de paja muy bien jalados, con un ambiente campestre, en medio de jardines, frondosos árboles y con la formalidad de Wilson, el mesero que nos tocó en suerte, procedimos a pedir gaseosas para el Lobato y Juanfer y la infaltable cervecita para el Zuluaga y sin necesidad de mirar la carta, ordenamos trío de mondongos, los cuales llegaron “volando” a nuestra mesa.

Efectivamente se veían apetitosos, tenían un aroma especial y además del plato de mondongo, de respeto entre otras cosas, nos sirvieron arroz, aguacate y arepas, pero quedó faltando el “infaltable” banano, pero no importa, ya que “mondongo también mata banano.” Que pelea tan desigual la de estos tres caminantes “filudos”, contra esos tres inocentes y apetitosos mondongos. Eso fue lucha de cucaracha patas arriba y vieja de chancleta en mano....., ya que los tres no dieron un solo brinco.

Más repleticos que “sanitario de flota”, felices, palillo en boca y repuesto en una oreja, pagamos la cuenta y dejamos una buena propina. Nos terciamos los morrales y salimos rumbo a la carretera a buscar bus o buseta que nos llevara a Medellín, cuando un muchacho que había parado ahí junto a un Renault 9 “bien tenido”, nos ofreció viaje a “Medallo”, el mismo que fue rechazado por El Lobato, quien no se monta en el primer tiesto que le ofrezcan, no obstante y ante la insistencia del muchacho de marras, nos trepamos al Renault, sin hacernos rogar tampoco demasiado, máxime que a las 4:30 PM. había que ir a ver el partidito de eliminatorias para el mundial Colombia – Venezuela, programa este que mis dos compañeros de caminatas, no se pierden....con decirles, que más fácil faltan a la repartición de una herencia.

Buen viaje el de regreso, a un paso muy prudente y rendidor, por esa carretera Santa Elena, en la que se desajusta una barra de salchichón y se marea un Alka Seltzer, muy pronto teníamos a nuestra vista la ciudad de Medellín, allá abajo en el corazón del Valle del Aburra, esa que en medio de nuestras charlas y comentarios fuimos alcanzando poco a poco.

A Zuluaga lo dejamos en Buenos Aires, ahí en pleno Ayacucho, ya que iba a visitar a Doña Lalita, su querida y adorada Madrecita. El Lobato y Juanfer, seguimos en el carrito hasta Girardot, donde nos apeamos, para continuar a pata por el congestionado centro de Medellín, a buscar la Estación del Metro en San Antonio, el cual nos acabó de arrimar a tirito de piedra de nuestras residencias.

Santa Elena, hermosa y simple. Patria de los Silleteros y una muestrecita de Antioquia para el mundo, digna de conocerse y visitarse, entendiéndose que no conoce más el que más lejos viaja, sino el que más cuidado ponga, así sea en el patio de su casa.

Chaito pues, hasta la próxima y no olviden visitar el blog de los caminantes todo terreno, cacharriar y dejar sus mensajitos:

//caminantestodoterreno.blogspot.com

JUAN FERNANDO ECHEVERRI CALLE

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Por la misma interación de uds mismos,este blog no se lee por ociosidad ni casualidad se lee por ese tinte humorístico conque se narran las crónicas.Bien Juanfer.Que apetitoso mondongo por eso están tan"barrigoncitos".
La foto de la nueva portada ya la veo mas clara.Donde queda la fábrica de los tamales"ecólogicos"?
Roberto Usme Motta Urrea.RUMU.

Anónimo dijo...

Que buena crónica Juanfer ,hiciste gala de toda tu imaginación para contarla paso a paso .
Felicitaciones y te invito a una cervecita .
Quién será ?

Anónimo dijo...

definitivamente mi cuñaito Roberto Usme Motta es el hincha "furibundo" de los T.T. No se nos pierde paso. Hombre Roberto, la dueña de la tamalería es Doña ElbaCe Restrepo y ella junto con Doña Viena Ruiz, se han convertido en las flores angelicales de los caminantes, los cuales como podrás ver por las fotos, también somos acompañados por tus sobrinos: Sara y jerónimo.
JUANFER

Anónimo dijo...

Muy buenos días o noches señores Caminantes y maiceros de ensueño: Llevo 29 años de estar radicado en Australia y gracias a un mail que recibo en cadena, de otro colombiano radicado, me vengo a enterar de la existencia de ustedes. Que berraco grupo tan bello y admirable, que buenas fotos y que cronicas; pero esa de Santa Elena, mi comarca natal y que me vió nacer hace ya muchos años, me hizo llorar, como lloramos los hombres cuando nos pisan los recuerdos y nos devuelven a la infancia.
Mario A. Sánchez Correa

Anónimo dijo...

Si Mario es que estar lejitos de la tierra es muy duro, se nos pianta un lagrimon acada rato.
Juanfer que bella cronica, que lindo describiste a Santa Elena, dices parece un bazar florido en
manos del creador, hermosa comparacion.
Y en la comelona de los sancochoz
ni se diga me he reido con eso de que los comieron tan rapido que parecia lucha de cucarachas patas arriba y vieja de chancleta en mano.
Definitivamente,esto si fue lo mejor que me paso en 2008 encontrarmelos a ustedes.
Un abrazo de conejita.
Harrison, N.J

Anónimo dijo...

Admirable, admirable esa entrega y afición de nuestra "Conejita" por los Caminantes Todo Terreno. Ella no nos quiere perder paso ni trote en el camino. Que calidad de FAND la que nos conseguimos y lo más bonito de todo, es que le nace del corazón.
Gracias Gloria "Conejita", porque cada comentario tuyo, agrega kilómetros de vida a nuestra aventura.
JUANFER