Caminata San Vicente - Rionegro

Fecha: sábado 9 de febrero de 2008

Asistentes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando
Echeverri Calle, Carlos Alberto Olaya Betancur y Jorge Iván
Londoño Maya

Duración: 7 horas

Nombre: Todo Terreno

Nuevamente la Terminal del Norte se vistió con sus mejores enaguas para recibir a los Todo Terreno, a la cual llegamos muy cumplidos el trío Echeverri, Olaya y Londoño, tanto que por segunda vez le ganamos al doble Zuluaga, mas cumplido que el floripondio cobrador del restaurante Salvatore, por allá en los años ochentas.

Con la presencia confirmada de Zuluaga, procedimos a comprar los cuatro tiquetes en Transportes san Vicente, buseta que salía a las 7 y 30 de la mañana. Así que con tiempo de sobra procedimos a entrar en materia gastronómica en el negocio donde todo lo que brilla es aceite, harina, huevos, queso costeño, papa y carne trituradas, aliños y pollo desmenuzado; les hablo de la materia prima para los buñuelos, las empanadas y el pastel de pollo que bien cuñados con cafecito en leche sirvieron como antesala al desayuno oficial que nos esperaba donde Teresita, allá en san Vicente. Lástima eso sí, la señora mal encarada que nos atendió; tanto, que ni ají le tuvimos que pedir ¡Pa´que más!

Terminado el precalentamiento culinario nos llevamos tremenda sorpresa al ver en la plataforma de salida la buseta Daihatsu que nos llevaría al imperio de los Zuluaga y los Arbeláez, lo que mereció la foto de rigor. Digo sorpresa porque siempre nos había tocado viajar en las incómodas buseticas escolares, tan estrechas que por los cayados teníamos que pagar medio pasaje para que fueran de pié.


Como seguíamos bien encaletados de tiempo cogimos los mejores puestos, o sea los de adelante; así que bien acomodados nos entretuvimos ojeando el Colombiano y la revista nueva, y de paso echándole flores a misia Viena Ruiz. Mientras tanto, el desfile de vendedores ambulantes no se hizo esperar, así que gracias a los antojos de Olayita compramos pastillas mentoladas con sabor a naranja y 6 paquetes de galletas tipo Wafers, “no traguen saliva muchachos, llevando por mil pesitos el combo de 3 paquetes de galletas en sabores surtidos”, así que por dos mil pesitos quedamos envainillados, afresados y achocolatados hasta las cachuchas. Por fin, con cupo completo y salpicados de harinas por toda la ropa, salimos rumbo al oriente, no sin antes estrenar, así fuera sin bombos y platillos, el intercambio vial de Acevedo, moderna obra que descongestionó ese crítico sitio.

Pasaditas las 8 y 30 llegamos al pequeño pero acogedor parque de san Vicente Ferrer, municipio productor de fique, papa, maíz y fríjol y poseedor de 18 rutas ecológicas, entre ellas la que lleva a su propia piedra de 130 metros de altura y 450 de diámetro, por lo que los sanvicentinos no tienen nada que envidiarle al Peñol y a Guatapé por la famosa piedra que comparten.

Luego de la requisa espiritual en la iglesia de nuestra señora de Chiquinquirá, pasamos a manteles en el restaurante de la parroquia, atendido por Teresita, quien no tiene idea de lo que es la norma ISO 9000 versión 2000 pero que atiende a los clientes como si fuéramos hijos suyos. Por el colorido mantel desfilaron la carne de cerdo, el hígado encebollado, las arepas, la porción de pandequesos y el espumoso chocolate, desayuno que nos recordó aquellos que nos hemos pegado al mejor estilo camionero. Definitivamente a sufrir no salimos, pa´ esa gracia nos quedamos en la casa jugando parqués.

La Casa de la Cultura fue nuestra siguiente estación. Allí fuimos atendidos con mucha amabilidad por su Director, quien nos explicó sobre cada uno de los personajes típicos que conforman el hermoso mural que recibe a los visitantes, y nos informó sobre algunas de las rutas ecológicas y las riquezas naturales que posee la región. La última parada la hicimos en una ferretería, en la cual compramos un par de zapatos para calzar el bastón de Olayita, que perteneció a su padre, y el cayado de Zuluaga.

Ahora si, a las 9 y 10 de la mañana comenzamos a buscar la salida para la cancha de fútbol, santo y seña para encontrar la carretera veredal que nos llevaría hasta Rionegro. No habíamos salido del pueblo cuando nos encontramos con Alba, una joven señora y con su hijo Julián, quienes iban en la misma dirección nuestra. Ella, con la amabilidad característica de las personas del campo, nos dijo que nos acompañaría hasta la finca de su hermana y que desde allí nos mostraría el camino para llegar a la carretera que nos llevaría hasta el sitio conocido como Belén, a un kilómetro de Rionegro.

En pocos pedalazos de la pequeña bicicleta de Julián llegamos al altico donde se asienta la sabrosa finca de la Hermana de Alba, de esas con olor a gallinero y huerta. Desde allí pudimos observar el camino a seguir y la carretera que en definitiva teníamos que coger, la cual podría estar a unos dos kilómetros.



Luego de conocer la casa, los cachorros de la perra y el hermoso gallo, y de quedar invitados, sin fecha en el calendario, a un sancocho de gallina certificada, cogimos manga abajo hasta llegar a un camino de herradura que nos pasaba por un lado de las casas campesinas que abundan en el sector.



El cielo andaba de medio luto, y el sol cruzado de brazos esperaba que dieran paso por el derrumbe de nubes, hasta goteras comenzaron a caer, por lo que no tuve mas remedio que acudir a nuestra patrona (La Milagrosa) para pedirle, mano en alto y avemaría a todo taco, que así no tuviéramos un día de verano, al menos no nos lloviera, y sin mentirles, a los 300 metros aparecieron los primeros rayos del pelicandela Restrepo machete en mano y preguntando con voz de macho: a ver pues, ¿cual es el incrédulo pa´cogelo a planazos? Ahí están los Echeverri, los Zuluaga y los Olaya de testigos.

Terminado el camino de herradura llegamos al río Nare, el cual desde atrás nos venía haciendo ojitos. La pasada se hace por un puente improvisado, consistente en un tronco de madera, menos mal con el piso aplanado, y un alambrito a un lado que hace las veces dizque de pasamanos; ¡ay Dios! y uno con este mal de sambito. Zuluaga pasó muerto de la erre, Juanfer haciéndose el guapo se pego de todos los santos, caliche es un maromero curtido y yo me aferre por un lado del alambrito y por el otro del cayado que me sostenía Olaya, menos mal de la cintura me llevaba cogido La Milagrosa. Ufff..., por fin al otro lado, donde nos esperaba una trochita por pura manga y en subida, la cual felizmente nos entregó en bandeja de plata a la carretera veredal, que con risa burlona nos daba la bienvenida.

Enrutados y felices por habernos ganado unos buenos pesos en tiempo, enfilamos las botas con rumbo a Rionegro, por una de las carreteras destapadas en mejor estado que hemos transitado, rodeada de florecidas casas, fincas de labor y de recreo, extensos cultivos de fresas, fríjol y papa y adornada con paisajes certificados por el Icontec y pintados en todos los tonos de verde; es decir, aquí si se cumple lo que dice Alberto Cortéz en una de sus canciones: “el verde es verde para siempre verde”. Otro atractivo que tiene esta región es la variedad de pájaros, unos que van y vienen y otros posando de rama en rama, pero todos miembros del mismo coro que nos expresan su alegría por nuestra presencia.

Como si fuera poco, a lo anterior hay que agregarle la estampa serena que nos brindan las tranquilas aguas del Rionegro, aprovechadas por los lugareños para el transporte de mercancías y materiales en sus balsas de madera. En las riberas del río abundan los oasis tupidos de guadua y frondosos árboles, creando un ambiente de frescura y paz indescriptible.

La llegada de las tiendas no se hace esperar, por lo que en tres oportunidades paramos para refrescarnos, unos con su infaltable cervecita y otros con su mr. Tea o pony malta, porque el día continuaba veraniego y con buena temperatura.

En dos oportunidades llegamos a algunas partidas, o las famosas “Y”, carentes, como siempre, de toda señalización, como para no perder la costumbre de nuestras carreteras. Por fortuna nuestra patrona siempre nos manda un chivero, o un motociclista, o un labriego a pié para que pase en el preciso momento y nos muestre el camino correcto.

Faltando media hora para llegar al intercambio vial de la autopista, conocido con el nombre de Belén, paramos en un kiosquito, atendido por una amable señora, a comer, a modo de “entrada” para el almuerzo, unas empanaditas recién sacadas de la paila, acompañada de un ají, que si bien no cumplía con los grados exigidos por Juancé y el Doctor Vélez, no se podía descartar del todo; hasta yo, que tengo paladar de monja para esos menjurjes, me dí mi buena dosis.

De allí en adelante pasamos a carretera pavimentada porque prácticamente estábamos en la zona urbana. Así las cosas comenzó el desfile de fábricas e instituciones, comenzando por la Zona Industrial de Rionegro, que posó para la foto, prácticamente terminada; continuando con las hermosas instalaciones de la Aldea de los Jóvenes, entidad de origen suizo que cuida de niños y jóvenes y terminando con el batallón.

Más adelante nos encontramos con el imponente intercambio vial sobre la autopista Medellín – Bogotá, la que ahora si se le puede llamar así, que da entrada a Rionegro y a los sitios ya citados. En el último kilómetro encontramos las modernas y pujantes fábricas de Pintuco y la Nacional de Chocolates; ésta última se distingue por el delicioso olor a chocolate que inunda la zona; en su portería compramos las famosas chocolatinas Jet para reponer las energías gastadas después de 6 horas y media de sacarle brillo a los caminos.

La capilla de san Francisco nos dio la bienvenida al valle donde viven los casi cien mil rionegreros, que poco a poco ven como se les crece el otrora pueblo famoso por sus zapatos. Quien no recuerda los paseos de día entero a Rionegro a comprar zapatos para toda la familia, costumbre que a lo mejor siga vigente.






A las 4 de la tarde, cual ejercito comandado por el General José María Córdova, nos tomamos la plaza de la Libertad de Santiago de Arma de Rionegro, donde anclan sus bases la imponente catedral de san Nicolás el Magno y el monumento a Córdova, obra en bronce fundido del maestro Rodrigo Arenas Betancur. En la catedral, donde se oficiaba la misma de 4 de la tarde, pudimos observar el mausoleo donde reposan los restos de don Juan del Corral, primer gobernador del estado soberano de Antioquia.

Por afortunada insinuación de Juanfer entramos al restaurante El Manantial, ubicado en todo el marco de la plaza, restaurante que además cuenta con cafetería, hotel, salón de reuniones y juegos infantiles. Bajo la sombra de un quiosquito en el patio central, dimos buena cuenta de dos mondongos completos, un lomo de cerdo a la plancha y una posta a la criolla. Todo muy delicioso, según consta en el registro fotográfico al que solo le falta el olor y la arepa.

Que cuentos de busetas, cuando hay para gastar se gasta. Así que poniendo cara de camionero recién almorzado y bolsillo de Echavarría, cogimos taxi expreso hasta Medellín. Juanfer se fue tirando ventanilla al lado del chofer, a quien le anticipamos lo que le esperaba, y el Zuluaga y el suscrito atrás cuñando a Olayita quien con sólo subir la ventanilla y tirarse la cachucha sobre la cara tuvo para quedar planillado hasta la terminal de Transportes.

A la terminal llegamos “en un abrir y cerrar de ojos” tal como lo afirmó Olayita mientras se bajaba del taxi todavía con los ojos pegados y la cachucha sobre la cara. Es que Olayita en los poquitos ratos que está despierto se manda unos apuntes del carajo. En la terminal cogimos el metro, el cual esta vez nos tenía tremenda sorpresa. Si señores, debido al partido de fútbol entre el Medellín, mas conocido como el Poderoso, y el Deportivo Pereira, estaban transitando trenes por la línea “C”, o sea el que va derecho por toda la autopista para empalmar en la Macarena con la línea “B”, así que como el próximo metro hacía este recorrido, no lo pensamos dos veces para cogerlo; nos despedimos de Zuluaga, a quien no le servía este recorrido, y cataplum, caminantes trepados en el segundo vagón y a mirar por las ventanillas el nuevo recorrido el cual inauguramos de pura chepa. Hay que recordar que este tramo estuvo operando algún tiempo, pero por falta de pasajeros fue suprimido, ahora parece que lo habilitan para los partidos de fútbol.

Como de costumbre me bajé en la estación estadio, y Juanfer y Carlos siguieron rumbo a sus respectivas estaciones. En dirección a mi casa, las últimas seis cuadritas, me fui pensando que en esta caminata habíamos tenido todos los terrenos y caminos, por eso creí propicio bautizar la crónica como la Todo Terreno, ¡y así fue!

Hasta la próxima

Jorge Iván Londoño Maya

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Jorge Iván,como siempre tus relatos son muy explícitos,al leerlos se siente el placer del recorrido,con uds no hay necesidad de salir de casa para hacer ejercicios.
Roberto Usme Motta Urrea

Anónimo dijo...

Hola:
Hacía rato que no salían al ciberespacio; muy, muy simpática y agradable crónica.
Sencillamente es una dicha leer las aventuras de los viejitos en calzoncillos por todo el oriente.

Jorge Iván dijo...

Un saludo muy especial para don Roberto y para Heródes Nepote y un agradecimiento por sus amables comentarios. Lo que estos "viejitos en calzoncillos de índigo" gozamos es indescriptible. Ojalá en las crónicas pudíeramos plasmar todo. Creo que no habría suficiente espacio para hacerlo.

Anónimo dijo...

Hombre Lobatico te sobraste en gallina con esa narración tan espectacular de nuestra patoniada por el oriente Antioqueño ,felicitaciones Luisfer

Anónimo dijo...

Que bien Lobato!! Tremenda crónica para dar y convidar y reforzar y escriturar las andanzas ecológicas y ecolocólicas de estos caminantes.
Comentaritos que no vienen del caso, se dejan pasar de largo o simplemente se ahogan en cualquier charco del camino. Felicitaciones mi caminante. Es importante que se deje constancia que el fanatismo por la Milagrosa es tuyo y que ya originó una revolución de vírgenes en el cielo.

Jorge Iván dijo...

Aclaración Importante. Mi admiración por la Milagrosa no es fanatismo sino devoción "made in casa", además de llevarla en mi nombre, con todos los honores

Jorge Iván de la Milagrosa Londoño Maya

Anónimo dijo...

Eso Lobatico, ya iba yo a saltar cual liebre encima del anonimo, cuando lei lo de fanatismo, ve este!!! que le paso mijo?, eso es pura devocion de Lobatico y ahora me entero que hasta de su nombre orgullozamente hace parte y que hasta las once mil virgenes hagan huelga si quieren!
Pero es que este anonimo sigue, definitivamente le voy a tener que saltar encima, dizque apuntes que no vienen al caso en la cronica, cuales seran, los que me hicieron reir y disfrutar del buen humor de nuestro querido Lobato, que pa eso
si que tiene buena chispa, a no freguez ole,da la cara y no seas tan amargado.
Yo si la disfrute todita pa que, como si la hubiera caminado en vivo y en directo.

Conejita
Harrison.