Caminata por el Cerro el Picacho

Fecha: sábado 14 de junio de 2008

Participantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri

Calle, José María Ruiz Palacio y Jorge Iván Londoño Maya

Nombre: Juniniando por el Picacho

Nada mejor que echar una “caminadita al aire” para celebrar las vísperas del día del padre. Así que por unanimidad parlamentaria escogimos el Picacho, otro de los cerros tutelares de nuestra ciudad, y con seguridad el de mejor divisa. Muy tieso (no hay duda) y muy majo (así va a quedar) el Picacho tiene como inquilino permanente a Cristo Rey, imagen que no puede faltar en pueblo o ciudad que aspire a figurar, al menos, en el inventario del Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

Con la ausencia “parcial” del polaroid Olaya, el resto de la tropa, más con pinta de pensionados que de caminantes, nos encontramos muy puntuales en toda la esquina de san Juan con la carrera 80. De allí nos dirigimos al norte por la citada carrera, la misma que fuimos desgranando cuadra por cuadra, con la entretenida bienvenida del personal femenino que a esa hora va rumbo a los trabajos y los negocios de todas las pelambres que reciben los primeros clientes, con énfasis en panaderías y buñuelerías que a esa hora hacen su veinticuatro de diciembre. Con razón el lobato Londoño añoraba su primera vivienda recién casado, muy cerca de Mercados Madrid, negocio que junto con el estadero Casa Sierra y dos o tres floristerías conformaban las páginas amarillas de esa zona. ¡Que tiempos aquellos!

Al llegar al Éxito, (esquina hasta hace poco conocida como Colpisos) pudimos apreciar las instalaciones del nuevo almacén, que en mi descomplicado concepto arquitectónico, me parece que les quedó al revés, pues la fachada (sobre la 80) parece mas bien la parte de atrás. Eso si, el cambio paisajístico y de tráfico son notables para este cruce que cargó con los INRIS del desorden, accidentalidad y congestión.

Continuando por la carrera y en predios de la Universidad Nacional, en donde de chepa no fuimos recibidos a piedra y gases para lloradera garantizada, observamos las nuevas obras que mejoraron, por fin, el complicado tráfico de esa zona, sobre todo la entrada al barrio la Pilarica. Que gusto ver como la ciudad se actualiza a sus necesidades y no se queda pasmada viendo el paso del tiempo.

En la urbanización Altamira, de gratos recuerdos para Luisfer, pues allí, de eso hace ya como 35 años, comenzó a jugar monopolio y con las primera senas que le salieron compro su primera vivienda, comenzamos a desviarnos hacía el noroccidente, trepando por las empinadas calles de los barrios Córdoba, Aures, López de Mesa, Palenque y el Diamante, entre otros.

Llevábamos pocas cuadras cuando nos encontramos una de las herencias de la anterior administración, nada menos que el parque biblioteca Tomás Carrasquilla. Obra que ha llevado cultura y esparcimiento no solamente a los jóvenes del sector sino a los adultos, como lo demuestra el grupo de personas que a esa hora asistían a clases de aeróbicos. Ni corto ni perezoso Josema apuntaló su cámara y ahí tienen esta hermosa obra amasada por su lente.

Seguimos subiendo por las estrechas y empinadas calles, muy bien surtidas de tiendas, minimercados, legumbrerías improvisadas en las aceras donde se venden unos plátanos verdes con tamaño de misil venezolano (ya se los quisiera mi suegra para pelarlos con la uña, como Dios manda) y toda clase de negocios que nos van llevando de la mano a enrutarnos por el camino definitivo. Era menester hacer un alto para probar los buñuelos de un negocio casero, atendido por una amable señora, buñuelos que pasaron con altas notas la prueba de los Todo Terreno, expertos consumados en estos dorados antojos, porque todos los sábados levantamos ánimos con los buñuelotes de las terminales de transporte. Éstos por su tamaño no hubo necesidad de partirlos a la mitad. El único que no los probó fue el suscrito, porque ando requetejuicioso con dieta prestada para rebajar de peso.

Poco antes de comenzar la zona rural, entramos a un minimercado a aprovisionarnos de liquido. Allí fue donde me di cuenta que al cambiar de billetera había olvidado echar la plata, lo que motivó que me llovieran ofertas para pagarme la cuenta; definitivamente lo mejor es juntarse con platudos.

El pavimento desaparece y entramos a una vía totalmente cementada, acompañada de una acera de lujo, que se la quisieran muchas calles de Medellín. Acompañan a esta obra, que no parece haber sido construida por el INVIAS, unos miradores y unos sitios de descanso propios para la buena cantidad de personas que suben a este cerro los fines de semana.

Antes de comenzar a sudar la gota gorda, es pertinente comentar con mucho agrado, la seguridad que ahora tienen estos barrios, a los cuales, y sin ningún problema, pueden subir los carros repartidores de mercancías, vendedores, caminantes y paseantes. La amabilidad de sus gentes quedó demostrada en las indicaciones que a cada cuadra nos daban para seguir por el camino correcto, y digo que a cada cuadra por la cantidad de cruces existentes.

Para el último tramo en ascenso tenemos que echar mano del Lucho Herrera que todos llevamos escondido. Así que parados sobre las puntas de nuestros tenis atacamos los últimos kilómetros rodeados de sauces, higuerillos, laureles y demás especies. Aparecen los pájaros con su retreta sabatina y la imagen del Cristo Rey con sus brazos abiertos nos alienta.

Llegamos a un descanso, en el cual nos desviamos para subir los 340 escalones que llevan hasta la cima. En ese lugar hay una casa, cuyos moradores, con saludo de mano, nos dieron la bienvenida. Las escalinatas son amplias, protegidas por barandas, hay avisos que invitan a depositar las basuras en los lugares indicados; eso si, no falta el desadaptado que las tira por el precipicio.

Coronamos. Estamos a 2.100 metros sobre el nivel del mar. Que divisa señores, el 80% de Medellín, y buena parte del valle del Aburrá a nuestros pies, y hacia el cielo la imagen de Cristo Rey, obra ubicada allí en 1936 por Monseñor Félix Henao Botero, cariñosamente “Moncho” y restaurada por el escultor Gabriel Restrepo González, la misma que será cambiada por otra de 30 metros de altura con espacio interior hasta para jugar escondidijos.


Como les decía, la divisa obliga a detener el tiempo para mirar cada rincón y reconocer los sitios referentes de nuestra ciudad, a pesar de que el día no se prestaba para admirar con mayor claridad la bella villa. Hacia el norte se aprecia el municipio de Bello y su carnal Niquia con su transformación por el auge de la construcción. La autopista Norte y su excelente ampliación a cuatro carriles. Para el occidente está la montaña que alberga hermosas casas fincas, monasterios, sembrados y la carretera para san Pedro. Todo un concurso de belleza y armonía con la naturaleza.

Terminada la grata experiencia y la visita al Cristo Rey, retomamos las escalinatas para caer al camino principal, por el cual nos dirigimos hacia el occidente, porque la intención era regresar a Medellín por la carretera que viene de san Pedro. En este trayecto entramos a la finca que sigue siendo de la UPB, en la cual, el 21 de diciembre de 1975 entregó “Moncho” sus credenciales ante la cancillería celestial. La casa se conserva pero el mobiliario está deteriorado, no sólo por el paso del tiempo sino por el poco mantenimiento y el descuido que se observa. Eso si, les recomiendo las cremas caseras a $1.200 cada una, negocio que tiene montado el mayordomo.

En un santiamén llegamos a la carretera que une a Medellín con san Pedro de los Milagros, así que estirando nuca por toda la izquierda cogimos carretera abajo, llevando como llavero el paisaje de Medellín que nunca se pierde. En las partidas para Boquerón paramos en un puesto de frutas para tomar la “mediamañana” y claro, nos paso como cuando uno coge el primer taxi que pasa, escogimos el más malito. Los bananos parecían traídos de Bolivia, las granadillas a punto de secarse y esa papaya “si se podía dar”; mejor dicho, lo único pasable fueron las cervecitas que estaban en el punto de congelación óptimo, según lo manifestaron el Luisfer y el Josema, fieles como siempre a su Pilsen.

De ahí para bajo comienzan a verse los estragos del invierno, a tal punto que esta vía, tal como la que lleva a Fredonia, está caminando de izquierda a derecha. Tiene unos hundidos que carro que allí caiga pierde hasta la virginidad. Igualmente las quebradas vecinas muestran los efectos de las últimas crecientes, arrastrando enormes piedras como si fueran granitos de arena.

No puede faltar la pasada por las Hamacas, restaurante que como Jalisco son referentes de esta vía. Un kilómetro más adelante, justo en el albergue que tiene el Municipio para personas con problemas de todo orden, nos salimos de la carretera y nos metemos por un sendero empedrado que nos llevará a los edificios de interés social que el Municipio construye para los que ahora habitan en asentamientos como Vallejuelos y otros. Además, es la ruta para la estación La Aurora, en donde tomaremos el metro cable (línea J) que nos llevará a la estación san Javier.

En este trayecto observamos las obras de paisajismo que se construyen a la par con los edificios, pero no todo es dicha, porque encontramos como algunas de las bancas que se pusieron en el sendero peatonal han sido destruidas, situación que fue denunciada por Juanfer, nuestro adalid de cabecera, ante uno de los policías del metro, quien le contestó: “esos daños los hacen las vacas”, afirmación que tibiamente fue confirmada por uno de los funcionarios del Metro ¿Cómo les parece? Hay que anotar que no hay huellas de los cascos en los senderos, ni las plastas aquellas que suenan como aplausos, que delaten a las consortes del toro como responsables. La respuesta es elemental y contundente: vandalismo de la más alta pureza.

El contraste a estos daños encontramos en la estación la Aurora dos hermosos murales del artista Fredy Serna, “Amanecer en la Aurora” los cuales representan la panorámica de nuestra ciudad con el marco de un Yarumo y un guayacán, hechos en técnica de mosaico “in situ” obras que engalanan este medio de transporte que tantos beneficios han traído a los habitantes de estos barrios, quienes antes tenían que caminar largas distancias por pendientes y lodo, verdad de a puño que nos fue corroborada por la joven mamá de cuatro hijos, con quien los Todo Terreno tuvimos el honor de compartir cabina.

Antes de aterrizar en la estación san Javier sentimos el delicioso aroma de los tamales de Elbacé, cuya residencia se puede apreciar con sólo una bajadita de ojos. Ya en la estación fuimos recibidos por dos hermosas chicas que como nosotros iban para el centro. Una vez dentro del vagón del metro, ante la sorpresa de los pasajeros, Josema amarró su cayado a uno de los parales verticales para tomarnos la foto, que a diferencia de la que se toman los árbitros con los capitanes de fútbol, ésta si sale publicada.

En el metro nos fuimos hasta la estación Universidad, en donde nos reciben con los techos abiertos los cuatro llamativos y pelirrojos módulos del parque Explora. Hay que ver como se destacan desde el cerro el Picacho. Como chinches de escuela corremos a pararnos debajo de una de sus nuevas atracciones, los chorros de agua a vapor que refrescan pero no mojan.

De allí pasamos al vecino del frente, o sea al Jardín Botánico, en donde si cabe decir que mantiene sus puertas abiertas porque la entrada es gratis. Antes de entrar recibimos la primera sorpresa que nos la da una ardilla que sube lentamente a una de las palmeras exteriores, y que lleva a su cría dentro de la boca, lo que la hace ver como un animal extraño que a primera vista nos confunde con un simio.

El orquideorama, ganador de un nuevo premio internacional de arquitectura, junto con las bibliotecas de san Javier y la Ladera, con su fresco ambiente se convierte en el botones que nos recibe los cayados y nos invita a pasar a los recintos de este renovado sitio de interés público, el cual junto con el parque Explora, el Parque Norte, la estación Universidad, el Cementerio de san Pedro, el planetario, el estadio Cincuentenario y las obras de urbanismo, son los culpables de la transformación esta zona para convertirse en una de mayor atractivo y belleza.

Como nuestro interés era almorzar en este lugar, buscamos la zona destinada para tal fin, la cual está totalmente renovada. En este lugar se llevaba a cabo una integración de una empresa, patrocinada por productos Familia, por lo que tuvimos el agrado de ser recibidos por una hermosa representante de esa empresa, hasta tuvimos que sacar los pañuelos faciales Familia para limpiarnos los ojos y ver mejor esa belleza de mujer.

La idea de almorzar en el Jardín Botánico fue de Caliche, por lo que al poco rato de haber llegado nos cayó para unirse al almuerzo, que en este caso se podía tomar como auto celebración por el día del padre. Así que con mesa completa procedimos a pedir los tres churrascos, la ensalada de atún para Josema y el tamal para Juanfer. A pesar que nos habíamos sentado en el restaurante distinto al sugerido por Olaya, el almuerzo salió bien y pasamos un rato de mucha camaradería. En la próxima le damos gusto, porque se ve muy bien.

Al final quisimos dar una vuelta por el jardín, pero el clima presagiaba aguacero en la zona, por lo que sólo tuvimos tiempo de admirar el lago donde de niños montábamos en canoa y en el trencito por sus alrededores, y a las quinceañeras posando para sus estudios fotográficos, costumbre que se abrió camino por los hermosos paisajes que allí tienen los fotógrafos, paisajes que contrastan con los vestidos naranja, rojos y fucsia y los artísticos peinados de las hermosas damitas.

A la salida del jardín nos despedimos de Olayita, quien se iba en su carro a continuar con sus labores, mientras nosotros cogíamos nuevamente el metro hacia nuestros destinos. La frase de despedida de Carlos, como muchas suyas, fue para enmarcar: “yo siempre llego a lo mejor de las caminatas”

Hasta la Próxima

Jorge Iván Londoño Maya

8 comentarios:

José María Ruiz Palacio dijo...

Hombre Lobato:Me quito gorra, sombrero o lo que tenga puesto en la torre. Buenísima y explícita la crónica del Picacho, picachito,picachón. Tu estilo guasón reconforta y alegra.
Felicitaciones.

Jorge Iván dijo...

Vos tan querido Josema. Es que cuando uno chupa rueda de plumas como la tuya y Juanfer, alguito se aprende. Lo importante es que tenemos materia prima para las crónicas para mucho rato y pluma, encabadory tinta norma al por mayor.

El lobato

Anónimo dijo...

Jorge Iván,los muchachos de hoy son demasiados jóvenes para ser magistrales,como lo son uds CTT y con "pinta de pensionados"siguen siendo jóvenes;porque esos recorridos y esos relatos jamás lo harán los"pelaos".
Roberto Usme Motta Urrea.

Anónimo dijo...

LOBATO,en los periódicos de hoy hacen mención a lo ocurrido hace 60 años y aparece en primera página y en MAYÚSCULA el nacimiento de un niño de los esposos Londoño-Maya y que hoy los amigos lo conocemos como Jorge Iván; todos tus amigos no permitimos que este dia pase al olvido,porque nos sentimos orgullosos de tener un hombre tan magistral.Que DIOS te conserve y continues integrando esa maravillosa familia de los CTT.
Roberto Usme Motta Urrea.

Jorge Iván dijo...

Dos Roberto. Muchas gracias por su mensaje y sus sinceros deseos. Justamente hoy 22 de junio, arribo al puerto de los sesenta años. El ancla que mantendrá sereno el buque la conforman mi familia, mis amigos, mis amigos caminantes y mis caminatas. Quiera Dios que nos gastemos buena parte de la pensión en botas.

un abrazo

Jorge Iván

(El siempre Lobato de los Todo Terreno)

Anónimo dijo...

LUEGO DE LA VENIA A JORGE IVAN POR SU CUMPLEAÑOS Y SU CRONICA, CoPIO DE LEON DE GERIFF: "MUSICOS RAPSODAS, PROSISTAS, POETAS, PINTORES, CARICATURISTAS,ERUDITOS, NIMIOS ESTETAS, ROMANTICOS O CALSISTAS, YDECADENTES -SI OS PARECE-, PERO, ESO SI, LOCOS Y ARTISTAS LOS PANIDAS ERAMOS TRECE."
ENTRO YO: PUES LOS TODO TERRENO, SOMOS Y SEREMOS CUATRO, Y AUNQUE NO TAN SABIOS NI TAN LOCOS, PARA NOSOTROS ESO ES POCO, Y AUNQUE ASI NO OS PARECE, SOMOS MEJORES QUE ESOS TRECE. JUANFER

Anónimo dijo...

Entro al blog luego de algún esfuerzo generacional y no encuentro ningún mensaje nuevo. Que paz, que tranquilidad que quietud en el blog. Que paz en los caminos, que falta de nuevos pasos. Los caminantes amenazan quietud, esa misma que esperamos no contagie nuestros corazones.
JUANFER

Anónimo dijo...

Mi querido Juanfer, aqui le va su nuevo mensaje despues de justito
siete meses mas un dia de la caminata, que se iba a imaginar usted que fuera desde Harrison via la Conejita.
Bueno les cuento que vivi en el barrio Cordoba, ahi justito a 5 miuticos caminanado de la entrada del Pablo Tobon Uribe y cuando trabajaba en el BanRepublica, esta
caminata, definitivamente para Todo Terrenos, mire que subir 340 escalones y no precisamente de escaleras electricas se necesitan alientos y ganas de disfrutar de buena compañia y hermosos paisajes y si ademas estan animados por hermoso canto de los pajaros como si fuesen una retreta sabatina mejor, que mejor, esos gustitos no se los dan sino ustedes amigos de caminos, oigan y como asi que cambiaran el Cristo Rey por otro y de 30 metros de alto, no se, me parece que perderia en algo su encanto el cerro, ya acostumbrados
a reverenciar la imagen por tantos
años.Lobato siempre poniendole su zason a las cronicas y coqueteos a las mismas para hacerlas mas agradables, dizque hasta los carros p[erderian su virginidad si caen a uno de esos huecos jajajaja,
que CHINCHES tan divinos refrecandosen bajo los corritos, si asi fueran todos los chinches, la sobrepoblacion de estos no importaria. Lobatico, el proximo Happy birthday to you se lo canto en vivo y en directo. Hay un ancla
anclada a ese puerto, que tiene por marinero un poeta.

Conejita.
Harrison, N.j