Caminata Barbosa - Concepción

Fecha: sábado 4 de octubre de 2008

Caminantes:Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, Carlos Alberto Olaya Betancur, José María Ruiz Palacio y Jorge Iván Londoño Maya.

Nombre: Colores de Navidad entre la niebla

Como cambiar es tan bueno, esta vez nos encontramos en la estación Prado del metro. ¿Estación Prado? Si señor, así como suena. Se oye hasta curioso, pero tiene su significado porque allí en los bajos está el cuadradero de buses y busetas que van para Barbosa, el pueblo que le pone el sesgo a la cobija del valle del Aburrá. Ahora bien, lo que no tiene significado es que las flotas de todos los municipios que conforman el área metropolitana, lleguen hasta la sala de la casa, y para colmo, todas debajo de alguna estación del metro.

Muy cumplidos entonces fuimos llegando a la hora citada, 7 de la mañana. Yo venía con Juanfer y sin pensarlo, en el mismo tren el poeta nos guardaba la espalda desde el vagón anterior. Como era obvió, el ojicontento Zuluaga ya estaba esculcando prensa bien apuntalado sobre una de las columnas, mientras el Polaroid se nos aparecía por otra salida, bolsa en mano, lo que nos obligó a abanicarle los zurriagos para llamar su atención. En la bolsa traía una nueva agua saborizada, de esas que están inundando las gargantas de caminantes y los devotos de los ocho vasos diarios.

Conformado el quinteto, y luego de nombrar democráticamente a Josema como nuevo Procurador y Administrador de la vaca, (escogido de la terna que nos mandó Elbacé) nos acomodamos en las sillas traseras de la buseta de turno, la cual nos hizo el tour comenzando por las solitarias calles del barrio Sevilla, luego nos pasó por la Universidad de Antioquia para que miráramos los revolucionarios letreros que luce el claustro donde se supone que la cultura tiene su asiento y para terminar, antes de hacer su entrada a la autopista Norte, dejarnos ver el aparatoso bunker de la Fiscalía, cuya lenta construcción avanza a la misma velocidad de muchos procesos. La fluida conversación hizo menos monótono el viaje que en mi concepto se hacía a velocidad exagerada debido al piso que se encontraba mojado por la lluvia que caía.

Un kilómetro antes de llegar al peaje El Trapiche, en predios de Girardota, la caja de la buseta comenzó a traquear y los cambios nada que entraban, por lo que durante un tramo nos fuimos “ensegundados” hasta que por fin, de tanto jonjoliar la palanca, todo volvió a la normalidad. Estuvimos entonces a punto de repetir varada, como hace quince días yendo para Santa Rosa.

Antes de Barbosa nos bajamos en el sitio conocido como El Lavadero, en donde están las partidas para Concepción. Entre los cuatro negocios allí establecidos solamente encontramos para desayunar ocho buñuelos (dividan por cinco) y para ajustar del tamaño de bolas de ping-pong y amasados en la madrugada, con un cafecito con leche desabrido y aguado; eso si, la amabilidad de la señora ayudó a hacer más pasable el franciscano desayuno. A propósito, ese día estaba dedicado a San Francisco de Asís, nuestro hermano luna, hermano sol, hermano lobo y hermano caminante.

A las 8 y 10 minutos posamos frente a la valla que hace alusión a Concepción, Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Cultural; además, cuna del general José María Córdova Muñoz. Son 22 los kilómetros de distancia, de los cuales más de la mitad son en subida hasta la cima de la cordillera, transitados por una carretera estrecha y destapada que pertenece al plan 2.500 del Ministerio de Transportes, cifra que mas bien se parece a las semanas de demora para su rehabilitación y pavimentación, por que el 25 de marzo de 2006 hicimos esta misma caminata, es decir, hace dos años y medio, y los trabajos nuevos, al menos en el tramo de subida, se reducen a escasas obras civiles en concreto para taludes y canalización de agua.

Los primeros pasos los hacemos bajo un cielo encapotado y a la sombra de enormes guayabas que se nos hacen imposibles por su altura. A medida que subimos la panorámica de Barbosa se nos va presentando por cucharaditas, hasta que la contemplamos en toda su extensión. Barbosa, pueblo panelero por excelencia y productor de deliciosas piñas que son el motivo de sus fiestas, es dueño de un parrandero y cálido clima, gracias a sus 1.300 metros sobre el nivel del mar por lo que desde chiquito ha sido el sitio preferido para paseos de olla y grabadora triple equis , mucho más cuando era estación del tren.

Comienzan a caer las primeras gotas de lluvia a las cuales fue imposible hacerles trampa con las capas plásticas, por que de un momento a otro se nos vino el chaparrón y con éste la espesa neblina. Fue así como la prematura navidad formada por los colores verde y rojo de nuestras capas alegraron la lúgubre mañana. Aunque hay que reconocer que caminar bajo la lluvia es todo un placer que pocas veces nos podemos dar.

Las capas no dejan que se mojen las palabras, por eso la conversación sigue intacta acompañada por unas botas inundadas y decoradas por burbujitas de agua que brotan por todas partes, por la mitad de los pantalones empapados, la camiseta pegada al cuerpo por el sudor que produce el calor del plástico y la gorra que se convierte en una constante escurridera por sus cuatro puntos cardinales. Quizás dos horas demoró la lluvia, aunque la neblina se disipó más rápido. Esto valió para que nuestro pensador Olaya dijera: “Ahora somos los caminantes Todo Clima”

A medida que subimos va apareciendo la huella del invierno, representada en los derrumbes que días antes habían obligado al cierre de esta vía. La espesa neblina deja ver parcialmente los paisajes formados por las montañas vecinas. No se ven sembrados de gran extensión, solamente algunos caseros que no sobrepasan la media cuadra. Las quebradas y los riachuelos abundan por esta región, por lo que son muchos los puentes que nos vamos encontrando. Las casas al lado de la vía son pocas y demasiados espaciadas entre si, lo que dio para pensar que los bombones se nos iban a vinagrar por falta de los tradicionales clientecitos. De ahí que las primeras personas que nos encontramos desvarando un campero, dos policías, un parroquiano y un campesino, fueron beneficiados para endulzar la fría mañana.

Al llegar al sitio conocido como la Raya, en todo el alto, hicimos la primera y única parada en la tienda del lugar, atendida por su propietaria, dueña además, de un retenedor color verde eléctrico que le ilumina la sonrisa, la cual se hace extensiva al mismo perro que desde la caminata anterior bautizamos Sonrisal porque exhibe sus colmillos a modo de risa. Aquí aprovechamos para reforzar el escaso desayuno, así fuera con gaseosa o maltica, pandequesos y tortica Comapan (como esta crónica es casera se pueden mencionar marcas). Claro que buena parte del mecato quedó en poder de Sonrisal el cual con su voleo de cola y su sonrisa convence al más hambriento. Además recuerden que era día de san Francisco.

Luego de visitar el altar de la virgen del Carmen, contiguo a la tienda, comenzamos al descenso en medio de un cielo que poco a poco se va despejando y sobre una vía ahora si pavimentada y protegida con una capa de piedrilla. La conversación se hace mas animada porque bajando se conocen los choferes y los habladores. Las mandarinas continúan en generosa cantidad y siguen haciendo su octubre los bocadillos (marca registrada del Lobato) y los de Olaya que debutó con unos cubiertos con chuspita de queso, ¡ricos!

El paisaje de bajada sigue siendo mas o menos el mismo, con la diferencia que ahora la cadena de montañas se puede apreciar en toda su hermosura y magnitud. Aparece la Concepción, una caudalosa quebrada que nos arrullará con su ruido característico muy buen trecho. En la vereda La Arango nos encontramos con los cultivos de tomate de árbol mas tecnificados y fértiles que hayamos visto. Nos llama la atención el generoso tamaño y el brillante color rojizo de los frutos, a tal punto que los del corregimiento de san Isidro, los cuales teníamos como estandarte de esta fruta, quedaron como unas uchuvas al lado de estos.

La buena cantidad de campesinos que bajan “arria´os” en sus bicicletas nos obligaron a marcar el paso por el lado izquierdo de la vía. ¿Se imaginan una frenada sobre esa piedrilla suelta? mínimo el Cochise de turno va a caer a Alejandría. De un momento a otro el mono Restrepo irrumpe en el azulado firmamento, por lo que las ropas que todavía llevábamos mojadas comenzaron el proceso de secado ambulante.

¡Concepción a la vista! Fue el grito de Zuluaga. En efecto, a nuestra derecha se nos aparece una puntica del pueblo, lo que da lugar a la celebración con el guandolo (otro producto exclusivo del Lobato) Mas adelante nos topamos con el batallón que guarda los sueños y las ilusiones de los Concepcioninos. Como todavía nos quedaban mandarinas le tiré una al centinela que nos echaba gafa desde un altico y quien andaba asustado por la algarabía del Echeverri y sus compinches.

A la 1 y 40 minutos de la tarde pisamos el área urbana de Real de Minas de Nuestra Señora de la Concepción, antiguo nombre. Desde ese momento se comienza a respirar un silencio cómplice con el empedrado de las calles y el paisaje de colores de las casas que forman los estrechos y solitarios callejones. Hasta las mulas tienen herraduras de caucho para no interrumpir aquella sinfonía en si pasito, marca registrada que distingue a los 6.000 privilegiados habitantes de Concepción.

Un vendedor de empanadas nos da la bienvenida por lo que le correspondemos con la compra de algunas. Mientras las degustamos el ocasional guía nos muestra en una de las colinas el atajo que llega al pueblo desde el alto, al cual también se llega por un camino de herradura que sale del mismo Barbosa, al tiempo que nos decía: “Hombre por Dios, con razón se demoraron, No ve que se vinieron por lo mas largo”.


Luego de que nuestros fotógrafos hicieran de las suyas con cuanto portón, chapa, ventana, balcón, mata y corredor encontraran a su paso, entramos a la casa donde el 8 de septiembre de 1799 nació el General de División José María Córdova Muñoz, hoy convertida en museo y Casa de la Cultura. Un hermoso jardín interior nos recibe como preparación al imponente mural que adorna la sala, el cual representa una de las batallas dirigidas por nuestro héroe de Ayacucho. De la sala pasamos al florecido patio central rodeado por agradables corredores en los cuales se exhiben unas fotografías de rostros de indígenas colombianos. No se encontraban los pocos enseres que se guardan de la época, entre ellos el cofre de propiedad del General, porque habían sido prestados para una exposición en Rionegro.

Del museo pasamos a la plaza José María Córdova, en la que se destacan el templo Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, la escultura de Córdoba donada por el gobierno ecuatoriano, pero en la época del presidente Eloy Alfaro, para que no piensen otra cosa, la alcaldía y la casa cural. Los cuatro costados de la plaza lo componen en su gran mayoría casas de dos pisos, con balcones adornados con hermosas flores de la región. Llama la atención los pocos negocios que tienen aposento en la plaza, lo que le da un aire de sobriedad y rigurosidad. Otro de los atractivos de la plaza es la vista de las hermosas colinas que rodean el pueblo, dueñas de un verde, para siempre verde, como lo canta Alberto Cortez.

Luego de escrudiñar la plaza, pasamos a manteles en el hotel Doña Pascuala (madre del general) donde la carta no es muy extensa (igual que la porción de carne) pero a cambio tienen una buena sazón casera. Señores, escojan entre sopa y seco o bandeja con cerdo y fríjoles. Cada quien pidió a su gusto. En medio de una amena conversación dimos buena cuenta de las viandas, porque bien saben la historia del desayuno. No quedaron ni cinco arrocitos para las gallinas.

Recorriendo nuevas calles fuimos a parar a la calle principal o al Carabobo que llamamos, para comprar los tiquetes para el regreso. En la flota nos atendió misia Fabiola, una cajita de música de esas que no faltan en los pueblos, amiga de todos, amable, “charra” y servicial. Cada tiquete vale $10.000 por lo que le preguntamos si con derecho al algo, nos dijo que si y bien parvia´o, pero que lo servían en la misma flota a las 5 y 30. “aquí los espero pues, bien cumplidos”. Era obvio que nos invitara a esa hora, porque el bus salía a las 5. Eso se llama una salida elegante para quedar bien con el cliente. Con ese precio, ahora si nos dimos cuenta por que muy poquitos “conchitos” conocen a Medellín.

Como nos quedaba hora y piquito para loliar en el pueblo, regresamos a la plaza para seguir como modelos en la sección fotográfica, entre las cuales se destacan la que tenemos como fondo un colorido cartel institucional sobre la ecología, bandera de nuestro grupo, otra en la que estamos sentados en la banca exterior de la alcaldía y en las bancas traseras del infaltable camión de escalera último modelo y pintado como lo mandan los cánones de pincel grueso.

Terminada la sesión fotográfica, seguida flash a flash por la curiosa mirada de los pocos parroquianos localizados en la plaza, montamos base en uno de los tres salones sociales, muy bien decorado y organizado, alegrado con música a muy bajo volumen, por donde desfilaron las Pilsen para “bajar” el almuerzo, al tiempo que Olayita aprovechaba para hacer su religiosa siesta, aún arriesgando su reputación como en efecto sucedió, pues el Josema hizo de las suyas con su cámara, y hasta tremenda foto con “rasca” incluida le tomo.

Antes de la cinco apareció el enorme bus que venia de Alejandría y que nos llevaría hasta Medellín. Luego de salir del pueblo rozando techos, corriendo tejas, juntando cables eléctricos y pisando andenes y cayos de parroquianos en cada curva debido a la estrechez de las mismas, comenzamos a deshacer los pasos de la caminata, pero ahora con un sol esplendoroso y una tarde para enmarcar. ¡Así es la vida!

Luego de un viaje tranquilo, con algunas obligadas y asustadoras orilladas para darle paso a los carros que suben, con un eterno precipicio al lado derecho, con entrada gratis a Barbosa y con el infaltable vendedor de tortas de pescado calienticas, llegamos a Niquia en donde tomamos el metro que como amigo fiel siempre nos acoge al final de todas las caminatas, que para esta todavía seguíamos con el susurro del silencio en nuestros oídos, el colirio verde natural en los ojos y el espíritu de la amistad en nuestros corazones.

Hasta la próxima

Jorge Iván Londoño Maya

Caminantes Todo Terreno y Todo Clima

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Jorge Iván,leer tus crónicas,es como si se estuviera viendo una buena película de Indiana Jones.Uds son guerreros de los caminos,la vitalidad que tienen se los permite.
RUMU.

Anónimo dijo...

HOMBRE LOBATICO VOS SIEMPRE MONTANDO A LOST.T. EN EL PEDESTAL DE LA CALIDAD Y DE LAS BUENAS CRONICAS, PARA EXCELENTES CAMINADAS, DESCRITAS CON TU FINEZA Y TU PICTORICA TAN PARTICULAR Y AUTENTICA. FELICITACIONES.
PARA LOS LECTORES DEJO CONSTANCIA QUE LA CARRETERA A CONCEPCION SI HA TENIDO BUENOS ADELANTOS. ANTES ERA UNA TROCHA. AHORA TIENE AFIRMADO Y SUS OBRAS DE ARTE MUY BIEN JALADAS. VISITEN A CONCEPCION SIN TEMOR, QUE VALE LA PENA. ES UN ENCANTO.
JUANFER

Elbacé Restrepo dijo...

No, no, no, qué es esta belleza por Dios!!!!

Disfruté cada frase, me reí sola, pasito y a carcajadas, usé el colirio verde para mis ojos y hasta le di un abrazo a mi nuevo hermano, el mono Restrepo. ¿Crónica casera? Las toñas!!! esta se publica porque se publica!!!

Anónimo dijo...

Jorge Ivan, fabulosa tu cronica, si hasta parece fabula de verdad.
Les cuento que tenia pensado ir a Concepcion en el pasado viaje a Medallo y no se me dio y justito los T.T. se me adelantaron, la van a tener que repetir pero conmigo.
Y como es que a Ustedes tan pintosos les cobraron el pasaje, no eso no es justo si este era el detalle mas lucido de la buseta.
las fotografias bellisimas, muy buena fotografia la de la palma enmarcada con el precioso azul del firmamento.
Mejor dicho es que Ustedes lo tienen todo en un solo paquete: excelentes cronistas, tremendos fotografos, excelente estado fisico que los quisieran los de quince y para mas, tremendos amigos, a los que quieran mas que les piquen caña.
Como dice elba cecilia que se publique.

gracias amigos T.T.
Gloria Luz.

Jorge Iván dijo...

A todos se les fue la mano en masa y costilla en los elogios. Un millon de acciones para cada uno, provechando ahora que estan baratas.

el lobato

BuriticáSara dijo...

Excelente crónica, tengo muchas ganas de hacer esta caminata, ¿es necesario ir con un guía? yo solo he pasado por esta ruta una sola vez y en bus ¿qué me recomiendan?