Caminata Santiago - Cisneros

Fecha: sábado 17 de mayo de 2008

Integrantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle, Carlos Olaya Betancur, Jorge Iván Londoño Maya y José María Ruiz Palacio

Nombre: O “LOS SUFRIDOS CAMINANTES”

Salgo de Sabaneta a las 6.10 a.m. pensando en si me alcanzaría el tiempo para llegar a la estación Caribe del Metro a las 6.50 a.m.; abordo un integrado y a las 6.17 a.m. estoy en la plataforma de la estación Itagüí esperando el tren. A las 6.20 a.m. voy rumbo a mi destino, ya tranquilo y convencido de que 30 minutos son suficientes para llegar a la estación Caribe. Gentes presurosas mirando sus relojes, salen del vagón en cada estación y otros abordan como con la misma prisa; unos hacia sus labores y otros a sus propios destinos. Asumo, por las vestimentas de algunos, que llevamos el mismo rumbo.

Próxima estación; Caribe – dice por el altavoz el conductor - y apenas son la 6.43 a.m.. Desciendo sin afanes del tren y de nuevo, como tantas veces lo he hecho y lo haré, doy gracias a nuestro maravilloso medio de transporte por el servicio tan eficiente; 23 minutos es poco tiempo para recorrer más de medio Valle de Aburrá. Mientras pensaba en todo esto voy subiendo las escalas hacia el punto de encuentro que nunca se concretó, pero eso no es problema… Ya Zuluaga estaba con una sonrisa de oreja a oreja adornada con su pulida barba esperándome en la plataforma de tránsito, justo antes de los torniquetes.

Apretón de manos, palmaditas en la espalda y parabienes al tiempo que nos declaramos lobos solitarios en escena porque los otros T.T. no han llegado, pero aun no es la hora acordada. Cuando se cumple el tiempo y en vista de que no llegan, pensamos que a lo mejor estaban en otro sitio y aprovechando otra de las maravillas de la tecnología, así al viejito Juanfer no le gusten, llamé a Olaya a su celular y efectivamente estaban en otro lugar; dentro de un vagón del metro aun, porque él mismo se había retrasado. Al poco rato llegaron Londoño, Olaya y Juanfer y salimos de la estación hacia la Terminal de Transportes del Norte, unida a Caribe por un viaducto bien concurrido por cierto. Ya en la terminal buscamos tiquetes para el corregimiento Santiago del municipio de Santo Domingo y boca sur del túnel de “la Quiebra” de nuestro glorioso y nunca bien ponderado “Ferrocarril de Antioquia”, dejado acabar en mala hora por nuestra “distinguida clase política” en medio de las más miserable falta de imaginación y obedeciendo a abyectos y oscuros intereses de la clase dominante.

En la flota “Expreso Cisneros-Nus” el siguiente vehículo no saldría hasta las 8.15 a.m. y apenas eran las 7.10 a.m., por lo que optamos por buscar otra alternativa que inmediatamente fructificó en 5 pasajes hacia Santiago para las 7.15 a.m. en una buseta de “Coonorte”. Ahí se presentó un pequeño impasse porque la susodicha flota tiene dos oficinas al parecer haciendo lo mismo y mientras unos estábamos en una negociando el viaje, el LOBATO en la otra ya los estaba pagando. –Nos queda tiempo para un tinto- dice Zuluaga y ahí mismo en una burbuja de las tantas, sirvieron, entregaron y cobraron los cinco humeantes tintos y corra con ellos en la mano hacia la buseta que ya salía. No podía faltar la foto y entonces la pose de rigor y listo el poncherazo de Olaya que casi siempre queda en la foto, pero detrás de la cámara.

Nos extrañó la buseta semivacía, pero por el camino aparecían como por encanto los pasajeros y pronto se completó el cupo y hasta pasajeros de pie llevábamos. Es una lástima que a las busetas nuevas y con vidrios panorámicos, les forren justamente esos vidrios con una película supuestamente polarizada, lo que impide el disfrute del paisaje tan hermoso de nuestra tierra.

Bello, Copacabana, Girardota y pasando sobre el río Medellín, Hatillo, luego Barbosa donde se sube a la buseta una joven con un niño de unos 2 años, de la que saco conclusión de su edad por lo que durante el camino me cuenta. ¿Cómo estás, cómo te llamas? le pregunto al chico y la joven me contesta por él: Juan José. El chico sonríe y entonces entre palabra y palabra me cuenta ella que tiene otro hijo de 7 años y que lo tuvo a los 15, más 7 = 22, estudian ella y él chico de 7; Juan José está en guardería. Los sostiene a los tres la mamá de ella y viven en Cisneros, hacia donde se dirigen y están de trasteo por la tarde, porque el dueño de la casa en donde viven todos, le está sacando energía de contrabando para unas máquinas de cerrajería y le toca pagar a ella la cuenta que le costó el último mes $38.000, más los $150.000 del arriendo. En esas llegamos a Santiago y me despido de ellos diciéndoles que más tarde nos vemos en Cisneros.

Ha llovido con mayor o menor intensidad durante todo el viaje, pero aquí ya ha escampado bastante y una llovizna menuda nos acompaña durante el recorrido hacia el pobladito, por una calle que primero desciende hacia una quebrada de cauce rocoso y regulado por un desagüe de cuatro tubos sobre el que hay un puente; luego por una calle encascajada que alguna vez tuvo piso duro de cemento, se llega hasta una intersección que conduce al parque por un callejón empinado, pero sobre el lado derecho encuentra Zuluaga un puesto de buñuelos, empanadas y papas, por el que no puede pasar sin antojarse de un buñuelo de esos que parecen munición para escopetas de fisto; pequeñitos pero gustosos. Solidarios con la Solitaria con mozo y tres hijos de Zuluaga, lo acompañamos en el convite y la cara de felicidad de la dueña del puesto no tenía límites. Agotó la provisión de fritos de ese día, de cuenta de nosotros.

Subimos al parque por entre dos hileras de casitas colgadas a lado y lado de la calle encementada que lleva a un bonito parque recién reformado y al fondo, la capillita adornada como para una fiesta; que según dijeron los entendidos en la materia, era para la fiesta del perdón. La entrada estaba engalanada con guirnaldas colgadas del coro. Las bancas, repartidas a lado y lado de la única nave y adornado el altar con cortinajes pendientes del techo. Sobrio y bonito.

Llama la atención ya en el parque, una casa de 2 pisos haciendo esquina, bonita y recién pintada, pero como partida, o más bien como si hubiera sido parte de toda una construcción que hacía marco al parque frente a la iglesia. No hubo a quién preguntarle, porque 2 perros que nos recibieron cuando llegamos, ya no estaban.


Bajamos de nuevo la callecita empinada y ya abajo junto al puesto de comida, marchamos sobre la izquierda por otra calle que lleva hacia la boca del túnel. Alguien dijo desayuno y nos metimos a un restaurante amplio de una señora conocida de los T. T. que nos recibió amablemente confundiéndose las voces de los que llegábamos, con la de la dueña en medio de risas y reconocimientos de parte y parte. Carta ofrecida, carta aceptada sin reticencias y en menos tiempo del que gasto para peinar mis escasos crespos, teníamos una mesa llena de Calentao, huevos pericos con aliños, quesito, tajadas de maduro, aguacate, arepas con mantequilla, carne frita, ají y chocolate… ¿Se le antoja un pancito mijo?


Dado de baja y sin sobr
evivientes lo servido, nos enrumbamos a la boca sur del “Túnel de la Quiebra”, llamado así porque fue construido abajo del lomo de la cordillera occidental. Contar con precisión las infidencias e incidencias de la construcción de dicho túnel, nos remite a la biblioteca “Luis Ángel Arango”, documento que agrego a continuación:


EL FERROCARRIL DE ANTIOQUIA

Iniciado en 1875, buscaba comunicar a Medellín con el Puerto Fluvial de Puerto Berrío. El trazado general del ferrocarril había sido diseñado por el ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros, quien había utilizado los cursos naturales de los ríos Nus y Porce, para evitar tener que realizar grandes trabajos de remoción de tierra; sin embargo y al llegar al sitio denominado "La Quiebra" sobre la Cordillera Occidental era necesario tomar una decisión que alteraría el curso normal del trazado férreo que había sido pensado para tener una inclinación máxima de un 3%, por cuanto y debido a la considerable altura un trazado con esa inclinación no podía superar la montaña. Cisneros

El ingeniero norteamericano Jones por su parte proponía un desarrollo compensado que permitía llegar a la cumbre con un trazado adicional de varios kilómetros y así mismo con un sacrificio en la capacidad de carga de la locomotora.
Por su parte, el estudiante de ingeniería Alejandro López, en 1898 en su trabajo de tesis El paso de la Quiebra en el Ferrocarril de Antioquia, luego de analizar las anteriores posibilidades, propone la construcción de un túnel de más de 3.500 metros, que no sólo incrementaba en más de un millón de pesos la construcción total de la línea sino que resultaba impensable para sus jurados de tesis quienes por poco evitan que pueda graduarse.

La tesis de López no sólo resulta visionaria por proponer una solución avanzada para su época desde el punto de vista técnico, sino que nace de la creencia que el hacer una importante inversión económica en esta obra a largo plazo se verá compensada con la reducción de los costos de operación y mantenimiento, que las anteriores propuestas no contemplaban.
En 1914 cuando
la primera locomotora llegó a Medellín, el ferrocarril estaba aún interrumpido entre las estaciones de Santiago y Cisneros que se comunicaban por una carretera de 27 kilómetros. En este momento se consideró la posibilidad de construir un túnel a través de la cuchilla que separa los cañones del Río Porce y el Río Nus. Aunque la obra tuvo muchos opositores a causa de los altos costos, siempre contó con el apoyo del General Pedro Nel Ospina Vásquez ahora Presidente de la República, quien apoyó desde la universidad como Rector de la Universidad de Antioquia la tesis de López y ahora se empeñó en su realización.

El 15 de marzo de 1926, el Gobierno de Antioquia dictó la ordenanza autorizando la co
nstrucción del túnel con la firma canadiense Frasser-Brace Ltda. En el contrato, la firma se comprometió a entregar el túnel en tres años, empleando personal principalmente antioqueño y a entregar la maquinaria utilizada a la Empresa del Ferrocarril de Antioquia, garantizando la calidad de las obras por seis años.

Inicialmente se extendió el ferrocarril hasta el punto denominado El Limón, que cobró importancia como terminal de la división Nus
Se construyeron edificios para el destacamento de guardia
s de Antioquia y para el telégrafo, de madera y teja de barro. Igualmente se edificaron otros para convertir a este sitio en un puerto seco para el ferrocarril.

En los terrenos aledaños se trazó una publicación que tenía la intención de ser higiénica y confortable, dotada de alcantarillas, agua potable y luz eléctrica, pe
ro el poblado nunca superó los diez edificios a pesar de la entusiasta acogida inicial.
La obra finalizó el 14 de julio de 1929, siendo inaugurado con el paso del primer tren de carga el 7 de agosto del mismo año.
Hubo dos catástrofes ajenas a problemas constructivos. La primera fue un derrumb
e por una filtración de agua que interrumpió el paso del ferrocarril por un mes. La segunda fue en 1972, cuando se incendió una locomotora a kilómetro y medio de la boca que ocasionó la muerte de cuatro personas. entonces propone un ferrocarril de cremallera basado en la tecnología suiza desarrollada por Riggenbach. Este sistema permite a una locomotora enfrentar inclinaciones superiores a 5.5%, sin embargo el utilizar estos sistemas reduce considerablemente la capacidad de transporte de carga de una locomotora e incrementa de manera importante los costos de mantenimiento de la línea férrea y del material rodante que por ella circula. y frente de trabajo para la construcción del túnel.

Los turistas abundan en Santiago. La mano del estado hace años que no pasa por estos lados y el abandono campea en forma de muros goteantes de limo, acequias llenas de basura y rostros de pobreza en los pocos habitantes que sobreviven de un espacio que día a día se desmorona y se difumina en el olvido…

El Metro de Medellín por convenio con la fundación “Ferrocarril de Antioquia” cambió una gran cantidad de durmientes de madera ya destrozados por el tiempo, por polines de concreto, iguales a los del sistema Metro, con lo que se recuperó en algo el daño de la carrilera del túnel

"El Túnel de la Quiebra”… ¿Quién con algo más de 30 años no estuvo en los charcos del Nus en Cisneros y de paso gritó, y se sintió atrapado por un imposible en medio de la oscuridad del tren al paso por el túnel?...¿Quién con la experiencia de haberlo pasado y ya en otra oportunidad, no abrazó y le robó un beso a su amor de ese día en medio del bullicio con el que los novatos en la experiencia, exorcizaban los demonios del miedo? ¿Quién con su alma de niño hoy no recuerda los fiambres envueltos en hoja, el olor del humo de la locomotora y el regreso a Medellín entre bultos, gallinas y bañistas con ropa mojada y los novios cuñaditos en un rincón del vagón más oscuro?... En fin, ¡Tantas querencias!

¡Cómo nos duele la inopia en los cerebros! Nos lo vendieron cuando algún astuto mercader quebró los precios de los fletes y nos convenció de la “inutilidad” de ese medio de transporte que por la época atravesaba dificultades por el invierno. Quedó el “Túnel de la Quiebra” como constancia y mudo testigo de los cojones que tenían nuestros dirigentes de esa época de la construcción, que se atrevían a desafiar los imposibles sin dejarse doblegar los espíritus.

Tomadas las fotos de rigor y después de que Juanfer “manejara” la “Marranita”; vehículo de madera de fabricación casera; dotado de rodillos adecuados al ancho de la trocha de la carrilera y al que se le adosa una motocicleta o motor; con bancas, techo y pinta de acuerdo a la iniciativa del propietario, en el que se transportan pasajeros, turistas y carga y presta servicio entre las estaciones “Santiago” y “Limón” del antiguo Ferrocarril de Antioquia” pasando por el túnel, que dicho sea de paso no tiene iluminación desde el incendio del 72. Este mismo sistema se usa en otros tramos del abandonado ferrocarril.

Iniciamos la travesía luego de escuchar a Juanfer y al Lobato narrando la historia del ingeniero Alejandro López ya contada en el documento anterior y con el colofón de que los restos de éste descansan al lado de la entrada sur, nos internamos en la lóbrega boca de la montaña. Caminar sobre durmientes de ferrocarril o polines como los conocemos por aquí, no es fácil y menos al oscuro.

Las linternas medio salvan la situación, porque la entraña de la montaña absorbe ahora la luz mortecina, como antes se tragó el humo de las locomotoras y tapizó el cielo de la bóveda con un hollín aceitoso. A medida que se avanza, la oscuridad es más impenetrable y el único rastro de luz va quedando atrás por largo rato; es la boca de acceso al túnel que se va empequeñeciendo hasta casi desaparecer. Cuando ya casi no se ve hacia atrás, nos encontramos con un aviso que reza - ”Mitad del túnel”- y a su lado un objeto pende de una cuerda que al iluminarlo con varias linternas parece una gallina de plástico colgada del pescuezo…Cualquier analogía con nuestros dirigentes es eso, mera analogía… Basura de toda índole campea en túnel al amparo de la oscuridad y filtraciones de la entraña de la montaña semejan lluvias intermitentes a medida que avanzamos. Se divisa la luz al final del túnel en la boca norte. Poco antes de la salida existe una excavación en la roca que según cuenta Juanfer, era el lugar destinado por los constructores canadienses para supervisar y hacer los pagos de nómina a los trabajadores que rompieron la entraña de la cordillera.

Ya en la boca norte del túnel, se abre un hermoso paisaje barroco, cargado de filigrana y abandono. Una construcción de 2 pisos a la usanza de la época del florecimiento del ferrocarril, perteneciente a EADE se alza sobre la derecha, sobre la izquierda hay una cancha de futbol y algunas casas campesinas; más adelante una casita prefabricada de dos pisos rompe la monotonía junto a las ruinas ya tapias desmoronadas de una casona.

De nuevo sobre la derecha, con la majestuosidad de una gloria en decadencia y enmarcada por la belleza de natura representada en la cascada o caída de agua en escalas que llaman “La Chorrera”; se yergue indultado por el tiempo que todo lo derrumba, el hotel de pasajeros “La Estación” de un estilo muy de la época, al parecer Rococó y construido en madera, como testigo de un tiempo mejor. Ahora es habitado por varias familias que a pesar del abandono lo mantiene vivo aunque maltrecho.

La Estación “El Limón” de los ferrocarriles se ve intacta aunque también habitada por gentes del lugar que también la mantiene viva. Dice Juanfer, que es conocedor de la región por los vínculos familiares con Cisneros, que tanto el hotel como la estación, están dentro del inventario de monumentos nacionales que van a ser restaurados por la fundación “Ferrocarril de Antioquia”. Hicimos votos para que algún día eso sea realidad.

Libadas las cervecitas de rigor por Olaya, Zuluaga y yo, ya que lobato y Juanfer son vírgenes, digo abstemios; reemprendimos la marcha y tomamos por un camino que lleva además de a Cisneros a la “La Chorrera”, caída de agua de la que ya hablé, que además es destino turístico y muy hermoso por cierto.

Pasado el río Nus, iniciamos un recorrido por un camino empedrado hasta llegar a un trapiche panelero enorme y antiquísimo, movido hidráulicamente por medio de una gran Noria, aunque Juanfer insistió en que era una Pelton. No le valieron ni suplicas ni ruegos y menos el concepto de uno del os campesinos del lugar que afirmaron que el artilugio hidráulico era un Noria de unos seis metros de diámetro y movida por un chorro de agua traído desde “La Chorrera” de manera artesanal por un canal inclinado.

Retomamos camino luego de la discusión y llegamos al nudo: Pasar el Nus se convirtió en un dilema para el Lobato que es valiente; ¡Pero valiente miedoso!; no fue capaz de saltar por el sendero de piedras y prefirió mojarse los zapatos. Llegamos de nuevo a la carrilera luego de pasar por el lado de nuevas casa, fincas muy bonitas, y seguimos camino entreverado; unas veces por la carretera y otras por carrilera hasta llegar a las goteras de Cisneros en donde de nuevo en el estadero de un amigo de los T. T., nos empujamos de a cervecita los de siempre, Olaya, Zuluaga y yo, los otros dos pasaron uno con “Mister té y Gatorade como buenos abstemios.

Arribamos por fin a Cisneros; ahí Juanfer nos sirvió de guía sobre todo a mí, dado que los otros ya habían estado con él por esos lados. Recorrimos, tomamos fotos y aun sin digerir el “Magro desayuno”, alguien pidió almuerzo. Eran las 2 p.m.. Como cada vez, buscamos a los amigos, por lo que caímos al “Hotel y Restaurante Lolita”, conocidos de Juanfer de vieja data y aunque la dueña no estaba, nos atendieron como a príncipes. Excelente atención y calidad en el servicio.

“No quiero contar por hombre, las cosas que ella me dijo” –Decía García Lorca- ni yo contar la tragantina de estos sujetos que al parecer no tienen un estómago como cristianos, sino 4 como los rumiantes. Del mismo modo que una vaca en su paz espiritual devora media manga, estos tíos dieron cuenta de bandejas con posta y ensalada, sopitas de legumbres, carnes fritas a caballo en una montaña de arroz, una soberana chochada de fríjoles que Zuluaga se empacó sin remordimiento y con el agravante de que le dijimos que ojo al efecto y responde que él estaba entre amigos… Los cuñó con una cerveza.

Igual que mozos de sirvienta en condominio estrato 9, salimos del restaurante antes de que Olaya se nos durmiera en siesta de aperitivo y seguimos el recorrido con nuestro guía. Gente simpática la Cisnereña; sobre todo las Cisnereñas, casi no logramos iniciar corte por la gran cantidad de opciones. Buscamos transporte para las 4 p.m. en ”Expreso Cisneros – Nus” y matamos el tiempo basculando mondongo y chupando cervecita hasta los 3.45 p.m. en que abordamos la buseta para Medellín.

Mientras esperábamos la hora, se fueron arremolinando algunas muchachas frente al “Hotel Yolima”, justo el pie de la taquilla de la flota, y empezaron las especulaciones de toda clase y laya; cuando ya arrancaba la buseta, todas ellas se montaron apresuradamente y ahí fue de frente: Se armó la recocha y metieron baza en el bochinche y entre risa y chascarrillo, supimos que eran estudiantes de Cátedra de Turismo dictada por el SENA dentro del programa de recuperación turística de la zona. Eran de Santiago y cosa que nos pareció maravillosa, nos invitaron a que las visitáramos en una próxima ocasión.

Ya sin con quién hacer bochinche, cada cual se dedicó a lo suyo y ya llegando a Copacabana Lobato y yo le pusimos tema al ayudante sobre la manera de llevar el viaje y nos contó lo siguiente: En la oficina venden algunos tiquetes, pocos ahora más bien por ser temporada baja. En el recorrido de Medellín a Cisneros y viceversa, el pasaje se completa con los viajeros de un lugar a otro en el trayecto que suben y bajan. Ambas situaciones generan un dinero que se distribuye así: lo de los tiquetes es para el dueño del carro; lo demás, que dependiendo de muchas circunstancias es variable lo mismo que lo de los tiquetes; debe alcanzar para pagar parqueadero, peajes, alistada, combustible, orden de salida y salarios del chofer y el ayudante. Hacen tres recorridos entre Cisneros y Medellín en el día. Las demás prestaciones de ley las asume el dueño del vehículo.- A veces no alcanza ni para los gastos del carro- Dice el ayudante – y nos toca acudir al “Paga diario”… En ésas llegamos a la estación “Niquia”. Tomamos el Metro rumbo a casita y hasta pronto…

José María Ruiz Palacio.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE BIEN CAMINANTES.AHORA SI, LOS Y LAS FAND QUE LOS ESPERABAMOS CON LOS BRAZOS ABIERTOS VOLVEMOS A GOZAR DE SUS CRONICAS. BIENVENIDO ESE POETA DE NACIMIENTO Y TROVADOR DE CONVENCIMIENTO, QUE RESPÓNDE AL NOMBRE DE JESUS MARIA RUIZ PALACIO, QUIEN TAMBIEN ES EXCELENTE CRONISTA.HOMBRE, USTEDES ESTAN SOBRADOS DE LOTE. AHORA SI, QUE ME SIRVAN UN JUGUITO QUE ME VOY A PONER AL DIA EN SUS CRONICAS.
SARITA.

Anónimo dijo...

Excelente crónica y la foto que enmarcaron es estupenda; mucho mejor que la anterior y con más habitantes.
Es emocionante de verdad el recorrido y me encantaría hacerlo. Tengo entendido que la vez pasada no pudieron tomar fotos porque no había luz suficiente. ¿Por qué ahora si? Es simplemente una duda metódica.
Si hay un detallito que me pareció entre jocoso y curioso; dice el cronista que acude a la biblioteca Luis Angel Arango y anexa un documento llamado "El túnel de La Quiebra" en el que como en la página 4 cita textualmente: "En los terrenos aledaños se trazó una PUBLICACION (Mayúsculas mías)que tenía la intención de ser higiénica y confortable..."
Pregunto yo, de lambón: ¿Y eso cómo es? ¿Todavía existe?
Que bueno tenerlos de nuevo al aire; felicitaciones.
Herodes Nepote

Anónimo dijo...

Sres CTT,no son 3 croniquitas son 3 excelentes crónicas y me alegro sobre manera la llegada de otro caminante que nos deleitará con sus relatos,el receso fué lo suficientemente justificado.FELICITACIONES
Roberto Usme Motta Urrea

José María Ruiz Palacio dijo...

Don Herodes, lamentablemente y sin excusa por el copie y pegue desde google, se pasó ese exabrupto ilógico. Lo que se se trazó fue "Una población que tenía la intención de ser higiénica y confortable"
De todos modos gracia por sus comentarios.
José M.
A doña Sarita también muchas gracias por los elogios pero no soy trovador, que los admiro mucho y lo de poeta; hago un poco de eso lo mejor que puedo.

Anónimo dijo...

He visto en repetidas oportunidades sus "cronicas de viaje" realmente me gustan, es mas hasta he sentido cierta envidia, porque me gustaria "pegarme " al grupo pa conocer un poco mas de nuestra tierra.

Anónimo dijo...

cero y van dos!!! que cronica tan agradable, descriptiva e instructiva, mejor dicho aqui no solo se camina, se refresca la memoria, se le empapa de historia
a los lectores.
Como no recordar aquellos paseos a Cisneros de niña con mis dos familias la paterna los Conejos y la materna los Cano, lindos recuerdos recuerdos de mi ninez y juventud, claro que no pase con novio el tunel, pero si haciendo mucha recocha con las compañeras de colegio.
Ojala y tomen en serio la desicion de recuperar el tren y regrezar de nuevo a Cisneros, lindos paisajes, agradables charcos para refrescarse, gracias Josema por tan deliciosa cronica.

Conejita.
Harrison.