CAMINATA EL SANTUARIO - EL PEÑOL

Fecha: sábado 24 de mayo de 2008

Caminantes: Luis Fernando Zuluaga Zuluaga, Juan Fernando Echeverri Calle y Jorge
Iván Londoño Maya

Duración: 5 horas

Nombre: Marcando con el CINCO

Con la “mamada” del Polaroid Olaya y José María Sietenpunto Ruíz, el nuevo aspirante a caminante Todo Terreno, quien anda güete en el período de prueba, y nosotros también, ambos debido a sus obligaciones laborales, las cuales obviamente priman sobre la inconformidad de Juanfer, nos reunimos el trío restante para conformar quórum en la Terminal de Transportes del Norte, a la cual llegamos con casi quince minutos de anticipación, ahorro que nos permitió comprar los tiquetes para la buseta de las “sietenpunto” rumbo a El Santuario, dominio de los Zuluaga, y en donde falleció el General de División José María Córdova.

Los cinco minutos de recreo que nos quedaban los utilizamos para tomarnos el tintico acompasado con casquito de buñuelo, como para no dañar el tamal que nos esperaba para el desayuno de rigor, y para que Juanfer le devolviera el anillo a la taquillera, quien se lo había “regalado” por un ratico, cumpliendo así los deseos del galante de turno, quien no pierde tiro.

Bien acomodados en las sillas traseras, y haciendo uso del compartimiento especialmente diseñado para acomodar morrales y cayados de caminantes, nos enrutamos por la, ahora si, bien llamada autopista Medellín – Bogotá, la cual no se ha escapado de la ola invernal y nos dejó ver sus huellas en un tramo de casi una cuadra de largo.

A las 8 pasadas de una agradable mañana, presentamos credenciales y padrenuestros en la iglesia parroquial de nuestra señora de Chiquinquirá, en la cual se oficiaba la santa misa con nutrida concurrencia. Luego de disfrutar la vista que ofrece la plaza mayor José María Córdova con sus tradicionales araucarias, sus surtidos almacenes, misceláneas y tiendas mixtas y los bares que a esa hora despachan tintos a dos manos, pasamos a manteles al restaurante El Turista, en donde somos “distinguidos” por sus propietarios.

El pedido fue unánime: tres desayunos con tamal, arepa y chocolate, mas una canastada de buñuelos santuarianos para ir sacando. El tamaño del tamal, que entre otras, ni punto de comparación con los de Elbacé, lo redujeron, así como la cantidad de papa, además la arveja y la zanahoria brilla por su ausencia como si hubiera que importarlas del Cánada, o sea que ahora si es un verdadero ta´mal. A punto de retirarnos llegó una familia compuesta por la mamá, tres hijos y la abuela, la mas pequeña que puede tener un año de edad, la bautizaron con el nombre indígena de YERLISYURLAI, y todos tan contentos.

A las 8 y 40 nos despedimos por quinta vez de la cuna de Montecristo, a quien se le rinde homenaje en el museo que guarda buena parte de sus pertenencias, trofeos, fotos placas, etc. para tomar la ruta que nos llevaría a la vereda La Bodega. La carretera destapada aparece a las pocas cuadras de la plaza, a la cual llegamos no sin antes escuchar al veterano vendedor ambulante, quien armado de maletín y un altavoz pregona la venta de la famosa pomada chuchuguasa la que sirve hasta para curar cuerdas levantadas, reumatismo, vientos encajados, nacidos y paperas; hay quienes juran que sirve hasta para el mal de sambito.

Esta es la tercera vez que hacemos la misma caminata, porque teníamos dos motivos bien concretos, primero ver nuevamente el paisaje de la represa y la piedra, espectáculo reservado para caminantes y campesinos de la región y segundo para conocer la réplica del viejo Peñol que se construye en las afueras del nuevo. Así que cada metro lo conocemos como la espalda de Luisfer, quien siempre va adelante.

El primer kilómetro lo despachamos con una corta oración en el hermoso altar de la virgen de María Auxiliadora, tan bien cuidado y conservado como la misma represa. Como siempre, la conversación encuentra en nuestras caminatas su mejor morada y los temas se desgranan como si fueran padrenuestros y avemarías del santo rosario, sin limitaciones de entonación y volumen, porque la palabra campea desnuda por entre bosques y sembrados. Que libertad, que privilegio, que gozo.

Aparecen los sembrados de hortalizas, leguminosas y legumbres que convierten a la tierra en un extenso tejido de croché de variados sabores, colores y formas; como ese sembrado de fértiles repollos captado por la lente de Luisfer. Muy cerca de allí se desprendió un pedazo de barranco, dejando al descubierto la fertilidad de la tierra abonada, por lo que dijimos: a bueno costales para llevar de esta tierra.

Los bombombunes tienen en esta caminata clientela fija y conocida, lástima que en la primera casa, donde siempre salían cuatro hermanitos en plena algarabía, estaba cerrada, así que los bombones de estos clientecitos les tocaron a los pasajeros de una camioncito familiar que nos alcanzó, al cual lo hicimos parar como si fuera un reten para endulzarle el pesado viaje las pasajeras de atrás, en donde había de todas las edades. La dulce mercancía se nos agotó en una humilde casa habitada por cuatro hijos, la mamá y el papá que a lo mejor andaba jornaliando.

Muy cerca de allí está la finca del amigo que siempre nos recibe con amabilidad y con la frase: “a bueno tener tiempo para caminar con ustedes”, el hombre, que tiene un bigote que se lo quisiera Horacio Serpa, tiene allí su buena tierra, una casa amplia y agradable, su aprisco (crédito para Juancé) con buena cantidad de cabras, lago, y variedad de animales. El hombre por estos días andaba enfermoso, lo cual inmediatamente se refleja en su rostro; así mismo, para completar el cuadro, su mujer anda por Medellín hospitalizada, o sea que al hombre le cayeron las plagas juntas.

A mitad del camino llegó la tan anhelada curva, la cual nos sabemos de memoria, porque desde allí aparece nada menos que el horizonte inundado por la represa, la piedra del Peñol y el valle sembrado de fincas, iglesias y escuelas veredales, quebradas y bosques, todo confundido en una hermosa vista que pocos tenemos el privilegio de observar y admirar.

Comienza entonces el suave descenso, hasta llegar a una Cruz, en donde el camino se bifurca: a la derecha para Guatapé (caminata que ya hicimos) y Granada (caminata que no haremos) y a la izquierda para el Peñol. En ese punto hicimos la primera parada en la fonda atendida por una amable y conversadora señora.

A las dos cuadras encontramos el sembrado de moras de castilla que siempre nos proporciona sabrosos ejemplares, pero que esta vez hallamos sin cosecha por lo que nos fuimos con las manos vacías y sin la mancha que nos deja este fruto en las manos. En este tramo los efectos del invierno se notan más, porque muchos barrancos se han venido abajo; así mismo, la creciente ha dejado la huella en la carretera y en las quebradas que arrastran enormes piedras. Hablando de quebradas, esta caminata está dotada de hermosas cascadas que con su canto del agua contra las rocas engalanan el ambiente. Y que decir de la variedad de pájaros, con la soledad encabezando la lista, una de las cuales se almorzaba un enorme cucarrón sin inmutarse por nuestra presencia.

Suena el celular y se reporta Olayita, primero para saludar y segundo para contarnos que todo indicaba que el chusmero tirofijo había tirado la toalla, como quien dice, otra buena noticia como la que nos dieron aquel primero de marzo cuando íbamos rumbo a Montebello y que nos avisaron en pleno movimiento, que es lo importante, el jaque mate al chusmero reyes. Noticia que justificó el brindis así fuera a punta de gatorade, granadillas y mandarinas.

En medio de los comentarios sobre la noticia, llegamos a una casa campesina al borde de la carretera, donde estaban ordeñando una vaca, por lo que preguntamos si nos podían vender tres postreras, pedido que con la amabilidad de nuestros campesinos fue atendido de inmediato. Así que nos sacaron tres espumosas tazas de leche recién ordeñada, la cual disfrutamos mientras conversábamos con las nietas de la señora, a la par que tímidamente posaban para la foto de rigor. Que coincidencia, porque un kilómetro atrás les había comentado a Luisfer y Juanfer que muy raro tanto andar por el campo y solamente haber tomado postrera una sola vez, hecho ocurrido en la caminata por Guatapé; así que desde ese momento nos enmochilamos otra degustación de postrera. Hay que agregar que el Zuluaga sacó de su cajero manual un billete y se lo entregó a la abuela:”ahí tiene para una libra de arroz y un par de panela”. Juanfer, extremadamente generoso como es, cuestionó el monto del billete, por lo que Luisfer lo plantó: “vea hermano, con esa plata compramos 4 bolsas de leche, con eso le digo todo”

Hasta que llegó la hora de las empanadas, en el negocito que tiene montado una mona divina que mas parece una modelo, pero campesina hasta más no poder con ese dejo paisa que en estas regiones se acentúa más. Ricas las empanadas pasadas con esos ojos verdes y un ají que no dio un brinco con los boquidragones de Zuluaga y Echeverri, ayudados por un muchacho que no comulga si no hay ají. Desde ese sitio tenemos el Peñol a tiro de cauchera.

A media cuadra nos encontramos toda una familia seleccionando y empacando tomates de aliño, las cajas son de diez kilos y las venden por $10.000, pero quien se encarta con una caja: todo indica que esta caminata la vamos a tener que repetir pero en carro, para coger tierra de capote, comprar empanadas, repollos, moras de castilla, tomates de aliño, fríjol verde y mazorcas. Obviamente no se hizo esperar el comentario sobre lo injusto que es el mercadeo para el campesino, quien abona, siembra y recoge por no recibe el precio justo por sus cosechas, porque un kilo de tomate en Medellín esta por los lados de $2.500

Antes de tocar la puerta del Peñol, pasamos por una casa donde tenían el equipo de sonido a todo taco, y claro, puro reguetón, lo que nos motivo al comentario que hacemos en todas las caminatas, que en las casas campesinas sólo se oye vallenato y reguetón, contrario a aquellas épocas donde los bambucos, guabinas y pasillos arrullaban las montañas con sus notas. Como cambian las personas y con ellas las costumbres.

Ya metidos en las calles del Peñol, pasamos por un ladito sin hacer mucha bulla, rumbo al lugar donde se construye la réplica del viejo pueblo del Peñol, la cual se levanta a un kilómetro del casco urbano del actual. Este nuevo sitio turístico, está situado en una colina, desde la cual se divisa la represa, exactamente el punto donde está inundado el viejo Peñol.

Esta réplica, que más bien parece el pueblo de verdad, esta compuesta por la plaza, la iglesia, tres costados y el quiosco. Las edificaciones, todas de dos pisos, tendrán almacenes, venta de artesanías, mecatiaderos, restaurantes, etc. desde ya los invitamos para que lo conozcan.


Lástima que el único león que cuida las obras fue ahorcado por Juanfer en una demostración de su fuerza captada por la lente mágica del Zuluaga.

De regreso al nuevo Peñol, pasamos por la feria de ganados, en donde pudimos observar como a la represa le caen dos quebradas en el mismo sitio, una de aguas extremadamente contaminadas, que apestan por su color y olor , y otra por fortuna de aguas cristalinas, pero que no alcanza a minimizar los estragos que causa la primera a la represa, la cual creíamos libre de toda contaminación. Desde ese lugar hasta el pueblo Juanfer entrevisto a varias personas para preguntarles por el nombre de la hedionda quebrada pero, como siempre, ninguno lo sabía.

Al llegar al pueblo, y para completar la pestilencia, fuimos recibidos por los insoportables olores de algunos abonos (gallinaza) que son distribuidos por los almacenes agropecuarios, contaminación olorosa que no se compadece con los turistas y las personas que viven cerca de dichos negocios.

Dando pasos de gigante llegamos al “Guayaquil” del Peñol, justo en el preciso momento en que se largó tremendo aguacero, o sea que se cumplió lo que les dije a mis compañeros que insistían en la mojada que nos íbamos a pegar, porque el cielo andaba encapotado y se presentía la lluvia: “tranquilos que la Milagrosa espera a que lleguemos a puerto seguro”. A las 2 de la tarde nos sentamos en el segundo piso del hotel y Restaurante Casablanca, atendidos por una de sus atractivas dueñas, quien en par minutos despachó las tres sopas de legumbres y el seco para Juanfer. La sobremesa fue claro acompañado del temblor de tierra que sacudió a medio país, con epicentro en el departamento del Meta.

A las 3 de la tarde cogimos la buseta que en hora y piquito nos puso en la terminal de transportes. Allí cambiamos de transporte por nuestro metro decorado en esta oportunidad por buen número de camisetas del Deportivo Independiente Medellín de hinchas que iban a ver en el Atanasio el partido contra el Deportivo Cali. Faltando dos cuadras para llegar a mi casa arreció el aguacero por lo que siempre me empapé.

Así es la vida, en 5 horas de caminata no nos cayó una gota, y en dos cuadras quede empapado, o sea lo mismo que le pasó al Medellín, que en 5 partidos no había hecho un gol y esa noche en hora y media marco CINCO.

Hasta la próxima

Jorge Iván Londoño Maya

12 comentarios:

José María Ruiz Palacio dijo...

A cada paso comentado, sentí los míos junto a los de Ustedes y los envidio. Las fotos elocuentísimas, me llevaron por la senda.
Ya vendrán otros sábados y haré lo posible por estar con ustedes.
Hasta pronto.
José M.

Jorge Iván dijo...

Hombre Josema, la verdad que te extrañamos. Algún sábado la repetiremos para que sientas en carne propia la emosión de ver el espectáculo de la represa, la piedra, las montañas, los bosques, los rios y tanta naturaleza.

Elbacé Restrepo dijo...

Psss, Jorgiván, aquí pasito y sin que nos oigan mucho: por qué será que las crónicas suyas saben distinto, ah? No hay que ir para sentir cada olor y cada sabor; no se necesitan fotos para adivinar el paisaje. mejor dicho: de lujo del cronista! Esos toques de humor por ahí como tirados a la jura hacen de la lectura un verdadero placer y antojan al más sedentario de los seres humanos, yo, de ir a caminar. Clap, clap, clap. Mil felicitaciones.

Anónimo dijo...

Jorge Iván,contundente,como todas tus crónicas,tienes un profundo conocimiento de como se narran las cosas que se viven en carne propia y dichosos uds que disfrutan de los hermosos paisajes de nuestra región Antioqueña.Y esta vez de inmediato la crónica,bien por esa.
RUMU.

Anónimo dijo...

Hombre lobato mis felicitaciones por tan tremenda narración paso a paso la aventura de esta bella caminata , te sobraste en gallina.
Luisfer

Luzma dijo...

Juanfer, Carlos y demás caminantes reciban mi especial saludo.
Al leer el relato y revisar las fotografías no pude controlar que se me "arrugara el alma" como sucede cada vez que Rafa me muestra los mensajes y fotos sobre las anteriores caminatas que Juanfer y Carlos le han enviado. De verdad para aquellos, que como nosotros, las circunstancias de la vida nos han llevado a otros escenarios y culturas, este tipo de contacto con nuestros paisajes y nuestra gente, se convierte en verdadero paliativo que nos auxilian, en el manejo de la soledad que por acá se vive.
Así que, reciban mi especial saludo y reconocimiento por ser protagonistas de tan envidiable pasatiempo. Para Jorge un respetuoso reconocimiento por esa extraordinaria crónica... por qué no pensar en ir organizando estas experiencias y dejarlas plasmadas en un libro? Sería una bellisima herencia para sus hijos y nietos y ademas un interesante "joya de la crónica vivencial".
Reciban mi especial saludo,
LUZMA DUQUE

Jorge Iván dijo...

Sentidos agradecimientos a Elbacé, RUMU, Luisfer, Josema, y Luzma, por sus comentarios sobre la crónica y por nuestro blog. Es un orgullo contar con lectores de esas calidades, lo que nos obliga a dejar en cada crónica hasta el sudor de cada caminada. Creo que somos el único grupo de caminantes con 3 fotógrafos y 3 cronistas de planta, cada quien con su sello propio. A luzma, quien nos escribe por primera vez, le cuento que es doble nuestra satisfacción por el hecho de estar fuera del país. Que gratificante es despertar sentimientos de patria con nuestro andar. A Elbacé le cuento que al hacer las crónicas siempre trato de que al menos tengan la mitad del sabor de sus tamales y alguito de la contundencia de sus columnas.
Gracias de nuevo

Anónimo dijo...

holita a todos los "entrones" a este blog y a éstyras crónicas. definitivamente nuestro lobato, se sobra cada vez más, a medida que escribe. COMO QUIEN DICE ESTÁ SÓLO.
HAY UN CASITO PARA RESALTA EN LA CRÓNICA Y QUE TRAE SU INTERROGANTE. QUE JOSE MARÍA CÓRDOVA MURIÓ EN EL SANTUARIO. PUÉS ALLÍ DIZQUE LO ASESINARON; PWERO HAY HISTORIAS QUE AFIRMAN QUE CUANDO LLAMARON A EMI, SE LO ECHARON AL HOMBRO ENTRE VARIOS Y A PATA SALIERON PA'MARINILLA. QUE MURIO EN LA VEREDA PANTANILLO, OTRAS DICEN QUE NO, QUE ESTIRO EL SABLE EN UN SAGUAN DE UNA CASA DEL CITADO PUEBLO, LUEGO DE PENAR Y SUFRIR TODA UNA NOCHE Y SU AMANECER. ESA CASA AUN EXISTE.
SEA COMO SEA, POROC IMPORTA COMO SE MUERE, SE DEBE HABLAR ES DE COMO SE VIVE O SE VIVIO Y JOSE MARIA CORDOVA HIZO TODO EL MERITO, PARA SER EL MAS VALIENTE MILITAR QUE HA PARIDO COLOMBIA.
JUANFER

Anónimo dijo...

Desde Houston, reciban mi saludo de colombiano muy nostálgico, Juan Fernando y sus compañeros caminantes. All equipment las crónicas y caminatas. Me hacen recordar mi hermoso país, ese que por falta aparente de oportunidades, tuve que cambiar por éste capitalismo inútil, donde el modernismo, la paz, la tranquilidad, la amistad y esos pueblos que ustedes recorren, no existe, ya que todo se traduce a unos miserables billetes verdes con aroma de discriminación y críminalidad.
Juan Fernando: 17 años en Estados Unidos es mucho tiempo, ese mismo que perdí, ya que mis oportunidades tampoco me saltaron nunca. Estoy considerando volver a Colombia en diciembre. Más viejo, sin plata y sin ilusiones, sólo la de recuperar lo que me pertenece, mi tierra, la que guarda la tumba de mi vieja, esa qwue no pude ver ni en su último momento. Esas crónicas me llenan de emoción, pero la de mi tierra El Peñol, me llenó de lágrimas.
Reconocimiento y amistad, sigan ganándole espacio a la vida, pero allá.
Jorge Mondragón - Houston, Tx. E.U.

Anónimo dijo...

Hola mi querido Jorge Mondragón: Al leer tu mensaje, recorrí a pié algo así como trinta y cinco de caminos trazados en la memoria, cuando en nuestros años mozos y al amparo de la la juvebntud, nos apoderamos del mundo que nos pertenecía. lamento tu situación en E.U. ya me habían comentado que no era buena, ya que el mundo es mentiras que se agarra conlas manos y el sueño americano es eso: Un sueño y nada más. No te digo nada sobre tu determinación de volver a Colombia; pero si te digo que el país ha cam,biado y en mi concepto des u paraíso con una culebra tentadora en cada esquina. A USA LA GENTE SE VA POR EL HUECO O A LA BIEN O SE HACEN LOS MÁRTIRES LOS PERSEGUIDOS POLÍTICOS Y CASI TODOS ALGUN DIA VUELVEN, CON LA COLA ENTRE LAS PATAS. POR COLOMBIA SE LUCHA, NO ABANDONANADOLA PROPIAMENTE. ES DURO, PERO ES LA REALIDAD Y SABES QUE SIEMPRE ME HA CARACTERIZADO LA FRANQUEZA. SOMOS AMIGOS, TE ESTIMO MUCHO, AGRADEZCO TU MENSAJE Y POR FAVOR ME SALUDAS A MARIO Y A GLORIA,. MIENTRAS ESPERO PODER ESCRIBIRTE MAS AMPLIAMENTE.- UN ABRAZO,
PERICLES.

Anónimo dijo...

Definitivamente "obras son amores y no buenas razones". Quien creyera que Los Caminantes Todo Terreno se consiguieron por allá en N.J. (Estados Hundidos), una FAND que los sueña, pìensa y lee día y noche.
Lo más bonito es que con la niña de su corazón y la retina de sus mejores sentimientos, viene leyéndo todas las crónicas y dejando sus comentarios, cual CONEJITA dadora de vida, que arranca sus lanitas de sdu propio cuerpo para cubrir el nido de sus crías, esta cubre con su inspiración,el camino de los caminantes. Ya está que llega.
JEALBO

Anónimo dijo...

Mi Juanfer justo estoy llegando, jamas imagine encontrarme esto tan hermoso que acabo de leer, la forma en que te refieres a mi la conejita, que viene cada dia mas enamorada de los Todo Terreno, si señor claro que soy la Fans No.1-
justito lei la cronica de Damasco- La Pintada y nuevamente me encontre cero comentarios, pero ahi les quedo el mio y muy suficiente, porque con mi amor alcanza para los cinco.
Lobatico, para ratificarlo hasta el cansancio, eres genial escribiendo las cronicas, de todito se disfruta, se vive cual caminantes al leerlas, no escatimas en palabras para llevarnos de tu mano a recorrer caminos, ya te dije, que la tinta de la pluma con que escribes, es el
sentimiento que le pones a tus palabras y que nos hacen gozar el alma.

Conejita.
Harrison, N.J.